En determinadas
circunstancias, o lapsos, la humanidad tergiversa el significado de: acciones,
palabras, objetos... Símbolos en general.
Esta “re adaptación” lingüística, quiebra la armonía existente entre “significado y significante” (lazo lingüístico), matizando al “antes citado” con la subjetividad de la mora social del momento en cuestión. A modo de ejemplo, tenemos: la cruz, redimida como objeto de santidad, el vocablo RAZA, reprobado por considerarse (luego del nazismo) como acción separatista, etc. No es el objeto/sujeto o acción, quien determina el QUE, a través de la relación espacio-tiempo, sino, la apreciación de los restantes. En el diario vivir, ocurre algo similar a lo acaecido en el espectro del arte: la justificación a partir de la existencia de un público. Ya sea que éste, se promulgue a favor o en contra, su juicio, será el que, junto con el paso de los días, transforme el punto de análisis en objeción subjetiva. Esto se conoce como acervo popular: creencias, tradición, mora ciudadana.
Vamos a lo referencial del caso, dentro de la política. El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, enarboló su carrera gubernamental, basando los pilares de su militancia en una común unión entre el pueblo y las empresas mineras, considerando que éstas, proveían un beneficio mayor al usufructo, o aquello, que hoy se entiende como devastación. Pero, paradójicamente, el mismo “caballito de batalla” que no sólo impulsó su carrera, sino que a la par, centró sus actividades legislativas, hoy, constituye el estandarte de la oposición sanjuanina: la NO minería.
Cabe llamarnos a la reflexión y elaborar una pregunta: Si realmente, resulta tan nocivo el proceso minero (comprendido por la prospección, exploración, desarrollo del proyecto, operación, transporte y cierre de la mina) ¿por qué, mundialmente, sigue produciéndose sin mayores inconvenientes?
Algunos, dirán que el poder, y su primo-hermano el dinero, corrompen las voluntades políticas de los hombres. Otros, que la contribución o rédito final, es mayor que aquello que se pierde en el camino. ¿Cuál es la VERDAD? Sin lugar a dudas, un punto intermedio entre ambas; sin embargo, cada política de empresa es PARTICULAR, como los mecanismos de implementación y las pautas a las cuales ajustarse. Esto, nos lleva al segundo punto: Cada empresa, establece su propia política ambiental. Dos mineras, como ocurre con cualquier otra profesión, empresa, pueden compartir la actividad comercial, pero NO así, la política de usufructo. De este punto, decanta la proposición: La MINERIA no es “buena” ni “mala”. Las empresas MINERAS, son las que, de acuerdo a su postura socio-ambiental, inclinarán la balanza hacia un lado o hacia otro. Adaptando el acervo popular al caso: Cada Minera es un Mundo. http://www.mineriaenargentina.com
Esta “re adaptación” lingüística, quiebra la armonía existente entre “significado y significante” (lazo lingüístico), matizando al “antes citado” con la subjetividad de la mora social del momento en cuestión. A modo de ejemplo, tenemos: la cruz, redimida como objeto de santidad, el vocablo RAZA, reprobado por considerarse (luego del nazismo) como acción separatista, etc. No es el objeto/sujeto o acción, quien determina el QUE, a través de la relación espacio-tiempo, sino, la apreciación de los restantes. En el diario vivir, ocurre algo similar a lo acaecido en el espectro del arte: la justificación a partir de la existencia de un público. Ya sea que éste, se promulgue a favor o en contra, su juicio, será el que, junto con el paso de los días, transforme el punto de análisis en objeción subjetiva. Esto se conoce como acervo popular: creencias, tradición, mora ciudadana.
Vamos a lo referencial del caso, dentro de la política. El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, enarboló su carrera gubernamental, basando los pilares de su militancia en una común unión entre el pueblo y las empresas mineras, considerando que éstas, proveían un beneficio mayor al usufructo, o aquello, que hoy se entiende como devastación. Pero, paradójicamente, el mismo “caballito de batalla” que no sólo impulsó su carrera, sino que a la par, centró sus actividades legislativas, hoy, constituye el estandarte de la oposición sanjuanina: la NO minería.
Cabe llamarnos a la reflexión y elaborar una pregunta: Si realmente, resulta tan nocivo el proceso minero (comprendido por la prospección, exploración, desarrollo del proyecto, operación, transporte y cierre de la mina) ¿por qué, mundialmente, sigue produciéndose sin mayores inconvenientes?
Algunos, dirán que el poder, y su primo-hermano el dinero, corrompen las voluntades políticas de los hombres. Otros, que la contribución o rédito final, es mayor que aquello que se pierde en el camino. ¿Cuál es la VERDAD? Sin lugar a dudas, un punto intermedio entre ambas; sin embargo, cada política de empresa es PARTICULAR, como los mecanismos de implementación y las pautas a las cuales ajustarse. Esto, nos lleva al segundo punto: Cada empresa, establece su propia política ambiental. Dos mineras, como ocurre con cualquier otra profesión, empresa, pueden compartir la actividad comercial, pero NO así, la política de usufructo. De este punto, decanta la proposición: La MINERIA no es “buena” ni “mala”. Las empresas MINERAS, son las que, de acuerdo a su postura socio-ambiental, inclinarán la balanza hacia un lado o hacia otro. Adaptando el acervo popular al caso: Cada Minera es un Mundo. http://www.mineriaenargentina.com
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