jueves, 19 de octubre de 2023

Milei, Tolstoi y mi bisabuelo





*Por Sebastián Plut

 

I. Todo apellido contiene la cifra de la muerte pues en ese horizonte hacia el pasado, que está escrito en lo más íntimo de nuestra subjetividad, se agolpan nuestros ancestros. Los que ya no están, los que nunca conocimos, los que aportaron un nombre y una tradición, aquellos que nos figuramos como una extensa escalera descendente que nos hace de origen y que, finalmente, nos anticipa un destino.

La diversidad que nos es propia a los humanos, cuyos caracteres posibles son tantos que sería imposible inventariar, nos distingue a unos de otros, y nos estimula porque la diferencia nos sustrae de nuestras cápsulas narcisistas. Sin embargo, esa inabarcable multiplicación de variaciones se conjuga también con un acotado conjunto de universales que nos reúnen, que nos vuelven inexorablemente afines. Así, aunque tales universales son apenas un puñado, y la muerte es uno de ellos, su abarcatividad le otorga un lugar de igual peso junto a la inconmensurable pluralidad.

También es cierto, y pese al humano destino común, que cada apellido es el nombre singular del morir, cada quien escenifica --consigo mismo y con los otros-- los caminos para consentir o resistir la posibilidad de un acelerado retorno a la inercia.

La ética, en última instancia, no es sino una exigencia para la también humana pretensión de ilusionarse con la omnipotencia. Esto es, nos impone asumir la inevitabilidad de nuestro desvalimiento y, sobre todo, nos reclama no ser ajenos, indiferentes, ante el desvalimiento del otro.

II. El apellido Milei, hoy, es el nombre del dejar morir. Aunque su repertorio de frases no es demasiado vasto, aborde el tema que sea su programa político es reductible a eso, dejar morir.

Negacioncita del terrorismo de Estado, del cambio climático y de las múltiples desigualdades de clase y de género, su plan de gobierno, en materia de trabajo, economía, seguridad, salud o educación, se condensa en aquel sintagma.

La invalidez de sus rancias teorías se ratifica en cada ocasión en que se anima a hablar más espontáneamente: “si te querés matar, matate, pero no me hagas pagar a mí la cuenta”, “si no es rentable [por ej., pavimentar una calle] no es deseable socialmente”, son apenas dos expresiones, entre tantas otras, de su ominosa cosmovisión.

III. Según relata Eduardo Galeano, en Memorias del fuego III, mi bisabuelo, Isaac Zimerman, se derrumbó y lloró cuando en 1910 se enteró de que había muerto León Tolstoi. Posiblemente, el episodio sucedió en diciembre de aquel año, en la Colonia Mauricio de la localidad bonaerense de Carlos Casares. Isaac y su familia, para ese entonces, hacía poco más de cinco años que habían llegado de Rusia, escapando de la miseria y del antisemitismo.

¡Qué comunidad de sentimientos es capaz de producir la escritura para que la muerte de su autor conmueva así a un inmigrante que, junto con su mujer y sus hijos, trataban de sobrevivir en la otra punta del planeta!

No sé a cuántos estaré plagiando si afirmo que la muerte es el motor de la escritura, pero no solo porque la civilización se empeña en la posteridad, no solo porque la letra perdura más allá de los cuerpos o, como decía Freud, porque la escritura es el lenguaje del ausente.

Escribir es el acto de producir interrogantes, y pregunta es el nombre de la angustia. Escribimos, pues, para sobreponernos al sufrimiento, a un dolor que proviene del propio cuerpo, de los vínculos con otros y de la realidad. Eso también es enseñanza freudiana. Las palabras, entonces, procuran transformar las amenazas en lo opuesto: que el propio cuerpo no perezca antes de tiempo, que el otro devenga un semejante y que la naturaleza sea abrigo.

IV. El apellido Milei, hoy, es el nombre de la crueldad. Sin embargo, el mayor espanto no es la destructividad que anida en su subjetividad, sino cómo, por qué, su personalidad se traduce en una particular psicología social. No habrá, desde luego, una respuesta única, pues no es verosímil suponer una homogeneidad que comprenda a todos sus votantes. Los habrá fascistas, indiferentes, crédulos, incautos, y seguramente las alternativas son más.

Son dos, entonces, las preguntas que sobrevuelan: ¿sus votantes perciben su crueldad? Y luego, si acaso la registran, ¿es que les parece irrelevante o los excita?

No lograremos acertar con las respuestas; no obstante, en todos los casos, contestemos de uno u otro modo sendos interrogantes, el peligro es mayúsculo.

Si no la divisan, si la captan con indiferencia, o se contagian de ella, son tres caminos que convergen en una tragedia irreparable, incluso para esos mismos sujetos.

V. Para la época en que mi bisabuelo se casó, en Rusia, con mi bisabuela, Sara Snirman, León Tolstoi escribió ¿Qué hacer?, libro que fue inspirador de textos posteriores. Por haber visto que los mendigos eran detenidos, allí dice: “no podía comprender que estuviese prohibido que un ser humano les pidiese algo a sus semejantes”.

Se trata, en suma, de comprender al otro como un semejante y, en consecuencia, la sociedad, una comunidad, la humanidad, no puede tener como punto de partida ni como fundamento último la competencia, el mercado o, como repite Milei, “ofrecer un mejor producto a un mejor precio”. Esto es, los vínculos humanos, la intersubjetividad, para Milei no difieren de la relación de cada sujeto con las cosas, una relación de posesión, monetizada o de indiferencia.

En rigor, no se trata solo de ricos y pobres o de qué deben hacer los primeros respecto de los segundos. El asunto, finalmente, es qué es lo que hace que una sociedad se mantenga unida.

VI. La conocida frase que se le atribuye a Tolstoi, “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, sin duda no describe únicamente el isomorfismo entre un pequeño pueblo y la Tierra toda. También nos advierte que un hilo de Ariadna liga cada singularidad con la humanidad, para que nadie se extravíe en el laberinto, sea del desamparo, sea de la opulencia, para que nadie que esté afuera se vea impedido de ser incluido.

VII. Mi abuela paterna, hija de Isaac y Sara, al lamentarse solía exclamar “¡San Pedrito, San Pedrito!”. Durante años me pregunté por qué una mujer judía y rusa invocaba a un santo ante las adversidades. Gracias a textos familiares y de historia de la inmigración, descubrí que en la institución judía que organizaba el traslado desde Rusia de los judíos (pobres y perseguidos) había dos grupos: uno que proponía que se embarcaran solo aquellos que podían costear sus propios pasajes y otro que, en cambio, sostenía que la asociación debía solventarlos. Este segundo grupo, cuya posición prevaleció, tenía su sede en San Petersburgo. Así comprendí, entonces, el lamento de mi abuela.

VIII. El apellido Milei, hoy, es el nombre de la injusticia. Para él, la justicia social no es más que la aspiración envidiosa de los fracasados. Así, opera una deformación trágica que no califica siquiera de reduccionismo; es decir, pretende revestir de envidia lo que no sería sino una injusticia. La solidaridad, para Milei, no tiene lugar, el individuo no se referencia de ningún modo a su comunidad, y basta en su cosmovisión la competencia. ¿Y no es, acaso, esta última la fuente más potente de la envidia, en la aldea de la ley del más fuerte?

IX. Ya señalé que escribimos para crear interrogantes y para transformar las amenazas en algo diverso. Podemos parafrasear a Tolstoi: escucha una entrevista a Milei y escucharás a toda La libertad avanza. Milei no responde preguntas, no las entiende ni las acepta. Solo conversa con periodistas cuyas preguntas ya están respondidas de antemano, cuyas preguntas son apenas el molde diseñado para el contenido que Milei recita una y otra vez. En consecuencia, su discurso y su acción, por su propia naturaleza, no podrían nunca convertir las amenazas en lo opuesto. Al contrario, impone morir, que el otro no sea más que un extraño y que la naturaleza se consuma al calor del mercado.

X. Milei afirmó ya tantas veces que él entiende al Estado como una organización criminal. Que haga tantos esfuerzos por ser presidente, es decir, por ser el Jefe del Estado, nos autoriza a concluir: a confesión de parte, relevo de pruebas.

El antagonismo con su proyecto no podría ser más radical. En efecto, el valor y la necesidad de una economía a escala humana, la cultura edificada durante siglos y la historia de mi propia familia no solo me deniegan toda posibilidad de apreciar la más mínima propuesta de Milei, sino que convergen para advertir su irrefrenable destructividad.

*Sebastián Plut es doctor en Psicología y psicoanalista.

 

miércoles, 11 de octubre de 2023

¿Qué pasa entre Israel y Palestina?




*Por Mariano Saravia

- HISTORIA –

NO es un conflicto milenario, ni centenario. Tiene 75 años, desde la creación del Estado de Israel en 1948 sobre los territorios del pueblo palestino. -Históricamente, judíos y musulmanes se habían llevado relativamente bien. Por ejemplo, en Al Ándalus, en el norte de África, y en Medio Oriente. Los grandes problemas siempre los ocasionó el cristianismo de Estado y el imperialismo europeo. -Por eso, este conflicto palestino-israelí es también responsabilidad del imperialismo europeo. Empieza a principios del siglo XX, cuando los ingleses, y en menor medida también los franceses, les prometen la misma tierra a dos pueblos: el pueblo judío y el pueblo palestino. Eso queda graficado en el acuerdo Sikes-Picot (Reino Unido-Francia) de 1916 y en la Declaración Balfour de 1917. Y se puede ver bien en la película clásica Lawrence de Arabia. -Un paréntesis para hacer algunas aclaraciones terminológicas. Para hablar con precisión. Palestino: es un pueblo que deriva de los filisteos, ya mencionados en la Biblia. Son árabes y en su mayoría musulmanes, aunque hay muchos palestinos que son cristianos. Están en la Palestina histórica desde hace miles de años. Judío: es un pueblo milenario, que practica el judaísmo como religión. Aunque hay muchas personas que se consideran judías como parte de ese pueblo y de esa cultura, pero no son religiosas. Es sinónimo de israelita. Israelí: es otra cosa totalmente distinta, es el ciudadano del Estado de Israel, y puede o no ser de religión judía. Es más, un 20 por ciento de los ciudadanos de Israel son árabes, ya sea musulmanes o cristianos. 

Es decir, son árabes israelíes. -Hechas esas aclaraciones, seguimos. En esos años de principios del siglo XX, los europeos propiciaron la inmigración de judíos a la Palestina. En ese acto, cometieron dos perversiones: por un lado, no les importó que en esa tierra ya había gente viviendo y provocaron un problema que se extiende hasta hoy. Por otro lado, fue para sacarse de encima a los judíos de Europa, en continuidad de su ancestral antijudaísmo (algunos lo llaman antisemitismo) y preanunciando la Shoá o el también llamado Holocausto, causado por el nazismo. -Pero las persecuciones de judíos son muy anteriores. Empiezan con los romanos destruyendo el Segundo Templo de Jerusalén, y persiguiendo a los judíos hasta Massada (frente al Mar Muerto) para su exterminio. Los ingleses ya perseguían judíos y los expulsaron en plena Alta Edad Media. Luego los Reyes Católicos cuando reconquistaron y destruyeron Al Ándalus, expulsaron a los judíos o los obligaron a convertirse al cristianismo. En la Italia del siglo XVI surgió el concepto del gueto, derivado lingüístico de borgueto (barriecito). 

En la Francia del siglo XIX, con el caso Dreyffus y el Yo Acuso de Emile Zolá. Ni hablar de los pogromos del Imperio Ruso a principios del siglo XX. Y finalmente Alemania con el nazismo. Es decir, los que persiguieron y buscaron el exterminio del pueblo judío fueron siempre los europeos: romanos, ingleses, españoles, portugueses, italianos, franceses y alemanes. Pero les hicieron pagar los platos rotos a los palestinos. -A partir de 1948 sí empezó una tensión que se transformó en odio, y luego en varias guerras: la del 48, la del 56, la del 67 (la de los 6 días), la del 73 (Yon Kipur) y la del 82 en Líbano. -A partir de la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel ocupa tanto Cisjordania como la Franja de Gaza y toda Jerusalén, la ciudad santa de las tres religiones del libro. -La ONU ha instado a Israel mediante resoluciones a retirarse de los territorios ocupados. Lo hizo en 2005 de Gaza, aunque la mantiene cercada como una gran cárcel a cielo abierto. Y mantiene la ocupación de Cisjordania con un sistema de Apartheid. -En 2007 hubo elecciones en Gaza y ganó Hamás, un grupo conservador teocrático islamista. Mucho más combativo contra la ocupación de Israel que el partido que gobierna en Cisjordania, que es Al Fatah, un partido laico, heredero de Yasser Arafat pero que ha ido perdiendo legitimidad en los últimos años, acusado de corrupción y de excesivas concesiones a Israel. -Desde ese momento, Israel se enfrenta a Hamás cada dos o tres años, con ataques devastadores que dejan siempre cientos de muertos civiles palestinos. Así fue en 2006, 2008, 2014, 2017 y 2021. El número de víctimas palestinas siempre multiplican por 20 el número de víctimas israelíes. 2 GEOGRAFÍA -En 1948, cuando Occidente a través de la ONU partió Palestina, creó dos Estados para dos pueblos: casi el 50 por ciento del territorio para el Estado de Israel, y lo mismo para un Estado Palestino. -

A lo largo del siglo XX, y con sucesivas guerras, Israel fue apoderándose de más y más tierras palestinas. -Actualmente, una solución de dos Estados para dos pueblos dejará a Israel con casi el 75 por ciento de las tierras de la Palestina histórica. Pero hoy por hoy, ocupa casi todo, salvo la pequeña Franja de Gaza. -La Franja de Gaza es como un rectángulo de poco más de 350 kilómetros cuadrados, de un lado de 50 kilómetros por otro lado de 10 kilómetros cercado por Israel. El otro lado es costa con el Mar Mediterráneo y el cuarto lado es frontera con el Desierto del Sinaí (Egipto). 3 ACTUALIDAD -Sorpresa. Lo que estamos viendo desde el sábado es sorprendente, por primera vez, los palestinos golpearon duramente a Israel. -Por un lado, los cohetes llegaron a ciudades lejanas, como Tel Aviv y Jerusalén. Cayeron más de 4.000 cohetes y golpearon duramente la infraestructura, edificios, etc. -Pero, sobre todo, fue sorprendente cómo se infiltraron miles de milicianos palestinos en territorio israelí, perforando esa frontera tan custodiada y supuestamente segura. Ocuparon pueblos, ciudades y kibutzin (granjas comunitarias) abatiendo a militares, policías y civiles. -En los últimos 15 años, los enfrentamientos habían dejado 6 mil palestinos muertos y sólo 300 israelíes. En un solo día, el sábado, murieron 700 israelíes. Más que en los últimos 15 años. -Después de cuatro días de lucha, Israel dice que ha recuperado los 20 puntos de su territorio que habían sido ocupados por guerrilleros de Hamás. Además, ha matado a 1.500 de ellos y ha recuperado el control de la frontera con Gaza. Ha cortado el agua, el gas y la electricidad, y ha bombardeado población civil, entre otros objetivos, 13 hospitales y 4 escuelas. 

Es un intento de aniquilamiento de población civil, lo que se cataloga internacionalmente como GENOCIDIO. -Pero los palestinos siguen haciendo frente a Israel, y además, se han llevado para la Franja de Gaza a cientos de rehenes, todos ciudadanos israelíes. Amenazan con represalias. 4 FUTURO -Aunque parezca una locura, esta situación tan dramática, paradójicamente, puede conllevar el germen de la paz. -Porque cuando hay tanto odio y al mismo tiempo tanta disparidad de fuerzas, el conflicto o bien se extiende eternamente o bien termina en genocidio. Eso era lo que sucedía hasta el sábado pasado en este conflicto, con un Estado de Israel que tenía una superioridad bélica infinitamente superior al pueblo palestino ocupado. Y del otro lado, grupos armados que le hacían frente con métodos irregulares pero la disparidad era enorme. -Ahora, por primera vez en la historia, hay cierta equivalencia. O por lo menos se ha achicado la brecha. O por lo menos, podríamos decir que, por primera vez, los palestinos han golpeado duro, de verdad, a Israel. -El golpe es en vidas humanas (repito, más muertos en un día que en los últimos 15 años), pero también en infraestructura. -Los palestinos golpean también políticamente al gobierno de extrema derecha de Netanyahu.

El pueblo israelí le va a pasar factura. ¿Cómo puede ser que, con uno de los ejércitos más modernos y potentes del mundo, haya pasado lo que pasó? Ya venía teniendo problemas con su reforma judicial y múltiples protestas sociales. Eso se va a agravar. -Los palestinos también golpean la economía de Israel.

 

¿Qué capitales internacionales van a querer ir hoy a invertir en Israel, un lugar que ya no es seguro? Todo un proyecto de país se puede desmoronar, y con él, el nivel de vida de su población. -Por todo esto, digo que, paradójicamente, esta situación dramática, podría conllevar a la paz. Si por primera vez Israel se siente de verdad vulnerable, que puede perder todo lo que construyó en estos 75 años, puede sentirse obligado a cumplir con las resoluciones de la ONU y sentarse a negociar un futuro Estado Palestino. -Hoy por hoy, no se puede apelar a la razón ni a la empatía, de ninguno de los dos lados. Pero el miedo mucho a la autodestrucción, podría llevar a una paz que, más que deseada, es necesaria. La alternativa sería una escalada que llevaría a la internacionalización del conflicto y a la destrucción segura de estos dos pueblos. -

Prefiero aferrarme a la primera opción, y pensar que el miedo mutuo que surge de estas horas aciagas, llevará a la paz en esta región.

*Escritor, periodista, Magister en Relaciones Internacionales, agitador cultural.

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