CFK aseguró que “la división del movimiento obrero
no le hace bien al país”. Luego escuchó los planteos de los sindicalistas y les
confirmó que convocará al Consejo del Salario. Los dirigentes gremiales
destacaron la reapertura del diálogo con el Gobierno.
“Creo profundamente
en la unidad del movimiento obrero”, dijo la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner ayer, apenas iniciada la reunión oficial con los dirigentes sindicales
que se opusieron a un nuevo período del camionero Hugo Moyano al frente de la
CGT. Más de cincuenta representantes sindicales participaron del encuentro en
el que quedó formalizada una nueva relación de la Casa Rosada con el movimiento
obrero.
El mismo día que Moyano asumía el mandato en su CGT,
durante dos horas y media los dirigentes plantearon en diálogo con la
Presidenta los puntos importantes de la agenda de los trabajadores y, según
contaron, se llevaron la confirmación de que CFK los convocará a participar del
Consejo del Salario entre agosto y septiembre. Pero, fundamentalmente, se puso
la mira en la necesidad de una confederación unida. “El principal objetivo era
abrir un canal de diálogo que se había perdido y fue lo que se logró. Además,
se planteó la agenda de la CGT”, señaló a Página/12 un dirigente que integra el
consejo directivo de la central obrera.
“Tenemos que seguir trabajando en forma mancomunada
porque hay un mundo muy difícil”, advirtió Fernández de Kirchner ante los
gremialistas y resaltó como ejemplo el frigorífico que se reabrió en la
provincia de La Pampa la semana pasada. El repaso de algunos de los logros en
materia laboral llevó a la Presidenta a señalar que le gustaría “que estuvieran
todos, porque creo que en estos nueve años de Gobierno todos los gremios
presentes y los que no lo están han recibido cosas que eran impensables”,
focalizando en los gremios enrolados en el moyanismo que no comulgan con la
acción dialoguista de los que sí asistieron. CFK subrayó que “la unidad no
puede estar subordinada a una, dos, veinte o treinta personas, porque para ello
están los organismos deliberativos y para ello están las normas”.
Para al comienzo de su mensaje, la Presidenta aclaró
que “nunca” recibía “nada anti-nada” y puntualizó que “acá son todos representantes
de trabajadores”, bajando la intencionalidad política del encuentro. Incluso no
se vio al futuro secretario general de la CGT, Antonio Caló. Se ausentó para
“que el mensaje fuera claro. Estuvo la mayoría del consejo directivo de la CGT,
acompañado por muchos gremios asociados”, explicó una fuente sindical.
La relación del oficialismo con la CGT comenzó a
decaer cuando Moyano decidió pegar el salto a la escena política enfrentando al
Gobierno después de ocho años de alianza. El año electoral y las pretensiones
públicas de Moyano fueron minando el vínculo. Comenzó por pedir públicamente la
vicepresidencia para un representante sindical, luego la vicegobernación de la
provincia de Buenos Aires y finalmente lugares de importancia en las listas legislativas.
Su salto a la política no fue el que esperaba, porque no logró casi ninguno de
los objetivos que se había propuesto, solamente su hijo Facundo Moyano llegó al
Congreso con la bendición en su momento del gobernador bonaerense Daniel
Scioli, hoy también en crisis con el gobierno nacional. La ruptura de las
relaciones profundizó la interna de la CGT, que quedó formalmente fracturada la
semana pasada, cuando Moyano realizó un congreso donde fue reelecto. Antes, ese
congreso había sido anulado por el Ministerio de Trabajo ante un pedido de
impugnación de los sectores que rechazan la continuidad del camionero.
“Creo profundamente en la unidad del movimiento
obrero”, sostuvo la Presidenta, sentada a la cabecera de la mesa del Salón Eva
Perón de la Casa de Gobierno. Las dos filas de dirigentes que escuchaban
atentamente asentían cuando agregó que “la división del movimiento obrero
solamente les sirve a pequeños círculos, y no le hace bien al país”. Cristina
Fernández recibió a los sindicalistas con una parte de su gabinete. El ministro
de Economía, Hernán Lorenzino; el de Trabajo, Carlos Tomada; la ministra de
Industria y Producción, Débora Giorgi, y el de Planificación, Julio De Vido,
presenciaron y participaron del encuentro.
“Esperábamos un gesto y esto nos sorprendió a todos.
Porque nos convocó la Presidenta y fue contundente”, confió más tarde uno de
los dirigentes que estuvo en Balcarce 50. “Fuimos la mayoría del consejo
directivo que está vigente hasta el confederal y el congreso del 3 de octubre”,
destacó. “Hemos planteado la agenda del movimiento obrero que es de
conocimiento público. Le pedimos su participación a los efectos de discutir los
ítem que hacen a la vida del trabajador, sobre la base de que la CGT es parte
del movimiento nacional justicialista”, señaló el secretario adjunto de la
central obrera, el metalúrgico Juan Belén, al finalizar el encuentro. “Nosotros
planteamos la unidad del conjunto de las organizaciones”, sostuvo Belén,
haciendo un llamado al moyanismo para que participe del congreso del 3 de
octubre en el que se renovarán las autoridades, y en línea con el planteo que
la Presidenta puso sobre la mesa.
En el encuentro los dirigentes elogiaron algunos
puntos de la gestión kirchnerista iniciada en 2003, como la ley para el
servicio doméstico y la expropiación de parte del paquete accionario de YPF.
Los dirigentes de los trabajadores del Correo solicitaron una ley que formalice
la vuelta al Estado del servicio. “La reunión fue muy buena, muy cordial. La
Presidenta escuchó a cada uno de los que quisieron hablar y se trató de un
diálogo constructivo, donde se trató la situación económica mundial y donde
cada uno dio su opinión, desde el sector de la rama del trabajo que proviene”,
destacó el dirigente de uno de los gremios más importantes.
Los dirigentes salieron entusiasmados de la Casa de
Gobierno, no sólo por la reunión, sino también por el anuncio de la Presidenta
de que se los iba a convocar al Consejo del Salario “para agosto o a más tardar
septiembre”, señaló Belén. José Luis Lingeri, dirigente de Obras Sanitarias,
aseguró también que los gremios que se presentaron en la Casa de Gobierno no
eran “antinada. En los años que tengo de dirigente, estos caminos de fractura
se han dado en la historia. Un movimiento atomizado, dividido, no le sirve a
nadie y menos a los trabajadores”.
Con el encuentro de ayer se cerró una etapa, pero se
abrió una nueva, que incluirá la pelea judicial por ver quién se queda con la
legalidad de la CGT.
Julián Bruschtein (Pag./12)
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