Siempre se a planteado la imperiosa necesidad que tiene el
campo nacional y popular de lograr la más amplia unidad.
En 1974, meses antes de morir, cuando la actual
globalización no existía Perón escribió “el mundo, y sobre todo los grandes
países, están pensando en que esta evolución que nosotros hemos presenciado va
a desembocar, quizás antes de que comience el siglo XXI, en una organización
universalista que reemplace al continentalismo actual.”
“…..Y en esa organización se llegará a establecer un sistema
en que cada país tendrá sus obligaciones, vigiladas por los demás, y será
obligado a cumplirlas, aunque no quiera, porque es la única manera en que la
humanidad puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblación y la
destrucción ecológica del mundo”. Y agregó: “Debemos comenzar a pensar que ese
universalismo ha de ser organizado por alguien y que si nosotros no nos
disponemos a intervenir en la organización de ese internacionalismo, todos nuestros
años de lucha por liberarnos serán inútiles, porque si los imperialismos
actuales imponen el ritmo de esa universalización, lo harán en su provecho, no
en el nuestro”.
Ya avizoraba la necesidad de crear una unión popular para
defendernos de lo que conocemos como imperialismo, hegemonía oligopólica,
neoliberalismo con el FMI y todas las instituciones como herramientas de
sometimiento del poder mundial que conocemos.
Entonces la propuesta nacional, regional, mundial es la
“UNIDAD”.
No solo dicho en términos teóricos, sino que lo hemos
intentado llevar a la práctica. Estos intentos se ven frustrados por distintas razones. Una de la
más importante es la distorsión que producen las necesidades electorales en
algunos compañeros, pareciera ser que la única preocupación son los cargos
electivos.
A falta de pan, buenos son los panqueques: Ni hablar de los
egos y las mezquindades. O lo que es peor, las aspiraciones desmesuradas de algunos impresentables e ignorantes de
valores básicos, como la calidad humana.
No puede haber unidad si no hay acuerdo político antes. No
solo los acuerdos que se pueden expresar en papel sino a través de una práctica cotidiana en
terreno, que sea coherente con lo que decimos, “por sus obras lo conoceréis”.
No se puede predicar la unidad y perseguir compañeros. No se
puede decir que se está con Cristina y aliarse con los enemigos.
No se puede decir que se busca participación y se ningunea a
los compañeros. No se puede hablar de unidad en democracia discutiendo los
acuerdos solo con las cúpulas de “elite”. Dijo Alberto; “todos valemos un voto”.
No se puede cerrar el partido justicialista por cuatro años
para abrirlo en tiempo electorales o lo que es peor hacer rancho aparte y
competir en nimiedades como sacarse fotitos con referentes de nivel provincial
y nacional. No es sano “competir” con malicia, con chicanas, siendo; vaca mala,
chancho huacho o como los tordos queriendo empollar en nido ajeno.
No puede haber unidad con crisis de legitimidad por la incapacidad del estado de dar respuesta a
las necesidades de la población genera una sensación de abandono, bronca, hacia
lo público y lo político, cuestionando la misma democracia y generando un caldo
de cultivo para experiencias autoritarias y antidemocráticas. Sumado en este
proceso el manejo perverso de los medios de comunicación que acentúan una
campaña permanente de ataque a lo político, obviamente al mejor postor, se
entiende? billetera mata noticia
verdadera.
Esta incapacidad del estado (en todas sus categorías) para
dar respuesta a las demandas de la sociedad genera una crisis política
demarcada en una profunda crisis de legitimidad, de lo político y los
políticos, y en muchos casos quite de legitimidad a la democracia como sistema.
Se profundizan los niveles de pobreza y
marginación social, sectores ya golpeados por las crisis periódica provocadas
por el modelo neoliberal capitalista. Las instituciones del Estado pasan por
severas crisis políticas de tal forma que provocan disfunciones y terminan en
fallas en las que el Estado no puede garantizar el orden político. De más está
decir que estas crisis políticas llevan a crisis de confianza en las ciudadanas
y ciudadanos que viven una orfandad desde lo social con referencia política.
Si decís algo que escape al pensamiento hegemónico mentado
como el correcto, te etiquetan enseguida, porque etiquetar sin pensar más
variables te ahorra el esfuerzo de pensar un todo siempre mucho más complejo
que una consigna política. Lo más común es decirle traidor a cualquiera que no comulgue con vos. De que los hay los
hay, argumentemos en forma veraz quienes son o si fueron realmente compañeros.
Yo le diría “arrepentidos” a estos, que pasaron una década en las filas, con el proyecto nacional (mal
no les iba) y ahora son acérrimos enemigos del kirchnerismo, se arrepienten de
haber formado parte y ahora estan en contra.” “no hay peor enemigo que un amigo
ofendido”. Si usted cree que todos los políticos son iguales, el problema es suyo
que no puede distinguirlos.
La unidad en la medida es el metro, es decir los 100
centímetros, si no estan el 45 o el 70 u otro centímetro, la unidad es corrupta
y no sirve, la UNIDAD es todo, todo lo Nacional y Popular el pueblo, la patria,
la república, no hace falta eso de “limites” porque ya sabemos que son el
imperialismo y las corporaciones .El que pone límites no es peronista, es
sectario. Es antipopular. “Esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla
nadie.”
“Primero la Patria, luego el Movimiento y por último los hombres”.
Rene Gado