sábado, 21 de julio de 2012

El movimiento sindical ante la crisis del capitalismo


Rebanadas de Realidad - USO, Madrid, 19/07/12.- 

Queridos compañeros y compañeras:
Antes que nada, querido compañero Laerte, agradecerte tus cariñosas palabras de presentación y el honor que me hace la CSA-CSI al invitarme a participar plenamente en su II Congreso. Para mí, que considero que la unidad sindical internacional entre la CIOSL y la CMT es lo más importante que hemos hecho los trabajadores y sindicalistas en muchas décadas, es un gran honor acompañarles en este II Congreso como ya lo hice en el primero y como lo he hecho con los celebrados, tras el congreso fundador de Viena del 2006, en África y Asia.
Mi intervención lo es a título estrictamente personal, no comprometo el posicionamiento de la USO ni de SOTERMUN, la ONG que aún dirijo, aunque tampoco creo que se aparte mucho de ellos. El pensamiento y propuestas de acción que les hago llegar no tiene otra legitimidad ni representatividad que casi 50 años de vida militante, la mía, que ahora va tocando a su final natural, fundada en un principio incuestionable para mí: La primacía y centralidad del Trabajo Humano sobre el capital y la tecnología en tanto que instrumentos producidos por la laboriosidad y creatividad del Trabajo y que debieran estar siempre a su servicio.
En cuanto al lema concreto de este panel del macro-Seminario previo al II Congreso, permítanme decirles que no hay nada más tóxico ni atentatorio contra la calidad, la seguridad del Trabajo y de la Vida, que este capitalismo especulativo y globalizado que lo contamina todo y cuya hegemonía es la causa de la peor crisis que azota nuestros países y se ensaña en las clases trabajadoras y en los sectores populares más empobrecidos.
Entrando en materia y antecedentes,

Con la caída del muro de Berlín nos prometíamos a nivel universal décadas de libertad, progreso, paz y seguridad. Fuimos bastante ilusos. No reparamos que el muro cayó también de nuestro lado no sólo del soviético.

Lo cierto es que de aquellas ilusiones de hace poco más de 20 años hemos pasado al temor fundado de hoy de que la Humanidad y las clases trabajadoras puedan sufrir un severo retroceso histórico en términos sociales, económicos, medioambientales, de calidad democrática… Ya no se privan de pregonar e imponer políticas y demoliciones sociales con la vista puesta en el paisaje de hace más de un siglo…
I. Capitalismo con una acusada vertiente especulativa y delictiva

¿Qué ha sucedido para que en ese período histórico tan sumamente breve, menos de 25 años, se haya pasado de las ilusiones de un mundo libre, justo, prospero y sostenible para todos, a esta realidad alarmante de desigualdad extrema, desempleo y precariedad en aumento constante, hambre, mortandad infantil por falta de recursos básicos como agua o fármacos, violencia, inseguridad extrema, graves violaciones de los derechos humanos, amenazas in crescendo contra la paz y la estabilidad mundial…? Nuestros sueños de hace un cuarto de siglo se han quedado en la pesadilla horrible de hoy…
¿Por qué?
En la larga etapa de la guerra fía, tras la segunda guerra mundial, había un mundo bipolar que garantizaba un equilibrio, que algunos llamaron “del terror nuclear” y una cierta contención y disuasión en el bloque capitalista que se correspondía con democracias más o menos auténticas. Generalizando, el miedo al comunismo guardaba la viña social del capitalismo, utilizando abusivamente el refrán español, es decir, el capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales redistributivos en evitación del “peligro comunista”. En aquella etapa yo solía sostener que fue en los países capitalistas donde el marxismo ganó no pocas batallas; en los países llamados comunistas o del “socialismo real”, las perdió todas. Por supuesto, esas batallas ganadas en los países capitalistas lo fueron por las luchas y el esfuerzo del sindicalismo que, sabemos de sobra, son más fructíferas cuando se dan en condiciones básicas de democracia y libertades.

“…El capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales redistributivos en evitación del peligro comunista…”
Tras la caída del muro y la Unión Soviética, por la que no siento ninguna nostalgia, el capitalismo aparece como la única referencia ideo-política y económica sobre el planeta. No es sorprendente, por lo tanto, la tentación de arrasar, libre ya de contrapesos o elementos de auto-contención. Además, el súbito desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha provocado que, el intrínseco afán de lucro privado consustancial al capitalismo, se haya visto favorecido por el fenómeno de la globalización y la especulación financiera frente a un capitalismo de naturaleza más productiva, con mayor inserción local y más atento a las necesidades sociales y de empleo que genere demanda interna y consumo, como auto-generadores del propio capitalismo basado en la economía real.
Y así ha sido, sin que antiguas potencias comunistas hayan hecho o hagan lo más mínimo para atenuar este desarrollo salvaje y estéril del capitalismo post-muro. Todo lo contrario. Potencias como Rusia o China son hoy paradigmas de ese capitalismo salvaje en el que vale todo, incluyendo las relaciones laborales de explotación y la falta o restricción severa de las libertades sindicales, entre otras. Rusia y China son, además, la confirmación dramática de que este capitalismo salvaje y global requiere de las dictaduras y los totalitarismos para sobrevivir.

“…Rusia y China son la confirmación dramática de que este capitalismo salvaje y global requiere de las dictaduras y los totalitarismos para sobrevivir…”
En síntesis, sobre la coartada de los mercados como agentes sobrenaturales e intangibles a los que idolatrar, se universaliza la especulación y la corrupción financiera, el ataque estratégico a las estructuras estatales, sociales y democráticas, como “obstáculos” al libre designio de los mercados y al rendimiento ilimitado de los capitales.
Esa ofensiva lleva pareja otra de naturaleza ideológica, de rancio sabor ultraliberal, antisocial y antidemocrática, en función de la cual el Estado Social, lo público, la solidaridad, son antiguallas; las instituciones y los políticos que deben gestionarlas, meros corruptos o aprovechados; parados y excluidos, gandules a la sopa boba del Estado; el sufragio universal, una retórica inútil; el sindicalismo y los sindicalistas, vividores de las subvenciones, etc…
En esta sutil y brutal ofensiva ideológica, hay perversiones conceptuales como “mercado de trabajo” o “capital humano” que, incluso, el movimiento sindical las asumimos de forma acrítica e ignorante de la fuerte carga que contienen contra la primacía del Trabajo y del humanismo.
Sobre la deriva irracional de este capitalismo post-muro y su fuerte composición especulativa, retengan estos datos:
Se calcula que la economía real y productiva de bienes y servicios genera al año en torno a 50 billones de euros. En ese mismo período anual, los llamados “mercados financieros”, capitalismo especulativo puro y duro, mueven unos 3.500 billones de euros, o sea, casi 80 veces lo que la economía real… y libre de impuestos.
Este capitalismo que nos ocupa tiene una dimensión delictiva explícita, además de la implícita en su vertiente especulativa: el PIB mundial se compone en una alta proporción –imposible calcularlo con detalle, obviamente- del “rendimiento” de cinco tráficos:


1. El tráfico ilegal de armas. 
2. El de diamantes. 
3. El de drogas y estupefacientes. 
4. El de mujeres, niños e inmigrantes. 
5. El de capitales para y por la evasión fiscal.

Tras estos “tráficos” hay un inmenso sufrimiento humano, guerras, violencias y corrupciones sin cuento. Por supuesto, los beneficios del delito global entran en los respetables circuitos financieros globales a través de bancos no menos respetables y doctorados en blanqueo.

“… La economía real productiva de bienes y servicios genera al año en torno a 50 billones de euros… El capitalismo especulativo mueve unos 3.500 billones de euros…”
No es necesario globalizar tanto para verificar la dimensión delictiva –como mínimo en el plano moral- de este capitalismo. El origen verificable de esta crisis que sacude a países de capitalismo “avanzado” es inequívocamente delictivo, vinculado a la especulación inmobiliaria, a las hipotecas podridas y exportadas a los circuitos financieros hasta envenenarlos del todo, o directamente al expolio de bancos, cajas de ahorro, aseguradoras, etc, por parte de ejecutivos tan altos como ladrones… Cuando yo insisto en que esta crisis ha sido provocada por bandas de delincuentes organizados que no han tenido el menor reparo en destruir la economía productiva y el empleo real para maximizar beneficios y resultados financieros… no busco el impacto de una frase fuerte, me limito a describir lo evidente. ¡Si lo sabremos en España!, uno de los escenarios más dramáticos e impunes de estos manejos delictivos.
No obstante, siendo todo esto tan dramático y destructivo, tampoco me causa una gran sorpresa. El escenario de hoy es la consecuencia lógica de la hegemonía de este modelo de globalización de signo ultra-liberal y de capitalismo improductivo. Pero también de un cierto papanatismo y desarme del movimiento sindical y de la izquierda socio-política, que creímos de buena fe que el comportamiento del capitalismo de los países centrales en el período de post-guerra y de la “guerra fría” sería el comportamiento universal en el período de la globalización post-muro. Grave error por el que estamos pagando y haciendo pagar a sectores sociales de base trabajadora cada vez más amplios.

“…El PIB mundial se compone en una alta proporción del tráfico ilegal de armas, de diamantes, de drogas y estupefacientes, de mujeres, niños e inmigrantes, de capitales para y por la evasión fiscal…”
Y no hay sorpresa porque todo responde a una lógica implacable:
Si permitimos, o no confrontamos lo suficiente para impedirlo, que se ataque y socave el Trabajo, su valor integral, su centralidad histórica, fundamentos del sindicalismo de clase y solidario y de la izquierda sociopolítica, que se mercantilice su valor central, que nos conformemos con el empleo indigno y super-precario ante la dificultad de luchar y ganar el Trabajo Decente… pues entonces, más pronto que tarde, se nos cae todo en lo que creímos y por lo que luchamos.
Se nos cae la economía productiva, el Trabajo Decente, también productivo y progresivo, las estructuras fiscales y redistributivas, los servicios públicos asistenciales y promocionales, expresión de la solidaridad social y humanista y de la igualdad de oportunidades inherente a toda sociedad moderna; la credibilidad en las instituciones democráticas y en su papel regulador; se nos cae la autonomía y la confianza de la gente en el liderazgo político, sindical, intelectual, espiritual, de nuestras sociedades, pues creen que ese liderazgo se pone indignamente a los pies del dinero de dudosa legalidad y nula moralidad y de los poderes fácticos que lo producen y acumulan… Se nos cae, en suma, el Estado Social y la Democracia misma.

“…Si permitimos que se ataque y socave el Trabajo, su valor integral, su centralidad histórica… pues entonces, más pronto que tarde, se nos cae el Estado Social y la Democracia misma…”
II. Resistir, luchar, pensar, construir un nuevo modelo económico y social, cooperativo, solidario, autogestionario

Consciente de que agoté el tiempo inicialmente asignado, permítanme telegráficamente trasladarles de forma atropellada algunas ideas para la acción frente y contra este capitalismo tóxico y estéril y en el horizonte de nuevos sueños y modelos de economía y sociedad que hemos de hacer posibles por necesarios:
Unidad Sindical. La unidad sindical que representa la CSI, y que tanto nos costó, no puede ser un hecho retórico, superestructural, “internacional” en el sentido más remoto y estéril de la palabra. La unidad sindical hay que cerrarla a niveles locales y nacionales, cueste lo que cueste, como mínimo entre las organizaciones que formamos parte de la misma familia internacional, de la CSI. Unidad para pensar, luchar y vencer juntos, frente al pluralismo fratricida que nos debilita y esteriliza.
Creer y practicar principios y programas máximos. En ese contexto unitario, local, nacional y global, hemos de asumir y creernos realmente las Declaraciones de Principios y los Programas de los que nos hemos dotado cada confederación sindical y, por acumulación unitaria, nuestra CSI y sus expresiones regionales de proximidad, como la CSA para las Américas. La dicotomía entre nuestros programas y principios como textos sagrados, y olvidados, y nuestra práctica cotidiana basada en el “realismo” y en el “pragmatismo” inerciales, debe terminar; porque daña la coherencia y la credibilidad del movimiento sindical y lo condena a una suerte de esquizofrenia entre la inspiración ideal de sus textos sagrados y la mediocridad de su acción cotidiana. Principios y Programas con mayúscula han de concretarse en tácticas y estrategias cotidianas de corto y medio plazo.
Ampliar las alianzas. El movimiento sindical, desde su autonomía programática y estratégica, debe ampliar sus alianzas sin complejos ni arrogancia alguna. La CSI, con sus 180 millones de asociados en el mundo, está en condiciones optimas de impulsar con éxito esa política de alianzas con las fuerzas socio-políticas progresistas y con todas las expresiones asociativas decentes y comprometidas con la causa de la Justicia, la Solidaridad y la primacía del humanismo sobre el planeta, muy en especial con las ONGs más significativas en la escena nacional e internacional. Debe terminar para siempre el rechazo mutuo, o como mínimo el recelo, entre sindicatos y ONGs, a causa del cual los primeros acusan a las segundas de “caber en un taxi” y éstas de burocratismo y decadencia a los sindicatos. Debemos esforzarnos en definir programas y acciones conjuntas pues es inmenso el interés común en otras sociedades, otra economía, otro mundo humano y sostenible. Y, sobre todo, sindicatos y ONGs tenemos un reto vital: reencontrarnos con los jóvenes, volver a seducirlos, ponernos en sus manos y pasarles el testigo de la historia y del futuro. Nunca lograremos ese reencuentro, en el que nos va la supervivencia, confrontando o descalificándonos.
Defender Naciones Unidas y la OIT para la gobernabilidad mundial. El movimiento sindical internacional no debe quedar enredado en lo que yo llamo “el laberinto de los Gs”, es decir, esas agrupaciones elitistas, de capitalismo más o menos agotado y de capitalismo emergente con vocación de agotarse a medio plazo, que pretenden erigirse en salvadores mesiánicos de poblaciones golpeadas por una crisis que ellos mismos han provocado. Hemos de apostar por el G-180, que son, más o menos, los países del planeta; Apostar por la solidaridad nortesur, sur-sur, por un rol más comprometido y testimonial de las potencias emergentes hoy que vienen del subdesarrollo de ayer: Brasil, India, Sudáfrica, China… es decir, apostar por la ONU en su conjunto, por sus agencias especializadas, la OIT muy especialmente, que son ya estructuras valiosas de regulación y de gobernabilidad mundial, y que resulta suicida debilitarlas o ningunearlas con esos inventos bastante estériles, por otra parte, de los Gs.
Urgir el ITF. Hay que intensificar la lucha en todos los frentes por lo que en su día llamamos la “tasa Tobin” y más recientemente el ITF, impuesto sobre las transacciones financieras internacionales, el tuétano de este capitalismo. Hay decenas de miles de millones de euros a ganar para el gasto social y para enjugar los déficits presupuestarios contra los que se ensaña la especulación y el espolio de los llamados “mercados”. En ese sentido, hay alguna buena noticia: el Parlamento Europeo ha aprobado solicitar a los Estados que apliquen el ITF cuanto antes.
Dar la batalla ideológica y ética. Plantear l a batalla ideológica frente y contra este capitalismo financiero y especulativo. Nos va la vida en ello. Debemos apropiarnos y atrincherarnos en nuestras constituciones pues ninguna de ellas, al menos las de los muchos países que yo conozco, incluyen el capitalismo, y mucho menos este capitalismo tóxico, como modelo de economía. Nuestras constituciones, a lo sumo, matices aparte, hablan de economía de mercado, y la española más exactamente de Economía Social de Mercado (ESM). Yo vengo clamando hace mucho tiempo por la otrora denostada ESM frente y contra este capitalismo. Hemos de exigir que se constitucionalice y respete un modelo económico sostenible orientado al bien común y meter en cintura legal, a todos los niveles nacionales e internacionales, este capitalismo salvaje que patea el planeta como caballo loco sin que el jinete, o sea, nosotros, tenga el menor control sobre él, o como gorila con motosierra que se escapó de la jaula sembrando el pánico en el zoológico…
Construir desde ya espacios de economía social y solidaria. Pero no es cosa de limitarnos a la denuncia o rechazo verbal, a la retórica anti-capitalista. El movimiento sindical, como parte de un espectro de amplias alianzas, hemos de prepararnos para una construcción alternativa a este capitalismo nocivo. Una construcción de alcance intergeneracional basada en uno de los más hermosos –y en demasiados casos, olvidado- paradigma histórico del movimiento de los trabajadores: un modelo de economía social y solidaria, de amplia base cooperativa y autogestionaria, flexible y adaptable a las distintas realidades socio-económicas y culturales. Para quien crea que estoy caminando sobre la mayonesa utópica, que dirían los amigos brasileros, deben saber que, sólo en España, la Economía Social y Solidaria (ESS) ocupa a 3 millones de personas y factura más de 200.000 millones de euros anuales. Por supuesto que las empresas de la ESS sufren el impacto de la crisis provocada por otros; la diferencia es que lo afrontan de modo racional y humano y en base al principio de no destruir puestos de trabajo. Justo lo contrario de como gestionan la crisis quienes la provocaron y que provocan, a su vez, que vayamos en España camino de los 6 millones de desempleados.
Defender la Democracia frente a este capitalismo. Defensa de la universalidad del Estado Social y Democrático de Derecho, de los Servicios Públicos, de la participación pública y estatal en sectores estratégicos de la economía, la industria, la alimentación, la energía, el crédito, de la equidad y progresividad fiscal… Insistir en la batalla ideológica y en la afirmación a ultranza de los valores democráticos, concienciar a nuestras sociedades que la deriva en progresión de este capitalismo sin lógica ni reglas nos aproxima a nuevas fronteras de fascismo y totalitarismo. La historia se repite mucho más de lo que nos creemos, basta con conocerla. Este capitalismo provoca y fomenta la desigualdad social extrema y, incapaz de estructurar el consenso y gestionar el conflicto social, sólo es compatible con democracias de broma o dictaduras en serio.
Implicarse en los procesos de integración supranacional. Por último, el movimiento sindical debe comprometerse e implicarse mucho más a fondo en los procesos de integración supranacional, en su ámbito lógico y natural y en sus dimensiones sociales y democráticas. Esos procesos no pueden quedar al arbitrio exclusivo del mercantilismo de las multinacionales y de sus gestores gubernamentales. En el caso que nos ocupa, la CSA puede y debe comprometerse en el proceso de construcción de la Comunidad Latinoamericana y Caribeña de Naciones (CLACN), de Rio Grande a la Patagonia, con el impulso de liderazgo de potencias emergentes tan importantes como Brasil, México, Argentina, Colombia… La CLACN sería una potencia de primer nivel, con un fuerte acervo humanista y democrático, y una contribución decisiva al logro de otro modelo radicalmente distinto de globalización. Justo el rol al que nunca debió renunciar la Unión Europea, hoy en crisis a causa del contagio tóxico de este capitalismo y de esta globalización y por la falta de voluntad política de constituirse en un polo alternativo, el de la inconclusa y añorada Europa Social y Solidaria.
Compañeros y compañeras:
Debemos pensar y luchar juntos, bien organizados en la CSI, en un doble frente:
1) La resistencia frente a la crisis y al capitalismo que la provoca y la defensa de los sectores sociales que la padecen más injustamente.
2) La construcción desde la base de otra economía, otras sociedades, otras democracias reales, fundadas en el Trabajo y la Solidaridad.
Muchas gracias.

Manuel Zaguirre, Director SOTERMUN-USO 

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