Rebanadas de Realidad - USO, Madrid, 19/07/12.-
Queridos compañeros y compañeras:
Antes
que nada, querido compañero Laerte, agradecerte tus cariñosas palabras de
presentación y el honor que me hace la CSA-CSI al invitarme a participar
plenamente en su II Congreso. Para mí, que considero que la unidad sindical
internacional entre la CIOSL y la CMT es lo más importante que hemos hecho los
trabajadores y sindicalistas en muchas décadas, es un gran honor acompañarles
en este II Congreso como ya lo hice en el primero y como lo he hecho con los
celebrados, tras el congreso fundador de Viena del 2006, en África y Asia.
Mi
intervención lo es a título estrictamente personal, no comprometo el
posicionamiento de la USO ni de SOTERMUN, la ONG que aún dirijo, aunque tampoco
creo que se aparte mucho de ellos. El pensamiento y propuestas de acción que
les hago llegar no tiene otra legitimidad ni representatividad que casi 50 años
de vida militante, la mía, que ahora va tocando a su final natural, fundada en
un principio incuestionable para mí: La primacía y centralidad del Trabajo
Humano sobre el capital y la tecnología en tanto que instrumentos producidos
por la laboriosidad y creatividad del Trabajo y que debieran estar siempre a su
servicio.
En
cuanto al lema concreto de este panel del macro-Seminario previo al II
Congreso, permítanme decirles que no hay nada más tóxico ni atentatorio contra
la calidad, la seguridad del Trabajo y de la Vida, que este capitalismo
especulativo y globalizado que lo contamina todo y cuya hegemonía es la causa
de la peor crisis que azota nuestros países y se ensaña en las clases
trabajadoras y en los sectores populares más empobrecidos.
Entrando
en materia y antecedentes,
Con la caída del muro de Berlín nos prometíamos a nivel universal décadas de libertad, progreso, paz y seguridad. Fuimos bastante ilusos. No reparamos que el muro cayó también de nuestro lado no sólo del soviético.
Lo cierto es que de aquellas ilusiones de hace poco más de 20 años hemos pasado al temor fundado de hoy de que la Humanidad y las clases trabajadoras puedan sufrir un severo retroceso histórico en términos sociales, económicos, medioambientales, de calidad democrática… Ya no se privan de pregonar e imponer políticas y demoliciones sociales con la vista puesta en el paisaje de hace más de un siglo…
Con la caída del muro de Berlín nos prometíamos a nivel universal décadas de libertad, progreso, paz y seguridad. Fuimos bastante ilusos. No reparamos que el muro cayó también de nuestro lado no sólo del soviético.
Lo cierto es que de aquellas ilusiones de hace poco más de 20 años hemos pasado al temor fundado de hoy de que la Humanidad y las clases trabajadoras puedan sufrir un severo retroceso histórico en términos sociales, económicos, medioambientales, de calidad democrática… Ya no se privan de pregonar e imponer políticas y demoliciones sociales con la vista puesta en el paisaje de hace más de un siglo…
I. Capitalismo con una acusada
vertiente especulativa y delictiva
¿Qué
ha sucedido para que en ese período histórico tan sumamente breve, menos de 25
años, se haya pasado de las ilusiones de un mundo libre, justo, prospero y
sostenible para todos, a esta realidad alarmante de desigualdad extrema,
desempleo y precariedad en aumento constante, hambre, mortandad infantil por
falta de recursos básicos como agua o fármacos, violencia, inseguridad extrema,
graves violaciones de los derechos humanos, amenazas in crescendo contra la paz
y la estabilidad mundial…? Nuestros sueños de hace un cuarto de siglo se han
quedado en la pesadilla horrible de hoy…
¿Por
qué?
En la larga etapa de la guerra fía,
tras la segunda guerra mundial, había un mundo bipolar que garantizaba un
equilibrio, que algunos llamaron “del terror nuclear” y una cierta contención y
disuasión en el bloque capitalista que se correspondía con democracias más o
menos auténticas. Generalizando, el miedo al comunismo guardaba la viña social
del capitalismo, utilizando abusivamente el refrán español, es decir, el
capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales redistributivos
en evitación del “peligro comunista”. En aquella etapa yo solía sostener que
fue en los países capitalistas donde el marxismo ganó no pocas batallas; en los
países llamados comunistas o del “socialismo real”, las perdió todas. Por
supuesto, esas batallas ganadas en los países capitalistas lo fueron por las
luchas y el esfuerzo del sindicalismo que, sabemos de sobra, son más
fructíferas cuando se dan en condiciones básicas de democracia y libertades.
“…El
capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales redistributivos
en evitación del peligro comunista…”
Tras
la caída del muro y la Unión Soviética, por la que no siento ninguna nostalgia,
el capitalismo aparece como la única referencia ideo-política y económica sobre
el planeta. No es sorprendente, por lo tanto, la tentación de arrasar, libre ya
de contrapesos o elementos de auto-contención. Además, el súbito desarrollo de
las tecnologías de la comunicación ha provocado que, el intrínseco afán de lucro
privado consustancial al capitalismo, se haya visto favorecido por el fenómeno
de la globalización y la especulación financiera frente a un capitalismo de
naturaleza más productiva, con mayor inserción local y más atento a las
necesidades sociales y de empleo que genere demanda interna y consumo, como
auto-generadores del propio capitalismo basado en la economía real.
Y así ha sido, sin que antiguas
potencias comunistas hayan hecho o hagan lo más mínimo para atenuar este
desarrollo salvaje y estéril del capitalismo post-muro. Todo lo contrario.
Potencias como Rusia o China son hoy paradigmas de ese capitalismo salvaje en
el que vale todo, incluyendo las relaciones laborales de explotación y la falta
o restricción severa de las libertades sindicales, entre otras. Rusia y China
son, además, la confirmación dramática de que este capitalismo salvaje y global
requiere de las dictaduras y los totalitarismos para sobrevivir.
“…Rusia
y China son la confirmación dramática de que este capitalismo salvaje y global
requiere de las dictaduras y los totalitarismos para sobrevivir…”
En
síntesis, sobre la coartada de los mercados como agentes sobrenaturales e
intangibles a los que idolatrar, se universaliza la especulación y la
corrupción financiera, el ataque estratégico a las estructuras estatales,
sociales y democráticas, como “obstáculos” al libre designio de los mercados y
al rendimiento ilimitado de los capitales.
Esa
ofensiva lleva pareja otra de naturaleza ideológica, de rancio sabor
ultraliberal, antisocial y antidemocrática, en función de la cual el Estado
Social, lo público, la solidaridad, son antiguallas; las instituciones y los
políticos que deben gestionarlas, meros corruptos o aprovechados; parados y
excluidos, gandules a la sopa boba del Estado; el sufragio universal, una
retórica inútil; el sindicalismo y los sindicalistas, vividores de las
subvenciones, etc…
En
esta sutil y brutal ofensiva ideológica, hay perversiones conceptuales como
“mercado de trabajo” o “capital humano” que, incluso, el movimiento sindical
las asumimos de forma acrítica e ignorante de la fuerte carga que contienen
contra la primacía del Trabajo y del humanismo.
Sobre
la deriva irracional de este capitalismo post-muro y su fuerte composición
especulativa, retengan estos datos:
Se
calcula que la economía real y productiva de bienes y servicios genera al año
en torno a 50 billones de euros. En ese mismo período anual, los llamados
“mercados financieros”, capitalismo especulativo puro y duro, mueven unos 3.500
billones de euros, o sea, casi 80 veces lo que la economía real… y libre de
impuestos.
Este capitalismo que nos ocupa tiene
una dimensión delictiva explícita, además de la implícita en su vertiente
especulativa: el PIB mundial se compone en una alta proporción –imposible
calcularlo con detalle, obviamente- del “rendimiento” de cinco tráficos:
1. El tráfico ilegal de armas.
2. El de diamantes.
3. El de drogas y estupefacientes.
4. El de mujeres, niños e inmigrantes.
5. El de capitales para y por la evasión fiscal.
1. El tráfico ilegal de armas.
2. El de diamantes.
3. El de drogas y estupefacientes.
4. El de mujeres, niños e inmigrantes.
5. El de capitales para y por la evasión fiscal.
Tras estos “tráficos” hay un inmenso
sufrimiento humano, guerras, violencias y corrupciones sin cuento. Por
supuesto, los beneficios del delito global entran en los respetables circuitos
financieros globales a través de bancos no menos respetables y doctorados en blanqueo.
“…
La economía real productiva de bienes y servicios genera al año en torno a 50
billones de euros… El capitalismo especulativo mueve unos 3.500 billones de
euros…”
No
es necesario globalizar tanto para verificar la dimensión delictiva –como mínimo
en el plano moral- de este capitalismo. El origen verificable de esta crisis
que sacude a países de capitalismo “avanzado” es inequívocamente delictivo,
vinculado a la especulación inmobiliaria, a las hipotecas podridas y exportadas
a los circuitos financieros hasta envenenarlos del todo, o directamente al
expolio de bancos, cajas de ahorro, aseguradoras, etc, por parte de ejecutivos
tan altos como ladrones… Cuando yo insisto en que esta crisis ha sido provocada
por bandas de delincuentes organizados que no han tenido el menor reparo en
destruir la economía productiva y el empleo real para maximizar beneficios y
resultados financieros… no busco el impacto de una frase fuerte, me limito a
describir lo evidente. ¡Si lo sabremos en España!, uno de los escenarios más
dramáticos e impunes de estos manejos delictivos.
No obstante, siendo todo esto tan
dramático y destructivo, tampoco me causa una gran sorpresa. El escenario de
hoy es la consecuencia lógica de la hegemonía de este modelo de globalización
de signo ultra-liberal y de capitalismo improductivo. Pero también de un cierto
papanatismo y desarme del movimiento sindical y de la izquierda socio-política,
que creímos de buena fe que el comportamiento del capitalismo de los países
centrales en el período de post-guerra y de la “guerra fría” sería el
comportamiento universal en el período de la globalización post-muro. Grave
error por el que estamos pagando y haciendo pagar a sectores sociales de base
trabajadora cada vez más amplios.
“…El
PIB mundial se compone en una alta proporción del tráfico ilegal de armas, de
diamantes, de drogas y estupefacientes, de mujeres, niños e inmigrantes, de
capitales para y por la evasión fiscal…”
Y
no hay sorpresa porque todo responde a una lógica implacable:
Si
permitimos, o no confrontamos lo suficiente para impedirlo, que se ataque y
socave el Trabajo, su valor integral, su centralidad histórica, fundamentos del
sindicalismo de clase y solidario y de la izquierda sociopolítica, que se
mercantilice su valor central, que nos conformemos con el empleo indigno y
super-precario ante la dificultad de luchar y ganar el Trabajo Decente… pues
entonces, más pronto que tarde, se nos cae todo en lo que creímos y por lo que
luchamos.
Se nos cae la economía productiva, el
Trabajo Decente, también productivo y progresivo, las estructuras fiscales y
redistributivas, los servicios públicos asistenciales y promocionales,
expresión de la solidaridad social y humanista y de la igualdad de
oportunidades inherente a toda sociedad moderna; la credibilidad en las
instituciones democráticas y en su papel regulador; se nos cae la autonomía y
la confianza de la gente en el liderazgo político, sindical, intelectual,
espiritual, de nuestras sociedades, pues creen que ese liderazgo se pone
indignamente a los pies del dinero de dudosa legalidad y nula moralidad y de
los poderes fácticos que lo producen y acumulan… Se nos cae, en suma, el Estado
Social y la Democracia misma.
“…Si permitimos que se ataque y socave
el Trabajo, su valor integral, su centralidad histórica… pues entonces, más
pronto que tarde, se nos cae el Estado Social y la Democracia misma…”
II. Resistir, luchar, pensar,
construir un nuevo modelo económico y social, cooperativo, solidario,
autogestionario
Consciente
de que agoté el tiempo inicialmente asignado, permítanme telegráficamente
trasladarles de forma atropellada algunas ideas para la acción frente y contra
este capitalismo tóxico y estéril y en el horizonte de nuevos sueños y modelos
de economía y sociedad que hemos de hacer posibles por necesarios:
Unidad
Sindical. La unidad sindical que representa la CSI, y que tanto nos costó, no
puede ser un hecho retórico, superestructural, “internacional” en el sentido
más remoto y estéril de la palabra. La unidad sindical hay que cerrarla a niveles
locales y nacionales, cueste lo que cueste, como mínimo entre las
organizaciones que formamos parte de la misma familia internacional, de la CSI.
Unidad para pensar, luchar y vencer juntos, frente al pluralismo fratricida que
nos debilita y esteriliza.
Creer
y practicar principios y programas máximos. En ese contexto unitario, local,
nacional y global, hemos de asumir y creernos realmente las Declaraciones de
Principios y los Programas de los que nos hemos dotado cada confederación
sindical y, por acumulación unitaria, nuestra CSI y sus expresiones regionales
de proximidad, como la CSA para las Américas. La dicotomía entre nuestros
programas y principios como textos sagrados, y olvidados, y nuestra práctica
cotidiana basada en el “realismo” y en el “pragmatismo” inerciales, debe
terminar; porque daña la coherencia y la credibilidad del movimiento sindical y
lo condena a una suerte de esquizofrenia entre la inspiración ideal de sus
textos sagrados y la mediocridad de su acción cotidiana. Principios y Programas
con mayúscula han de concretarse en tácticas y estrategias cotidianas de corto
y medio plazo.
Ampliar
las alianzas. El movimiento sindical, desde su autonomía programática y
estratégica, debe ampliar sus alianzas sin complejos ni arrogancia alguna. La
CSI, con sus 180 millones de asociados en el mundo, está en condiciones optimas
de impulsar con éxito esa política de alianzas con las fuerzas socio-políticas
progresistas y con todas las expresiones asociativas decentes y comprometidas
con la causa de la Justicia, la Solidaridad y la primacía del humanismo sobre
el planeta, muy en especial con las ONGs más significativas en la escena
nacional e internacional. Debe terminar para siempre el rechazo mutuo, o como
mínimo el recelo, entre sindicatos y ONGs, a causa del cual los primeros acusan
a las segundas de “caber en un taxi” y éstas de burocratismo y decadencia a los
sindicatos. Debemos esforzarnos en definir programas y acciones conjuntas pues
es inmenso el interés común en otras sociedades, otra economía, otro mundo
humano y sostenible. Y, sobre todo, sindicatos y ONGs tenemos un reto vital:
reencontrarnos con los jóvenes, volver a seducirlos, ponernos en sus manos y
pasarles el testigo de la historia y del futuro. Nunca lograremos ese
reencuentro, en el que nos va la supervivencia, confrontando o
descalificándonos.
Defender
Naciones Unidas y la OIT para la gobernabilidad mundial. El movimiento sindical
internacional no debe quedar enredado en lo que yo llamo “el laberinto de los
Gs”, es decir, esas agrupaciones elitistas, de capitalismo más o menos agotado
y de capitalismo emergente con vocación de agotarse a medio plazo, que
pretenden erigirse en salvadores mesiánicos de poblaciones golpeadas por una
crisis que ellos mismos han provocado. Hemos de apostar por el G-180, que son,
más o menos, los países del planeta; Apostar por la solidaridad nortesur,
sur-sur, por un rol más comprometido y testimonial de las potencias emergentes
hoy que vienen del subdesarrollo de ayer: Brasil, India, Sudáfrica, China… es
decir, apostar por la ONU en su conjunto, por sus agencias especializadas, la
OIT muy especialmente, que son ya estructuras valiosas de regulación y de
gobernabilidad mundial, y que resulta suicida debilitarlas o ningunearlas con
esos inventos bastante estériles, por otra parte, de los Gs.
Urgir
el ITF. Hay que intensificar la lucha en todos los frentes por lo que en su día
llamamos la “tasa Tobin” y más recientemente el ITF, impuesto sobre las
transacciones financieras internacionales, el tuétano de este capitalismo. Hay
decenas de miles de millones de euros a ganar para el gasto social y para
enjugar los déficits presupuestarios contra los que se ensaña la especulación y
el espolio de los llamados “mercados”. En ese sentido, hay alguna buena
noticia: el Parlamento Europeo ha aprobado solicitar a los Estados que apliquen
el ITF cuanto antes.
Dar
la batalla ideológica y ética. Plantear l a batalla ideológica frente y contra
este capitalismo financiero y especulativo. Nos va la vida en ello. Debemos
apropiarnos y atrincherarnos en nuestras constituciones pues ninguna de ellas,
al menos las de los muchos países que yo conozco, incluyen el capitalismo, y
mucho menos este capitalismo tóxico, como modelo de economía. Nuestras
constituciones, a lo sumo, matices aparte, hablan de economía de mercado, y la
española más exactamente de Economía Social de Mercado (ESM). Yo vengo clamando
hace mucho tiempo por la otrora denostada ESM frente y contra este capitalismo.
Hemos de exigir que se constitucionalice y respete un modelo económico
sostenible orientado al bien común y meter en cintura legal, a todos los
niveles nacionales e internacionales, este capitalismo salvaje que patea el
planeta como caballo loco sin que el jinete, o sea, nosotros, tenga el menor
control sobre él, o como gorila con motosierra que se escapó de la jaula sembrando
el pánico en el zoológico…
Construir
desde ya espacios de economía social y solidaria. Pero no es cosa de limitarnos
a la denuncia o rechazo verbal, a la retórica anti-capitalista. El movimiento
sindical, como parte de un espectro de amplias alianzas, hemos de prepararnos
para una construcción alternativa a este capitalismo nocivo. Una construcción
de alcance intergeneracional basada en uno de los más hermosos –y en demasiados
casos, olvidado- paradigma histórico del movimiento de los trabajadores: un modelo
de economía social y solidaria, de amplia base cooperativa y autogestionaria,
flexible y adaptable a las distintas realidades socio-económicas y culturales.
Para quien crea que estoy caminando sobre la mayonesa utópica, que dirían los
amigos brasileros, deben saber que, sólo en España, la Economía Social y
Solidaria (ESS) ocupa a 3 millones de personas y factura más de 200.000
millones de euros anuales. Por supuesto que las empresas de la ESS sufren el
impacto de la crisis provocada por otros; la diferencia es que lo afrontan de
modo racional y humano y en base al principio de no destruir puestos de
trabajo. Justo lo contrario de como gestionan la crisis quienes la provocaron y
que provocan, a su vez, que vayamos en España camino de los 6 millones de desempleados.
Defender
la Democracia frente a este capitalismo. Defensa de la universalidad del Estado
Social y Democrático de Derecho, de los Servicios Públicos, de la participación
pública y estatal en sectores estratégicos de la economía, la industria, la
alimentación, la energía, el crédito, de la equidad y progresividad fiscal…
Insistir en la batalla ideológica y en la afirmación a ultranza de los valores
democráticos, concienciar a nuestras sociedades que la deriva en progresión de
este capitalismo sin lógica ni reglas nos aproxima a nuevas fronteras de
fascismo y totalitarismo. La historia se repite mucho más de lo que nos
creemos, basta con conocerla. Este capitalismo provoca y fomenta la desigualdad
social extrema y, incapaz de estructurar el consenso y gestionar el conflicto
social, sólo es compatible con democracias de broma o dictaduras en serio.
Implicarse en los procesos de
integración supranacional. Por último, el movimiento sindical debe
comprometerse e implicarse mucho más a fondo en los procesos de integración
supranacional, en su ámbito lógico y natural y en sus dimensiones sociales y
democráticas. Esos procesos no pueden quedar al arbitrio exclusivo del
mercantilismo de las multinacionales y de sus gestores gubernamentales. En el
caso que nos ocupa, la CSA puede y debe comprometerse en el proceso de
construcción de la Comunidad Latinoamericana y Caribeña de Naciones (CLACN), de
Rio Grande a la Patagonia, con el impulso de liderazgo de potencias emergentes
tan importantes como Brasil, México, Argentina, Colombia… La CLACN sería una
potencia de primer nivel, con un fuerte acervo humanista y democrático, y una
contribución decisiva al logro de otro modelo radicalmente distinto de
globalización. Justo el rol al que nunca debió renunciar la Unión Europea, hoy
en crisis a causa del contagio tóxico de este capitalismo y de esta
globalización y por la falta de voluntad política de constituirse en un polo
alternativo, el de la inconclusa y añorada Europa Social y Solidaria.
Compañeros
y compañeras:
Debemos pensar y luchar juntos, bien
organizados en la CSI, en un doble frente:
1) La resistencia frente a la crisis y al capitalismo que la provoca y la defensa de los sectores sociales que la padecen más injustamente.
2) La construcción desde la base de otra economía, otras sociedades, otras democracias reales, fundadas en el Trabajo y la Solidaridad.
1) La resistencia frente a la crisis y al capitalismo que la provoca y la defensa de los sectores sociales que la padecen más injustamente.
2) La construcción desde la base de otra economía, otras sociedades, otras democracias reales, fundadas en el Trabajo y la Solidaridad.
Muchas gracias.
Manuel
Zaguirre, Director SOTERMUN-USO
Informaciones de la USO editadas en Rebanadas:
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