Por Dante López Foresi
Cuando en un país se producen cambios profundos y se establecen reglas de juego claras, definirse es inevitable. Al decir «este no es un gobierno neutral, sino que estará siempre del lado de los trabajadores en un modelo para todos los argentinos», Cristina Fernández no hizo otra cosa que trazar un rumbo no apto para fanáticos, mezquinos ni egoístas.
Desde el debate por la Ley de Medios, fuimos los periodistas los que debimos definirnos ante la pugna de intereses que se produjo entre el Estado y los grupos concentrados de la economía. Hoy, varias máscaras se derrumbaron y la sociedad reconoce nítidamente desde qué lugar y qué intereses defiende quien escribe, opina, publica y hasta pontifica.
En un año electoral, era previsible que el turno le llegara a los políticos, sindicalistas y militantes. La sociedad en su conjunto deberá definirse el próximo mes de Octubre al colocar un sobre dentro de la urna. Pero, previamente, la dirigencia tendrá que tomar posición inequívoca respecto de los intereses que defiende. Fue también Cristina quien mencionó la palabra que parece ser el eje de la pugna de intereses en disputa: corporaciones.
Clarín no es la única corporación. Es sólo un grupo económico que protege acreencias de sectores mucho más poderosos y que durante décadas condicionaron la política, la democracia y la vida social de los argentinos. Pero también existe una corporación política, una sindical, una empresaria y hasta una corporación militante.
Las corporaciones no son malas en sí mismas. Hasta son necesarias. Lo condenable son las actitudes corporativas. Esas que, también Cristina, señaló en su discurso de José C.Paz: «Quiero sindicatos que no defiendan solamente los intereses de sus afiliados, sino que tengan un profundo respeto por la solidaridad social para no perjudicar a todos los argentinos».
En realidad, e ingresando en el terreno de las interpretaciones, creo que es erróneo pensar que CFK se dirigió sólo a la CGT o al sindicalismo en esa frase. Su mensaje alcanzó a todas y cada una de las actitudes corporativas y mezquinas, que se hacen más evidentes a la hora de reclamar lugares en las listas de candidatos o en la puja por lograr una cuota parte de poder. Pero que -además- se extienden a todos y cada uno de los sectores de la sociedad.
El egoísmo es el pecado que más corroe las construcciones colectivas. Y una Nación, no es otra cosa que una construcción colectiva de la cual participan todos los ciudadanos, sin exclusiones ni privilegios de ningún tipo. Una de las máximas inmodificables de toda tarea militante, consiste en no confundir nunca al enemigo.
Alguien me recordó una frase oriental que dice, no sé si textualmente, que «el león no muere por el ataque de otras fieras sino por los gusanos que lleva en sus entrañas». Los argentinos aún poseemos en nuestras entrañas los gusanos del odio, del egoísmo, la mezquindad y la falta de compromiso, que puede ser letal para los intereses del conjunto.
Este año es clave para saber a ciencia cierta en qué camino colocaremos a nuestro país, en el marco de una región que sigue creciendo: en el actual, donde el Estado es protagonista y la solidaridad social se enarbola como bandera, o en el del pasado que muchos añoran pero no confiesan, el del libre mercado, el sálvese quien pueda y la cultura egoísta que nos llevó al desastre de 2001 y que hoy padecen los «admirados» países europeos.
Podría llenar este espacio con frases tales como «El que critica a un compañero es porque se pasó al bando contrario» o similares. Pero el aporte sería escaso, porque profundizaría fanatismos y sectarismos.
El kirchnerismo nació como un movimiento transversal, inclusivo, propuesto para todos los sectores y fundado por dos peronistas: Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Dentro de un movimiento las contradicciones son inevitables, y hasta sanas, si se las usa para debatir y enriquecer.
Ser oficialista no se demuestra descalificando opositores. Y menos aún, a otros oficialistas. Sirva también esta opinión para opositores. Porque lo importante no es comportarse como oficialista u opositor, sino como argentino.
Hemos recuperado la argentinidad y aún no nos dimos cuenta. Lejos quedó aquella frase que taladra el alma: «este es un país de mierda, mi hijo se tuvo que ir a España». Poco a poco, estamos recuperando los símbolos de pertenencia, como nuestra bandera y nuestro himno, que durante décadas nos fueron arrebatados por la dictadura y la derecha más recalcitrante ¿O acaso no recuerda que cada vez que veíamos la bandera o escuchábamos el himno los asociábamos hasta inconcientemente con un uniforme militar, con el terror y el espanto?
Un país en serio precisa un gobierno que gestione para todos, sin sectarismos y con sentido de inclusión social. Pero también necesita una oposición con convicciones, que no renuncie a sus principios aliándose con su antítesis sólo para arrebatarle el poder al gobierno de turno.
Cuando hablamos de escuchar todas las voces, es porque creemos que todos son necesarios.
Y así como este año se confirmará, o no, el rumbo, 2012 será el año en el cual quedará claro que periodistas mantuvieron su credibilidad, que políticos se comportaron pensando en el conjunto y cuales fueron mezquinos y egoístas, que sindicalistas fueron solidarios y cuales corporativos y, de ese modo, la claridad seguirá regando nuestra contemporaneidad. Los que pensamos que estamos viviendo un momento histórico maravilloso, único y difícil de repetir somos concientes de lo que se pone en juego con cada palabra que se emite y cada actitud que se asume.
Quienes estamos orgullosos de vivir en un país donde la gente no sale a la calle a celebrar un asesinato, nos sentimos felices de vivir en este suelo justamente en esta época. Juan Perón permitió el acceso de los trabajadores a la dignidad y a la pertenencia en 1945. Luego, abrazó a su adversario antes de morir.
Desde 2003, parece haber comenzado un proceso que sintetiza ambos mensajes. La no neutralidad, inclinándose por los marginados, la inclusión social como guía y la idea de construcción colectiva, teniendo en cuenta también al adversario ocasional.
Quienes, ya sea desde el oficialismo o desde la oposición, hagan del odio, el egoísmo y la mezquindad sus mapas de conducta, se perderán el placer de sentirse argentinos útiles al conjunto y continuarán despertando cada mañana con un sabor amargo, similar al de la hiel.
Lo importante, es que el resto de la sociedad no permita que esos disvalores vuelvan a arrebatarnos los sueños.
Y, para finalizar, lo invito a pensar en nuestra geografía, nuestra historia y nuestro presente. En definitiva, en nuestra amada Argentina y mencionar esta frase en voz alta: «el león no muere por el ataque de otras fieras sino por los gusanos que lleva en sus entrañas».
Fuente ; Diario EL VIGÍA-( 21/05/11)
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