11/11/11
El día del pensamiento nacional instituido en conmemoración a la fecha de nacimiento de don Arturo Jauretche, es un momento propicio para una breve reflexión sobre el tema.
Esta corriente de pensamiento desarrollada en los primeros 50 0 60 años del siglo ha sido sin embargo inmensamente prolífica y a pesar de no haber sido aceptada en los claustros académicos, mayoritariamente copados por corrientes de saber emanadas desde los centros de poder, profundamente antinacionales y antipopulares, nutrió a los dos grandes movimientos populares del siglo pasado, el Irigoyen ismo primero y al peronismo, (su máxima expresión) después. El maestro Fermín Chávez lo definió como “epistemología de la periferia”, es decir empieza reconociendo nuestro carácter de país periférico, dependiente, al que hay que pensar desde nuestras propias categorías de pensamiento, de análisis, y no aceptar sin más cosmovisiones que nos son ajenas.
El desarrollo de un pensamiento nacional es una herramienta imprescindible en el proceso de liberación de los pueblos, en nuestro país ha tenido pilares fundamentales de la talla de Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Manuel Ugarte, José María Rosa, Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos (más allá de su desliz menemista), Norberto Galasso y tantísimos otros intelectuales, generalmente silenciados por el poder que premia y mima a aquellos autores que silencian o avalan con sus obras un estado de cosas que reproduce, legitima y naturaliza la dependencia y el órden imperante. Por el contrario las obras de estos pensadores enseñaban a combatirlo, eran textos subversivos, textos militantes. En los años sesenta el pensamiento nacional-popular comenzó a ser hegemónico. No por casualidad. Cabalgaba sobre los hombros de una clase obrera y una juventud combatientes que protagonizaron las grandes puebladas de la época (Cordobazo, Mendozazo, Rocazo, etc.) contra los gobiernos cívico-militares herederos de la contrarrevolución de 1955. Los autores mencionados, y muchos otros que sería largo enumerar acá, pero que deben ser rescatados urgentemente del olvido, mostraron la continuidad existente entre esas luchas presentes y una tradición histórica que se remontaba a la resistencia a las invasiones inglesas de comienzos del siglo XIX, a la lucha de las montoneras federales contra la burguesía comercial portuaria, a la del pobrerío yrigoyenista contra el régimen oligárquico, y a la de los descamisados del 17 de octubre de 1945 contra los gorilas de la “unión democrática”.
En 1973 este pensamiento nacional-popular, madurado al calor de la lucha de clases convertida ya en lucha de calles, irrumpió en una universidad que quería sacudirse las culpas por haber servido a los proyectos antinacionales y antipopulares de 1930 y 1955, cuando sus autoridades y profesores eran radicales, socialistas o conservadores. Cuanto de su formación debía esa generación a textos como El hombre que está solo y espera, de Scalabrini; al Manual de las zonceras argentinas, el Medio Pelo en la sociedad argentina, de Jauretche, La formación de la Conciencia Nacional, Cultura e Imperialismo, ambos de Hernández Arregui; Historia de la Nación Latinoamérica, de Ramos, etc. El sangriento golpe militar y su dictadura genocida fue impiadoso con aquel colectivo social que pretendió avanzar en un proceso emancipa torio.
El advenimiento del kirchnerismo, que es la etapa actual del pensamiento nacional y popular, con sus pro y sus contras, ha vuelto a reverdecer a todos estos autores, y son los que sirven de punto de partida para pensar nuestro momento como Nación, en un contexto histórico diferente, en un mundo mucho más interdependiente y complejo, en sociedades de mayor espesura y densidad, pero donde la lucha por la liberación sigue siendo la misma.
El retorno de la política y del Estado, y el calor de las nuevas (viejas) luchas populares volvieron a traer al escenario político y de discusión, a categorías que los sectores de poder creyeron acabadas, “quedadas en el 45” dijo un cipayo riojano, Liberación o Dependencia, Pueblo u Oligarquía, Cipayos, Vende patrias, Antiimperialismo, volvieron a resignificarse, a llenarse de sentido, y a cobrar una potencia que en manos de una nueva generación política permitirá retomar y avanzar en ese proceso de autonomía y liberación nacional. El viejo tronco del pensamiento nacional y popular, afirmado en esas raíces inconmovibles, ha vuelto a florecer..
Mario Jorge Pazos para Prensa3m
2 comentarios:
Ramos tuvo "su deliz menemista". Jauretche "su desliz antiperonista". Pepe Rosa "su deliz deomócrata progresista".
H Arregui "su desliz marxista". Galasso "su deliz socialista cipayo".
Puiggrós "su desliz comunista cipayo". ¿Porque solo señalas a Ramos? Que finalmente Menem lo rajo de la Embajada de México?
Cuando sepa el "de?liz" de Anonimo señalare los demases.......
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