Desde 1965, un grupo de hombres y mujeres unidos por una causa común conformaron la Sociedad de Cooperadoras Escolares de Jesús María y Colonia Caroya. Sus integrantes, pertenecientes a de las comisiones cooperadoras de diez escuelas de la zona, decidieron organizar un evento popular que permitiese reunir fondos para distintas obras a favor de la niñez escolar. Esta herencia de tradición, cultura popular y amor a la tierra que desde entonces se repite año a año se convirtió en solidaridad para miles de niños.
Inspirados por estos valores, cada jornada festivalera une a 600 almas: padres de las cooperadoras, integrantes de la Comisión Directiva y colaboradores que voluntaria y desinteresadamente trabajan denodadamente para que Jesús María repita el éxito que soñaron sus fundadores.
Los resultados de cada festival están plasmados en cada una de las actuales 20 escuelas en comidas, útiles, libros, material pedagógico, gabinetes informáticos, salones multiuso, gimnasios cubiertos, baños dignos, perímetros cercados, aulas para cada uno de sus grados con amplias paredes con revoques pintados, laboratorios de especialidades, bibliotecas, veredas de material y hasta agua corriente para una escuela rural.
Pero no todo está en escuelas. El Festival también solventa los gastos del Gabinete Psicopedagógico que brinda servicios a todas las escuelas. Sus profesionales (psicólogas, psicopedagogas, fonoaudiólogas, psicomotriscistas), atienden a niños con dificultades de aprendizaje. Estos alumnos son asistidos también por una Asistente Social, que forma parte del equipo del gabinete. Funciona también un Consultorio Odontológico, que atiende gratuitamente a todos aquellos alumnos que no tengan acceso a mejorar su salud bucal. Este enorme el esfuerzo económico que realiza el Festival, para que los chicos de hogares humildes se desarrollen y crezcan con iguales oportunidades, físicas e intelectuales, que sus compañeros de escuela.
El Festival, una suma gestos solidarios, es el aporte concreto de Jesús María y Colonia Caroya a la identidad nacional.
Jesús María creció, amalgamando la existencia espiritual y económica a la niñez escolar exaltando el coraje gaucho. La organización, sostenida por el pueblo, convirtió el magnífico Festival de Doma y Folklore en la lección más conmovedora de auténtico desvelo por la niñez de la zona, la que, increíblemente, ennoblece toda actitud humana, desde el aula hasta el coraje gaucho que heredaron los jinetes
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