11 febrero,
2017
A 40 años de su
muerte y en momentos en que la Corte Suprema está por decidir el cierre
definitivo del proceso que indaga en las causas de su deceso, una investigación
histórica y forense contenida en el libro “Allende. Yo no me rendiré (Ceibo,
septiembre 2013) demuestra que el Presidente no se suicidó.
Un testimonio
obtenido a contramano da cuenta que el general Javier Palacios le habría
propinado el disparo en la frente al Mandatario, evidenciado en peritaje
químico de 2011 que había sido mantenido oculto
hasta ahora.
El presidente Salvador Allende fue rematado con un disparo
en la frente. Es lo que concluye el Informe Pericial Químico N° 261 (de 27 de
mayo de 2011), elaborado por el perito químico Leonel Liberona Tobar.
En el ítem Conclusiones afirma textualmente:
En la muestra N° 3 (situada en la frente), se constató la presencia de plomo,
bario y antimonio, cuyas concentraciones son compatibles con un orificio de
entrada de proyectil balístico generado de corta distancia.
Este disparo de entrada de proyectil en la frente se alinea
perfectamente con el orificio redondeado de salida de proyectil tallado a
bisel externo con el que quedó el cráneo de Allende tras el asalto a La Moneda, según consta en el informe
de la autopsia Nº 2449/73. Esta fue realizada la noche del 11 de septiembre de
1973 en el Hospital Militar por
el médico legista Tomás Tobar y
el ginecólogo José Luis Vásquez.
Esta diligencia como pudimos constatar en nuestra
investigación- fue vigilada por militares armados encabezados por el teniente Manuel Vásquez Nanjarí, quien así lo
reconoció en el Caso Allende (a fojas 1.101 y siguientes).
Militares golpistas retiran el cadáver del revolucionario
del Palacio de La Moneda
El informe de la autopsia de 1973 sólo pudo conocerse el año
2000. Venía anexado al libro La Conjura. Los mil y un días del Golpe, de la
periodista Mónica González.
Sobre la base de dicho informe el médico legista Luis Ravanal preparó un metanálisis forense que fue publicado
el 8 de septiembre de 2008 en El
Periodista.
El doctor Ravanal planteó que el disparo con fusil
necesariamente tuvo que haberse realizado después del disparo con arma corta puesto
que, de lo contrario, este no habría dejado orificio de salida.
En enero de 2011 se abrió el proceso Rol 77-2011, Caso
Allende. Esto ocurría tras una querella presentada por la fiscal de la Corte de Apelaciones Beatriz Pedrals.
Para discernir si en este caso correspondía que se hiciera
una nueva autopsia, el ministro instructor de la causa Mario Carroza pidió una opinión
al Servicio Médico Legal (SML).
Estos designaron al tanatólogo Germán
Tapia Coppa para que analizase tan importante materia.
Menos transparente
aún fue lo realizado por el SML luego que el perito Tobar diera cuenta de la
existencia de residuos de pólvora que se explicarían por un disparo hecho a
corta distancia con arma de bajo calibre.
El 4 de abril de 2011, este legista emanó un informe forense
en el que recomendó la exhumación de los restos de Allende. Dio argumentos
similares a los planteados por el perito Ravanal en 2008: si en un cadáver se
reconoce estallido de cráneo al mismo tiempo que en uno de los fragmentos de la
bóveda se evidencia un orificio de salida de proyectil (
) se debe mencionar
que dicho orificio de salida se produce en un momento anterior al estallido de
la cavidad. Esto es debido a que se requiere la integridad de la cavidad
craneana para que un proyectil pueda generar una lesión característica de
orificio de salida.
Tras este informe del SML, Carroza ordenó realizar una nueva
exhumación la que se verificó el 23 de mayo de 2011. En esta necropsia no se
encontró el segmento de la parte posterior del cráneo en el que estaba
contenido el citado orificio de bala. De hecho casi la mitad de los huesos del
cráneo no estaban (Ver recuadro).
Como consecuencia de esto, los peritos convocados por el
juez Carroza y el SML no
pudieron saber la trayectoria de las balas y ni siquiera establecer la cantidad
de éstas que impactaron el cráneo de Allende.
El perito balístico David Pryor lo reconoce de esta manera en su informe oficial:
Si hubo o no un segundo proyectil, ocurrió durante el mismo disparo, siguió
con una diferencia de milisegundos una trayectoria similar pero no es posible
confirmar o descartar esta posibilidad mediante el examen morfológico del
material óseo conservado u otras técnicas de exploración actualmente disponibles.
Pryor tampoco pudo establecer el punto de entrada ni de salida de la bala, ni
la trayectoria de la misma.
El forense Ravanal afirma a este respecto: Si uno aplica el
sentido común, y considera que los peritos del SML no encontraron orificio de
salida; no contaron con gran parte de los huesos del cráneo, especialmente la
base del cráneo por donde penetró la bala, uno no puede dejarse de preguntar:
¿Cómo pueden haber determinado si hubo más de un proyectil y cómo pudieron
haber excluido la existencia de lesiones asociadas a proyectiles de bajo
calibre como ese fragmento redondeado que no hallaron?.
A pesar de la carencia de pruebas, el 13 de septiembre de
2013 el ministro Carroza determinó el cierre de la causa: los hechos que
significaron la muerte del presidente Salvador Allende Gossens provienen de un acto deliberado en
el que, voluntariamente éste se quita la vida y no hay intervención de
terceros, ya sea para su cometido como para su auxilio.
De esta manera se ratificaba la veracidad de la historia
oficial construida por los militares golpistas desde el mismo once de
septiembre en La Moneda.
El 24 de junio de 2013 la segunda sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó
lo obrado por Carroza. Ahora resta como último recurso para evitar el cierre
definitivo de esta causa, que la Corte
Suprema se pronuncie respecto de un recurso de casación presentado
en julio por los abogados de la parte querellante, Matías Coll y Roberto
Celedón, que representan a la Asociación Nacional de Ex Prisioneros Políticos.
OCULTAMIENTO DE
PRUEBA
En la autopsia de 2011, los miembros de una comisión
internacional de expertos convocados por el SML para determinar las causas de
la muerte de Allende, no se pronunciaron respecto de la evidencia que daba
cuenta de la existencia un disparo hecho con arma corta.
El doctor Ravanal señala a este respecto en el libro Yo no
me rendiré, que la comisión especial de expertos designada para este caso se
limitó exclusivamente a realizar análisis segmentarios de los aspectos que en
sus respectivas áreas les competía: Acta de Exhumación, Informe Odontológico,
Informe Antropológico, Informe de Evidencia Asociada (prendas de vestir),
Informe Balístico, Informe Entomológico e Informe Genético, pero que absolutamente
en ninguno de ellos se menciona o aborda el análisis causal relativo al segmento
de orificio redondeado tallado a bisel externo de aproximadamente 2 a 3 cm
(descrito en la autopsia de 1973). La muestra N° 3 solo se menciona como una
nota a pie de página como si se tratase de un aspecto sin importancia en la
investigación.
Menos transparente aún fue lo realizado por el SML luego que
el perito Liberona Tobar diera
cuenta de la existencia de residuos de pólvora que se explicarían por un
disparo hecho a corta distancia con arma de bajo calibre.
Después de conocer dicho informe químico, el SML que es
dirigido por el médico sin especialidad forense Patricio Bustos– citó a una reunión al perito Liberona Tobar que
se concretó el 15 de julio de 2011 y que contó con la participación del juez
Carroza.
Este encuentro fue reseñado por Liberona en el Informe
Pericial Químico N° 380/2011, de 26 de julio. En el Punto 1 se sostiene: Considerando
los antecedentes obtenidos en la reunión el día 15.jul.011 en dependencias del
SML, de Santiago, donde se aclaró que la muestra N° 3, fue levantada de la cara
interna, zona inferior del sector izquierdo del hueso frontal orbital del occiso.
Los resultados de las concentraciones de antimonio, bario y plomo señalados en
el Informe Pericial Químico N° 261 de fecha 27.may.O11, son atribuibles a
trayectoria o impacto de proyectil balístico.
En relación con esto, el forense Luis Ravanal expresó que se
puede apreciar claramente que tras la reunión de aclaración llevada a cabo en
el SML, el perito químico modificó su conclusión original, sustituyéndola por
otra del todo inespecífica y ambigua. Claramente en este segundo informe, ya no
se trataba de un orificio de entrada de proyectil balístico generado de corta
distancia, modificación que evidentemente satisfizo a más de alguien.
El doctor Ravanal cuestiona que se le haya tenido que
aclarar a Liberona el lugar específico de dónde provenía la muestra N° 3 en
circunstancias que fue él mismo quien la recolectó como detalló en su primer
informe (N° 261-2011).
De todos modos, esta modificación no logra ocultar que en la
frente de Allende se encontraron residuos en cantidades que sugieren o establecen-
la existencia de un disparo hecho a corta distancia.
PALACIOS LO REMATÓ
La descripción del disparo de bala presente en la frente es
concordante con el testimonio brindado a este corresponsal -el 16 de agosto de
2013 vía videoconferencia- por el chileno residente en Milán, Julio Araya Toro y que
aparece contenido en la investigación histórica y forense que forman parte del
libro Allende: Yo no me rendiré.
Supimos de él revisando el expediente de la causa. A fojas
644, aparece una misiva enviada por él -en febrero de 2011- al ministro Carroza.
Allí propuso transmitirle una confesión que el general Palacios le habría hecho
a su padre y que dice relación con la forma en que realmente murió Allende.
Carroza no le contestó. Nosotros sí nos contactamos.
General Palacios
Araya Toro (46 años) cuenta que su progenitor fue amigo
desde la niñez con el general Javier
Palacios. Ambos vivían en el mismo sector residencial del antiguo centro
de Santiago donde residían las familias aristocráticas de principios del siglo
XX. Ambos estudiaron en los Padres
Franceses, asistían a la misma iglesia y jugaban en el mismo lugar: el Parque Cousiño. Ya mayores tomaron
diferentes caminos. Mi padre siguió la vida civil y el general Palacios ingresó
a la Escuela Militar en
1941, pero continuaron frecuentándose a través de toda la vida.
Luego de esta contextualización, Araya Toro entró en el quid
del asunto: Esta historia me la contó mi padre muchos años después del golpe,
cuando nos encontramos con el general Palacios -en febrero de 1992- en el
centro de Viña del Mar. En
ese momento mi padre, al verlo caminando hacia él, le grita ¡Javier!. A su
vez, Palacios le contragrita ¡Jorge!. Pero, antes de abrazarse, mi padre se
dirige a mí y me dice: te presento al general que asesinó al presidente
Salvador Allende. Palacios se desfiguró y le respondió: no digas esas cosas
porque la gente puede creer cualquier cosa. Se saludaron, se abrazaron,
conversaron diez minutos y después se despidieron. Entonces, mi padre me dijo: te
voy a contar la historia de lo que pasó el 11 de septiembre y cómo Palacios
asesinó al presidente Allende y se tomó La Moneda.
Palacios se lo confesó durante una visita que hizo a la casa
de Araya Gómez en la santiaguina comuna de Maipú, en marzo de 1974. Llegó acompañado de una patrulla militar
y vestido en tenida de guerra. Yo tenía siete años pero lo recuerdo perfectamente.
Hablaron de sus familias y cosas triviales. Posteriormente, mi padre le hace
notar su consternación por lo ocurrido durante los meses anteriores, a lo que
Palacios respondió: te tienes que sentir orgulloso de que un amigo tuyo pasara
a la historia.
Mi padre le pregunta el porqué de esta aseveración. El
General comenzó a hablar: su misión era rodear con tanques y tomarse La Moneda
por tierra, ya que comandaba el regimiento Blindado Nº2 (el mismo del tanquetazo de junio de 1973).
Ingresó por la puerta de Morandé 80
con soldados de infantería en el mismo instante en que bajaban las escalas las
personas que estaban con Allende y a las cuales éste les había pedido que
salieran. Los militares comenzaron a tirar a la gente hacia abajo por las
escalas mientras ellos subían. El ambiente era un infierno ya que La Moneda
ardía por el bombardeo y no se podía respirar por los gases lacrimógenos. En el
segundo piso, Palacios fue recibido con ráfagas de metralletas de Allende y
algunos de sus hombres que estaban en el salón Rojo. En ese momento, Palacios
grita a los miembros del GAP (escolta
de Allende) que se rindieran y fue Allende que respondió gritando: ¡soy el
presidente de Chile y si te crees muy valiente ven a buscarme conchetumaire!.
Inmediatamente, los GAP y Allende comienzan a disparar y una bala de Allende
hiere en la mano derecha a Palacios.
Los hombres de Palacios, al ver a su general herido,
avanzan disparando contra los miembros del GAP y éstos van cayendo por las
balas de los militares, mientras Palacios es asistido por Armando Fernández Larios, que le pasó
su pañuelo para detener la sangre de la mano herida. Entretanto, seguía la
balacera más adentro, ya que los GAP iban replegándose. Dos militares que iban
disparando hirieron en el estómago o el pecho a un civil que portaba una
metralleta, un casco y una máscara antigases; el civil se plegó y cayó al
suelo. A Palacios (
) le llamó la atención este civil. Se fijó que portaba un
reloj fino. Al sacarle la máscara antigases y el casco reconoce al presidente
Allende. En ese momento saca su pistola de ordenanza y dispara a quemarropa en
su cabeza.
Eran las 14:00 horas Palacios con sus hombres trasladan el
cuerpo del presidente Allende al salón Independencia. Comienzan entonces a preparar el montaje para decir
que el presidente Allende se había suicidado.
TESTIMONIO
CONCORDANTE
Aunque no es posible garantizar la veracidad de este
testimonio, es preciso subrayar que es coherente con la evidencia histórica y
forense existente. Según el perito Ravanal en este relato podemos encontrar
numerosos elementos que son concordantes con los resultados autópsicos: mayores
concentraciones de residuos de pólvora en la zona frontal y órbita izquierda;
un orificio redondeado de salida de proyectil tallado a bisel externo en la
parte posterior de la bóveda craneana, que se alinea perfectamente con una
lesión en la zona frontal.
Este relato de Jorge Araya guarda una notable similitud con
lo expresado por el periodista y escritor Gabriel García Márquez, en su nota La verdadera muerte de un
Presidente (1974) en la que relata el asalto a La Moneda y el enfrentamiento
entre Allende y Palacios.
Aún no aparece el
set de 29 fotos (ordenadas desde la A hasta la Z) que los peritos de la Policía
Técnica de Investigaciones tomaron en el sitio del suceso. El General Palacios
se quedó con el fusil AK-47 con el que supuestamente- Allende se suicidó.
Pero es el propio General Palacios quien da sentido al
testimonio de Araya. Una semana después del golpe de 1973 declaró: Allende
estuvo disparando todo el tiempo porque tenía las manos llenas de pólvora. El
cargador de la metralleta estaba vacío. Había numerosas vainillas en la
ventana. A su lado también estaba un revolver. Y cuando pasé a identificarlo,
tenía un casco y una máscara de gases. Esta trascendental declaración es
reproducida en la nota Recuerdos del General Palacios, Ercilla N° 1991, del 26 de
septiembre de 1973.
Este testimonio es similar al brindado en el documental Más
fuerte que el fuego. Las últimas horas en La Moneda (1978), en que sostiene
que hasta el último momento él (Allende) disparaba contra nosotros.
La evidencia de que Allende combatió hasta el final y no se
rindió- fue refrendada por el corresponsal de Prensa Latina Jorge
Timossi en su nota Las últimas horas de La Moneda (13 de
septiembre de 1973). Allí señala: A las 13:52 minutos recibí una llamada desde
Palacio. Era Jaime Barrios,
asesor económico del Presidente, quien (
) me informó: Vamos hasta el final.
Allende está disparando con una ametralladora. Esto es infernal y nos ahoga el
humo.
Cabe señalar que de acuerdo a la versión emanada por la
Junta, Allende se habría suicidado entre las 13:30 y las 14 horas, como sostuvo
la noche del once el prefecto de Investigaciones de
Santiago, René Carrasco, a
corresponsales extranjeros.
El fiscal norteamericano Eugene Propper, que investigó el doble asesinato del excanciller Orlando Letelier y de su
secretaria Ronnie Moffit,
acaecido en Washington en
21 de septiembre de 1976, describió en su libro Laberinto (1982),
coescrito con el periodista Taylor
Branch, cómo habría muerto Allende:
Poco después de las 2 p.m., unidades de infantería logran
invadir La Moneda. Pequeños grupos corren escaleras arriba en medio del humo,
cubriéndose con fuego de metralletas. Un teniente chileno de pelo rubio, René Riveros, de pronto se encuentra
frente a un civil armado vestido con un suéter con cuello tortuga. Riveros
vacía la mitad de sus municiones en el Presidente de Chile, matándolo
instantáneamente con una hilera de heridas que van desde la ingle a la garganta.
Este relato se basó en el testimonio brindado por el oficial
de la Escuela de Infantería condenado
en el Caso Letelier, Armando Fernández Larios; y en información proporcionada
por el jefe del FBI en Argentina, Robert Scherrer. El
excorresponsal de Washington
Post, en Santiago, John
Dinges, nos expresó en 2011 que Scherrer, a quien consideraba una
fuente de oro, le informó en 1979 lo mismo que a Propper: Riveros mató a
Allende.
Cabe señalar que, después de constatar la muerte de
Allende, Palacios lo comunica -a las 14:35- al general Sergio Nuño ubicado en el Ministerio de Defensa-: Misión
cumplida: Moneda tomada, Presidente muerto. En ningún momento dio a entender
que hubo suicidio.
Palacios, que era director de Inteligencia del Ejército, reconoció según
consta en el documental Más fuerte que el fuego- que oficiales del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)
entraron al salón donde murió Allende: Le tomaron una fotos, dijo. Sin
embargo, es más verosímil que su participación haya tenido por objeto construir
el suicidio. La Brigada de
Homicidios sólo pudo entrar a las 16:20 horas, cuando el SIM ya había podido alterar
todo el sitio del suceso.
Pocos después que Palacios informara de la muerte de
Allende, un grupo de civiles golpistas difundió la noticia por onda corta desde
el mismísimo Ministerio de Defensa: Atención Chile. Atención a todo el mundo.
Aquí Santiago Treinta y Tres. Este es Chile Libre. Allende ya es un cadáver. El
capitán Roberto Garrido nos ha liberado de las garras del marxismo (
) Allende
ha sido ajusticiado por nuestros soldados gloriosos.
La Junta
Militar intentó por todos los medios ocultar o destruir las
evidencias que dieran cuenta de lo realmente sucedido con Allende en sus
últimos instantes. La Primera Fiscalía
Militar nunca entregó el expediente asociado al proceso abierto por
la muerte de Allende donde estaba el Informe de Autopsia 2447 de 1973.
Aún no aparece el set de 29 fotos (ordenadas desde la A
hasta la Z) que los peritos de la Policía
Técnica de Investigaciones tomaron en el sitio del suceso. El
General Palacios se quedó con el fusil AK-47 con el que supuestamente- Allende
se suicidó. Este no pudo ser periciado por los expertos policiales los que, sin
embargo, aseguraron, tras una veloz inspección, que Allende se suicidó.
Tras nuestra mencionada investigación histórico forense
sobre la muerte del Presidente Allende, que nos permitió constatar cientos de
irregularidades, errores y omisiones, pudimos concluir que la teoría del
suicidio, es una fabricación comunicacional, política, policial, forense e
histórica realizada por los conspiradores constituidos en Junta Militar de
Gobierno, y consolidada hasta nuestros días por poderes fácticos que gobiernan
nuestra sociedad.
.
Recuadro 1
FOTOGRAFÍA CLAVE
A pesar de todo el esfuerzo hecho por la Junta Militar con
el fin de ocultar las evidencias que mostraban lo realmente sucedido aquel once
de septiembre en La Moneda, la verdad ha podido filtrarse hasta nuestros días.
En diciembre de 1973 alguien sustrajo la foto Nº 1416/73-A
desde los archivos de Investigaciones, la que demuestra la falsedad de la
versión oficial. El doctor Ravanal lo explica así en el mencionado libro
coescrito con este corresponsal:
Allí se puede ver un cadáver perfectamente alineado y en
posición recta, como un tronco caído, lo que no es concordante con un individuo
que en vida se pega un tiro de fusil bajo la mandíbula estando sentado, menos
aun cuando ha ocurrido una destrucción masiva del encéfalo, lo que conlleva a
una desconexión neurológica absoluta e instantánea, por lo que no cabría
esperar que ocurriesen movimientos agónicos y/o reflejos en estas condiciones,
que llevasen a las cuatro extremidades a alinearse con el eje principal del
cuerpo, y extender totalmente las rodillas en la forma y magnitud que se
aprecia en las imágenes y esquemas. Esta evidencia que el cadáver fue
manipulado, dejándolo en una posición de arrastre sobre el sofá, por cuanto
cuando un cadáver se arrastra por el tronco en posición ventral, las piernas se
arrastran detrás de este extendiéndose las rodillas y apoyándose el peso en los
talones.
Ravanal destaca en relación con esta imagen otro aspecto que
desmiente la construcción oficial sobre la muerte de Allende: Nótese el
aspecto limpio de las prendas de vestir en la zona anterior del cuello y tórax,
donde se aprecia el diseño geométrico del chaleco de cuello alto, limpio, sin
impregnación de sangre, solo se advierte un patrón de escurrimiento, que
correspondería a líquidos sanguinolentos que fluyen pasivamente por efecto
gravitacional postmortem, desde la zona frontal y anterior de la cara y cabeza,
hacia abajo y derecha, en relación al ángulo de inclinación de la cabeza.
La ausencia total de sangre en la zona anterior del tórax y
cuello, es un claro indicador respecto a que al momento de producirse el
disparo submentoniano, Allende no estaba vivo o se encontraba en otra posición,
por cuanto de haberse encontrado con vida en posición sentada al momento de
producirse el impacto submentoniano, la sangre habría escurrido en grandes
volúmenes, masivamente hacia abajo, tal como lo demuestran dos videos de
suicidios registrados en vivo y que le fueron acompañados al ministro Carroza
durante la investigación, evidenciando la falta de sustento de los informes
oficiales, que en el caso desafían a la fuerza de gravedad.
Recuadro 2
LA MASCARADA
.
Para entender bien cómo se consolidó la versión oficial
construida por la Junta Militar, hay que remontarse a 1990. La medianoche del
17 de agosto de aquel año se realizó en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar la primera exhumación (en la foto) del cuerpo de
Salvador Allende. Se hizo con el fin de verificar si efectivamente sus restos
estaban ahí y con el objetivo de reemplazar la vieja urna de latón por una
nueva. Todo esto con miras al funeral oficial que se realizaría el 4 de
septiembre de ese año.
La operación fue hecha en total secreto, a hurtadillas. Fue
dirigida por el ministro vocero de Gobierno,
Enrique Correa. La familia Allende envió en su representación al doctor Arturo Jirón.
La operación fue realizada sin especialistas, con total
desprolijidad. Pablo Salas,
que filmó esta exhumación, contó detalles de lo sucedido a este corresponsal en
2011: Cuando llegamos al Cementerio Santa Inés estaba todo oscuro (
) Y nadie
sabía si Allende estaba o no en su tumba. Comenta que cerca de las 10 de la
noche comenzaron a abrir la cripta de la familia Grove-Allende: una bóveda bajo el suelo a la que se desciende por
una escalera. Recuerda que había ocho nichos, ubicados cuatro a cada lado y uno
sobre otro. Al fondo, del lado izquierdo, se encontraba el nicho donde se
supone estaba Allende, relató.
El camarógrafo afirma que sólo cuando llegó el ministro
Correa, los panteoneros empezaron a romper la cubierta de cemento que
resguardaba al nicho, la cual tendría unos tres o cuatro centímetros de grosor.
Sostiene que después de ello, se pudo ver un ataúd de metal
que tenía una chapa muy delgada y completamente oxidada. Los empleados
intentaron sacar el ataúd y éste se comenzó a desarmar. Cuando lo jalaron un
poco más fuerte, el ataúd se rompió. De esa forma lo lograron abrir.
Cuenta que en ese momento él bajó al fondo de la cripta
junto con Jesús Inostroza,
fotógrafo de la Presidencia de la
República de Chile, y el doctor Jirón, quien fue enviado por la
familia Allende Bussi con
la finalidad de reconocer los restos del ex Mandatario. Jirón fue uno de los
médicos que estuvo con Allende en el Palacio de La Moneda el día de su muerte.
Salas dice que para ver los restos de Allende, el doctor
Jirón se tuvo que agachar y meter parte de su cabeza al nicho. Miró y empezó a
murmurar: el zapato, los pantalones, el chaleco. Como yo estaba filmando, mi
necesidad era que el tipo dijera lo que veía. Entonces, de repente le pregunté:
¿Es la ropa que llevaba? Y él me dijo: Si, así es.
Salas relata que los sepultureros comenzaron a romper el
ataúd con el propósito de tomar los restos de Allende e irlos poniendo en una
caja de metal chica, de menos de un metro de alto por 40 ó 50 centímetros de
ancho y largo. Entonces empezaron a tomar todos los restos de Allende y los
empezaron a poner en esta cajita metálica.
¿En qué estado se encontraba el cráneo?, le preguntamos a
Salas.
Él recuerda que el cráneo estaba muy incompleto. Sostiene
que sólo había una parte de él. Si un cráneo normal tiene el tamaño de un melón,
lo que había ahí tenía el tamaño de una manzana, comenta.
El camarógrafo cuenta que los empleados del cementerio
tendieron un paño blanco y colocaron sobre él ropa, restos óseos, pedazos de
piel y pelo que no habían metido a la caja metálica. Después sacaron de la
cripta tanto la caja como el paño. A este último lo volvieron a revisar,
tomaron de él algunos huesitos y los arrojaron a la caja metálica. Todo lo
demás quedó fuera. Esto es, los zapatos, los pantalones, el chaleco, lo que era
reconocible.
Salas cree que la ropa y algunos restos óseos que los
empleados no metieron a la caja metálica, se fueron a la basura porque cuando
nos fuimos se quedó ahí, nadie se los llevó. Esta afirmación sería corroborada
por tres panteoneros que declararon -en 2011- en el marco de la investigación
encabezada por el ministro Carroza.
El testigo señala que los zapatos de Allende estaban casi
intactos; el pantalón era oscuro, casi negro; y el chaleco era de lana blanca
con puntos negros.
Dice que cuando terminaron de poner los restos de Allende
en la cajita de metal, ésta se colocó dentro de un ataúd nuevo, de madera, bien
bonito. Este ataúd fue sellado con soplete y luego fue puesto en el mismo nicho
donde estaba el ataúd antiguo.
No hubo nueva autopsia ni ningún procedimiento forense. Sin
embargo, esa mirada de un minuto bastó para que la familia del Presidente
Allende, el gobierno de Patricio
Aylwin y la prensa confirmaran que los restos correspondían a
Allende y que éste se había suicidado
aunque usted no lo crea.
La revista Análisis (N°
348, septiembre de 1990) publicó -destacado en portada- el reportaje El
suicidio de Allende que fue clave en la masificación en el seno de la
izquierda de la versión oficial:
Hasta el 17 de agosto de este año (
) existían serias dudas
de que Allende se hubiera suicidado (
) Sin embargo, el resultado de la
exhumación y reducción de los restos del presidente Allende (
) demostró que el
cadáver (
) tenía un orificio en el cráneo que puede corresponder a un disparo
de tipo suicida. Los que vieron los restos de Allende y sumaron a ello los
antecedentes que tenían, están en condiciones de afirmar que Allende se quitó
la vida.
El 4 de septiembre fue el funeral oficial. En dicha ocasión
-según testimonió a este corresponsal del cineasta Miguel Littín– la comitiva oficial que trasladaba los restos de
Allende se detuvo en una parte del trayecto entre el Cementerio Santa Inés de
Viña del Mar y el Cementerio
General de Santiago. Por un lapso de una media hora desapareció el
vehículo que llevaba los restos de Allende sin que nadie diera explicaciones de
lo sucedido. En la comitiva participaba el ministro de Interior Enrique Krauss.
Littín levantó un acta notarial de este suceso por si moría
antes de poder contarlo. Este cineasta chileno, actualmente está en la última
etapa del rodaje de su film, en que muestra cómo fueron las últimas horas de
Salvador Allende. Se espera que ahí cuente la verdad sobre su muerte.
FRANCISCO MARIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario