viernes, 4 de noviembre de 2011

Para la ONU, Argentina es el segundo país de Latinoamérica donde se vive mejor







Noruega encabeza un año más la lista de países donde mejor se vive, según el Índice de Desarrollo Humano.

Noruega encabeza un año más la lista de países donde mejor se vive, mientras que Argentina es el segundo país de Latinoamérica, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) difundido hoy por la ONU.

Australia, Holanda, EE.UU., Nueva Zelanda, Canadá, Irlanda, Liechtenstein, Alemania y Suecia la siguen por este orden en el “ranking” anual, que tiene en cuenta los ingresos, esperanza de vida y nivel de la educación en cada país, y que fue presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Copenhague.

Segundo país. En la lista, que incluye a 187 países -18 más que el año pasado-, España aparece en el puesto 23, por delante de Italia y del Reino Unido y de otros como Chile (44), Argentina (45), Uruguay (48) y Cuba (51), los mejores clasificados en América latina.

Los diez países que ocupan los últimos puestos pertenecen al África Subsahariana: Guinea, República Centroafricana, Sierra Leona, Burkina Faso, Liberia, Chad, Mozambique, Burundi, Níger y la RDC.

La comparación del último lustro revela que Cuba, con diez, y Venezuela y Tanzania, con siete, son los que más puestos han subido, mientras que los que más han retrocedido en la lista son Kuwait y Finlandia, que han perdido ocho y siete, respectivamente.

Noruega sigue manteniendo la primera plaza si en vez del IDH se usa el IDH-D, que tiene en cuenta las desigualdades internas, pero otros países experimentan descensos acusados, como EE.UU., que baja al puesto 23; Corea del Sur, del 15 al 32, e Israel, del 17 al 25.

“Sostenibilidad y equidad: un futuro mejor para todos”, como se titula el informe que revela que la distribución de los ingresos ha empeorado en la mayoría del mundo y que América latina sigue siendo la región más desigual, aunque si se aplica el IHD-D la superan el África Subsahariana y el Sur de Asia.

Desigualdad de género. Suecia encabeza el Índice de Desigualdad de Género (IDG), ordenado de menos a más, por delante de Holanda, Dinamarca, Suiza, Finlandia, Noruega, Alemania, Singapur, Islandia y Francia.

Níger, Chad y Yemen, en orden descendente, cierran la lista del IDG, uno de los índices complementarios lanzados el año pasado por el PNUD y que en esta edición compara a 146 países.

Otro de ellos es el Índice de Pobreza Multidimensional (IMP), que examina a nivel familiar factores como el acceso a agua potable, combustible y servicios de salud, así como artículos domésticos y estándares de construcción de casas.

Más de 1.700 millones de personas en 109 países vivían en pobreza “multidimensional” a finales de la década pasada, según el informe.

Níger tiene el mayor porcentaje de pobreza multidimensional, que afecta al 92 % de su población; seguido por Etiopía y Mali, con el 89 % y el 87 %, respectivamente, en una lista de 109 países.

Las tendencias ambientales en las últimas décadas muestran un deterioro del suelo, lo que disminuye su productividad, y un aumento de la deforestación y la desertificación, constata el PNUD.

Se prevé que los factores ambientales adversos aumenten los precios mundiales de los alimentos entre un 30 % y un 50 % en las próximas décadas, y los 1.300 millones de personas que se dedican a la agricultura y pesca serán las más amenazadas.

En un escenario de “desafío medioambiental” que capture los efectos del calentamiento global sobre la producción agrícola, el acceso a agua potable y saneamiento mejorado y la contaminación, el IDH podría bajar un 8 % a nivel mundial para 2050, según el informe.

En un escenario de “desastre ambiental”, bajaría un 15 %.

El PNUD resalta que aunque los países con IDH bajo son los que menos han influido en el cambio climático -un habitante promedio emite 30 veces menos dióxido de carbono (CO2) que uno de un país con IDH muy alto-, son los que más sufren sus consecuencias, como la mayor disminución en las precipitaciones y el mayor aumento en su variabilidad.

La situación se agrava por el déficit en el gasto en asistencia oficial a las inversiones para afrontar el cambio climático.



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