*La titular del Banco Central desentrañó el origen de la demanda en el mercado cambiario. “El 37 por ciento son compradores de más de 100 mil dólares mensuales, sólo el siete por ciento compra menos de mil.”
“Hablemos del tipo de cambio”, dijo la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, ante una audiencia de más de 400 personas que hacía más de dos horas y media seguía las presentaciones anteriores y ya había escuchado la mitad de la exposición de la principal oradora. “¿Ustedes quieren saber quiénes están comprando dólares en la Argentina?”, preguntó en forma retórica poco después a la audiencia. Y, sin eufemismos, en forma directa, en su estilo, desgranó la información: “Tomando el total de personas físicas y jurídicas (estas últimas, empresas) que compraron dólares entre julio y septiembre de este año, quienes adquirieron más de 100 mil dólares mensuales en promedio representan el 37 por ciento de ese total de compradores. Los sujetos, sean individuos o empresas, que compraron por debajo de mil dólares mensuales promedio son apenas el 7 por ciento del total. Aquellos poseedores de grandes fortunas individuales, o empresas grandes que pasan sus activos a dólares por magnitudes importantes, son los que mueven el mercado, los que agitan las aguas tratando de generar temores entre los más chicos, los pequeños ahorristas, que son una minoría en el mercado de cambios, no sólo por las cifras que manejan sino por cuántos son frente a los que mueven grandes capitales”.
Marcó del Pont cerró ayer el foro de economía convocado por Carta Abierta bajo el título “La crisis internacional y sus impactos sobre la Argentina y América latina”, del cual participaron otros cuatro economistas (ver aparte). La sola mención de su asistencia resultó altamente convocante, a pesar de tratarse de un sábado al mediodía y con una tarde de sol radiante. La sala Borges de la Biblioteca Nacional, un anfiteatro con comodidades para más de 300 personas, resultó desbordado. La titular del Banco Central fue la última oradora de un panel de cinco (el ministro Carlos Tomada era el sexto, pero se retiró antes de hablar aparentemente ante un llamado desde Olivos), y empezó sus palabras haciéndose cargo de las expectativas y la aclamación con la que fue recibida. “Quiero agradecerles este recibimiento, hubiera querido venir antes. Y las circunstancias han hecho que se pueda dar ahora, justo después de unos días bastante agitados. Me hace bien poder compartir este momento con ustedes.”
La agitación a que hizo referencia la jefa del Banco Central es, por supuesto, la ola especulativa lanzada sobre el mercado cambiario, que le tocó pilotear en las últimas semanas con intervenciones para alinear el precio del dólar y con medidas de regulación cambiaria que provocaron desde reacciones histéricas hasta las más disparatadas lecturas. “Estamos ante otra de las grandes falacias que lanzan algunos grandes medios y ciertos sectores financieros, como antes fue que el crecimiento era sólo producto del ‘viento de cola’ de los mercados internacionales, o que este plan se hundía por una política de dólar barato que nos equiparaba a la convertibilidad. Lo último es que la gente, como la llaman algunos, votó a Cristina pero después de votar salió corriendo a comprar dólares al día siguiente. Ya vamos a ver que no fue ‘la gente’ la que está moviendo el mercado cambiario”, desafió de entrada.
A lo largo de su exposición, de aproximadamente 50 minutos, Marcó del Pont desarticuló uno a uno los elementos que conforman aquellas falacias. Describió la mejora de los términos de intercambio, es decir el comportamiento de los precios internacionales de los productos que Argentina vende y los que compra, demostrando que el país fue mucho menos beneficiado que otros de la región. No desconoció la suba en el precio de los alimentos, pero mostró que los metales y productos energéticos subieron más. Venezuela, Chile y Perú, por ejemplo, se beneficiaron más que Argentina por la señalada variación en los términos de intercambio. Por otro lado, en el caso de las exportaciones argentinas, se verifica que el aumento de las exportaciones industriales fue mayor que la de productos primarios, lo cual indica que el patrón de crecimiento no tuvo como eje central “el viento de cola” de los valores internacionales.
En relación con el tipo de cambio (el valor del dólar), la presidenta del Banco Central detalló que esa entrada extra de divisas para los países exportadores de productos primarios y energéticos produjo una espectacular apreciación de sus monedas (baja de la cotización del dólar en cada uno de esos países), por la abundancia de divisas y una política monetaria pasiva de la autoridad monetaria (dejar que el mercado defina los precios). “Para muchos de esos países de América latina, esa apreciación cambiaria fue también una herramienta antiinflacionaria (a través del dólar barato). Argentina no lo hizo, porque no iba a dejar de lado una política de dólar competitivo si quería sostener y avanzar en un proceso de transformación productiva”, es decir de reindustrialización.
En tal sentido, subrayó que el régimen de flotación administrada (intervenciones del Banco Central a través de compra y venta de dólares para sostener su valor) no sólo apuntaló al tipo de cambio sino que evitó la “ciclotimia de las fluctuaciones” que atravesaron otros países de la región. “En el año 2008 hubo salida de capitales de la región, y Argentina mantuvo la flotación administrada, y lo pudo hacer además porque no tenemos una dependencia de los flujos de capitales de corto plazo.” En ese sentido, explicó que al contrario de lo que se hacía en los ’90, en vez de buscar atraer a esos capitales de corto plazo, Argentina a partir de 2005 le impuso regulaciones.
A partir de 2009 se produjo el retorno de los capitales de corto plazo a la región, lo que provocó una fuerte apreciación de las monedas de los países que los recibían. En ese año, Argentina igual devaluó. “Nos preguntan qué pasó con el tipo de cambio en Argentina en estos tres años. Respondemos que no puede medirse como variable independiente, sin ver qué pasa en los otros países, sin tener en cuenta qué objetivos se persiguen. Argentina y los países en desarrollo en general necesitan un tipo de cambio competitivo para lograr la transformación industrial, no para equilibrar la cuenta corriente. Un desequilibrio de cuenta corriente también se resuelve con un aumento internacional del precio de la soja”, comparó.
Por todo ello, indicó, y frente a una suba en las materias primas que “produjo una brutal apreciación de monedas en la región, puede decirse que con nuestra política cambiaria vamos en contra del viento de cola”.
Tras esta caracterización, Mercedes Marcó del Pont entró de lleno en la actual situación del mercado cambiario. “Argentina no tiene escasez de dólares comerciales”, aseguró, indicando que el actual tipo de cambio no está produciendo un deterioro de la balanza comercial, cuya reducción se explicaría únicamente por el mayor peso de las importaciones de energía. “El desendeudamiento provoca que necesitemos menos divisas para pagar compromisos. La relación deuda/PIB se redujo al 32,2 por ciento, la nominada en moneda extranjera es el 27,5 por ciento y la que está en manos privadas, el 8,7 por ciento (el resto es parte de activos de organismos públicos, como Anses).”
“Entonces, si no hay motivos para una crisis de balanza de pagos, ¿quiénes están comprando dólares?”, se preguntó. Hizo una primera consideración global sobre los ahorros en dólares de la población. Indicó que, teniendo en cuenta todos los que han hecho por lo menos una compra de dólares en los primeros nueve meses del año, “sólo el 11 por ciento de los mayores de 18 años compra billetes en el mercado”. Y entre esos compradores, hay una elevada proporción de muy grandes compradores: aquellos que superan los 100 mil dólares mensuales. En cambio, los que compran cantidades menores, que pueden ser considerados ahorros familiares o personales en dólares (menos de mil dólares de promedio mensual), apenas representan el 7 por ciento de los adquirentes. El resto se reparte en un 17 por ciento de compradores por un valor medio mensual que está entre 20 mil y 100 mil dólares, y un 39 por ciento que adquiere entre 1000 y 20 mil dólares de promedio mensual. Por lo menos, en forma sostenida durante tres meses, entre julio y septiembre de este año, período sobre el que se recogió la estadística.
“¿Qué significa profundizar el modelo? Frente a estos ataques, la actitud de los grandes capitales tratando de generar temor entre los pequeños ahorristas, viendo los titulares de los grandes diarios azuzando deliberadamente, inventando situaciones totalmente ridículas, profundizar el modelo es tener un mejor y más eficiente Estado”, respondió Marcó del Pont. “Significa más articulación entre todos los organismos del sector público; que la AFIP pueda validar cada operación de compra de divisas, en forma previa, me parece que es una noticia que debería ser celebrada por todos”, agregó.
La presidenta del Banco Central terminó su exposición subrayando lo mismo que había señalado al inicio. “No estamos ante una crisis por excesiva desregulación del mercado, sino que es una crisis larga, de más de treinta años, en la cual se van sucediendo diferentes episodios. Es una crisis que nace en un cambio de patrón de acumulación, que ahora se llama financiarización. Y que la Presidenta la planteó muy claramente como una tendencia al anarco capitalismo”, un sistema descontrolado en el que la ganancia financiera se apartó de la actividad productiva. Ante ello, enfatizó finalmente, Argentina va a avanzar fortaleciendo las herramientas del Estado y rechazando “todas esas falacias del neoliberalismo, que pretenden hacernos volver atrás; a ellos les decimos que, esta vez, las profecías autocumplidas no van a ocurrir”.
* Raúl Dellatorre
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