JON ELSE ES cineasta. Se le conoce principalmente por sus documentales y ha
tenido mucho éxito a la hora de difundir su arte. También es profesor, y ya que
soy profesor yo mismo, le tengo envidia por la lealtad y admiración que sus
estudiantes sienten por él. (Conocí por casualidad a dos de sus estudiantes
durante una cena. Era su dios).
Else trabajaba en un documental en el que yo también estaba
involucrado. Durante un descanso, me contó una historia sobre la libertad para
crear en los EE.UU. de hoy día.
En 1990, Else estaba trabajando en un documental sobre la Tetralogía del
Anillo de Richard Wagner. El centro de atención era los tramoyistas de la Ópera
de San Francisco. Los tramoyistas son un elemento particularmente divertido y
pintoresco en una ópera. Durante el espectáculo, se cuelgan debajo del
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escenario en la sala de grúas y en la galería de focos. Proporcionan un contraste
perfecto al arte desplegado sobre el escenario.
Durante uno de estas representaciones, Else estaba rodando a unos
cuantos tramoyistas jugando a las damas. En un rincón de la sala había un
televisor. En la pantalla, mientras los tramoyistas jugaban a las damas y la
compañía de ópera cantaba a Wagner, estaban Los Simpsons. En opinión de
Else, este toque de dibujos animados ayudaba a capturar el sabor de todo lo que
hacía de la escena algo especial.
Años más tarde, cuando finalmente consiguió financiación para terminar la
película, Else intentó obtener los derechos de esos pocos segundos de Los
Simpsons. Porque, por supuesto, esos pocos segundos tienen copyright; y, por
supuesto, para usar materiales con copyright necesitas el permiso de los dueños
del copyright, a menos que se pueda aplicar el "uso justo" o algún otro privilegio.
Else llamó a la oficina de Matt Groening, el creador de Los Simpsons, para
obtener este permiso. Groening aprobó la toma. La toma era una imagen de
cuatro segundos y medio de un minúsculo televisor en el rincón de una
habitación. ¿Qué daño podía hacer? Groening estaba contento de que saliera en
la película, pero le dijo a Else que contactara a Gracie Films, la compañía que
produce el programa.
Gracie Films también estuvo de acuerdo, pero, como Groening, querían
tener cuidado. Así que le dijeron a Else que contactara a la Fox, la casa matriz de
Gracie. Else llamó a la Fox y les contó sobre el segmento de video que aparecía
el rincón de una habitación durante la película. Matt Groening ya había dado
permiso, dijo Else. Quería solamente confirmar ese permiso con la Fox.
Entonces, como me contó Else, "pasaron dos cosas. La primera es que
descubrimos [...] que Matt Groening no es el dueño de su propia creación--o al
menos que alguien [en la Fox] cree que no es el dueño de su propia creación". Y
segundo, la Fox "quería que pagáramos una licencia de diez mil dólares para
poder usar estos cuatro segundos y medio de [...] estos Simpsons que nadie
había pedido y que aparecían en una esquina de la toma".
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Else estaba seguro de que era un error. Consiguió llegar hasta alguien que
creía que era el vicepresidente para las licencias, Rebecca Herrera. Le explicó
que "aquí debe haber algún error. [...] Estamos pidiendo la tarifa para fines
educativos". Ésa era la tarifa para esos fines, le respondió Herrera a Else. Un día
o dos más tarde, Else volvió a llamar para confirmar lo que le habían dicho.
"Quería asegurarme de que me había enterado bien", me contó. "Sí, se ha
enterado bien", dijo ella. Le costaría diez mil dólares poder usar un segmento de
Los Simpsons en la esquina de una toma en un documental sobre la Tetralogía
del Anillo de Wagner. Y luego, sorprendentemente, Herrera le dijo a Else: "Y si
repite mis palabras, le enviaré a mis abogados". Como más tarde un ayudante de
Herrera le dijo a Else: "No les importa un carajo. Lo único que quieren es
dinero".
Else no tenía el dinero para comprar el derecho a re-emitir lo que se
estaba emitiendo en la televisión en los bastidores de la Ópera de San Francisco.
Reproducir esta realidad estaba más allá del presupuesto del director. En el
último momento antes de que se estrenara la película, Else sustituyó
digitalmente la toma con un clip de The Day After Trinity, una película en la que
había trabajado diez años antes.
NO HAY DUDA que alguien, ya sea Matt Groening o la Fox, es propietaria del
copyright de Los Simpsons. Ese copyright es propiedad suya. Así que para usar
ese material con copyright se necesita a veces el permiso del dueño del
copyright. Si el uso que Else quería hacer del copyright de Los Simpons fuera
uno de los usos restringidos por la ley, entonces tendría que obtener el permiso
del dueño del copyright antes de poder usar la obra de esa manera. Y en un
mercado libre, es el dueño del copyright quien decide el precio de cualquier uso
sobre el que tiene control según las leyes.
Por ejemplo, la "emisión pública" es un uso de Los Simpsons sobre el que
tiene control el dueño del copyright. Si escoges tus episodios favoritos, alquilas
un cine y vendes entradas para "Mis Simpsons favoritos", entonces tienes que
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obtener permiso del dueño del copyright. Y el dueño del copyright
(correctamente, en mi opinión) puede cobrarte lo que quiera--diez dólares o un
millón de dólares. Es su derecho, como fija la ley.
Pero cuando los abogados oyen esta historia sobre Jon Else y la Fox lo
primero que piensan es "uso justo"1. El uso que Else hace de cuatro segundos y
medio de una toma indirecta de un episodio de Los Simpsons es con claridad un
uso justo de Los Simpsons--y el uso justo no requiere el permiso de nadie.
Así que le pregunte a Else porque no se basó simplemente en el "uso
justo". He aquí su respuesta:
El fiasco con Los Simpsons fue una gran lección para mí sobre el abismo
entre lo que les parece irrelevante a los abogados en la teoría, y lo que es
relevante en un sentido destructivo en la práctica para aquellos de
nosotros que de verdad tenemos que hacer y emitir documentales.
1. Antes de que nuestras películas puedan emitirse, la emisora exige que
compremos una poliza de seguro de Errores y Omisiones. Las
aseguradoras exigen una detallada "lista de entradas visuales" que incluya
la fuente y el estatus de las licencias para cada toma de la película. Tienen
una opinión poco favorable del "uso justo", y una declaración de "uso
justo" puede hacer que se detenga por completo el proceso de solicitud.
2. En primer lugar, probablemente nunca debería haberle preguntado a
Matt Groening. Pero sabía (al menos por el folklore de la industria) que la
Fox tenía una historia de rastrear e impedir el uso de Los Simpsons sin
licencia, de la misma forma que George Lucas tomó un papel muy
prominente en los litigios contra los usos de Starwars. Así que decidí jugar
según las reglas, pensando que me concederían una licencia gratuita o no
muy cara por cuatro segundos de Los Simpsons. Como productor de
documentales trabajando con cuatro cuartos hasta el agotamiento, lo
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último que quería era arriesgarme a tener líos legales, incluso aunque
fueran un pequeño incordio, incluso aunque fueran por defender un
principio.
3. De hecho, sí que hablé con uno de tus colegas en la facultad de
derecho de Stanford [...] que me confirmó que era uso justo. También me
confirmó que la Fox "declarará y pleiteará contra ti hasta tu muerte", sin
que importaran los méritos de mi posición. Me aclaró que todo terminaría
por ser cosa de ver quién tenía el equipo legal más grande y los bolsillos
más llenos, si ellos o yo.
4. La cuestión del uso justo habitualmente aparece al final del proyecto,
cuando tenemos una fecha límite para el estreno y estamos sin dinero.
En teoría, el uso justo significa que no necesitas permiso. La teoría, por
tanto, apoya la cultura libre y la protege aislándola de una cultura del permiso.
Pero en la práctica el uso justo funciona de una forma muy diferente. Los límites
borrosos de la ley, unidos a las extraordinarias responsabilidades legales si se
cruzan estos límites, significa que el uso justo efectivo es algo muy reducido para
muchos creadores. La ley tiene el fin correcto; la práctica ha derrotado a este fin.
Esta práctica muestra cuánto se han alejado las leyes de sus raíces en el
siglo XVIII. Las leyes nacieron para proteger los beneficios de los editores de la
competición desleal de los piratas. Se ha convertido en una espada que interfiere
con cualquier uso, transformador del original o no.
(Cont.)
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