EN UN CUENTO muy conocido de H.G. Wells, un montañero llamado Nunez [sic]
tropieza (literalmente, en una ladera cubierta de hielo) para deslizarse hasta un
valle aislado y desconocido en los Andes peruanos1. El valle es
extraordinariamente hermoso, con "agua dulce, pastos, un clima moderado,
laderas de rico suelo marrón con marañas de un arbusto que daba un fruto
excelente"2. Pero sus habitantes son todos ciegos. Nunez toma esto como una
oportunidad: "En el país de los ciegos", se dice a sí mismo, "el tuerto es el rey".
Así que decide vivir con los habitantes del valle para explorar la vida como rey.
Las cosas no van como las había planeado. Intenta explicar la idea de la
visión a los habitantes. No la entienden. Les dice que son "ciegos". No tienen la
palabra "ciegos". Piensan que simplemente es tonto. De hecho, a medida que
van notando cada vez más las cosas que no puede hacer (oír el ruido de la
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hierba cuando se pisa, por ejemplo), empiezan a intentar controlarlo. A su vez, él
se siente cada vez más frustrado. "’No entienden' gritó, con una voz que quería
que fuese grande y resuelta, y que se quebró. 'Ustedes son ciegos y yo puedo
ver. ¡Déjenme tranquilo!’"
Los habitantes del pueblo no lo dejan tranquilo. Ni tampoco ven (por así
decir) las virtudes de su poder especial. Ni siquiera el objeto último de su afecto,
una joven que a él le parece "la cosa más hermosa de toda la creación",
comprende la belleza del sentido de la vista. La descripción de Nunez de lo que
ve "le parecía a ella la más poética de las fantasías, y escuchaba sus
descripciones de las estrellas y las montañas y su propia belleza como si fueran
un placer culpable". "Ella no creía", nos dice Wells, y "podía entender sólo a
medias, pero estaba misteriosamente encantada".
Cuando Nunez anuncia su deseo de casarse con su amada
“misteriosamente encantada", el padre y el pueblo se oponen. "Ya ves, querida
hija", le instruye su padre, "es un idiota. Tiene engañosas ilusiones. No puede
hacer nada bien". Llevan a Nunez al médico del pueblo.
Después de un examen cuidadoso, el médico da su opinión: "Su cerebro
está afectado", informa.
"¿Qué lo afecta?", pregunta el padre.
"Esas cosas extrañas que se llaman los ojos... están enfermos... de tal
manera que afectan a su cerebro".
El médico continúa: "Creo que podemos decir con razonable certeza que
para curarlo por completo, todo lo que tenemos que hacer es una sencilla y fácil
operación quirúrgica--es decir, extirpar esos cuerpos origen de la irritación".
"¡Gracias a Dios por la ciencia!", le dice el padre al medico. Informan a
Nunez de esta condición necesaria para que pueda conseguir a su prometida.
(Tendrás que leer el original para enterarte de que ocurre al final. Creo en la
cultura libre, pero no en revelar cómo acaba una historia).
Cultura libre 201
A VECES OCURRE que los embriones de dos gemelos se fusionan en el útero.
Esa fusión produce una "quimera". Una quimera es una criatura única con dos
series de ADN. El ADN en la sangre, por ejemplo, puede ser diferente del ADN en
la piel. Esta posibilidad para la trama de una novela de misterio está sin usar.
"Pero el ADN muestra con una certeza del 100% que ella no es la persona cuya
sangre apareció en la escena del crimen...".
Antes de haber leído sobre quimeras, habría dicho que eran imposibles.
Una persona no puede tener dos series de ADN. La misma idea del ADN es que
es el código de un individuo. Sin embargo, de hecho no solamente pueden dos
individuos tener el mismo ADN (gemelos), sino que una persona puede tener dos
series distintas de ADN (una quimera). Nuestra concepción de una "persona"
debería reflejar esta realidad.
Cuanto más trabajo para entender la lucha actual sobre el copyright y la
cultura, a la cual a veces llamo injustamente, y a veces no tan injustamente, las
"guerras del copyright", más pienso que estamos enfrentándonos a una quimera.
Por ejemplo, en la batalla sobre la cuestión de "¿qué es el intercambio de
ficheros p2p?" ambas partes aciertan y ambas partes se equivocan. Una parte
dice: "El intercambio de ficheros es igual que dos chavales grabándose sus
discos el uno al otro--el tipo de actividad que hemos estado haciendo durante los
últimos treinta años sin que nos preguntasen nada". Eso es verdad, al menos en
parte. Cuando le pido a mi mejor amigo que escuche un nuevo CD que acabo de
comprar, pero en vez de enviarle el CD dirijo a mi amigo a mi servidor p2p, esto
es, a todos los efectos relevantes, lo mismo que todos los ejecutivos en todas las
discográficas hicieron sin duda cuando eran críos: compartir música.
Pero esta descripción también es falsa en parte. Porque cuando mi
servidor p2p está en una red p2p a través de la cual cualquiera puede acceder a
mi música, entonces sí, seguro, mis amigos pueden tener acceso, pero el decir
que "mis diez mil mejores amigos" pueden tener acceso estira el significado de
"amigos" hasta hacerlo irreconocible .
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Igualmente, cuando el otro bando dice: "El intercambio de ficheros es lo
mismo que entrar en Tower Records, tomar un CD de una estantería y largarse
con él", eso es cierto, al menos en parte. Si yo, cuando Lyle Lovett (por fin)
lanza un nuevo álbum, en vez de comprarlo voy a Kazaa y me descargo una
copia gratis, eso es muy parecido a robar una copia en Tower Records.
Pero no es lo mismo que robar en Tower Records. Después de todo,
cuando me llevo un CD de Tower Records, Tower tiene un CD menos que
vender. Y cuando me llevo un CD de Tower Records, obtengo un pedazo de
plástico y una portada y algo que mostrar en mis estanterías. (Y ya que estamos
con esto, podríamos también llamar la atención sobre el hecho de que si me
llevo un CD de Tower Records, la máxima multa que me pueden imponer, al
menos bajo las leyes de California, es mil dólares. Por contra, y según la RIAA, si
me descargo un CD con diez canciones, me pueden demandar por daños y
perjuicios por un valor de millón y medio).
La idea no es que la situación sea distinta a como la describe ninguno de
los bandos. La idea es que es como ambos dicen--como la RIAA la describe y
como Kazaa la describe. Es una quimera. Y en lugar de simplemente negar lo
que la otra parte afirma, tenemos que empezar a pensar en cómo deberíamos
responder a esta quimera. ¿Qué reglas deberían gobernarla?
Podríamos responder simplemente pretendiendo que no es una quimera.
Podríamos, con la RIAA, decidir que cada acto de intercambio de ficheros debería
ser un delito. Podríamos perseguir familias por millones de dólares de daños sólo
porque se intercambiaron ficheros desde la computadora familiar. Y podríamos
conseguir que las universidades vigilaran todo el tráfico de sus ordenadores,
para asegurar así que ninguno de ellos se está usando para cometer este delito.
Estas respuestas serían extremas, pero cada una de ellas ya ha sido propuesta o
implementada en la realidad2.
Alternativamente, podríamos responder al intercambio de ficheros de la
manera en la que muchos chavales actúan, como si ya hubiéramos respondido.
Podríamos legalizarlo por completo. Que no haya ninguna responsabilidad legal
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por violación del copyright, ni civil ni criminal, por poner a disposición en la Red
materiales con copyright. Que el intercambio de ficheros sea como el cotilleo:
regulado, como mucho, por normas sociales pero no por la ley.
Cualquiera de las dos respuestas es posible. Creo que ambas serían un
error. En lugar de abrazar uno de los dos extremos, deberíamos abrazar algo que
reconozca la verdad en ambos. Y mientras que termino este libro con un esbozo
de un sistema que hace exactamente eso, mi objetivo en el capítulo siguiente es
mostrar cuán horrible sería el que adoptáramos el extremo de la tolerancia cero.
Creo que cualquier extremo sería peor que una alternativa razonable. Pero creo
que la solución de tolerancia cero sería el peor de los dos extremos.
Sin embargo, la tolerancia cero es cada vez más la política de nuestro
gobierno. En mitad del caos que Internet ha creado, está teniendo lugar una
extraordinaria apropiación de tierras. Se están cambiando la ley y la tecnología
para darles a los dueños del copyright un tipo de control sobre nuestra cultura
que nunca habían tenido antes. Y en este extremismo se perderán muchas
oportunidades para nueva innovación y nueva creatividad.
No estoy hablando de las oportunidades para que los chavales "roben"
música. Por contra, mi centro de atención es la innovación comercial y cultural
que también matará esta guerra. Nunca hemos visto difundirse el poder de
innovar entre nuestros ciudadanos de una forma tan amplia, y apenas acabamos
de empezar a ver la innovación que este poder puede desencadenar. Sin
embargo, Internet ya ha visto el final de un ciclo de innovación en torno a
tecnologías para distribuir contenidos. La ley es responsable de este final. Como
explicó el vicepresidente de política global de uno de estos nuevos innovadores,
eMusic.com, cuando criticó las protecciones añadidas por la DMCA a los
materiales con copyright:
eMusic se opone a la piratería. Somos distribuidores de materiales con
copyight, y queremos proteger esos derechos.
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Pero construir una fortaleza tecnológica que encierra la fuerza de las
grandes discográficas no es en modo alguno la única forma de proteger
los intereses del copyright, ni es tampoco necesariamente la mejor.
Simplemente, es demasiado pronto para responder a esa pregunta. Las
fuerzas del mercado operando de forma natural bien puede que
produzcan un modelo industrial completamente diferente.
Éste es un punto crítico. Las decisiones que los sectores industriales
tomen con respecto a estos sistemas directamente moldearán de muchas
maneras el mercado para los medios digitales y la manera en la que se
distribuirán los medios digitales. Esto a su vez influirá directamente en las
opciones disponibles para los consumidores, tanto en términos de la
facilidad con la que podrán acceder a los medios digitales como en el
equipo que requerirán para hacerlo. Las decisiones equivocadas que se
tomen tan temprano en este juego retrasarán el crecimiento de este
mercado, perjudicando los intereses de todos3.
En abril de 2001, Vivendi, una de "las grandes discográficas", compró
eMusic.com. Ahora su postura respecto a estas cuestiones ha cambiado.
Invertir ahora la dirección de nuestra tradición de tolerancia no aplastará
la piratería simplemente. Sacrificará valores que son importantes para esta
cultura, y matará oportunidades que podrían ser extraordinariamente valiosas.
(Cont.)
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