domingo, 29 de enero de 2012

CULTURA LIBRE - CAPÍTULO ONCE: Quimera





EN UN CUENTO muy conocido de H.G. Wells, un montañero llamado Nunez [sic]

tropieza (literalmente, en una ladera cubierta de hielo) para deslizarse hasta un

valle aislado y desconocido en los Andes peruanos1. El valle es

extraordinariamente hermoso, con "agua dulce, pastos, un clima moderado,

laderas de rico suelo marrón con marañas de un arbusto que daba un fruto

excelente"2. Pero sus habitantes son todos ciegos. Nunez toma esto como una

oportunidad: "En el país de los ciegos", se dice a sí mismo, "el tuerto es el rey".

Así que decide vivir con los habitantes del valle para explorar la vida como rey.

Las cosas no van como las había planeado. Intenta explicar la idea de la

visión a los habitantes. No la entienden. Les dice que son "ciegos". No tienen la

palabra "ciegos". Piensan que simplemente es tonto. De hecho, a medida que

van notando cada vez más las cosas que no puede hacer (oír el ruido de la



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hierba cuando se pisa, por ejemplo), empiezan a intentar controlarlo. A su vez, él

se siente cada vez más frustrado. "’No entienden' gritó, con una voz que quería

que fuese grande y resuelta, y que se quebró. 'Ustedes son ciegos y yo puedo

ver. ¡Déjenme tranquilo!’"

Los habitantes del pueblo no lo dejan tranquilo. Ni tampoco ven (por así

decir) las virtudes de su poder especial. Ni siquiera el objeto último de su afecto,

una joven que a él le parece "la cosa más hermosa de toda la creación",

comprende la belleza del sentido de la vista. La descripción de Nunez de lo que

ve "le parecía a ella la más poética de las fantasías, y escuchaba sus

descripciones de las estrellas y las montañas y su propia belleza como si fueran

un placer culpable". "Ella no creía", nos dice Wells, y "podía entender sólo a

medias, pero estaba misteriosamente encantada".

Cuando Nunez anuncia su deseo de casarse con su amada

“misteriosamente encantada", el padre y el pueblo se oponen. "Ya ves, querida

hija", le instruye su padre, "es un idiota. Tiene engañosas ilusiones. No puede

hacer nada bien". Llevan a Nunez al médico del pueblo.

Después de un examen cuidadoso, el médico da su opinión: "Su cerebro

está afectado", informa.

"¿Qué lo afecta?", pregunta el padre.

"Esas cosas extrañas que se llaman los ojos... están enfermos... de tal

manera que afectan a su cerebro".

El médico continúa: "Creo que podemos decir con razonable certeza que

para curarlo por completo, todo lo que tenemos que hacer es una sencilla y fácil

operación quirúrgica--es decir, extirpar esos cuerpos origen de la irritación".

"¡Gracias a Dios por la ciencia!", le dice el padre al medico. Informan a

Nunez de esta condición necesaria para que pueda conseguir a su prometida.

(Tendrás que leer el original para enterarte de que ocurre al final. Creo en la

cultura libre, pero no en revelar cómo acaba una historia).



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A VECES OCURRE que los embriones de dos gemelos se fusionan en el útero.

Esa fusión produce una "quimera". Una quimera es una criatura única con dos

series de ADN. El ADN en la sangre, por ejemplo, puede ser diferente del ADN en

la piel. Esta posibilidad para la trama de una novela de misterio está sin usar.

"Pero el ADN muestra con una certeza del 100% que ella no es la persona cuya

sangre apareció en la escena del crimen...".

Antes de haber leído sobre quimeras, habría dicho que eran imposibles.

Una persona no puede tener dos series de ADN. La misma idea del ADN es que

es el código de un individuo. Sin embargo, de hecho no solamente pueden dos

individuos tener el mismo ADN (gemelos), sino que una persona puede tener dos

series distintas de ADN (una quimera). Nuestra concepción de una "persona"

debería reflejar esta realidad.

Cuanto más trabajo para entender la lucha actual sobre el copyright y la

cultura, a la cual a veces llamo injustamente, y a veces no tan injustamente, las

"guerras del copyright", más pienso que estamos enfrentándonos a una quimera.

Por ejemplo, en la batalla sobre la cuestión de "¿qué es el intercambio de

ficheros p2p?" ambas partes aciertan y ambas partes se equivocan. Una parte

dice: "El intercambio de ficheros es igual que dos chavales grabándose sus

discos el uno al otro--el tipo de actividad que hemos estado haciendo durante los

últimos treinta años sin que nos preguntasen nada". Eso es verdad, al menos en

parte. Cuando le pido a mi mejor amigo que escuche un nuevo CD que acabo de

comprar, pero en vez de enviarle el CD dirijo a mi amigo a mi servidor p2p, esto

es, a todos los efectos relevantes, lo mismo que todos los ejecutivos en todas las

discográficas hicieron sin duda cuando eran críos: compartir música.

Pero esta descripción también es falsa en parte. Porque cuando mi

servidor p2p está en una red p2p a través de la cual cualquiera puede acceder a

mi música, entonces sí, seguro, mis amigos pueden tener acceso, pero el decir

que "mis diez mil mejores amigos" pueden tener acceso estira el significado de

"amigos" hasta hacerlo irreconocible .



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Igualmente, cuando el otro bando dice: "El intercambio de ficheros es lo

mismo que entrar en Tower Records, tomar un CD de una estantería y largarse

con él", eso es cierto, al menos en parte. Si yo, cuando Lyle Lovett (por fin)

lanza un nuevo álbum, en vez de comprarlo voy a Kazaa y me descargo una

copia gratis, eso es muy parecido a robar una copia en Tower Records.

Pero no es lo mismo que robar en Tower Records. Después de todo,

cuando me llevo un CD de Tower Records, Tower tiene un CD menos que

vender. Y cuando me llevo un CD de Tower Records, obtengo un pedazo de

plástico y una portada y algo que mostrar en mis estanterías. (Y ya que estamos

con esto, podríamos también llamar la atención sobre el hecho de que si me

llevo un CD de Tower Records, la máxima multa que me pueden imponer, al

menos bajo las leyes de California, es mil dólares. Por contra, y según la RIAA, si

me descargo un CD con diez canciones, me pueden demandar por daños y

perjuicios por un valor de millón y medio).

La idea no es que la situación sea distinta a como la describe ninguno de

los bandos. La idea es que es como ambos dicen--como la RIAA la describe y

como Kazaa la describe. Es una quimera. Y en lugar de simplemente negar lo

que la otra parte afirma, tenemos que empezar a pensar en cómo deberíamos

responder a esta quimera. ¿Qué reglas deberían gobernarla?

Podríamos responder simplemente pretendiendo que no es una quimera.

Podríamos, con la RIAA, decidir que cada acto de intercambio de ficheros debería

ser un delito. Podríamos perseguir familias por millones de dólares de daños sólo

porque se intercambiaron ficheros desde la computadora familiar. Y podríamos

conseguir que las universidades vigilaran todo el tráfico de sus ordenadores,

para asegurar así que ninguno de ellos se está usando para cometer este delito.

Estas respuestas serían extremas, pero cada una de ellas ya ha sido propuesta o

implementada en la realidad2.

Alternativamente, podríamos responder al intercambio de ficheros de la

manera en la que muchos chavales actúan, como si ya hubiéramos respondido.

Podríamos legalizarlo por completo. Que no haya ninguna responsabilidad legal



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por violación del copyright, ni civil ni criminal, por poner a disposición en la Red

materiales con copyright. Que el intercambio de ficheros sea como el cotilleo:

regulado, como mucho, por normas sociales pero no por la ley.

Cualquiera de las dos respuestas es posible. Creo que ambas serían un

error. En lugar de abrazar uno de los dos extremos, deberíamos abrazar algo que

reconozca la verdad en ambos. Y mientras que termino este libro con un esbozo

de un sistema que hace exactamente eso, mi objetivo en el capítulo siguiente es

mostrar cuán horrible sería el que adoptáramos el extremo de la tolerancia cero.

Creo que cualquier extremo sería peor que una alternativa razonable. Pero creo

que la solución de tolerancia cero sería el peor de los dos extremos.

Sin embargo, la tolerancia cero es cada vez más la política de nuestro

gobierno. En mitad del caos que Internet ha creado, está teniendo lugar una

extraordinaria apropiación de tierras. Se están cambiando la ley y la tecnología

para darles a los dueños del copyright un tipo de control sobre nuestra cultura

que nunca habían tenido antes. Y en este extremismo se perderán muchas

oportunidades para nueva innovación y nueva creatividad.

No estoy hablando de las oportunidades para que los chavales "roben"

música. Por contra, mi centro de atención es la innovación comercial y cultural

que también matará esta guerra. Nunca hemos visto difundirse el poder de

innovar entre nuestros ciudadanos de una forma tan amplia, y apenas acabamos

de empezar a ver la innovación que este poder puede desencadenar. Sin

embargo, Internet ya ha visto el final de un ciclo de innovación en torno a

tecnologías para distribuir contenidos. La ley es responsable de este final. Como

explicó el vicepresidente de política global de uno de estos nuevos innovadores,

eMusic.com, cuando criticó las protecciones añadidas por la DMCA a los

materiales con copyright:

eMusic se opone a la piratería. Somos distribuidores de materiales con

copyight, y queremos proteger esos derechos.



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Pero construir una fortaleza tecnológica que encierra la fuerza de las

grandes discográficas no es en modo alguno la única forma de proteger

los intereses del copyright, ni es tampoco necesariamente la mejor.

Simplemente, es demasiado pronto para responder a esa pregunta. Las

fuerzas del mercado operando de forma natural bien puede que

produzcan un modelo industrial completamente diferente.

Éste es un punto crítico. Las decisiones que los sectores industriales

tomen con respecto a estos sistemas directamente moldearán de muchas

maneras el mercado para los medios digitales y la manera en la que se

distribuirán los medios digitales. Esto a su vez influirá directamente en las

opciones disponibles para los consumidores, tanto en términos de la

facilidad con la que podrán acceder a los medios digitales como en el

equipo que requerirán para hacerlo. Las decisiones equivocadas que se

tomen tan temprano en este juego retrasarán el crecimiento de este

mercado, perjudicando los intereses de todos3.

En abril de 2001, Vivendi, una de "las grandes discográficas", compró

eMusic.com. Ahora su postura respecto a estas cuestiones ha cambiado.

Invertir ahora la dirección de nuestra tradición de tolerancia no aplastará

la piratería simplemente. Sacrificará valores que son importantes para esta

cultura, y matará oportunidades que podrían ser extraordinariamente valiosas.



(Cont.)

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