lunes, 18 de junio de 2018

La psicología del militante virtual


LAS REDES SOCIALES COMO NUEVO ESPACIO DE DISCUSION

18/06/2018

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El principal rasgo del militante 2.0 es la fiaca, y de ella se desprende la condición de dramático entusiasmado, policía del lenguaje y oportunista desenfrenado.
Con el devenir de las nuevas tecnologías, la proliferación de las redes sociales, ha surgido de la contemporaneidad un nuevo sujeto social: el Militante Virtual. Para este nuevo espécimen, la web se volvió el espacio público de discusión, el ágora de la antigua Grecia o la plaza San Martín de Santa Rosa.

La característica que más lo define es la fiaca. El militante virtual es, en el fondo, un “ser fiacún”, o un “ser-para-la-fiaca”. Es muy importante la fiaca porque de ella se desprenden todos los rasgos que componen su psicología. La condición de dramático entusiasmado, la de policía del lenguaje, o de oportunista desenfrenado, son elementos que sabe utilizar con total eficacia para poder justificar, en definitiva, su estado ideal: la pereza.

¿Qué significa esto? que el militante virtual es, además, un ser culpógeno. No puede acostarse sin sentir culpa, por ejemplo, sobre el pasto de la laguna Don Tomás, un martes a las cuatro de la tarde, mientras fuma un cigarro y disfruta de un exquisito baño de sol.
Esto lo puede hacer si antes ha compartido en su Facebook unas cuantas publicaciones repudiando tal o cual declaración de determinada persona. Ahí sí que se puede beber toda la botella de la modorra. El militante virtual es culpógeno, como la clase media, porque en general, es de clase media.

En las marchas.

El más comprometido suele ir a las marchas, pero tampoco que se queda hasta el final: con una selfies alcanza. Naturalmente, está más pendiente de la mirada del otro que de la causa en sí misma. Por eso siempre es el primero que exclama al viento: “¡Sale una selfie!”. Apenas se deja constancia de su presencia, el militante virtual se toma el buque.
Algunos le solicitan a otro compañero que le saque la foto, de tal manera que, si tiene una bandera, la levanta hasta que le agarra tendinitis en los hombros, y pone cara de constipado o de “me enojo solo”, para que el cuadro parezca un poco más épico. La épica es muy importante. Luego, esta foto se colocará irremediablemente en su imagen de perfil, o de portada de Facebook.
Si la marcha comienza a las 19 horas, el militante virtual no te va a ir a las siete de la tarde. A no ser que en la previa hayan sanguchitos o alguna otra colación para mantener la panza contenta. Si la marcha empieza a las 19 y finaliza a las 21, el militante virtual te va a ir a las 20. Las ocho de la noche, en este caso, es el momento de mayor auge de la marcha, y allí estará el militante virtual para disparar con su celular. Como dijimos, la épica y la imagen son muy importantes. (Hay algunos, los más radicalizados, que directamente laburan de ir a marchas ajenas, cobran un sueldo).

Vigilante del lenguaje.

El militante virtual es, también, un policía del lenguaje. Es una regla que tiene tatuada en la frente con fuego valyrio. Dedica largas horas de su día a patrullar por redes sociales, en busca de comentarios “inapropiados”, palabras “incorrectas” o frases “provocadoras”.
Cuando el militante virtual encuentra alguna frase subida de tono, se indigna. Luego se indigna por Whatsapp en un grupo de indignados. Cuando cuenta lo que leyó, los integrantes del grupo dicen “Oh no, qué barbaridad, ¿en serio dijo eso?”.

A continuación deciden contestarle con insultos en los comentarios; y por último, si están muy organizados, redactan un comunicado, que empieza diciendo: “Repudiamos enérgicamente las desafortunadas declaraciones de…”. Ya escrachada la persona, pueden tirarse panza arriba para hacer lo que más les gusta: fiaca.

Oportunismo desenfrenado.

Cuando ve venir una ola, sin dudar, el militante virtual se recuesta con obscenidad. A veces, barrena tanto la ola que se termina estrellando contra las rocas de la orilla.
Es humano, y por lo tanto es contradictorio. Es decir, por la acumulación de olas en las que se ha acostado, hay momentos en que por la simple dinámica del oportunismo desenfrenado, incurre en contradicciones.

Esto le sucede por su postura radicalizada frente a todos los temas. Pero ojo, no es culpa suya, sino de la maldita “burbuja virtual”. La burbuja, o su perfil de Facebook, es aquella “casa amigable” en la que interactúan en Internet, donde no hay posiciones contrapuestas. Todos son del palo. Lo que genera es eclipsar nuevas ideas, de tal manera que las vigentes se vuelven cada vez más extremas.
¿Por qué? porque la comunicación en redes sociales es emocional. Lo que rige el lenguaje en ese mundo es la instantaneidad, que coincide con la emotividad, desentendiéndose de lo lento y reflexivo. Podemos decir, entonces, que el militante virtual es incontinente y emocional.
Cuando alguien desentona en esta burbuja de Facebook o “casa amigable”, lo que ocurre es un disciplinamiento feroz y espontáneo por parte de toda la comunidad, una “tormenta de mierda”, diría un teórico, que le cae a este individuo. Si no se corrige, es decir, si no se acalla, será expulsado de la comunidad. Y nadie quiere ser expulsado, mejor negocio es ser amado.

Otras características.

Como buen producto de la época, es un consumidor voraz. Está al tanto del abanico de causas “populares” de su entorno, y esto le ayuda a recopilar frases emotivas para anular todo argumento reflexivo.
El militante virtual suele decir “las redes sociales son la nueva herramienta de lucha”.
Siempre pone en su foto de perfil un lema que esté de moda, aunque la frase desentone drásticamente con la imagen. Por ejemplo, el militante virtual, en Santa Rosa, escribe sobre su imagen la leyenda de: “Aparición con vida de los 43 estudiantes mexicanos”, mientras en su foto de perfil aparece sonriente tomando tequila en Cancún. Como Internet, el militante virtual no tiene fronteras.
Tiene una especie de regodeo con el show, con la celebrity. Se sospecha que quiera ser un héroe, hay un sentimiento de grandeza que lo envuelve. Quiere manejar algo, quiere ser la cabecilla de algo. Pero desde su escritorio.

El militante virtual apoya y comparte todas las luchas habidas y por haber, es un feroz compartidor de publicaciones, por más que no tenga nada que ver con su vida. Por ejemplo, puede ser decididamente un depredador de todo tipo de carnes, y al mismo tiempo apropiarse de la lucha de “por una alimentación sana”.

Haciendo una alegoría a la foto de los pies metidos en la fuente, el militante virtual mete las manos en una palangana luego de una virulenta publicación.
El militante virtual es un ser humano, y por lo tanto, lo que quiere es cariño. Cuando se siente solo por las noches, escribe en su cuenta un parrafito indignándose por cualquier motivo, y finaliza diciendo “¡pero esto no me va a detener, voy a seguir en la lucha, todes juntes!”. Cuando se acuesta y vuelve a agarrar su celular, lee las respuestas de su publicación, y su mente va ingresando plácidamente al mundo de los sueños, mientras se duerme sonriendo por los “me gusta” y apoyos que recibe; y deja de sentirse tan solo. (NYC)


domingo, 10 de junio de 2018

¿TE HAN LAVADO EL CEREBRO?


A los 94 años, el extraordinario periodista Ury Avnery sigue luchando por la verdad, en el atroz pantano de la democracia israelí

POR URY AVNERY JUN 10, 2018

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Es asombroso. Los psicólogos sin principios, al servicio de un régimen maligno, utilizan técnicas sofisticadas para controlar la mente de una persona desde lejos.
El término “lavado de cerebro” nació en 1950. Es una palabra china (“xinao”, literalmente lava el cerebro). Originalmente sirvió para describir una técnica utilizada, según se afirmaba, por los gobernantes chinos para manipular las mentes de los prisioneros estadounidenses en la Guerra de Corea. Cambiaron sus procesos mentales inconscientes y los convirtieron en agentes de fuerzas siniestras.
Muchos libros y películas pretendían mostrar cómo funciona esto. Por ejemplo, la película clásica El embajador del miedo muestra cómo los comunistas toman a un oficial estadounidense, prisionero de guerra en Corea, manipulan su mente y le ordenan matar al candidato presidencial de los Estados Unidos. El oficial estadounidense no sabe que ha sido convertido inconscientemente en un agente comunista. No recuerda la orden dada bajo hipnosis y no sabe que actúa en consecuencia.
Esta trama es ridícula, como la mayoría de las descripciones pseudocientíficas. En la práctica, es mucho más fácil manipular las mentes de personas, individuos y colectivos.
Por ejemplo, la “propaganda” nazi, inventada por el propio Adolf Hitler. En su libro, Mi lucha, describe cómo fue testigo de la propaganda británica extremadamente exitosa, como soldado en el frente occidental en la Primera Guerra Mundial. Los británicos arrojaron panfletos sobre las trincheras alemanas y destrozaron la confianza de los soldados en su liderazgo.

Cuando Hitler llegó al poder en Alemania, confió a uno de sus fieles secuaces, Joseph Goebbels, la creación de un Ministerio de Propaganda. Goebbels convirtió la propaganda en una forma de arte. Entre otros medios, hizo de todos los medios alemanes, los periódicos y la radio, agencias gubernamentales. En alemán se llamaba “Gleichschaltung”: conectaba todos los componentes a una sola línea eléctrica. Gracias a esto, la Alemania nazi continuó luchando mucho después de que quedó claro que había perdido la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los medios fue la desconexión del público alemán de cualquier otra fuente de información. La propaganda oficial llegaba por todos los medios. Escuchar una transmisión del extranjero era un delito grave, castigado severamente.
De ese modo, los alemanes todavía creían en su victoria final, el Endsieg, incluso después de que los soviéticos en el este y los anglosajones en el oeste ya habían cruzado las fronteras de Alemania.
¿Se necesita un régimen dictatorial —nazi o comunista— para convertir los medios en una máquina de lavado de cerebro? El sentido común dice que esto es imposible en una democracia. El sentido común es incorrecto

Se recordará que Hitler alcanzó el poder por medios democráticos. Incluso ahora, los nacionalistas fanáticos están ganando elecciones democráticas en muchos países. Todos sus líderes están ocupados destruyendo los tribunales, llenando los parlamentos con idiotas útiles y, especialmente, convirtiendo los medios en instrumentos de lavado de cerebro. En nuestro país, también.
¿Cómo se hace esto? Es bastante simple: uno tiene que suprimir todas las otras voces, asegurarse de que el ciudadano escuche solo una voz, que repita algunos mensajes una y otra vez, interminablemente. De esta manera, la mentira se convierte en verdad.
En tal situación, el ciudadano común se convence de que la línea oficial es su opinión personal. Este es un proceso inconsciente. Cuando uno le dice a un ciudadano que le lavan el cerebro, se siente profundamente insultado.

Esto ha estado sucediendo en Israel en los últimos años. Los ciudadanos no son conscientes de lo que está sucediendo, absorben diversos periódicos, programas de televisión y emisiones de radio, y ven que todos estos medios están discutiendo libremente entre ellos e incluso peléandose entre ellos. Los ciudadanos no son conscientes de que en el único tema crítico de nuestra vida, la guerra y la paz, todos esos medios están “conectados” a una línea única de lavado de cerebro.
Durante las últimas semanas hemos estado viendo un ejemplo perfecto de este mecanismo. Los eventos en la frontera de la Franja de Gaza han activado un mecanismo de lavado de cerebro que los regímenes dictatoriales en el mundo solo pueden envidiar.
Hagamos un autoexamen: ¿qué hemos escuchado por la radio? ¿Qué hemos visto en la televisión? ¿Qué leímos en los periódicos?
En pocas semanas, más de cien seres humanos murieron por disparos y muchos miles resultaron heridos por fuego vivo. ¿Por qué?
“Nos vimos obligados a dispararles porque estaban asaltando la valla fronteriza”. Y, de hecho, ¿los propios habitantes de Gaza no proclamaron su voluntad de “regresar a casa”, es decir, de regresar al territorio israelí?

Pero el”Lunes Negro” 14 de mayo, 63 manifestantes desarmados fueron muertos a tiros y más de 1.500 heridos por fuego vivo. Todo israelí sabe que esto fue necesario porque los manifestantes irrumpieron en la valla y estaban a punto de invadir Israel. Nadie prestó atención al simple hecho de que no había una sola foto que mostrara tal cosa. Ni siquiera una. A pesar del hecho de que en ambos lados de la cerca había cientos de fotógrafos, incluyendo los fotógrafos del ejército israelí, que filmaron todos los detalles. ¿Decenas de miles de personas irrumpieron, y no hay ni una sola foto? Uno debe notar el uso de la palabra “terror”. Se ha convertido en un adjetivo adjunto a todo. No solo hay túneles, todos son siempre “túneles del terror”. Hay “terroristas”. Existe “el régimen de terror de Hamas” y hay “bases terroristas”. Ahora hay “barriletes terroristas”. No sólo “barriletes incendiarios” o “barriletes de destrucción”, sino “barriletes terroristas”. Lo mismo todos los días en todos los medios. Alguien ha tomado la decisión de usar esa terminología. Por supuesto, todos los que llevan junto a su nombre la palabra “terror” son “hijos de la muerte”, como se dice en el hebreo bíblico. Otro término orgulloso del lavado de cerebro. Los habitantes de la Franja de Gaza son “terroristas”. (En hebreo, se ha inventado un término especial: “Mekhablim”). ¿Todos ellos? Por supuesto, no hay duda. Especialmente los miembros de Hamas. Pero Hamas es un partido político que ha ganado elecciones democráticas en toda Palestina. Un partido civil que tiene un ala militar. Pero en nuestros medios, todos los miembros del partido y sus seguidores son “terroristas”, hijos de la muerte. Por supuesto. El uso de estos términos, cientos de veces al día, constituye claramente un lavado de cerebro, sin que los ciudadanos lo noten. Se están acostumbrando al hecho de que todos los habitantes de Gaza son terroristas, mekhablim. Este es un proceso de deshumanización, la creación de Untermenschen en el léxico nazi. Su asesinato está permitido, incluso es deseable. En tal atmósfera, incluso las frases abominables pasan desapercibidas. Por ejemplo, esta semana escuché en uno de los noticieros de televisión a un corresponsal militar hablando de la próxima manifestación en Gaza: “Irán quiere manifestantes muertos, y parece que los obtendrá”. Hay que leer esta oración dos veces para darse cuenta de lo que dice: que los francotiradores israelíes sirven a los intereses iraníes. O una oración que se repite una y otra vez, incluso por respetados comentaristas: “Irán quiere destruir el Estado de Israel”. No sé qué quieren 80 millones de iraníes, ni lo sabe el escritor. Pero la oración en sí es ridícula. Israel es una potencia nuclear. ¿Cómo se aniquila a una potencia nuclear (con submarinos que pueden lanzar armas nucleares en caso de necesidad)? ¿Están listos los iraníes para convertir su país, una de las cunas de la civilización humana, en un cementerio y un desierto?
O un vaticinio: “El viernes tendrá lugar otra manifestación violenta “. “Violenta”? “Otra”? Ni se discute que todas las manifestaciones a lo largo de la valla de Gaza fueron completamente no violentas. Los manifestantes no dispararon ni un solo tiro, cuando miles de ellos resultaron heridos por fuego vivo y más de un centenar de ellos, muertos. Sin embargo, la mentira pasa sin comentarios. Ni uno solo de los cientos de presentadores de programas de noticias televisivas corrige las declaraciones de los corresponsales. Porque a los directores, presentadores, comentaristas y corresponsales también les han lavado el cerebro por completo. El portavoz del Ejército sabe la verdad, por supuesto, pero él es un engranaje central en la máquina de lavado de cerebro.
Los acontecimientos alcanzaron un clímax con el asesinato de Razan Ashraf al-Najjar, la paramédica de 21 años que intentaba salvar la vida de un manifestante herido. El francotirador que le disparó en el pecho vio que ella era una médica que trataba a una persona herida. Fue un claro crimen de guerra. ¿Hubo una protesta pública? ¿Exigieron los medios una investigación? ¿Le dieron su título principal de tapa? ¿Observó el Parlamento un minuto de silencio? Nada de eso. Una noticia menor en algunos periódicos (de ninguna manera en todos). Un excelente artículo de la admirable Amira Hass en Haaretz. Y eso es todo. Pasaron unos días y en el exterior hubo protestas. El equipo de fútbol argentino, con el admirado Messi, canceló un partido amistoso contra el equipo israelí en Jerusalén. Los lavadores de cerebro se dieron cuenta de que era imposible no reaccionar. Entonces, el portavoz del Ejército publicó una declaración diciendo que se había llevado a cabo una investigación. ¿Qué descubrió? Ah bueno. Nadie había disparado contra Razan. La alcanzó el rebote de una bala que había golpeado el suelo lejos de ella. Esa es una mentira descarada de la que incluso el mentiroso del Ejército debería avergonzarse. Fue aceptado por el público con el cerebro lavado. Una de las características del lavado de cerebro es la ausencia total de una segunda opinión. Cuando un comentarista emite la línea oficial de un evento, ¿alguien expresa una versión alternativa? ¿Hay un debate entre el portavoz oficial y un comentarista contrario? En los medios democráticos, eso sería un lugar común. Aquí es muy, muy raro.

¿Qué se puede hacer para contrarrestar este lavado de cerebro? No mucho. Primero que nada: hay una necesidad vital de una segunda voz. El lavado de cerebro puede ser eficiente solo cuando la voz oficial disfruta de un monopolio completo. Ese fue uno de los objetivos de Haolam Hazeh, el semanario que edité durante 40 años. A cada versión falsa del gobierno opuso una versión contraria. Aunque nuestra voz era débil, en comparación con la poderosa máquina del gobierno (incluso en aquellos días), el solo hecho de que haya dos voces, aunque desiguales, impide un lavado de cerebro total. El ciudadano escucha dos versiones y se pregunta “¿quién tiene razón?”
Si todos los grupos por la paz y los derechos humanos en Israel establecen un centro conjunto de información, que se escuchará, tal vez se pueda romper el monopolio de la propaganda oficial. Quizás.

Hay en el país un pequeño grupo de comentaristas que no temen decir la verdad, incluso cuando esto se considera traición. Gideon Levy, Amira Hass y algunos otros. Debemos asegurarnos de que se escuche su voz. Deben ser animados.
Todos los medios deben ser presionados para presentar una diversidad de puntos de vista sobre los asuntos de la guerra y la paz, para permitir que el “enemigo interno” sea escuchado, de modo que el ciudadano pueda formarse una opinión propia.

Los medios de comunicación extranjeros deben tener libre acceso a las fuentes de información, incluso cuando son críticos, “hostiles” y “antisemitas”. Los amigos de la paz israelo-palestina en el extranjero deben ser alentados a presionar a los medios en sus países de origen para que publiquen la verdad sobre lo que está sucediendo aquí.

No me gusta la palabra “deber”. Pero en este contexto, ninguna otra servirá.
El poder de la verdad contra una máquina de lavado de cerebro siempre es limitado. Pero al final, incluso si lleva tiempo, la verdad prevalecerá. Se necesita valor.
La película El embajador del miedo tiene un final sorpresivo: en el último minuto, en lugar de matar al candidato presidencial, el hombre con el cerebro lavado le dispara al agente comunista que se suponía que tomaría su lugar.