Mucho se ha especulado
sobre si Donald Trump es masón o no. Los conspiranóicos de turno se afanaron
durante la campaña electoral y en su investidura, en editar vídeos y subirlos a
YouTube, a escribir artículos y vocear en entrevistas la vinculación de Trump
con la masonería. Nada más lejos de la realidad.
Si bien es cierto que muchos de
los presidentes de Estados Unidos se han declarado masones,
o se ha demostrado que lo eran a través de terceros, en los ámbitos internos de
la masonería, no se sabe nada acerca de la membresía masónica de
Trump. No sólo eso, sino que ha generado un rechazo generalizado a su elección
por contravenir la mayoría de los preceptos masónicos con sus políticas
racistas y en pro de la desigualdad o los recortes en las libertades civiles.
Entre sus principales promesas
electorales podemos encontrar algunas que van
en contra radicalmente de lo que se supone que deben ser los valores
que contenga en su interior un masón, a saber:
- Muro en la frontera con México: Fue de una de sus primeras propuestas y la más
polémica. El aspirante presidencial republicano quiere forzar a México a pagar el muro de 1.600 kilómetros que quiere
construir en la frontera para frenar la inmigración ilegal y cuyo coste,
según el propio magnate, ascendería a unos 8.000 millones de dólares. Su
plan es bloquear las remesas que recibe del país latinoamericano de sus
inmigrantes en EE UU si México no accede a pagarlo.
- Prohibición de los
musulmanes: Trump ha propuesto
negar a todos los musulmanes la entrada a Estados Unidos “hasta que los
representantes del país puedan desentrañar qué demonios está ocurriendo”.
Además quiere crear un registro oficial de estadounidenses
musulmanes.
- Otras medidas
antinmigración: Triplicar los agentes
fronterizos, eliminar la ciudadanía por nacimiento o deportar a los once
millones de indocumentados que trabajan en el país son algunas de sus
otras promesas en esta área si llega a ser sucesor de Obama.
- Derecho a portar
armas de fuego: “Si la licencia de
conducir, que es considerada un privilegio, tiene validez en todo el país
también debe tenerlo el derecho constitucional de poseer armas”. Ese es
uno de los argumentos que utiliza Trump en su página web para defender el
derecho a los cuidadanos a poseer y portar armas en los 50 estados de EE
UU, donde mueren una media de 92 personas al día por arma de fuego
(asesinato, suicidio o accidente), según datos de The New York
Times.
- La “tortura
funciona” y otras medidas contra el terrorismo: El candidato republicano es partidario de enviar
tropas de EE UU para combatir al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en
Irak, especialmente contra los pozos petrolíferos. En Siria, sin embargo dejaría al Gobierno de Bachar Al Assad y a su alido ruso la
lucha contra el grupo terrorista. También ha dicho en alguna ocasión que
“la tortura funciona” y que mantendría y aumentaría los presos en la
cárcel de Guantánamo (Cuba).
Una semana le ha bastado al
presidente de los EEUU, Donald Trump, para demostrar al mundo que sus promesas electorales
iban en serio. Desde su toma de posesión en Washington, el pasado
20 de enero, el nuevo mandatario estadounidense se ha encargado, a golpe de decreto
y de órdenes presidenciales,
de comenzar a aplicar sus medidas más polémicas.
Pocas horas después de
asumir su cargo, y ya en el despacho oval, Trump firmó la orden ejecutiva
para “aliviar las cargas” del Obamacare, la reforma sanitaria aprobada
por el expresidente Barack Obamapara
ampliar la cobertura médica a la población más vulnerable. El desmantelamiento
de este plan de salud, no obstante, no será inmediato, ya que debe ser el
Congreso —con mayoría republicana— quien en última instancia derogue la
reforma.
Otro de los objetivos puestos en
el punto de mira de la nueva Administración de EEUU ha sido el aborto. Su segunda orden al frente de la Casa Blanca fue
recuperar el programa conocido como Política de Ciudad de México,
mediante el cual se prohíbe a ONGs y asociaciones en el extranjero que utilicen
fondos del Gobierno estadounidense para asesorar, apoyar o participar en
abortos.
Ese mismo día, el pasado lunes,
Trump firmó un decreto para retirar
a Estados Unidos del TPP, un acuerdo comercial firmado por Obama con 11
países del área del Pacífico, entre ellos con China.
Algunas voces republicanas críticas con Trump, como el senador John McCain, han tildado de “error
grave” la retirada de EEUU del TPP, ya que “tendrá consecuencias duraderas para
la economía americana” y permitirá que “China reescriba las normas económicas a
expensas de los trabajadores americanos”. Trump también ha congelado, por
decreto, las nuevas contrataciones en la administración federal, excepto en las
fuerzas armadas.
Un día después, el martes, Trump
ordenó —también por decreto— el arranque del proyecto de construcción de dos gigantescos oleoductos que
atravesarán EEUU: Keystone XL y North Dakota
Pipeline. Obama había paralizado
estas dos infraestructuras debido a su impacto en el medio ambiente, una de las
cuestiones que menos parecen interesar al negacionista Trump,
quien ha dado órdenes de eliminar
la página dedicada al cambio climático en la web de la
Agencia para la Protección del Medioambiente de EEUU, según ha publicado
Reuters.
Las últimas víctimas de
Trump en esta primera semana al frente de la Casa Blanca han sido los
inmigrantes y México. Por un lado, el nuevo presidente ha recuperado
el programa “comunidades
seguras”, aprobado por George W. Bush en 2001, que permite que cualquier
miembro de las fuerzas de seguridad de EEUU pueda actuar como un agente de
inmigración con un objetivo: detener y deportar al mayor número de
indocumentados posible. Por otro lado, Trump estableció la prohibición de aceptar refugiados de Siria,
Irak, Libia y otros cuatro países de mayoría musulmana, y redujo la
cuota de demandantes de asilo para 2017 a 50.000 personas, menos de la
mitad de los que EEUU tenía previsto aceptar este año.
Además, ha anunciado la
construcción de 2.000 kilómetros
de muro en la frontera con México, y ha anunciado la posible aplicación
de un arancel de un 20% en las importaciones mexicanas (que superan cada año
los 500 mil millones de dólares) para costear esta inmensa infraestructura.
Estos anuncios han provocado una crisis diplomática
con el gobierno mexicano, que llevaron al presidente Peña Nieto a cancelar su viaje a
Washington. El pago de estos aranceles, además, implican de facto la derogación del Tratado de Libre Comercio (NAFTA,
por sus siglas en inglés) entre EEUU, México y Canadá.
En los próximos días, Trump ya
ha anunciado que prepara órdenes ejecutivas para reducir los compromisos económicos de EEUU con la ONU y a otras organizaciones internacionales, y que
anunciará su candidato a ocupar un puesto de magistrado en el Tribunal Supremo
. La prensa estadounidense también ha publicado que prepara otro decreto
para mantener abierta la prisión
de Guantánamo y para recuperar los centros clandestinos
de la CIA.
Todas estas medidas sólo
van en una dirección: LA DEL ODIO
Tanto sus promesas electorales
como las primeras medidas aplicadas, nos indican el tortuoso camino que le
espera al mundo en los próximos cuatro años. Una deriva de violación
sistemática y sistematizada de los Derechos Humanos, una mayor acumulación de recursos en las manos más ricas
del mundo, una mayor predisposición a generar o a aumentar más
intensamente los conflictos bélicos para remontar las posiciones de la
industria de la guerra.
Todo este conjunto de medidas
propiciará nuevos enfrentamientos entre los pueblos, acentuando las diferencias
religiosas y económicas en lugar de suavizarlas, revitalizando así viejos odios
o creando nuevos.
Y no es sólo eso, sino que los
extremismos de la vieja Europa resurgen
a la sombra de la victoria de un Trump exultante con el Brexit o
las nuevas derechas europeas, utilizando la demagogia y los discursos
populistas para ganarse el favor de las capas más populares de la sociedad,
dirigiéndose así hacia la posibilidad de ganar algunas elecciones, sobre todo
de los países nórdicos.
Desde aquí les digo a todos
estos conspiranóicos, que yo soy masón, y si Donald Trump también es masón, yo
me voy.
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