Antes de comenzar mi
disertación, voy a citar algunas consideraciones sobre Venezuela, que algún día
expresó nuestro filósofo Fernando González.
“En
Suramérica lo más original y representativo es Venezuela. […] En Venezuela
apareció ya el tipo suramericano. Todos son iguales, tienen egoencia admirable,
desfachatez y capacidad dominadora. Biológica e históricamente Caracas es la capital
suramericana. […] Venezuela tiene capacidad de impertinencia y Suramérica será
venezolana o nada. […] Todo venezolano es dictador. […] El orgullo del
venezolano es incalculable. Se cree único. Tiene aspecto de importancia y de
capaz de hacerse matar. Es el porvenir de Suramérica.” (Mi compadre, 1934)
“Venezuela
es la que tiene más personalidad en Suramérica. No quiero decir que sea más
rica, que esté mejor gobernada, más organizada, etc. Hablo desde el punto de
vista biológico. Ella produce hombres originales, gobiernos originales, modos
propios. En otras palabras, en Venezuela es donde tienen menos vergüenza. […]
En la guerra de independencia, Venezuela dio los héroes y Colombia los
juristas: dio muchos Santander es, gente apegada a la vida, a los libros, a las
clasificaciones. Venezuela dio a Bolívar, primer hombre cósmico cuyos orígenes
están oscuros para el sociólogo.” (Los negroides, 1936)
Es
perfectamente comprensible que toda la derecha en Suramérica deteste a Hugo
Chávez. Es elemental, que las oligarquías de los países suramericanos junto con
los gobiernos norteamericanos, aborrezcan a ese “engendro del demonio”. Es
comprensible además que la población colombiana enajenada y manipulada por el
régimen mafioso y criminal que actualmente padecemos en Colombia, también
sienta desprecio por tan abominable personaje, más aún si se atreve a criticar
los honorables, puros, honrados, y además blancos políticos uribistas, que
están haciendo en Colombia “un paraíso de seguridad democrática”. Es comprensible
que los periodistas colombianos, grandes “genios iluminados por la razón”, que
le explican a Colombia día a día como entender el mundo (como Claudia
Gurisatti, Vicky Dávila y Darío Arismendi), hayan develado la crueldad de este
tirano. Pero lo que no puedo comprender es que algunos hombres de izquierda en
Colombia lo detesten también, por su impertinencia y su desfachatez,… y le
critiquen su falta de diplomacia y talante democrático, aquel que “si tienen”
sus adversarios de la derecha, que podrán ser unos ladrones, pero, eso sí, que
son bien educados, bien demócratas y bien mesurados…(!)
Yo
lo que creo, es que nadie, ha comprendido, que Chávez es tan impulsivo,
apasionado, contradictorio, arrojado, desfachatado, impertinente, tal cual como
son los hombres de Suramérica, los hombres del pueblo, los del trópico, los
hijos de los pueblos condenados a vivir cien años de soledad… Pero no, todos
reclaman la diplomacia democrática de los estadistas que han gobernado a
Suramérica, bajo la obediencia estricta de la democracia capitalista
norteamericana. Nadie, se ha dado cuenta, que Chávez se parece a su pueblo, así
como Fidel al suyo, Evo al suyo…. Y así como la Colombia goda de Laureano
Gómez, señaló a Gaitán como un simio, un negro comunista con la jeta hinchada,
así hoy, quieren también, acabar con ese hombre de color y mal hablado,
boquitrompón, que no es blanco ni de ojos azules, y que se está atreviendo a
pensar a Suramérica de una manera distinta.
En
el año 2003 tuve la oportunidad de conocer a Hugo Chávez. Escuché en una
reunión de no más de 200 personas, una charla sobre la revolución Bolivariana
y, en verdad, allí descubrí a un hombre, sensible, apasionado, honesto, que
sabía y creía lo que estaba diciendo. Escuché un discurso sin hipocresía, algo
raro en nuestras tierras. Luego fui hasta Venezuela y recorrí gran parte de su
territorio para ver con mis propios ojos, lo que estaba ocurriendo allá. Y
constaté en sus hombres y mujeres, lo que ya había descrito Fernando González:
gente brusca, impertinente, dictadora, en verdad un pueblo desfachatado… Con
muchos problemas, pero eso sí, todos con una voluntad estremecedora. Entendí
que a la Revolución Bolivariana, aún le faltaba mucho para alcanzar sus
propósitos, y que los escollos inevitables de las malas prácticas políticas,
que se han dado en toda América Latina durante toda su historia, serían muy
difíciles de erradicar…. Y luego, regresé a Colombia, a ver como la gente,
algunos cultos, otros ignorantes, se atrevían a señalar los defectos de
Venezuela, como si los colombianos tuviésemos mucha autoridad moral para ello.
No
voy a referirme acá a los logros y dificultades de la Revolución Bolivariana,
simplemente voy a recordar las palabras que pronuncié en una conferencia en la
Casa Museo Otraparte, en el año 2006. Decía: “En su libro sobre Juan Vicente
Gómez, “Mi compadre”, Fernando González dijo: «Mientras Olaya vende a Colombia…
Venezuela es convertida de nuevo, por Gómez, en la cuna de Suramérica.» Hoy 77
años después, podemos decir lo mismo, cambiando solamente los apellidos:
Mientras Uribe vende a Colombia… Venezuela es convertida de nuevo, por Chávez,
en la cuna de Suramérica.”
Y
hoy agrego: tal vez, muchos hombres de izquierda, no estemos de acuerdo con
muchos procedimientos de Chávez, yo mismo no he estado de acuerdo con algunas
cosas. Pero eso no indica que Chávez no represente hoy, el espíritu de
Suramérica, una Suramérica libre y bolivariana… El problema para la oligarquía,
no es tanto la impertinencia de Chávez, sino lo que él representa en la
geopolítica latinoamericana. Hay gente que todavía en Colombia le tiene miedo
al espíritu bolivariano. A muchos en la izquierda les pasa lo mismo.
Porque Bolívar era, ante todo, revolución, unidad suramericana, libertad… Nada parecido a la América Latina que construyeron los vende-patrias de las oligarquías. Por eso cuando, Chávez habla de la unión de las patrias de Bolívar, todos palidecen, defendiendo las (cuestionables) “soberanías” de sus republiquitas. Los países de Europa han buscado formas, de unión. Ah! Pero eso “es normal” … el horror, es que busquemos en algún momento la unión de Suramérica, como tema esencial de la geopolítica del siglo XXI.
Porque Bolívar era, ante todo, revolución, unidad suramericana, libertad… Nada parecido a la América Latina que construyeron los vende-patrias de las oligarquías. Por eso cuando, Chávez habla de la unión de las patrias de Bolívar, todos palidecen, defendiendo las (cuestionables) “soberanías” de sus republiquitas. Los países de Europa han buscado formas, de unión. Ah! Pero eso “es normal” … el horror, es que busquemos en algún momento la unión de Suramérica, como tema esencial de la geopolítica del siglo XXI.
Fidel
apoya a Chávez, gran cantidad de intelectuales en el mundo lo apoyan, esta
semana nada más, lo visitó Noam Chomsky. Sólo en Colombia, donde cada uno se
cree un sabio en la política, se reniega de este ser político, suramericano por
excelencia, que ha vuelto, con sus arrebatos y sueños, a conmover a todo un
continente. Acá en Colombia, sólo tenemos dos políticos de talla nacional e
internacional, con la altura, la decencia, la inteligencia, la autonomía, y
toda la autoridad moral para hablar sobre política y geopolítica… Me refiero a
Carlos Gaviria y a Jorge Robledo. Y ellos, no son como los atrevidos e
irrespetuosos seudo-políticos, o seudo-periodistas colombianos, que aprovechan
cada vez que se encuentran con una cámara y un micrófono, para rasgarse las
vestiduras y exaltar un patrioterismo de cajón (de embolador).
Chávez es un hombre desgarradoramente
honesto. Lo que piensa lo hace. Y ha vuelto a poner a Suramérica a pensarse en
sí misma. Es un buen hijo de Bolívar, estoy seguro de esto. Y yo conozco tanto
a Bolívar como para no tener duda de ello. Yo no sé, por qué mis colegas de
izquierda le reclaman tanto a Chávez. Acaso se les olvidó que los hombres de
izquierda tenemos defectos, que nuestros procesos siempre tendrán dificultades,
y que, con todo y nuestros errores, nuestra lucha siempre es y será por la
equidad, la dignidad y la libertad así nos equivoquemos hasta en el último
aliento. Y si vamos a hablar de métodos, que alguien diga pues, cuál es la
verdad revelada para hacer política en la izquierda. No seamos tan carajos y no
reproduzcamos los discursos de la derecha. Primero tomemos el poder acá, en
Colombia, ensayemos un gobierno verdaderamente “de izquierda” y luego, ahí sí,
pretendamos dar alguna o algunas lecciones.
Frank David Bedoya Muñoz, historiador
de la Universidad Nacional, autor del libro “1815: Bolívar le escribe a
Suramérica”.
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