Rio Rurbio 16 DE MAYO
SR.(ES)
DIRECTOR RADIO ………………/ CONDUCTOR PROGRAMA.................................
Hay formas diversas de necesidad, de menesterosidad. Si alguien me obliga inexorablemente a hacer algo, yo lo haré necesariamente y, sin embargo, la necesidad de este hacer mío no es mía, no ha surgido en mí, sino que me es impuesta desde fuera. Yo siento, por ejemplo, la necesidad de pasear y esta necesidad es mía, brota en mí, lo cual no quiere decir que sea un capricho, ni un gusto, no; a fuera de necesidad tiene un carácter de imposición y no se origina en mi albedrío, pero me es impuesta desde dentro de mi ser, la siento, en efecto, como necesidad mía. Mas cuando al salir yo de paseo el guardia de la circulación me obliga a seguir una cierta ruta, me encuentro con otra necesidad, pero que ya no es mía, sino que me viene impuesta del exterior, y ante ella lo más que puedo hacer es convencerme por reflexión de sus ventajas y, en vista de ello, aceptarla. Pero aceptar una necesidad, reconocerla no es sentirla, sentirla inmediatamente como tal necesidad mía es más bien una necesidad de las cosas, que de ellas me llega, forastera, extraña a mí. La llamamos necesidad mediata frente a la inmediata, a la que siento, en efecto, como tal necesidad, nacida en mí, con sus raíces en mí, indígena, autóctona, auténtica.
Hay una expresión de San Francisco de Asís donde ambas formas de necesidad aparecen sutilmente contrapuestas. San Francisco solía decir: «Yo necesito poco y ese poco lo necesito muy poco.» En la primera parte de la frase San Francisco alude a las necesidades exteriores o mediatas, en la segunda a las íntimas, auténticas e inmediatas. San Francisco necesitaba, como todo viviente comer para vivir, pero en él esta necesidad exterior era muy escasa, esto es, materialmente necesitaba comer poco para vivir. Pero, además, su actitud íntima era que no sentía gran necesidad de vivir, que sentía muy poco apego efectivo a la vida y, en consecuencia, sentía muy poca necesidad íntima de la externa necesidad de comer.
Cuando el hombre se ve obligado a aceptar una necesidad externa, mediata, se encuentra en una situación equívoca, bivalente, porque equivale a que se le invitase a hacer suya – esto significa aceptar – una necesidad que no es suya. Tiene, quiera o no, que comportarse como si fuese suya; se le invita, pues, a una ficción, a una falsedad. Y aunque el hombre ponga toda su buena voluntad para lograr sentirla como suya, no está dicho que lo logre, no es ni siquiera probable.
Ahora bien, dicho esto paso a relatar (hablo de mi porque soy el hombre más cerca que tengo y mi compañera) ; no voy a hablar de los reacondicionamientos de personal y funcionarios al cambiar un gobierno municipal, provincial o nacional. Ese es otro tema, conflictos e internas políticas, que si somos de fulano o zutano, terminamos quedando huérfanos.
Esta situación en esta región sureña se agrava cuando existen necesidades básicas de humanidad, dignidad y respeto hacia nosotros mismos, más aun cuando hay una catástrofe, como lo es un incendio. La desazón es terrible, la depresión es constante, esto potenciado en su grado máximo por el desprecio de quienes tendrían que ocuparse de estas situaciones sin la discriminación preexistente de según quienes sean los damnificados se los ayuda. No somos Asís, queremos vivir, y en lo posible de una manera digna. “Donde hay una necesidad nace un derecho”. Claro esto es de quienes piensan y sienten una ideología.
ANDRES PEEBLES
SR.(ES)
DIRECTOR RADIO ………………/ CONDUCTOR PROGRAMA.................................
Hay formas diversas de necesidad, de menesterosidad. Si alguien me obliga inexorablemente a hacer algo, yo lo haré necesariamente y, sin embargo, la necesidad de este hacer mío no es mía, no ha surgido en mí, sino que me es impuesta desde fuera. Yo siento, por ejemplo, la necesidad de pasear y esta necesidad es mía, brota en mí, lo cual no quiere decir que sea un capricho, ni un gusto, no; a fuera de necesidad tiene un carácter de imposición y no se origina en mi albedrío, pero me es impuesta desde dentro de mi ser, la siento, en efecto, como necesidad mía. Mas cuando al salir yo de paseo el guardia de la circulación me obliga a seguir una cierta ruta, me encuentro con otra necesidad, pero que ya no es mía, sino que me viene impuesta del exterior, y ante ella lo más que puedo hacer es convencerme por reflexión de sus ventajas y, en vista de ello, aceptarla. Pero aceptar una necesidad, reconocerla no es sentirla, sentirla inmediatamente como tal necesidad mía es más bien una necesidad de las cosas, que de ellas me llega, forastera, extraña a mí. La llamamos necesidad mediata frente a la inmediata, a la que siento, en efecto, como tal necesidad, nacida en mí, con sus raíces en mí, indígena, autóctona, auténtica.
Hay una expresión de San Francisco de Asís donde ambas formas de necesidad aparecen sutilmente contrapuestas. San Francisco solía decir: «Yo necesito poco y ese poco lo necesito muy poco.» En la primera parte de la frase San Francisco alude a las necesidades exteriores o mediatas, en la segunda a las íntimas, auténticas e inmediatas. San Francisco necesitaba, como todo viviente comer para vivir, pero en él esta necesidad exterior era muy escasa, esto es, materialmente necesitaba comer poco para vivir. Pero, además, su actitud íntima era que no sentía gran necesidad de vivir, que sentía muy poco apego efectivo a la vida y, en consecuencia, sentía muy poca necesidad íntima de la externa necesidad de comer.
Cuando el hombre se ve obligado a aceptar una necesidad externa, mediata, se encuentra en una situación equívoca, bivalente, porque equivale a que se le invitase a hacer suya – esto significa aceptar – una necesidad que no es suya. Tiene, quiera o no, que comportarse como si fuese suya; se le invita, pues, a una ficción, a una falsedad. Y aunque el hombre ponga toda su buena voluntad para lograr sentirla como suya, no está dicho que lo logre, no es ni siquiera probable.
Ahora bien, dicho esto paso a relatar (hablo de mi porque soy el hombre más cerca que tengo y mi compañera) ; no voy a hablar de los reacondicionamientos de personal y funcionarios al cambiar un gobierno municipal, provincial o nacional. Ese es otro tema, conflictos e internas políticas, que si somos de fulano o zutano, terminamos quedando huérfanos.
Esta situación en esta región sureña se agrava cuando existen necesidades básicas de humanidad, dignidad y respeto hacia nosotros mismos, más aun cuando hay una catástrofe, como lo es un incendio. La desazón es terrible, la depresión es constante, esto potenciado en su grado máximo por el desprecio de quienes tendrían que ocuparse de estas situaciones sin la discriminación preexistente de según quienes sean los damnificados se los ayuda. No somos Asís, queremos vivir, y en lo posible de una manera digna. “Donde hay una necesidad nace un derecho”. Claro esto es de quienes piensan y sienten una ideología.
Lamentablemente para muchos de nosotros los funcionarios municipales pertinentes, no ha interpretado la situación de orfandad, miseria y conflictos sicológicos agravados por situaciones anteriores que hoy llegaron al límite. Estos encuadrados en el art. 106 de la Ley 24410.Abandono de persona.En situaciones de siniestro, enfermedad sicologica a posteriori,cobertura ,abrigo al que se quedo en pampa y la via ,contencion, asistencia social, desburocratisacion de los tramites de ayuda economica.
Es el caso del ejecutivo Municipal y sus colaboradores en la cuenca carbonífera .Por sus obras lo conoceréis”, “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar “de la biblia a Perón pasando por Martin Fierro con; “de los males que sufrimos hablan mucho los puebleros, pero hacen como los teros , para proteger a sus hijitos, en un lado pegan el grito y en otro ponen los huevos".
ANDRES PEEBLES
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