*Por Alvaro Cuadra *
La operación llevada a cabo por el gobierno estadounidense en las cercanías de Islamabad para capturar a Osama bin Laden resulta ser un hecho paradigmático sobre el estatuto de la noticia en los medios internacionales. El desplazamiento de una estructura comunicacional “Broadcast”, centralizada, a la modalidad “Podcast”, tejido reticular planetario, es característica de esta era de Hiperindustria Cultural. Una vez producida la operación de los comandos SEAL y anunciada la muerte de Bin Laden comienzan a surgir por la red una serie de “hipótesis alternativas” a la “versión oficial”. El efecto se multiplica en la medida en que las autoridades de Washington se niegan a entregar fotografías del extinto líder de Al Qaida.
Es claro que una operación de estas características se inscribe en el opaco mundo de los servicios de inteligencia y de los comandos especializados. Esto quiere decir que cualquiera sea la verdad de los hechos, es virtualmente imposible aproximarnos ni remotamente a lo cierto. Cada imagen, cada palabra, cada información “filtrada” a los medios corresponde a una jugada calculada de antemano, un juego de mentiras verdaderas y verdades mentirosas que se escenifica en los medios de comunicación del mundo entero. En pocas palabras, en toda guerra lo primero que muere es la verdad y la muerte de Bin Laden es sólo un capítulo más de una guerra que comenzó apenas terminada la Guerra Fría.
Un hecho noticioso del que se poseen escasos antecedentes –como es el caso– da origen a una serie de noticias, próximas o alejadas, de la versión oficial. Esto origina una serie de hipótesis que recaen sobre el hecho mismo. No olvidemos que, dado el avance tecnológico actual, el “documento” ya no es garantía referencial: todo es susceptible de ser falsificado. La pavorosa conclusión es que todo hecho noticioso puede ser objeto de un “montaje”. Por lo tanto, podemos barajar a lo menos tres grandes hipótesis en torno de la operación que culminó con la muerte de Bin Laden:
Versión oficial. Osama bin Laden fue considerado aliado de los Estados Unidos mientras la ex Unión Soviética ocupaba Afganistán. Más tarde, este “amigo” prosiguió su lucha junto al gobierno de los talibán contra sus antiguos aliados, convirtiéndose en un peligroso “terrorista”. Tras la caída de las Torres Gemelas su nombre recorrió el mundo y el gobierno norteamericano lo declaró enemigo número uno, poniéndole precio a su cabeza, vivo o muerto. Tras una década de búsqueda, las agencias de inteligencia dieron con su paradero y lo ultimaron. Luego tiraron su cuerpo al mar. No se quieren publicar fotografías del cadáver para no convertirlas en un trofeo mediático al servicio de la contrapropaganda.
Hipótesis Conspirativa Blanda. Si bien Osama bin Laden era considerado un peligroso enemigo de los intereses estadounidenses, las agencias especializadas –que lo vigilaban desde agosto pasado– lo querían vivo. La razón es evidente, en su calidad de líder, Bin Laden era una fuente de información insustituible para la desarticulación de su red mundial. Así, entonces, nada tiene de raro que no se quieran publicar fotos de su cuerpo, aunque se insista en su muerte. Su futuro, en un algún lugar desconocido, no es otro que el de estar muerto para el mundo, aunque sus días transcurran en un infinito interrogatorio, sometido a drogas duras, técnicas psiquiátricas y otras.
Hipótesis Conspirativa Dura. La hipótesis más radical sostiene que Osama bin Laden es y ha sido siempre un hombre de Washington y que el mismo 11-S fue un montaje del gobierno Bush para justificar invasiones en el Golfo Pérsico y la expansión de gastos militares frente a una población sumida en el terror. De este modo, la política internacional de los Estados Unidos reclama su legitimidad en una bien planificada “performance” que marca su historia hasta el presente.
Más allá de las hipótesis que circulan por la red en sus más diversas variantes, lo interesante es destacar que en el mundo Podcast “la noticia” ha dejado de ser un discurso estable, un verosímil afincado en la referencia. Más bien estamos ante una desestabilización global del sistema informativo mundial en que cada “noticia” da origen a discursos alternativos que la desmienten o, por lo menos, la relativizan. De suerte que, cuando el “documento” pierde su espesor informativo-referencial surge un mundo en que lo único posible es el imperio de las mentiras verdaderas.
* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Posgrados. ELAP. Arena pública. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales de Chile. Arcis. Del Servicio Informativo “Alaiamlatina”.
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