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* Gaby Cociffi
Las enviaron en 1982 poco antes de morir. La despedida de un
padre a sus hijos, la enseñanza de un maestro a sus alumnos, el amor de un hijo
a su padre, el mensaje de un soldado antes de caer en una batalla. La guerra
contada en puño y letra de sus protagonistas
Las enviaron en 1982 poco antes de morir. La despedida de un
padre a sus hijos, la enseñanza de un maestro a sus alumnos, el amor de un hijo
a su padre, el mensaje de un soldado antes de caer en una batalla. La guerra
contada en puño y letra de sus protagonistas
La orden llegó a la madrugada. Había que preparar el armamento
porque los ingleses avanzaban hacia Pradera del Ganso, en el extremo nordeste
de la Isla Soledad. El 28 de mayo de 1982 amaneció con el cielo cerrado, denso,
gris. Los 40 hombres de la compañía C del Regimiento 25 de Infantería de
Colonia Sarmiento, Chubut, al mando del teniente Roberto Néstor Estévez, se
desplegaron en abanico y se refugiaron en unas trincheras. Estaban en la
primera línea de combate.
El teniente Estévez murió combatiendo en su trinchera
El fuego enemigo comenzó a menos de 200 metros. La Compañía C quedó en el medio de un tiroteo entre los ingleses y otro regimiento argentino que estaba a sus espaldas. El teniente buscó un cambio de posición. Mandó un soldado a comunicar la idea a la otra compañía. El joven nunca llegó a destino: una bala de un francotirador le pegó de lleno en la cabeza. Otro soldado fue herido en una pierna.
El fuego enemigo comenzó a menos de 200 metros. La Compañía C quedó en el medio de un tiroteo entre los ingleses y otro regimiento argentino que estaba a sus espaldas. El teniente buscó un cambio de posición. Mandó un soldado a comunicar la idea a la otra compañía. El joven nunca llegó a destino: una bala de un francotirador le pegó de lleno en la cabeza. Otro soldado fue herido en una pierna.
Dos balazos habían pegado en el cuerpo de Estévez, uno en la
pierna y otro en el brazo. Sin embargo, al ver al joven herido, comenzó a
arrastrarse hacia la trinchera. "No parecía sentir dolor y seguía dando
órdenes, dispuesto a continuar la batalla", recordó el soldado Sergio
Rodríguez años más tarde. Tomó un fusil FAL y siguió disparando.
En medio del combate, gritando ordenes, Estévez se dio cuenta
que Rodríguez no tenía casco. Buscó uno de un caído en el fondo de la trinchera
y se lo puso para protegerlo. Para hacerlo, tuvo que incorporarse. En ese
instante, una bala le pegó en el pómulo derecho. Nadie pudo salvarlo. Murió en
la trinchera. Tenía 25 años. "Verlo combatir era ver a un valiente",
dijo el soldado que lo vio caer en esa cruenta batalla.
Antes de partir a Malvinas, Estévez dejó dos cartas: una para su
novia y otra para su padre. Presentía que iba a morir en Malvinas. Las escribió
el 27 de marzo de 1982, en Sarmiento, Chubut, y le pidió a un soldado que si no
volvía se las hiciera llegar a sus seres queridos. Estas cartas fueron su
despedida para la mujer de su vida y para su numerosa familia de diez hermanos.
La carta que escribió poco antes de partir hacia las islas
Querido papá,
Querido papá,
Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis
acciones a Dios Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto:
que muera en cumplimiento de mi misión. Pero fijate vos, ¡que misión! ¿no es
cierto?
¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos
y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas
Nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre Generoso ha querido que éste, su hijo,
totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en
ofrenda a nuestra Patria.
Lo único que a todos quiero pedirles es:
1) que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz
de Cristo.
2) que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la
apertura a la tristeza y, muy importante.
3) que recen por mí.
Papá, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre
hombres pero que hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien
nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias
por ser católico, argentino e hijo de sangre española; gracias por ser soldado,
gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el
pilar.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite.
Un fuerte abrazo.
Dios y Patria ¡O muerte!
Un fuerte abrazo.
Dios y Patria ¡O muerte!
Roberto
*Por Gaby Cociffi 27 de
marzo de 2017
Directora Editorial de Infobae - gcociffi@infobae.com
Directora Editorial de Infobae - gcociffi@infobae.com
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