Prólogo
Cristina Fernández de Kirchner
Manual de Zonceras Argentinas. Un clásico. Cuando Aníbal - Fernández, claro, ¿qué otro? – me dijo que había hecho uso de la invitación que Arturo Jauretche formulaba – casi como un desafío – en su antológica obra, al dejar hojas en blanco para que quien quisiera escribir sobre otras zonceras que, seguro, iban a aparecer por aquello de que “cuando muere el zonzo viejo, queda la zonza preñada” y me pidió que prologara su libro, no sólo no dudé, sino que además me encantó.
Arturo Jauretche: enorme, visceral, coloquial. ¿Será porque nunca se tragó la zoncera de que hay que hablar “difícil” y poner cara de traste para elaborar pensamiento profundo? ¡Uy! ¡Dije traste! ¡Y soy la Presidenta! Bueno, Don Arturo se lo merece. Seguro que ahora dicen: “¡Zas! Aníbal la contagió”.
Jauretche: cronista del futuro que abre la brecha necesaria para que cualquiera que se anime pase. Y se animaron. Este libro es testimonio de aquel aliento y de estas osadías. El producto es bueno, interesante… y algo zarpado, como Aníbal. La mezcla de la calle y la erudición no académica: este texto reproduce la voz de una identidad política consolidada, una identidad de industria argentina marca registrada. Don Arturo la bautizó con el nombre de “estaño”, en su obra cumbre: El mediopelo en la sociedad argentina. Imperdible análisis sociológico argentino, de lectura obligada.
En el texto que hoy prologamos, se repasan los nuevos tiempos sobrevolando las nuevas zonceras que se han ido construyendo desde lo ideológico, lo económico y, también, desde algunas modas, como si lo ético se hubiese transformado en un valor estético.
A partir de las coordenadas trazadas por Arturo Jauretche, se describen y analizan varios de los diferentes componentes simbólicos con los que se pretende ganar la voluntad y, sobre todo, el humor de los argentinos.
Sobre un esquema formal tomado del Manual de zonceras argentinas – 44 zonceras iniciadas por “la madre que las parió a todas” - el devenir de los nuevos mitos vernáculos, nacidos del absurdo y la intencionalidad política, corre sobre las páginas de este libro con la misma facilidad con que suelen correr la calumnia, la mentira, la difamación, la distorsión y la madre que las parió a todas… la desinformación. El ocultamiento como método sistemático de un aparato cultural que hoy encuentra su mayor despliegue en empresas de medios de comunicación concentradas y monopólicas.
En estas páginas, el lector podrá reconocerse en dichos, ideas, afirmaciones y alegorías que seguramente, en algún momento, han sido parte de sus conversaciones cotidianas. Porque todos, de alguna manera, hemos sido víctimas de las zonceras. Nadie está libre. Nadie puede decirse inmunizado de esa dolencia módica, pero persistente.
Entonces, este manual no es una revelación, sino un recuerdo de nosotros mismos. Y acaso en términos jauretchianos, de la misma condición humana. Un ejercicio, o como decía don Arturo “una línea política que obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares” además de “una afirmación de la soberanía política en búsqueda de un desarrollo económico no dependiente”.
Ahí está. Como correlato de una convicción. Como homenaje y, también, como desafío de las zonceras que vendrán “inexorablemente”. Este manual es en sí mismo un prólogo. Nunca un epílogo. Porque como seguirá habiendo zonceras, seguiremos combatiéndolas, denunciándolas, tratando de que no ganen ni la cabeza ni el corazón de nuestro pueblo. Sin duda, una verdadera batalla cultural. “¡Que lo parió!” (Mendieta, dixit)**. Es que sería demasiado para una Presidenta.
**Mendieta, el entrañable personaje de Inodoro Pereyra, mítica tira cómica del gran caricaturista argentino, el negro Fontanarrosa.
Arturo Jauretche: enorme, visceral, coloquial. ¿Será porque nunca se tragó la zoncera de que hay que hablar “difícil” y poner cara de traste para elaborar pensamiento profundo? ¡Uy! ¡Dije traste! ¡Y soy la Presidenta! Bueno, Don Arturo se lo merece. Seguro que ahora dicen: “¡Zas! Aníbal la contagió”.
Jauretche: cronista del futuro que abre la brecha necesaria para que cualquiera que se anime pase. Y se animaron. Este libro es testimonio de aquel aliento y de estas osadías. El producto es bueno, interesante… y algo zarpado, como Aníbal. La mezcla de la calle y la erudición no académica: este texto reproduce la voz de una identidad política consolidada, una identidad de industria argentina marca registrada. Don Arturo la bautizó con el nombre de “estaño”, en su obra cumbre: El mediopelo en la sociedad argentina. Imperdible análisis sociológico argentino, de lectura obligada.
En el texto que hoy prologamos, se repasan los nuevos tiempos sobrevolando las nuevas zonceras que se han ido construyendo desde lo ideológico, lo económico y, también, desde algunas modas, como si lo ético se hubiese transformado en un valor estético.
A partir de las coordenadas trazadas por Arturo Jauretche, se describen y analizan varios de los diferentes componentes simbólicos con los que se pretende ganar la voluntad y, sobre todo, el humor de los argentinos.
Sobre un esquema formal tomado del Manual de zonceras argentinas – 44 zonceras iniciadas por “la madre que las parió a todas” - el devenir de los nuevos mitos vernáculos, nacidos del absurdo y la intencionalidad política, corre sobre las páginas de este libro con la misma facilidad con que suelen correr la calumnia, la mentira, la difamación, la distorsión y la madre que las parió a todas… la desinformación. El ocultamiento como método sistemático de un aparato cultural que hoy encuentra su mayor despliegue en empresas de medios de comunicación concentradas y monopólicas.
En estas páginas, el lector podrá reconocerse en dichos, ideas, afirmaciones y alegorías que seguramente, en algún momento, han sido parte de sus conversaciones cotidianas. Porque todos, de alguna manera, hemos sido víctimas de las zonceras. Nadie está libre. Nadie puede decirse inmunizado de esa dolencia módica, pero persistente.
Entonces, este manual no es una revelación, sino un recuerdo de nosotros mismos. Y acaso en términos jauretchianos, de la misma condición humana. Un ejercicio, o como decía don Arturo “una línea política que obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares” además de “una afirmación de la soberanía política en búsqueda de un desarrollo económico no dependiente”.
Ahí está. Como correlato de una convicción. Como homenaje y, también, como desafío de las zonceras que vendrán “inexorablemente”. Este manual es en sí mismo un prólogo. Nunca un epílogo. Porque como seguirá habiendo zonceras, seguiremos combatiéndolas, denunciándolas, tratando de que no ganen ni la cabeza ni el corazón de nuestro pueblo. Sin duda, una verdadera batalla cultural. “¡Que lo parió!” (Mendieta, dixit)**. Es que sería demasiado para una Presidenta.
**Mendieta, el entrañable personaje de Inodoro Pereyra, mítica tira cómica del gran caricaturista argentino, el negro Fontanarrosa.
Cristina Fernández de Kirchner
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