Se fue sin
despedirse. Pasó frente a la
escuela, donde su hijo Diego cursaba sexto grado, y siguió de largo:
"No quise interrumpir la clase, estaba de uniforme y no quería que
pensaran que uno buscaba ufanarse por el clima de algarabía que existía por
Malvinas", le dijo a un compañero ya en las islas.
La medalla identificatoria de Ramón Acosta
El 26 de mayo de
1982 fue la última vez que
el sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta le dio un beso a su
mujer Virginia, acarició a su hija Sandra, y partió de su casa de Paso del Rey
hacia las islas para no regresar
jamás.
Aterrizó en
Puerto Argentino el 28 de mayo de 1982, integrando la Compañía de tropas Especiales
601, Escuadrón Alacrán de Gendarmería. Dos días más tarde tuvo su bautismo de fuego: el
helicóptero Puma en el que patrullaba recibió el impacto de un Sea Harrier británico. El piloto
evitó que la nave se estrellara, pero en tierra comenzó a incendiarse. Acosta sacó a tres compañero de
entre las llamas. El aparato, cargado de municiones, explotó. El
ataque británico mató a seis
miembros del escuadrón, solo sobrevivieron cuatro.
Siete días después
Ramón sintió la necesidad de escribirle a su hijo. "No quiero que esté enojado porque no me despedí y que eso lo
distraiga de sus estudios", le dijo a un suboficial. El 2 de junio,
en su refugio, redactó en un pequeño y arrugado papel la carta para
Diego. Nunca imaginó que esa no
sería una carta más: sería su testamento.
El 10 de junio,
cerca de las once de la mañana y en proximidades del Monte Kent -muy
lejos de su Formosa natal- cayó
herido de muerte por el impacto de un proyectil de mortero. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Diego estaba
por cumplir 12 años cuando recibió la carta de su papá.
.
El gendarme Acosta recibió la medalla de la Nación
Argentina al Valor en Combate
Querido hijo Diego,
qué tal muchacho? Cómo te encuentras?
Perdóname que
no me haya despedido de ti, pero es que no tuve tiempo, por eso es que te
escribo para que sepas que te
quiero mucho y te considero todo un hombrecito y sabrás ocupar mi lugar en casa
cuando yo no estoy.
Te escribo desde mi
posición y te cuento que hace dos
días íbamos en un helicóptero y me bombardearon, cayó el helicóptero y
se incendió, murieron varios
compañeros míos pero yo me salvé y ahora estamos esperando el ataque final.
Yo salvé tres
compañeros de entre las llamas. Te
cuento para que sepas que tienes un padre del que puedes sentirte orgulloso y
quiero que guardes esta carta como un documento por si yo no vuelvo: o
si vuelvo para que el día de mañana cuando estemos juntos me la leas en casa.
Nosotros no
nos entregaremos, pelearemos hasta el final y si Dios y la Virgen permiten nos
salvaremos.
En estos momentos estamos rodeados y será lo que Dios y la Virgen quieran.
Recen por
nosotros y fuerza hasta la victoria final.
Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana – cuídalos muchos, como un verdadero Acosta. Estudiá mucho.
¡VIVA LA PATRIA!
Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana – cuídalos muchos, como un verdadero Acosta. Estudiá mucho.
¡VIVA LA PATRIA!
Papá
Por Gaby Cociffi 27 de marzo de 2017
Directora Editorial
de Infobae | gcociffi@infobae.com
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