sábado, 1 de abril de 2017

La carta del gendarme Acosta a su hijo: "Quiero que sepas que podés sentirte orgulloso de tu padre"

Se fue sin despedirse. Pasó frente a la escuela, donde su hijo Diego cursaba sexto grado, y siguió de largo: "No quise interrumpir la clase, estaba de uniforme y no quería que pensaran que uno buscaba ufanarse por el clima de algarabía que existía por Malvinas", le dijo a un compañero ya en las islas.
La medalla identificatoria de Ramón Acosta

El 26 de mayo de 1982 fue la última vez que el sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta le dio un beso a su mujer Virginia, acarició a su hija Sandra, y partió de su casa de Paso del Rey hacia las islas para no regresar jamás.
Aterrizó en Puerto Argentino el 28 de mayo de 1982, integrando la Compañía de tropas Especiales 601, Escuadrón Alacrán de Gendarmería. Dos días más tarde tuvo su bautismo de fuego: el helicóptero Puma en el que patrullaba recibió el impacto de un Sea Harrier británico. El piloto evitó que la nave se estrellara, pero en tierra comenzó a incendiarse. Acosta sacó a tres compañero de entre las llamas. El aparato, cargado de municiones, explotó. El ataque británico mató a seis miembros del escuadrón, solo sobrevivieron cuatro.
Siete días después Ramón sintió la necesidad de escribirle a su hijo. "No quiero que esté enojado porque no me despedí y que eso lo distraiga de sus estudios", le dijo a un suboficial. El 2 de junio, en su refugio, redactó en un pequeño y arrugado papel la carta para Diego. Nunca imaginó que esa no sería una carta más: sería su testamento.
El 10 de junio, cerca de las once de la mañana y en proximidades del Monte Kent -muy lejos de su Formosa natal- cayó herido de muerte por el impacto de un proyectil de mortero. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Diego estaba por cumplir 12 años cuando recibió la carta de su papá.
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El gendarme Acosta recibió la medalla de la Nación Argentina al Valor en Combate

Querido hijo Diego, qué tal muchacho? Cómo te encuentras?

Perdóname que no me haya despedido de ti, pero es que no tuve tiempo, por eso es que te escribo para que sepas que te quiero mucho y te considero todo un hombrecito y sabrás ocupar mi lugar en casa cuando yo no estoy.
Te escribo desde mi posición y te cuento que hace dos días íbamos en un helicóptero y me bombardearon, cayó el helicóptero y se incendió, murieron varios compañeros míos pero yo me salvé y ahora estamos esperando el ataque final.
Yo salvé tres compañeros de entre las llamas. Te cuento para que sepas que tienes un padre del que puedes sentirte orgulloso y quiero que guardes esta carta como un documento por si yo no vuelvo: o si vuelvo para que el día de mañana cuando estemos juntos me la leas en casa.
Nosotros no nos entregaremos, pelearemos hasta el final y si Dios y la Virgen permiten nos salvaremos. En estos momentos estamos rodeados y será lo que Dios y la Virgen quieran.
Recen por nosotros y fuerza hasta la victoria final.
Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana – cuídalos muchos, como un verdadero Acosta. Estudiá mucho.
¡VIVA LA PATRIA!
Papá
Por Gaby Cociffi 27 de marzo de 2017
Directora Editorial de Infobae | gcociffi@infobae.com


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