Se dice que en la personalidad siempre están presentes tres
partes: ID O ELLO, EGO O YO, y SUPEREGO O
SUPER YO. Es así que Freud uno de los más grandes representantes de la
Psicología, especialmente del Psicoanálisis; indica que cada una de estas
partes cumplen una función primordial en la personalidad del individuo de forma
diferente. Por ello es necesario saber que es cada una de estas partes.
El ID (ello) es
de carácter impersonal, está formado por disposiciones congénitas y todo
aquello que es o ha sido reprimido por el individuo a lo largo de su vida;
también están presentes dos grandes instintos: Eros y Thanatos, el instinto de
vida o libido (deseo) y el de muerte o destrucción. Es el instinto de vida lo
que dirige la existencia del hombre y lo protege contra el de destrucción.
Constituye el subconsciente, lo que para Freud es lo primordial para determinar
la personalidad del individuo.
El EGO (yo) se
entiende como un plano de adaptación por medio de los sentidos, las
representaciones verbales, la razón y la moral así como las expresiones de
distensión de la vida instintiva. Está formado por la experiencia consciente y
lo preconsciente, por lo cual dicha experiencia consciente no entrega al hombre
sino una representación engañosa de sí mismo, de los demás, de la humanidad y
del mundo. El psicoanálisis pretende encontrar la verdadera imagen del hombre
dando predominancia al subconsciente.
El SUPEREGO (Superyo), es
la parte cumbre donde el aprendizaje social y los valores aprendidos operan. De
él provienen la conciencia moral y la censura, la represión y la sublimación, y
se encuentran los remordimientos y los sentimientos de culpabilidad.
YO-ID (Ego tamásico).
Este ego caracteriza a las personas que solo creen y confían
en la propia capacidad personal, despreciando tácitamente o en forma explícita
a otros.
Presumido: desde
su propia visión de sí mismo, él o ella siempre quiere tener razón, cueste lo
que cueste. Lo enojan las críticas, no puede asumir el fracaso y da
constantemente consejos aunque no se los pidan. Para aumentar su ego aún más
necesita poner en evidencia lo bueno que es en hacer algo. Vive del
reconocimiento ajeno. Eso es el YO-ID.
(Yoismo)
Cuando hablamos de la naturaleza humana nos enfrentamos al
problema de su compatibilidad con la libertad de la que estamos indudablemente
dotados. Para ser libre, el hombre tiene que estar abierto. Una naturaleza
completamente hecha, cerrada, acabada, no puede dar lugar a un obrar libre. Se
necesita un amplio margen de indeterminación, y una reserva de energía
polivalente y autorregulable.
El hombre no es algo que esté hecho de una vez y para
siempre, sino algo por hacer. Literalmente, un "qué hacer", movilidad
pura, libertad sin condición, siempre en proceso, pura existencia desnuda, puro
proyecto, mero afán de ser.
Las técnicas y las ciencias abordan el ser humano
fraccionado. Los psicólogos ponen el foco en la personalidad, los empresarios
en los potenciales compradores, los políticos en los ciudadanos... electores ¿Y
la persona?
La ciencia y la técnica responden al cómo, la filosofía al
por qué. Hoy nos preguntamos… cuándo? Cuando esta anomalía que se pandemiza
como virus comenzó a profundizarse en nuestras conciencias, mentes, acciones
etc.
El por qué es individual. La experiencia individual es el
patrimonio intransferible que cada uno de nosotros aporta a la existencia.
Aristóteles habla del individuo como ser social por
naturaleza. Esa naturaleza no le quita al hombre su necesidad por naturaleza,
su individualidad y su dignidad. Son cualidades intrínsecas. Cada sociedad,
cada cultura, debe encontrar maneras de proteger y hacer crecer esa humanidad.
Esto celebramos. Celebramos ser una totalidad en sí, completos, que no puede
ser dividida arbitrariamente manipulada por quienes padecen este síndrome del yoismo.
El uso de Bozal moral (honestidad intelectual) es esencial para contener
el YOID-20
El YOID-20 no solo afecta al que lo padece sino
a su entorno.
El YOID-20 no es una "caprichito"
El YOID-20
tiene origen animal (y no fue producido en un laboratorio)
El contagio por lectura o ver Tv es
"mínimo"
Es posible contraer el YOID-20 dos o más veces (casos incurables)
Digo con esto (trato), que el COVID
despertó una de las cepas más dañinas que prexisten en el ser humano, el “YOISMO”.
Vemos a diario, personajes de la política, periodistas, de la ciencia, ni
que hablar en las “redes sociales” como construyen desde su visión (egoísta)
una realidad particular, manipuladora, acomodaticia a sus propio interés. El
contagio es exponencial.
El YOISMO que causa el YOID‑20 se transmite principalmente a través de las redes,
generadas cuando una persona escribe, opina y concluye sin argumentos
valederos, en forma irreflexiva, carente de honestidad intelectual, agregando a
todo esto, su desconocimiento del tema en cuestión.
Usted puede infectarse si está
cerca de una persona con YOID‑20 o si, tras leer prensa (pasquines)
contaminada, lee o escucha ciertos periodistas (algunos no lo son, es solo una
changa). #infodemia
Rene Gado
Bonus track
*¿Qué hemos aprendido sobre la decisión y la
libertad?
Aquí, en estas líneas, también me gustaría detenerme sobre
algunas inercias, pero de carácter conceptual: ¿qué hemos aprendido sobre
la decisión y la libertad? Abordémoslo con dos
conceptualizaciones: una del filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset.
Otra del filósofo y pedagogo naturalista Jean-Jacques Rousseau.
Ortega entiende la vida como una coexistencia de nuestro yo
(nuestra identidad personal e individual) con el mundo.
El mundo es el conjunto de circunstancias que nos vienen
dadas e impuestas. Circunstancias con las que tenemos que lidiar para transitar
por nuestro sendero vital.
No sé si recordarán: “yo soy yo y mis circunstancias”,
probablemente sí. No es tan conocida su continuación: “si no las salvo a ellas,
no me salvo yo”. Llevamos un año “salvando las circunstancias” para salvarnos
nosotros, aprendiendo a (sobre) vivir con lo que nos la pandemia. Pero “la vida
no elige su mundo”, advierte Ortega. (…)
(…) El recorrido vital que realicemos por ese mundo estará
determinado por nuestras decisiones. Esto es, por las elecciones que hagamos
sobre aquello que nos viene impuesto.
Si echamos la vista atrás, veremos que la crónica de la
pandemia es la crónica de una toma de decisiones ante las circunstancias. Desde
decisiones de nivel político, como decretar el estado de alarma y el
confinamiento domiciliario, hasta decisiones personales, como mantener una
distancia de seguridad o no abrazar a nuestros padres.
Desde este enfoque incluso podemos tomar la temperatura del
ejercicio de la libertad superior en distintos países. Si en un país se han
necesitado muchos “pañales” (restricciones, multas, controles, etc.) sus
ciudadanos sufren aún de “incontinencia”, esto es, del ejercicio inadecuado de
la libertad inferior o individual.
En este año tenemos que haber aprendido, más que nunca, que
nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros. Estas no solo tienen
impacto en nuestros asuntos. Además, el pretexto de la libertad es un falso
pretexto, porque se juega con un doble sentido del término.
Por ello, uno de los aprendizajes más importantes que
deberíamos extraer de estas circunstancias, con las que llevamos coexistiendo
desde hace un año y que han reconfigurado nuestra vida, es que el ejercicio de
la libertad moral. Gracias a él, somos capaces de autoimponernos una norma, por
el bien de todos y por el nuestro propio. Somos capaces, al fin y al cabo, de
realizar un ejercicio de humanidad. (…)
* https://theconversation.com/un-ano-de-pandemia-que-hemos-aprendido-156811
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