14/02/2018
I
La efervescencia electoral
que provocó el triunfo de Cambiemos en la selecciones legislativas se fue
encontrando con problemas y nuevas conflictividades. Esto obligó al Gobierno a
“maniobrar” e introducir nuevas agendas con el propósito de reducir los daños.
Después de avanzar dos años sin resistencias significativas, los efectos de la política
propia y ajena comienzan a pasarle factura.
El macrismo se está
“probando” para el 2019. Por ahora puede articular en una formula política de
estabilidad dimensiones contradictorias: cierto apoyo social, la caída de la
imagen presidencial, inflación alta, incremento del dólar, mayor previsión de
crecimiento económico, escasa inversión extranjera, un importante gasto social
y erosión de expectativas. Administra con eficacia estas dimensiones, como
también los leves intentos de superación de la fragmentación peronista o el
embate coordinado del sindicalismo. El ejercicio de poder es también capacidad
de desestructurar a otros y eso, efectivamente, lo viene logrando.
No es un Gobierno
“blindado” pero ha logrado altas cotas de preservación y un equilibrio interno
entre los más moderados, preocupados por los votos de 2019, y aquellos deseosos
de acelerar reformas para terminar con la “maldición” populista argentina.
Ese apoyo social del
cual ciertos analistas se preguntan por qué nologra diluirse frente al panorama
económico- se sostiene en una expectativa meritocrática, en visualizar al
Gobierno como productor y ordenador de la distinción social y en una
discursividad anticorrupción que promete castigo y reparación. Un sector de la
clase media y baja argentina todavía sacrifica algo de su presente en pos de
una promesa que cada día parece más lejana. Hoy el macrismo ofrece orden, elitismo
y distinción social y se ha transformado en un objeto de consumo de ciertos
sectores medios y altos.
II
De las tres reformas que se
propuso el presidente, ni bien se conocieron los resultados electorales previsional,
tributaria y laboral-, solo ha logrado llevar adelante la primera con costos
políticos imaginados. Las otras dos restantes, seguramente, serán parte de una
nueva estrategia (fragmentación de las reformas en micro leyes o directamente,
reformas tenues). El Gobierno sabe que se encontrará con diversos sectores del
peronismo y del sindicalismo que tienen como horizonte la unificación y
recuperar “algo de política” que los gobernadores peronistas han utilizado para
pactar apoyos y flujos presupuestarios con la Casa Rosada. Cada gobernador es
clave en la gobernabilidad. No solo controlan varios senadores necesarios para
aprobar futuras leyes, sino territorios que pueden ser conflictivos. Si este
apoyo comenzará a menguar Macri debería profundizar la vía delos decretos (cosa
que ya ha realizado con un mega decreto de reforma de la administración
pública) o presionar a la clase política con la manifestación de corrientes
sociales de opinión vinculadas al rechazo al sindicalismo o a temores
sociales como la inseguridad, donde el punitivismo penal puede abrir la puerta
del gatillo fácil. El conflicto que provocó el tratamiento de ley de reforma
previsional, la amenaza de reforma laboral, el caso de nepotismo del Ministro
de Trabajo y la presión judicial sobre algunos sindicalistas
Como el líder del sindicato
de camioneros Hugo Moyano- abrieron la posibilidad de un diálogo mayor entre
diversos actores del universo peronista. El kirchnerismo, el randazzismo
(aquellos que integraron la lista de Florencio Randazzo), algunos miembros del
massismo y del sindicalismo manifestó su voluntad de iniciar un camino de unificación.
La unidad no será fácil. No hay peronismos fáciles que solo tienen en la mano
la calculadora electoral. Varios dirigentes del massismo y un grupo de
gobernadores peronistas han rechazado o ven con recelo la posibilidad de
acordar con Cristina Fernández de Kirchner. Otros, en cambio, reconocen que su
caudal de votos y representación es importante para una opción competitiva. El macrismo
impuso de alguna manera cierta forma cultural y simbólica de construcción del
liderazgo político que se ha introducido en el futuro del peronismo.
III
Lo que más preocupa al
Gobierno nacional es el enfrentamiento con Hugo Moyano y lo que éste pueda
lograr con cierto sector del sindicalismo. Quien fuera un aliado hasta hoy se
convirtió en un posible opositor (a causa de la disputa por un
conflicto en torno a la empresa postal OCA y por el avance judicial). En
principio, probará con la “calle”. La manifestación del 21 de febrero convocada
por el líder del sindicato de camioneros es un primer pulso. El Gobierno nacional
ha logrado que algunos sindicatos no adhieran a la marcha y otros sindicalistas
se han alejado precisamente por el acercamiento de Moyano al kirchnerismo. El
líder sindical padece la interna sindical y la interna misma del peronismo. Si
sale bien parado podrá conducir el sector de sindicatos más crítico al
Gobierno, sino solo será un ejercicio de fuerza disponible para otras batallas.
El macrismo va a medir fuerzas y estarán todos los demás sindicalistas
Más proclives a
negociaciones con el oficialismo-expectantes. La disputa con Moyano será parte
del laboratorio político de una futura reforma laboral -de manera integral o
parcial- o el modo de vinculación con el resto del sindicalismo que todavía
apuesta por negociaciones corporativas (dinámica tradicional desde los años
90).Una manera de debilitar al sindicalismo ha sido reactualizar la sospecha
social sobre el enriquecimiento ilícito de cierto sindicalismo y mover
denuncias judiciales sobre otros dirigentes. La estrategia contrael
sindicalismo, por lo menos en un primer momento, es ir allí donde puede
construir legitimidad social (poner la lupa sobre actos de corrupción o
prácticas non sanctas) y no desestructurarlos a partir del enfrentamiento en
huelgas o acciones sindicales. Si el enfrentamiento con Moyano articula otras
demandas y otras necesidades vitales de un sector del peronismo, éste puede dar
signos de recomposición frente a un 2019 donde no hay un líder o lideres aclaro
para la disputa presidencial. Por ahora el peronismo se debate en torno a los
estilos de liderazgo y construcción. Unos pretenden una propuesta renovada más sujeta
al tic tac cultural de estos tiempos políticos (con la lectura obvia de aquella
adhesión que logró el macrismo) y otros, en cambio, insisten en figuras como la
de Cristina Fernández de Kirchner. En este ensayo de unidad no solo se está buscando
alguien que “mande” sino una forma de articulación política y cultural para
representar una mayoría y que se aleje de algunos errores o programas políticos
del anterior Gobierno. Hay un peronismo al que le gustaría ser un macrismo con
mayor gasto social y otro peronismo que rechaza en “bloque” los
nudos culturales de la adhesión del macrismo y todas sus prácticas
políticas. La carrera por 2019 ha comenzado. Los gobernadores y gobernadoras peronistas
deben renovar sus cargos ejecutivos. Necesitan dinero del Gobierno central, paz
territorial y buena performance electoral. El dinero no garantiza linealmente
votos, por tanto sus reelecciones o sucesiones no están garantizadas. Si el
peronismo logra una precaria unificación tendrán problemas a la hora de buscar
un lugar de “equidistancia”. Cuando empiece a rodar la ruleta electoral tendrán
que apostar por sumarse a lo que el “peronismo” arme o buscar coaliciones con
el oficialismo. La vuelta a una especie de bipartidismo es probable y muchos
trabajan en esa clave. El escenario de tres beneficia por ahora- al
oficialismo.
IV
El peronismo se está
reconfigurando. Veremos hasta donde llega y lo que puede ofrecer a una sociedad
que viene atravesando intensos cambios culturales. Tiene mucho por recorrer y
la dinámica económica y social será central en sus movimientos. También se
están reconfigurando las alianzas y coaliciones sindicales. El triunvirato de
la Confederación General del Trabajo se ha fracturado y ello dispara nuevas
alianzas. Hugo Moyano ha establecido un lazo coyuntural con la CTA autónoma y
la CTA y gremios decididos a enfrentar al macrismo y ello, como ha sucedido con
anterioridad, puede abrir un polo sindical con cierto poder para discutir
con el Gobierno nacional. Cambiemos también tiene sus desafíos a futuro
si desea la reelección de Macri y contentar a una parte de la elite
económica. Cosas que por momentos pueden ir por el mismo andarivel y otras
veces no. Este es un momento clave para todos los actores políticos que tienen intenciones
de disputar poder. La carrera por el 2019 comenzará a acelerarse. Eso sin
dudas.
*ESTEBAN
DE GORI ES INVESTIGADOR DE CELAG @edegori
No hay comentarios:
Publicar un comentario