(Por
Ricardo Rouvier)
Las fracturas sociales, culturales y políticas son propias de
las naciones desde sus orígenes y forman parte de sus aspectos constitutivos.
Por lo tanto no hay que poner cara de perplejidad ante el supuesto
descubrimiento periodístico de segmentos enfrentados que hoy se ha convertido
en un latiguillo mediático. Lo que da importancia a la existencia de la fisura
en el tejido social de un país, es la permanente amenaza de la confrontación
entre sectores que viven en situación latente de quiebre de la paz y el
surgimiento de la guerra civil y, por ende, en su alejamiento del propósito de
la unidad nacional. Es la conocida opción de hierro entre el caos y el orden
social.
La
grieta puede ser una diferencia cultural que se enraíza en las comunidades
estimuladas por la baja tolerancia a las diferencias o la discriminación
religiosa, como también aquellas alentadas por el poder para afirmar su
capacidad, expresándose en banderías políticas que compiten en elecciones y que
se basan en la negatividad del adversario. Es más, a veces, el adversario es
estigmatizado como enemigo. El marketing electoral contempla lo que se denomina
“campaña negativa” destinada a demonizar al competidor y cualquier dato de su
vida pública o privada es útil para la demolición.
Conocemos
la controvertida frase: "El infierno son los otros" que enuncia un
personaje de la obra A puerta cerrada escrita por J.P. Sartre, y que explora su
manera de pensar la intersubjetividad. señala la influencia de la mirada del
otro en uno. La mirada que desnuda, que muestra al otro la realidad del ser, y
a partir de ésta, el individuo es juzgado y condenado. Los protagonistas son
sus propios verdugos. Tienen la mirada fija y constante en sus compañeros de encierro,
eternizando la existencia. La metáfora sobre el infierno es una habitación
cerrada, sin espejos, en la que vivirán para siempre los condenados. Allí no
existe el tiempo, que es un eterno presente, sin cambios, angustiante y
sofocante. Es la vida sin pausa, en donde ni siquiera se puede pestañar, no se
puede dormir, siendo constantemente juzgado por la mirada del otro. La solución
sería encerrarse en sí mismo, huyendo; pero no lo salva. Están condenados a
escuchar los pensamientos del otro, cuya presencia se hace patente e
insoportable. Finalmente, para el autor existencialista el infierno no está en
el futuro, sino que está aquí y ahora.
Fue
Freud quien caracterizó al otro como obstáculo o como dificultad, en función
del desarrollo personal donde predomina la imprescindibilidad del otro para
constituirme. Es en la intersubjetividad que aparece el sujeto, en el cruce
real y/o imaginario con el otro.
Pero
la convivencia es una promesa que puede frustrarse cuando el sujeto se convierte
en la negación del otro. ¿Cuál es el significado del relato del asesinato de
Caín a Abel?, ¿cuál es el mensaje de esta historia bíblica?; ¿cuál era la
lección moral?. Tal vez enseñarnos que la sociabilidad dependía de nosotros, de
una construcción interpersonal. La fraternidad es una construcción, en una
cultura en que hay que contar con la caída del hombre ante el pecado.
Como
vemos, la grieta está en la génesis; también la posibilidad del arrepentimiento
que abre el dispositivo de la comprensión primero y la piedad después. En
definitiva, la paz es una conquista. También, hay que decirlo, que este relato
de Caín justifica la presencia de un Dios juez, frente a la libertad del
asesino. Y así va a ser; Dios concede el libre albedrío y se reserva su veredicto.
Las
grietas tienen su pasado, presente e impulsan hacia adelante su opuesto, la
utopía nacional, la armonía y la unidad. No muy diferente a lo que les pasa con
la regionalización a los españoles, italianos, bolivianos, alemanes, rusos,
montenegrinos, árabes, etc.
Esa
utopía irrealizable en forma definitiva, mientras las sociedades no sean
integralmente igualitarias y libres de prejuicios, puede tener una evolución
progresista (deseable) o puede tener retrocesos conservadores. Hoy hay una
restauración conservadora mundial que insiste con lo abstracto-general de la
Nación unida, casi escolar, mientras lo que hace es mantener y confirmar el
dominio sectorial sobre el todo.
El
antagonismo puede alcanzar su punto culminante en el genocidio, en donde no hay
retorno, en la detección, localización, persecución y muerte del otro. Medio
Oriente hoy es un muestrario de diversas grietas, en las que intervienen tanto
tradiciones locales, como las grandes potencias llenas de ambición económica y
de tecnología militar. La Franja de Gaza es la geografía expresionista de una
fractura que divide culturas, países, pueblos. Trump, revive la brecha
histórica entre EEUU y México, y en Europa hay un retorno a viejas antinomias
basadas en la xenofobia y la discriminación.
La
grieta y el kirchnerismo
A
pesar de estos antecedentes, una de las últimas capturas mediáticas en nuestro
país, como si fuera un hallazgo del entretenimiento, es el descubrimiento de
que hay una grieta que divide a los argentinos.
La
“grieta” fue adoptada como una fisura novísima, impensada, fundada en el
desencuentro. El gobierno convirtió en objetivo oficial “la unidad de los
argentinos” que, como Pobreza 0, va camino a convertirse en una hipérbole más
dentro del marketing oficial. Es verdad que la fractura se fue expandiendo como
un río e invadió distintos espacios de la sociabilidad, inundando a la familia,
las instituciones secundarias, y existe un responsable exclusivo ante la mirada
mediática y oficial: el kirchnerismo.
En
nuestra historia nacional, la existencia de la grieta comienza desde los
inicios de la Patria hasta la contemporaneidad, con variaciones dadas por la
evolución. El dilema puede ser el Caudillo o el porteño, Unitario o Federal, o
puede ser Personalista o Antipersonalista, Peronista o Gorila. A lo que se
agregó desde el 2003 kirchnerista vs. no kirchnerista. La historia muestra una
energía subterránea estructural que apunta a la unidad, pero también desde lo
profundo aparecen las huellas del desencuentro. La lucha por la verdad, la lucha
por la mejor lectura de la realidad, la lucha por la más eficaz metodología de
progreso. La lucha por interpretar que es el progreso. El combate que se
expresa como un tsunami en las redes sociales.
Sarmiento,
Echeverría, Mármol, entre muchos otros, dieron cuenta de la existencia de la
fracturas del siglo XIX, desde la versión trágica con su componente de destino
que trata de cumplirse en la criminalidad del otro.
“Es utopía, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana tal como salió de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa …con tres millones de indígenas cristianos y católicos, no realizareis la República ciertamente. No la haréis tampoco con cuatro millones de peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarlo acá o allá” (J.B.Alberdi. Bases Cap. XXX).
“Es utopía, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana tal como salió de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa …con tres millones de indígenas cristianos y católicos, no realizareis la República ciertamente. No la haréis tampoco con cuatro millones de peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarlo acá o allá” (J.B.Alberdi. Bases Cap. XXX).
"¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en
los federales! ¡Siempre en pandillas cayendo como buitres sobre la víctima
inerte!" se dice en El Matadero.
También
hubo quién ante la división de los argentinos prefería salir del escenario
político, abandonar la patria y evitar tomar posición ante la autodestrucción.
Quién puede ser indiferente ante el desgarramiento que transmite la lectura de
estas notas.
"Partiendo del principio que es
absolutamente necesario el que desaparezca uno de los partidos contendientes,
por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública. ¿Será
posible que sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos, y cual
otro Sila, cubra mi patria de proscripciones? No, jamás, jamás, mil veces
preferiría correr y envolverme en los males que amenazan a la patria que ser yo
instrumento de tamaños horrores." Carta del general San Martín a Tomás Guido, Montevideo 3 de
abril de 1829, pocos días antes de emprender su exilio definitivo.
La
dialéctica amigo y enemigo ha sido constitutiva de la Nación Argentina en su
doble matriz: liberal, republicana y federal populista. Por supuesto que en la
complejidad de la realidad ha habido tendencias y fracciones de fuerzas; y
ambas matrices se entrecruzan en algunas oportunidades. Pero las grietas en
nuestro país tuvieron versiones armadas avanzadas durante el siglo XX como una
manera de resolver las diferencias. Los acontecimientos de los ´70 son aún
vistos por algunos, como un combate que no cesa (diferenciando combate de
contradicción) y que provoca declaraciones extemporáneas en el espacio público.
Tanto
Alberdi como Sarmiento, a pesar de sus diferencias, coincidían en la necesidad
de hacer una transformación porque no eran optimistas en relación a que la
fragmentación estructural asegurara la supervivencia de nuestro país.
Justamente, la educación popular era para ambos la posibilidad de superar las
distancias, de alcanzar una mayor homogeneidad social.
Desde
otro ángulo podemos citar a Dorrego, Artigas, Rosas, los Caudillos federales,
al yrigoyenismo, al peronismo; que apuntaban a la conformación de una
democracia popular, en contraposición a una democracia formal. El acuerdo
nacional, la paz definitiva, la comunidad organizada, es un objetivo para
todos, incluido los liberales, pero con caminos bien diferentes. Por supuesto
que los gobiernos viven diciendo que se gobierna para todos, tal cual lo
determina el paradigma democrático constitucional, pero es la propia aplicación
del poder que ensancha o angosta las fracturas nacionales.
Por
lo tanto, hay muchas grietas aquí y en buena parte del mundo, y lo coyuntural
puede tener alguna incidencia en la evolución de la convivencia. La concepción
conservadora de los medios masivos se muestra en el discurso filantrópico
permanente de la unidad, del amor universal y del orden de las cosas. Los
medios nunca pueden dejar de ver un conflicto como un suceso, no pueden
comprenderlo, sino simplemente tomar información y editorializar con premura.
La
inauguración de la grieta no puede ser atribuida al kirchnerismo, pero sí puede
aseverarse que la confirmó en la aplicación del poder, tanto en el gobierno de
Néstor, pero sobre todo en los gobiernos de CFK, en los que se acentuó la
dinámica de amigo-enemigo y el conflicto fue el motor de su gestión. No debería
el kirchnerismo negar esto, ya que en su intento reformista desde que asumió,
era inevitable generar diferencias, establecer fracturas y que esas lograran
sumergirse en el clivaje social más profundo.
Esta
profundidad implica también lo siniestro como emergente. Escribió en las redes
sociales una funcionaria del Ministerio de Modernización sobre la joven violada
y asesinada: "Ahora van a decir que a Micaela García la mandó a asesinar
Macri porque era del Movimiento Evita jajaja... Parece que a todos les llega
por juntarse con ese tipo de gente hay que tener mucho cuidado con las
amistades que se hacen en este tipo de... agrupaciones? si se le puede llamar
así a esa manga de mafiosos y patoteros ignorantes (sic)" Frente a estas
expresiones que fueron varias del mismo tenor respecto a la víctima, nos
preguntamos: si es la muerte, nuevamente, lo que nos espera en el porvenir; si
vamos o no vamos hacia El Matadero. Tal vez no, porque esta pulsión tenga
alguna forma de neutralización, como su sublimación en el lenguaje. Por lo
menos, no hay posesión de fierros como en los ´70!!
El
gobierno de Néstor Kirchner provocó a la sociedad en el 2003 (una sociedad que
no tenía como prioridad la investigación sobre el terrorismo de Estado), desde
un discurso develador logró varios objetivos: poner la cuestión social sobre la
mesa, avanzar sobre los derechos humanos sin concesiones, señalar la existencia
y responsabilidad de las corporaciones y la estimulación de las experiencias contra
hegemónicas en América Latina. Es decir, transparentó la contradicción, el
conflicto, develó a los contrarios y transitó sobre ello afirmando la grieta.
Pero, la argentina subterránea está. Las luchas civiles del siglo XIX, el
bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio; el “algo habrá hecho”, los
desaparecidos, el secuestro de niños; están.
Nuestro
país no ha asumido todavía los caminos de la reconciliación, como ha ocurrido
en otras naciones que tuvieron largas dictaduras o han actuado en guerras
internas e internacionales. Es más, muchos se oponen a la posibilidad de un
reencuentro.
El
gobierno de Macri apuntó desde el inicio hacia la polarización y la
confirmación de las dos veredas del escenario político, que asienta claramente
una confirmación clasista de su filosofía política. El cambio cultural que
propone el PRO incluye el pase al archivo general de la Nación al peronismo, y
a su aliado: el radicalismo. Implican también la negación de la historia y del
pensamiento crítico. Y el blanco para obtener ventajas es uno solo: el
kirchnerismo.
Por
lo tanto, seguir hablando de la grieta como una disfunción k es una moda de los
medios, que están más interesados en la historieta que en la historia, en el
panelismo que en la reflexión, en el suceso que en el relato. Los argentinos
deberíamos hacernos cargo de las grietas que supimos conseguir; y resolver la
convivencia con estas diferencias dentro del marco procedimental democrático
ejerciendo la interpelación, o forzar la oposición hasta que alguno abandone la
disputa.
*Licenciado
en Sociología, doctor en Psicología. Analista político y docente universitario.
Fuente: Tecla Eñe
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