viernes, 21 de abril de 2017

Las grietas como herencia


(Por Ricardo Rouvier) 
Las fracturas sociales, culturales y políticas son propias de las naciones desde sus orígenes y forman parte de sus aspectos constitutivos. Por lo tanto no hay que poner cara de perplejidad ante el supuesto descubrimiento periodístico de segmentos enfrentados que hoy se ha convertido en un latiguillo mediático. Lo que da importancia a la existencia de la fisura en el tejido social de un país, es la permanente amenaza de la confrontación entre sectores que viven en situación latente de quiebre de la paz y el surgimiento de la guerra civil y, por ende, en su alejamiento del propósito de la unidad nacional. Es la conocida opción de hierro entre el caos y el orden social.
La grieta puede ser una diferencia cultural que se enraíza en las comunidades estimuladas por la baja tolerancia a las diferencias o la discriminación religiosa, como también aquellas alentadas por el poder para afirmar su capacidad, expresándose en banderías políticas que compiten en elecciones y que se basan en la negatividad del adversario. Es más, a veces, el adversario es estigmatizado como enemigo. El marketing electoral contempla lo que se denomina “campaña negativa” destinada a demonizar al competidor y cualquier dato de su vida pública o privada es útil para la demolición.
Conocemos la controvertida frase: "El infierno son los otros" que enuncia un personaje de la obra A puerta cerrada escrita por J.P. Sartre, y que explora su manera de pensar la intersubjetividad. señala la influencia de la mirada del otro en uno. La mirada que desnuda, que muestra al otro la realidad del ser, y a partir de ésta, el individuo es juzgado y condenado. Los protagonistas son sus propios verdugos. Tienen la mirada fija y constante en sus compañeros de encierro, eternizando la existencia. La metáfora sobre el infierno es una habitación cerrada, sin espejos, en la que vivirán para siempre los condenados. Allí no existe el tiempo, que es un eterno presente, sin cambios, angustiante y sofocante. Es la vida sin pausa, en donde ni siquiera se puede pestañar, no se puede dormir, siendo constantemente juzgado por la mirada del otro. La solución sería encerrarse en sí mismo, huyendo; pero no lo salva. Están condenados a escuchar los pensamientos del otro, cuya presencia se hace patente e insoportable. Finalmente, para el autor existencialista el infierno no está en el futuro, sino que está aquí y ahora.
Fue Freud quien caracterizó al otro como obstáculo o como dificultad, en función del desarrollo personal donde predomina la imprescindibilidad del otro para constituirme. Es en la intersubjetividad que aparece el sujeto, en el cruce real y/o imaginario con el otro.
Pero la convivencia es una promesa que puede frustrarse cuando el sujeto se convierte en la negación del otro. ¿Cuál es el significado del relato del asesinato de Caín a Abel?, ¿cuál es el mensaje de esta historia bíblica?; ¿cuál era la lección moral?. Tal vez enseñarnos que la sociabilidad dependía de nosotros, de una construcción interpersonal. La fraternidad es una construcción, en una cultura en que hay que contar con la caída del hombre ante el pecado.
Como vemos, la grieta está en la génesis; también la posibilidad del arrepentimiento que abre el dispositivo de la comprensión primero y la piedad después. En definitiva, la paz es una conquista. También, hay que decirlo, que este relato de Caín justifica la presencia de un Dios juez, frente a la libertad del asesino. Y así va a ser; Dios concede el libre albedrío y se reserva su veredicto.
Las grietas tienen su pasado, presente e impulsan hacia adelante su opuesto, la utopía nacional, la armonía y la unidad. No muy diferente a lo que les pasa con la regionalización a los españoles, italianos, bolivianos, alemanes, rusos, montenegrinos, árabes, etc.
Esa utopía irrealizable en forma definitiva, mientras las sociedades no sean integralmente igualitarias y libres de prejuicios, puede tener una evolución progresista (deseable) o puede tener retrocesos conservadores. Hoy hay una restauración conservadora mundial que insiste con lo abstracto-general de la Nación unida, casi escolar, mientras lo que hace es mantener y confirmar el dominio sectorial sobre el todo.
El antagonismo puede alcanzar su punto culminante en el genocidio, en donde no hay retorno, en la detección, localización, persecución y muerte del otro. Medio Oriente hoy es un muestrario de diversas grietas, en las que intervienen tanto tradiciones locales, como las grandes potencias llenas de ambición económica y de tecnología militar. La Franja de Gaza es la geografía expresionista de una fractura que divide culturas, países, pueblos. Trump, revive la brecha histórica entre EEUU y México, y en Europa hay un retorno a viejas antinomias basadas en la xenofobia y la discriminación.
La grieta y el kirchnerismo
A pesar de estos antecedentes, una de las últimas capturas mediáticas en nuestro país, como si fuera un hallazgo del entretenimiento, es el descubrimiento de que hay una grieta que divide a los argentinos.
La “grieta” fue adoptada como una fisura novísima, impensada, fundada en el desencuentro. El gobierno convirtió en objetivo oficial “la unidad de los argentinos” que, como Pobreza 0, va camino a convertirse en una hipérbole más dentro del marketing oficial. Es verdad que la fractura se fue expandiendo como un río e invadió distintos espacios de la sociabilidad, inundando a la familia, las instituciones secundarias, y existe un responsable exclusivo ante la mirada mediática y oficial: el kirchnerismo.
En nuestra historia nacional, la existencia de la grieta comienza desde los inicios de la Patria hasta la contemporaneidad, con variaciones dadas por la evolución. El dilema puede ser el Caudillo o el porteño, Unitario o Federal, o puede ser Personalista o Antipersonalista, Peronista o Gorila. A lo que se agregó desde el 2003 kirchnerista vs. no kirchnerista. La historia muestra una energía subterránea estructural que apunta a la unidad, pero también desde lo profundo aparecen las huellas del desencuentro. La lucha por la verdad, la lucha por la mejor lectura de la realidad, la lucha por la más eficaz metodología de progreso. La lucha por interpretar que es el progreso. El combate que se expresa como un tsunami en las redes sociales.
Sarmiento, Echeverría, Mármol, entre muchos otros, dieron cuenta de la existencia de la fracturas del siglo XIX, desde la versión trágica con su componente de destino que trata de cumplirse en la criminalidad del otro.
“Es utopía, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana tal como salió de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa …con tres millones de indígenas cristianos y católicos, no realizareis la República ciertamente. No la haréis tampoco con cuatro millones de peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarlo acá o allá” (J.B.Alberdi. Bases Cap. XXX).
"¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales! ¡Siempre en pandillas cayendo como buitres sobre la víctima inerte!" se dice en El Matadero.
También hubo quién ante la división de los argentinos prefería salir del escenario político, abandonar la patria y evitar tomar posición ante la autodestrucción. Quién puede ser indiferente ante el desgarramiento que transmite la lectura de estas notas.
"Partiendo del principio que es absolutamente necesario el que desaparezca uno de los partidos contendientes, por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública. ¿Será posible que sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos, y cual otro Sila, cubra mi patria de proscripciones? No, jamás, jamás, mil veces preferiría correr y envolverme en los males que amenazan a la patria que ser yo instrumento de tamaños horrores." Carta del general San Martín a Tomás Guido, Montevideo 3 de abril de 1829, pocos días antes de emprender su exilio definitivo.
La dialéctica amigo y enemigo ha sido constitutiva de la Nación Argentina en su doble matriz: liberal, republicana y federal populista. Por supuesto que en la complejidad de la realidad ha habido tendencias y fracciones de fuerzas; y ambas matrices se entrecruzan en algunas oportunidades. Pero las grietas en nuestro país tuvieron versiones armadas avanzadas durante el siglo XX como una manera de resolver las diferencias. Los acontecimientos de los ´70 son aún vistos por algunos, como un combate que no cesa (diferenciando combate de contradicción) y que provoca declaraciones extemporáneas en el espacio público.
Tanto Alberdi como Sarmiento, a pesar de sus diferencias, coincidían en la necesidad de hacer una transformación porque no eran optimistas en relación a que la fragmentación estructural asegurara la supervivencia de nuestro país. Justamente, la educación popular era para ambos la posibilidad de superar las distancias, de alcanzar una mayor homogeneidad social.
Desde otro ángulo podemos citar a Dorrego, Artigas, Rosas, los Caudillos federales, al yrigoyenismo, al peronismo; que apuntaban a la conformación de una democracia popular, en contraposición a una democracia formal. El acuerdo nacional, la paz definitiva, la comunidad organizada, es un objetivo para todos, incluido los liberales, pero con caminos bien diferentes. Por supuesto que los gobiernos viven diciendo que se gobierna para todos, tal cual lo determina el paradigma democrático constitucional, pero es la propia aplicación del poder que ensancha o angosta las fracturas nacionales.
Por lo tanto, hay muchas grietas aquí y en buena parte del mundo, y lo coyuntural puede tener alguna incidencia en la evolución de la convivencia. La concepción conservadora de los medios masivos se muestra en el discurso filantrópico permanente de la unidad, del amor universal y del orden de las cosas. Los medios nunca pueden dejar de ver un conflicto como un suceso, no pueden comprenderlo, sino simplemente tomar información y editorializar con premura.
La inauguración de la grieta no puede ser atribuida al kirchnerismo, pero sí puede aseverarse que la confirmó en la aplicación del poder, tanto en el gobierno de Néstor, pero sobre todo en los gobiernos de CFK, en los que se acentuó la dinámica de amigo-enemigo y el conflicto fue el motor de su gestión. No debería el kirchnerismo negar esto, ya que en su intento reformista desde que asumió, era inevitable generar diferencias, establecer fracturas y que esas lograran sumergirse en el clivaje social más profundo.
Esta profundidad implica también lo siniestro como emergente. Escribió en las redes sociales una funcionaria del Ministerio de Modernización sobre la joven violada y asesinada: "Ahora van a decir que a Micaela García la mandó a asesinar Macri porque era del Movimiento Evita jajaja... Parece que a todos les llega por juntarse con ese tipo de gente hay que tener mucho cuidado con las amistades que se hacen en este tipo de... agrupaciones? si se le puede llamar así a esa manga de mafiosos y patoteros ignorantes (sic)" Frente a estas expresiones que fueron varias del mismo tenor respecto a la víctima, nos preguntamos: si es la muerte, nuevamente, lo que nos espera en el porvenir; si vamos o no vamos hacia El Matadero. Tal vez no, porque esta pulsión tenga alguna forma de neutralización, como su sublimación en el lenguaje. Por lo menos, no hay posesión de fierros como en los ´70!!
El gobierno de Néstor Kirchner provocó a la sociedad en el 2003 (una sociedad que no tenía como prioridad la investigación sobre el terrorismo de Estado), desde un discurso develador logró varios objetivos: poner la cuestión social sobre la mesa, avanzar sobre los derechos humanos sin concesiones, señalar la existencia y responsabilidad de las corporaciones y la estimulación de las experiencias contra hegemónicas en América Latina. Es decir, transparentó la contradicción, el conflicto, develó a los contrarios y transitó sobre ello afirmando la grieta. Pero, la argentina subterránea está. Las luchas civiles del siglo XIX, el bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio; el “algo habrá hecho”, los desaparecidos, el secuestro de niños; están.
Nuestro país no ha asumido todavía los caminos de la reconciliación, como ha ocurrido en otras naciones que tuvieron largas dictaduras o han actuado en guerras internas e internacionales. Es más, muchos se oponen a la posibilidad de un reencuentro.
El gobierno de Macri apuntó desde el inicio hacia la polarización y la confirmación de las dos veredas del escenario político, que asienta claramente una confirmación clasista de su filosofía política. El cambio cultural que propone el PRO incluye el pase al archivo general de la Nación al peronismo, y a su aliado: el radicalismo. Implican también la negación de la historia y del pensamiento crítico. Y el blanco para obtener ventajas es uno solo: el kirchnerismo.
Por lo tanto, seguir hablando de la grieta como una disfunción k es una moda de los medios, que están más interesados en la historieta que en la historia, en el panelismo que en la reflexión, en el suceso que en el relato. Los argentinos deberíamos hacernos cargo de las grietas que supimos conseguir; y resolver la convivencia con estas diferencias dentro del marco procedimental democrático ejerciendo la interpelación, o forzar la oposición hasta que alguno abandone la disputa.
*Licenciado en Sociología, doctor en Psicología. Analista político y docente universitario.
 Fuente: Tecla Eñe

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