viernes, 2 de diciembre de 2011

Esclavitud pendiente



En el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, InfoNews dialogó con organizaciones que luchan contra las nuevas formas de esclavitud moderna y relevó los casos de explotación en condiciones infrahumanas que aún hoy afecta a cientos de personas.

*Desde el surgimiento del Estado Liberal de Derecho, la esclavitud es, tal vez, el asunto de derechos humanos que despertó mayor interés a nivel internacional. Sin embargo, a pesar de su condena histórica, la nueva esclavitud en sus formas de expresión es un problema grave que persiste en nuestros días.

Hoy, la esclavitud tiene muchas vertientes y abarca gran cantidad de violaciones a los derechos humanos. Además de la tradicional trata de esclavos, se hace presente en abusos tales como la esclavitud doméstica de inmigrantes, el sometimiento en trabajos rurales o en fábricas clandestinas, trata de mujeres, tráfico de niños, prostitución infantil, explotación del trabajo infantil, entre otros .

Las organizaciones que luchan contra este flagelo cotidiano sostuvieron, en diálogo con InfoNews, que en Argentina esta problemática forma parte de la agenda pública gracias al rol del Estado y a los medios de comunicación, pero aún cuenta a cientos de afectados.

"Una persona, sólo deja de ser víctima de trata cuando tiene una realización laboral".

El problema tiene su origen fundamentalmente en las precarias condiciones socioeconómicas y la ignorancia en las que viven hombres y mujeres que son, en su gran mayoría, trabajadores inmigrantes, sin papeles y con edades entre 18 y 40 años. Muchos de ellos llegan a la Argentina dejando una importante deuda en su país de origen para pagar sus gastos de viaje, con la esperanza de encontrar trabajo o engañados por las redes de traficantes con falsas promesas sobre la posibilidad de encontrar un empleo que les cambiará la vida.

Carlos Beisún, abogado de La Alameda, fundación centralizada en la lucha contra el trabajo esclavo y el tráfico de personas, dialogó con InfoNews y señaló que la mayor parte de las víctimas no pueden defenderse. “Provienen de los grupos socioeconómicos más vulnerables de países como Bolivia y Paraguay; no conocen sus derechos; son aislados del mundo exterior y no saben a quién pedir ayuda. Además, son amenazados por sus traficantes y sienten que la justicia no puede protegerlos y en muchos casos no denuncian por miedo a ser deportados”.

Beisún, aseguró que “casi todas las personas que pasaron por este tipo de sometimiento recibieron malos tratos, verbales o físicos y en el caso de las mujeres, hasta fueron abusadas sexualmente”. Y agregó que, esta sumisión “tiene un trasfondo cultural y se fundamenta en el hecho de no ver al otro como un igual, sino como un ser inferior”.

En relación a las redes de prostitución, se dan muchos casos de violencia física y moral y violaciones para forzar a las mujeres y a menores a ejercer el comercio sexual. Muchos aguantan el trabajo excesivo y condiciones de vida deplorables con la esperanza de conseguir algún día ingresos suficientes y ser capaces de enviar algún dinero a sus familias. La promesa de una posible regularización mantiene a las mujeres en esa situación de dependencia y sumisión forzada. Además, el confinamiento, la mala calidad de vida y de condiciones laborales, la violencia física e incluso el abuso sexual, la falta de contacto con el mundo exterior y con su país de origen, producen en la víctima serios traumas psicológicos.

“El rol del Estado debería ser más activo al asistir a una víctima de este tipo. Porque una persona, sólo deja de ser víctima de trata cuando tiene una realización laboral. Al no tenerla está siempre expuesto a volver a la condición de la que salieron. Solo se sale cuando se le devuelve la dignidad y eso está vinculado a un trabajo honesto”, remarcó el abogado de La Alameda.

Las prácticas contemporáneas de esclavitud son clandestinas y no es posible tener información 100% objetiva y confiable sobre su magnitud. En la actualidad, la trata de personas para diferentes fines, es un negocio importante que está vinculado al tráfico de drogas y de armas. “Son negocios que dejan muchísimo dinero y después del narcotráfico es el segundo negocio espurio que circula en el mundo”, afirma Beisún.

Existen pruebas suficientes de que las nuevas formas de esclavitud son vastas y se hallan muy difundidas en prácticamente todo el mundo. Basta con señalar que de acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se explota en diversas modalidades el trabajo de 100 millones de niños (1.6 % de la población mundial).

En éste sentido, al caer en situación de trata el grupo familiar, los chicos también suelen padecerlo. Como el caso de Ezequiel Ferreyra, el chico muerto en la avícola Nuestra Huella por aspirar agro tóxicos mientras ayudaba a sus padres. “Los adultos trabajan y para poder llegar a la producción que le imponen, también necesitan que trabajen los niños. Así, la situación de trata se va trasladando a cada uno de los actores de la familia”, relata Beisún que también es querellante de la familia Ferreyra.

Gracias a gran cantidad de pruebas y estudios presentados ante los órganos de derechos humanos de Naciones Unidas, se registraron importantes datos oficiales, de los que se deduce que no existe una distinción clara entre las causas que originan las diversas formas de esclavitud contemporánea, aunque si existe consenso en que apunta a una población culturalmente vulnerable.

“En Argentina, esta problemática hoy forma parte de la agenda pública gracias al Estado y a los medios que empezaron a hacerse cargo y mostrarlo. Solo faltaría ajustar la legislación y entender que la asistencia a las víctimas no debe ser sólo de contención, sino generarle un rol laboral para que puedan salir, por sus propios medios, del lugar de dónde vienen”, concluyó Beisún.

*Natalia Coronel

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