La intención de este artículo no es reducir el tema del disenso a la teoría del conflicto al estilo de Marx o Engels, tema que dejamos al marxismo y sus estudiosos, tampoco tratarlo desde la polemología, asunto que ha recibido desde los años 70 un tratamiento pormenorizado y casi definitivo por parte de Julien Freund y Gastón Bouthoul.
La intención es analizar el disenso desde la posibilidad de constitución de teoría crítica. Sabemos que no es fácil, se necesita un trabajo interdisciplinario, aun cuando hay algunos sectores no son Peronistas , no son Kirchneristas, son ; pero…
Porque apoyan el proyecto pero….., porque están de acuerdo pero…porque no son de aca ni de alla pero….
Esto dio por resultado que "el consenso o acuerdo de los grandes partidos políticos" se transformara en el fundamento moral de nuestras menguadas democracias. Reemplazándose así la genuina representación democrática, transformando al sufragio universal y secreto en una verdadera farsa. Porque viene a justificar las decisiones ya tomadas de antemano por el acuerdo de los grandes partidos.
Al consenso de los grandes partidos debemos agregar las múltiples y variadas “mesas de consenso social”u otras como la de enlace, patrocinadas por los grandes lobbies e instituciones de la sociedad civil, para que cambiando algo, nada cambie.
"El disidente no aspira a cargos oficiales
ni busca votos.
No trata de agradar al público,
no ofrece nada ni promete nada.
Puede ofrecer, en todo caso, sólo su pellejo”.
ni busca votos.
No trata de agradar al público,
no ofrece nada ni promete nada.
Puede ofrecer, en todo caso, sólo su pellejo”.
Valclav Havel
Disenso significa, antes que nada, otro sentido, divergencia, contrario parecer, desacuerdo.
Disentir es una actitud libre, personal o colectiva, de afirmar otra cosa a la propuesta. Psicológicamente es la primera actitud del hombre, al reconocerse como otro distinto del padre, para convertirse en adulto. El disenso enriquece el obrar humano y consolida una sociedad plural, al mismo tiempo que invalida cualquier intento homogeneizador o totalitario.
Muchos vinculan el disenso con la discrepancia entendida como negar el consentimiento a algo o alguien. Por el contrario, para nosotros el disenso no se agota en el afirmar lo que no se quiere(en la negación) sino que logra su plenitud en el pensamiento (teoría alternativa) y la actitud (práctica) no conformista a la dada. Es el origen del pensamiento y la conducta alternativa al orden o la normalidad constituida.
Es que el consenso, lo hemos visto hasta el hartazgo, a pesar de la opinión de los progresistas ilustrados, no puede servir como fundamento de la legitimidad política de la democracia porque siempre es el resultado de un acuerdo de partes con poder en la sociedad (racionalidad estratégica, que viene a responder a la pregunta de Lenín: ¿Qué hacer?) que puede conducir, y de hecho ha ocurrido infinidad de veces en la historia del mundo, a resultados aberrantes.
Surge entonces el disenso en su función ético-política por antonomasia, como origen de la legitimidad política de la democracia pluralista y participativa, y no ya democracia acuerdista, de pactos o logias, que se caracterizan por tomar las decisiones antes de la deliberación. Esto es, transforman a la deliberación de las partes en un simulacro para la tribuna
“En todo disenso, afirma el filósofo Wagner de Reyna, hay un enfrentamiento, una contradicción insalvable, y así resulta lo contrario de la dialéctica, que anticipa la síntesis que vislumbra –complacida y anhelante- en el horizonte. ... Detrás del contenido lógico del disenso siempre hay una necesidad – axiológicamente fundada en lo insobornable- de hacer vencer la verdad. Nada más lejos de él, que el parloteo – hablar por hablar y discutir por discutir- y que la jovial disposición a un compromiso que no compromete a nada. Tal suele ser el tan celebrado consenso” (A. Buela).
En cuanto a su calidad ética, el disenso no depende sólo de lo negado. Los que disienten con la ley de medios por ejemplo, depende también, y fundamentalmente, del contenido de la propuesta realizada por el disidente o no conformista, pero como los ciudadanos del ejemplo no tienen una propuesta alternativa, se quedan en la negación, su actitud se encuadra mas bien en lo que sería una oposición o una rebelión y no una disidencia.
Esto es importantísimo para comprender el por qué de la crítica desde la izquierda a la teoría del disenso en el sentido que éste no tiene en cuenta la dialéctica, o peor aún, afirman que es contrario a la dialéctica porque se queda en la negación y no pasa a la negación de la negación, núcleo y sentido del método dialéctico.
El disenso para ellos es reducido a una infinidad de sucesiones dicotómicas de negación donde no está pensada la superación de las mismas secuencias. Pero repetimos, que el disenso no se agota en la negación sino que exige, tal como nosotros lo planteamos y entendemos, la creación de otro sentido al dado, al del statu quo reinante , vigente o amenazante.
En el disenso la superación de la negación no se da como en el recetario marxista, porque las leyes mismas del movimiento del mundo real se expresan en la dialéctica, sino porque el disidente cuando disiente ofrece su pellejo, según la cita de Havel. La superación de la negación es existencial.
Cuando se disiente es porque de facto ya se está plantado en otra realidad distinta que la vigente. El disenso no se agota como batalla ideológica-cultural sino que al nacer de un pensamiento situado exige tanto una práctica política como una práctica personal.
En definitiva, la calidad moral del consenso como del disenso no deriva del acto de consentir o disentir, error del progresismo ilustrado para quien el consenso es bueno y el disenso es malo, sino del asunto a que se aplican, estos actos.
Desde el punto de vista lógico ambos son términos relativos uno a otro, así, como padre lo es de hijo o alto de bajo, el disenso lo es siempre de un consenso y el consenso lo es sobre un disenso, pero en la práctica cotidiana, sea política o personal, el consenso se presenta como acuerdo de partes para el logro de una finalidad común y el disenso, no tanto como la negación al acuerdo, sino más bien como la pretensión de otorgar otro sentido, un sentido diferente, distinto, alternativo, no conformista a lo dado, a lo que está presente.
Otra diferencia es que la idea de disenso estuvo, al menos hasta hace unos años, desacreditada teóricamente, pues la idea de consenso estuvo y está avalada y reforzada por los profesores de nuestras universidades, academias y la masa de los periodistas semicultos, estos nuevos intelectuales que conforman la patria locutora y periodistica, que la han adoptado como ideología indiscutible e incuestionable.
Es desde los movimientos populares que se realiza la oposición real a las oligarquías transnacionales. Es desde las tradiciones nacionales de los pueblos donde mejor se muestra la oposición a la sociedad global sin raíces, a ese imperialismo desterritorializado que pretende seguir avanzando sobre nuestro continente.
Es desde el elogio del disenso, de la actitud no conformista que se rechaza la imposición de un pensamiento único y de una sociedad uniforme, y se denuncia la globalización como un mal en sí mismo. Entonces diríamos consenso interior disenso de afuera, nace un tercer posicionamiento,los “Pero….”Ni consenso ni disenso, nacieron con el censo.
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