Un estudio de la
Universidad de Oxford identificó en 28 países las tareas más habituales de los
agentes oficiales u oficiosos que moldean a la opinión pública: candidatos, partidos
políticos y gobiernos, de Argentina a Corea del Norte, de los Estados Unidos a
China, de Venezuela a Rusia
La discriminación, la
provocación, el acoso, las campañas políticas, las noticias falsas y la
propaganda comercial son ya parte del paisaje en las redes sociales. Según un
estudio de la Universidad de Oxford no las realizan sólo los individuos:
también se trata de “un fenómeno organizado, con grandes gobiernos y partidos
políticos que dedican recursos importantes al uso de las redes sociales para la
manipulación de la opinión pública”.
En “Troops, Trolls and
Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation”
(“Ejércitos, provocadores y alborotadores: un inventario global de la
manipulación organizada de las redes sociales”) Samantha Bradshaw y Philip N.
Howard estudiaron 28 países (entre ellos Argentina, Brasil, México, Venezuela,
Ecuador, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Israel, China, India, Rusia y
Corea del Norte) y concluyeron que:
1. “Los ciberejércitos son
un fenómeno generalizado y global”.
2. “Todos los regímenes
autoritarios hacen campañas en redes sociales que apuntan a su propia
población, mientras que sólo unos pocos apuntan a públicos extranjeros”.
3. “Casi todas las
democracias tienen campañas en redes sociales que apuntan a públicos
extranjeros, mientras que las campañas de los partidos políticos apuntan a los
votantes locales”.
El anonimato en internet
—tanto la posibilidad de no identificarse como la de asumir una identidad
falsa— y la importancia de las redes sociales en la vida pública se combinan de
esta manera indeseada. En primer lugar, los jóvenes del mundo desarrollan sus
identidades políticas y se informan en las redes; en segundo lugar, algunas
plataformas como Facebook y Twitter “también se han convertido en herramientas
de control social”, según Bradshaw y Howard.
Los investigadores
aplicaron en un mapa el modo en que los trolls oficiales u oficiosos —los hay
empleados directos de los gobiernos, los hay contratistas independientes—
trabajan en internet para “ejercer influencia sobre las corrientes de
información y los canales de comunicación para moldear a la opinión pública”.
Del rojo (la mayor
actividad) al amarillo (la menor actividad) mostraron los países que, entre los
28 estudiados, registran manipulación en las redes sociales. Desde luego,
algunos —como los Estados Unidos— también concentran el mayor número de
usuarios de redes sociales.
“En esta Figura 1 los
países con muchas clases de organizaciones (gobiernos, partidos políticos, grupos
de la sociedad civil, ciudadanos organizados o contratistas independientes)
aparecen en el matiz más oscuro del rojo”, escribieron los autores del estudio
sobre la manipulación organizada de las redes sociales. Si bien los fondos
suelen ser públicos en los regímenes autoritarios y partidarios en las
democracias, “en muchos países los ciberejércitos tienen una multiplicidad de
afiliaciones, financistas o clientes”.
Los especialistas del
Oxford Internet Institute definieron los ciberejércitos como “equipos
gubernamentales, militares o partidarios que se dedican a manipular la opinión
pública en las redes sociales”. Muchos países no tienen las propias, “pero
participan en pactos mutilaterales de defensa mutua con programas para ello”.
Algunas de las palabras
claves en este campo son “operaciones psicológicas”, “astroturfing” (campañas
de propaganda electoral o comercial que fingen espontaneidad), “guerra de
datos”, “sockpuppet” (cuenta falsa en redes) y, por supuesto, “troll”.
Entre las estrategias a las
que recurre la manipulación organizada de las redes sociales se destaca el
comentario a una publicación. “Algunos ciberejércitos se concentran en mensajes
positivos que refuerzan o apoyan la posición o la ideología oficial”, según
Bradshaw y Howard. “Las interacciones negativas implican abuso verbal, acoso o
provocación de individuos con posiciones críticas del gobierno”, agregaron, y
dieron como ejemplo la persecución en redes de periodistas en México.
En general se recurre a una
combinación, a la que se suman otras formas de comentar que no son positivas ni
negativas. “Arabia Saudita, por ejemplo, practica la intoxicación de hashtags,
por la cual los ciberejércitos envían trending hashtags a modo de spam, que
interrumpen la crítica u otras conversaciones indeseadas mediante una
inundación de tuits que nada tienen que ver”.
Elegir blancos individuales
es otra estrategia. Los ciberejércitos atacan de manera sistemática y
prolongada a un individuo o un grupo influyente en las redes sociales. “En
Polonia, por ejemplo, se elige cuidadosamente como blanco a los líderes de
opinión como los Blogers importantes, los periodistas y los activistas, para
convencerlos de que sus seguidores tienen determinadas creencias o valores”.
La forma más conocida de
esta variante es el acoso, que “por lo general implica abuso verbal,
discriminación y/o trolling contra los valores, las creencias o la identidad de
un usuario o un grupo”. Se trata de “un aspecto persistente del ecosistema de
internet” que se usa para silenciar el disentimiento en línea”, explicaron los
investigadores. “También es una de las formas más peligrosas de actividad de
los ciberejércitos, ya que con frecuencia los individuos reciben amenazas sobre
su vida real y sufren el daño de su reputación”.
Las cuentas falsas complementan
a las cuentas de los gobiernos: muchos ciberejércitos ocultan su identidad y
sus intereses. El fenómeno, llamado astroturfing, muchas veces se compone con
bots (bits de código escrito para imitar a los usuarios humanos). “Según
denuncias de los medios, los actores gubernamentales de Argentina, Azerbaiyán,
Irán, México, las Filipinas, Rusia, Arabia Saudita, Corea del Sur, Siria,
Turquía y Venezuela han utilizado bots” con el fin de “inundar las redes
sociales con spam y noticias falsas”.
La creación de contenidos
(entradas de blogs, videos de YouTube, noticias falsas, fotos o memes) es una
de las formas más comunes de operación psicológica. Y no siempre es
visiblemente partidaria: en Rusia existe un blog sobre adivinación que brinda
predicciones sobre relaciones, consejos para bajar de peso, Feng Shui “y de vez
en cuando, geopolítica, con el fin de entretejer propaganda, sin que se note,
en lo que parecen ser las cavilaciones cotidianas de una persona común”.
A veces los ciberejércitos
son equipos que integran las organizaciones oficiales, como el Departamento de
Educación y Propaganda de Vietnam, el Ministerio de Comunicaciones de Venezuela
o la Brigada 77 de los militares británicos. “Y en China, la administración
pública detrás de sus actividades es increíblemente vasta”, con estructuras
regionales. “En Argentina y en Ecuador han sido vinculadas con la oficina
presidencial”, agregaron los autores.
Otras veces los
ciberejércitos son parte de la estrategia de campaña de un candidato, o de los
partidos políticos: “Las cuentas falsas se usan para inflar artificialmente el
número de seguidores, ‘me gusta’, compartir o retuitear, lo cual crea una
impresión falsa de popularidad”, ilustraron Bradshaw y Howard. Estas fuerzas,
por lo general contratadas, suelen continuar su trabajo cuando el candidato
gana: “En Rusia, la Agencia de Investigaciones en Internet, una empresa
privada, coordina parte de las campañas de redes sociales del Kremlin”.
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