Viernes, de octubre de 2011
La Presidenta consiguió no sólo la reelección, sino la consolidación de su liderazgo político al frente de una alianza social y política heterogénea que le brindó el triunfo más amplio de la historia argentina. Fuerte respaldo al modelo nacional y popular.
Cristina quedó tercera en votos, después de Juan Perón e Hipólito Irigoyen. Hasta ayer ese lugar era ocupado por Raúl Alfonsín, con su 51,7 por ciento de 1983.
Considerando a las personas (como mi mama) de más de 80 años que no concurrieron a votar y lo hubieran hecho por Cistina, sumado a los jóvenes adherentes que son menores de 18 años, sumado a los miles de peones, rurales más que nada, que no tuvieron movilidad por parte de sus patrones o por diferentes motivos obvios inherentes a su condición social y presión laboral. El resultado podría haber sido más amplio, incluso rozar el 70 %.
En la provincia de Buenos Aires Cristina obtuvo el 57 por ciento y Hermes Binner, del Frente Amplio Progresista 14 %. El triunfo del Frente para la Victoria fue sólido y garantizó contundencia de la victoria nacional. La Presidenta ganó otros dos grandes distritos, Santa Fe y Córdoba. En los dos el FAP fue la segunda fuerza. En Santa Fe Binner quedó muy cerca de Cristina pero no pudo ganar en el territorio que hoy gobierna.
Entre las capitales, el kirchnerismo recuperó Río Gallegos. Que después de Kirchner, Aburto y Villafañe pasaron tres periodos a cargo del radicalismo.
El tono en la expresión presidencial de ayer fue de convocatoria “a los 40 millones de argentinos”. “El país es de todos”,recordó.
Cristina rescató la figura de Kirchner dijo que “lo hago como compañera de militancia y no como viuda” y que estaba recordando a “un cuadro político”. Recordó la importancia de “la voluntad, y no del voluntarismo, unida a la convicción” y dijo que había que terminar con el hábito de “pedirle permiso a alguien para ver qué se puede decir a cambio de ganar cinco minutos más o unas líneas”. Dijo la Presidenta que “lo importante es saber leer los ojos de millones de argentinos, porque ahí están las cosas que faltan pero también cuánto se ha hecho desde el 2003”.
Delante de enormes imágenes del propio Kirchner, de Eva y de Perón, la Presidenta agradeció a los argentinos y a todos los partidos y de inmediato a los sudamericanos. Habló de “esta región” como “nuestra casa”.
Contó que, “la compañera Dilma Rousseff”, le dijo “palabras muy dulces”. Fue “un llamado amigo, solidario, fraternal”. También mencionó a Pepe (Mujica), Hugo (Chávez) y Juan Manuel (Santos). Explicó que el presidente de Colombia “siempre me recuerda a Néstor”, en relación con la mediación de Kirchner y la Unasur entre su país y Venezuela en agosto del año pasado. El chileno Sebastián Piñera fue silbado en actitud de rechazo por el auditorio del salón, no tanto como Julio Cobos y Mauricio Macri. En los tres casos Cristina pidió interrumpir la rechifla. “no seamos Pequeños”, dijo. “En la victoria hay que ser grandes. Generosos. Y más agradecidos que nunca.”
La figura de Kirchner apareció una y otra vez. “Hoy es un día raro y los sentimientos se mezclan”, dijo Cristina antes de abrazarse con su hijo Máximo. Y contó: “Quiero hablar sinceramente. En 2009, si él no se hubiera puesto al frente, nuestra derrota en la provincia de Buenos Aires hubiera tenido un efecto terrible. Ese hombre puso todo y más. Se jugaba cada instante como la última vez”.
“No discutamos más los hechos, sino cómo hacer que la situación mejore”, fue ayer una de las más importantes consignas de la Presidenta.
Andrés Peebles
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