Perón llamaba “filosofía de la
acción”: "La filosofía de la conducción es la filosofía de hacer, no de
decir. De poco vale decir en la conducción. Hay que resolver los problemas, y
resolverlos bien. De manera que hay que ir actuando, actuando y actuando todos
los días, y ponerse todos los días en evidencia y todos los días someterse a la
decisión de los hechos y al peligro de los fracasos. Solamente así se puede
conducir".
He leído muchas veces, en carteles colocados en
las calles, que diferentes partidos anunciaban partes textuales de nuestra doctrina.
He visto hasta los comunistas hablando de justicia social, de independencia
económica, de soberanía política. He visto a los radicales haciendo ya
publicaciones de una doctrina que ahora ellos sostienen, que no es sino la
traducción al radicalismo de nuestra doctrina actual. (…)
Esa influencia es la que nosotros debemos
buscar. En esto es necesario predicar, y predicar fuera del templo, no haciendo
como algunos sacerdotes que se conforman con predicar desde el púlpito a los
católicos que están dentro de la iglesia. Allí hay poco que predicar, porque
son todos católicos. Hay que ir a predicar donde hay quienes no son católicos:
en la calle”.
No deja de ser notable que, siendo Perón tan claro y
enfático sobre la importancia permanente de predicar la doctrina entre los
peronistas y en el conjunto de la sociedad, veamos hoy el descuido generalizado
de las tareas de adoctrinamiento.
Ese abandono supone la renuncia a la difusión ideológica
peronista y asumir implícitamente que otras ideologías son más adecuadas. O por
lo menos que el peronismo deja el campo libre para el avance de otras ideologías.
Sectarias (Personalistas), “la lucha solo se pierde cuando se abandona”.
De ahí que cierta dirigencia encuentre muy “natural” pensar
al peronismo como una especie de “franquicia” (sello de goma, diría un cro.) apta
para ser el vehículo de cualquier política, incluso de aquellas que claramente
perpetúan la injusticia, consolidan la subordinación nacional y la pérdida de
soberanía.
De hecho, desde la muerte de Perón hasta la actualidad,
podría afirmarse que la doctrina que más se ha predicado en la Argentina es el
liberalismo, en sus variantes neoliberal, social-liberal (hoy comúnmente
llamada socialdemócrata) y, más recientemente, la variante libertaria o
anarco-liberal (Milei). Con los resultados conocidos por todos los peronistas.
En
abril de 1974 Perón reafirmaba su posición respecto del papel crucial de la
doctrina:
“(…) yo espero que las autoridades que manejan
al Movimiento Justicialista, a través de su Congreso y su Consejo Superior, así
como también los consejos de las distintas ramas del Movimiento
(…) tengan ante el país y ante la propia
historia la responsabilidad de mantenerlo potencialmente vencedor, como ahora,
durante todos los tiempos, del mismo modo que deberán ir cargándolo cada día
más de un profundo caudal doctrinario, que, llevándose del conocimiento de
nuestra doctrina, vaya creando también una segunda naturaleza en cada
argentino, de modo que lo sienta, no como un movimiento político, sino como
un movimiento sin el cual la nacionalidad puede estar en peligro el día de
mañana”.
…
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