miércoles, 4 de abril de 2018

Las redes sociales como nuevo espacio público y sus limitaciones





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Marzo de 2018












*Se cumple una década de la emergencia de las redes sociales digitales fruto a su vez de la web 2.0. Desde entonces, un nuevo ecosistema de producción e intercambio de información y cultura se disemina a nivel global con sus propiedades inherentes de inmediatez, interactividad y conectividad global. La tecnología, una vez más, se adelanta a las regulaciones y a la protección de los derechos ciudadanos.

Las redes digitales como Facebook, YouTube, Twitter, Instagram y servicios como WhatsApp, forman parte del escenario cotidiano de información y comunicaciones de miles de millones de personas en el mundo. Albergan parte de los debates centrales que surcan el espacio público y, al concentrar la atención creciente de tantos usuarios, también concitan el interés de los actores políticos y económicos para su aprovechamiento.
Hay una relación directa entre los debates que son posibilitados por distintas tecnologías (nuevas y viejas), la sustanciación de derechos ciudadanos y el ejercicio de la democracia.

Tanto la Declaración Universal de DDHH (artículo 19º) como la Convención Interamericana de
Derechos Humanos (artículo 13º) establecen que la producción y circulación de información (la búsqueda, recepción y difusión de información), el derecho a la opinión y a la crítica y la pluralidad de contenidos, son condición para la calidad y el estatuto democráticos de la sociedad.

En efecto, la circulación amplia y sin condicionamientos de informaciones y opiniones
de todo tipo, lo que incluye a las críticas al poder político, es condición indispensable para una sociedad democrática. En palabras de Andrew Calabrese: “una sociedad libre y democrática depende de lo que Immanuel Kant una vez llamó ‘el principio de publicidad’ con el cual se refería a la oportunidad para dejar fluir las ideas que no se dejan entorpecer por la dominación y el miedo” (Calabrese, 2006).
No obstante, si bien las redes y plataformas digitales son espacios fundamentales de socialización, de comunicación, de aprendizaje y de información que habilitan escalas inéditas de interacción de datos y accesos a fuentes con variados puntos de vista, también representan nuevos desafíos para la convivencia civilizada y democrática. Organizaciones de la sociedad civil, especialistas y también gobiernos en todo el mundo se preguntan sobre el almacenamiento y posesión de datos clave sobre el comportamiento y las tendencias sociales, sobre su comercialización y sobre su manipulación.

A la vez que permiten el acceso a información y a contactos valiosos, las redes son una prolongación y una recreación del debate político y social. Conocer las condiciones en las que ese debate se desarrolla es fundamental pues alude a una de las cualidades distintivas de la democracia. Asimismo, También resulta esencial desde la perspectiva de los derechos humanos saber en qué medida garantiza el pleno ejercicio del derecho a la libertad de expresión, que comprende que todas las personas– especialmente aquellas que pertenecen a grupos vulnerables o que expresan visiones críticas sobre asuntos de interés público– puedan acceder y difundir contenidos y opiniones en igualdad de condiciones.

Con ese objetivo es que Amnistía Internacional realiza reportes sobre la discriminación de distintos grupos sociales en Internet. Una investigación publicada en noviembre de 2017 de AI reveló, por ejemplo, el alarmante impacto que tienen en las mujeres los abusos y el acoso en las redes sociales. El trabajo de Amnistía Internacional constató con mujeres en diversos países que experiencias de abuso en Internet provocan como consecuencia estados de estrés y ansiedad o ataques de pánico 3. Además en México Amnistía Internacional relevó el ataque con trolls en las redes sociales contra periodistas y activistas de derechos humanos con efectos intimidatorios y amenazas de muerte hacia ellos 4. Por otro lado, en Alemania se discute sobre la posibilidad de exigir un compromiso a todos los partidos políticos para que se abstengan de utilizar bots en la campaña electoral 5.
En efecto, el contraste de ideas inherente al funcionamiento democrático presenta en las redes digitales una serie de problemáticas específicas. Una de ellas refiere a las agresiones coordinadas contra voces críticas o disidentes, contra minorías o grupos en situación de debilidad.

Internet es instrumento de conocimiento y deliberación, pero también de discriminación
y manipulación sin precedentes en la historia.

Como advierten Levi Boxell, Matthew Gentzkow y Jesse Shapiro (2017) en un reciente artículo publicado en el New York Times, “el mundo digital no ofrece escasez de villanos potenciales: anuncios rusos en la elección de EEUU; sombríos proveedores de noticias falsas (fake news); consultores políticos como Cambridge Analytica, que manejan big data y psicología de vanguardia”. Las campañas de desinformación y de falsificación, complementadas con la coordinación de agresiones a personas y organizaciones abocadas a la defensa de los derechos humanos y a la producción de noticias, erosionan parte del potencial de las redes digitales.

La deliberación pública puede ser adulterada cuando se vicia con acciones concertadas de agresión y acoso, que producen efectos inhibitorios sobre la libertad de expresión, la exposición abierta de críticas y la defensa de los DDHH. A diferencia del franco debate de ideas, la coordinación de ataques contra voces públicas erosiona el derecho de toda persona a no ser molestada por sus opiniones.

Para el Sistema Interamericano de DDHH la libertad de expresión es la piedra angular de una sociedad democrática, fundamental para el avance de los objetivos del desarrollo, y una herramienta indispensable para el ejercicio de otros derechos humanos fundamentales (Relatoría de Libertad de Expresión de OEA, 2017). Por ello, resulta preocupante cuando este derecho es cercenado mediante procedimientos reñidos con el ejercicio del debate público robusto, como la agresión deliberada y organizada contra periodistas y defensores de DDHH que interfieren con el derecho de las personas “de buscar y recibir información de todo tipo”.

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Las redes sociales se han convertido en una valiosa plataforma para la vida pública, afirma el Computational Propaganda Research Project de Oxford University en el reporte “Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation” de 2017. Las redes digitales son “el medio principal sobre el que los jóvenes, en todo el mundo, desarrollan sus identidades políticas y consumen noticias. Sin embargo, las plataformas de redes sociales, como Facebook y Twitter, también se han convertido en herramientas para el control social.
Muchos gobiernos ahora gastan recursos importantes y emplean a un gran número de personas para generar contenido, opinión directa y relacionarse con audiencias tanto extranjeras como nacionales”. El desafío es asegurar que el entorno digital permita la expresión libre y sin inhibiciones a la crítica por parte de todos los sectores de la sociedad.

Un efecto perverso que se sitúa en las antípodas de la expresión abierta y libre lo constituyen las campañas de agresión en Internet desarrolladas por cibertropas. Entre los efectos directos que tienen los ciberataques pueden mencionarse la inhibición y la autocensura no sólo directa, es decir, de las personas violentadas, sino también el disciplinamiento del entorno por efecto del escarmiento, que se produce en personas afines o cercanas a las posiciones de las agredidas que, como muestra Elisabeth Noelle-Neumann (1995) en sus estudios sobre opinión pública, prefieren abstenerse de manifestar en público una opinión que perciben como minoritaria o que puede serles reprochada. En este sentido, opera en los ciberataques una economía moral que apunta a disuadir directa e indirectamente de emitir o compartir discursos considerados inconvenientes, al punto de que su circulación suscitará acoso. La disciplina perseguida por las cibertropas es el silencio o el cambio del tema de conversación.

El término cibertropas fue empleado por el Oxford Internet Institute6 y entendemos brinda un acercamiento más adecuado al objeto de estudio que otros términos utilizados, como por ejemplo “Call Center”. En efecto se trata de un problema complejo, no centralizado y del que participan una diversidad de actores entre los que se destacan trolls, influenciadores con cuentas reales e incluso a veces verificadas, bots, cuentas fakes. La organización celular y no vertical es al mismo tiempo una característica que impide adjudicar a una única organización o a un único “Call Center” la acción de estas cibertropas. El incremento de campañas de acoso virtual es un motivo para preocuparse desde la perspectiva de la defensa de los derechos humanos. El informe de Amnistía Internacional sobre violencia contra las mujeres en Internet, por ejemplo, señaló que “las plataformas de redes sociales son, especialmente para las mujeres y los grupos marginados, un espacio fundamental para el ejercicio individual del derecho a la libertad de expresión. La violencia y los abusos en Internet son una amenaza directa a esta libertad de expresión.”

En efecto, otra investigación de Amnistía Internacional sobre el abuso en entornos digitales de mujeres parlamentarias en el Reino Unido durante 2017 reveló que las legisladoras enfrentan una cantidad extraordinaria de abuso en las redes sociales, en parte solo porque expresan sus ideas, pero también simplemente porque son mujeres. Este es un tema preocupante de derechos humanos ya que les impide desplegar libremente discusiones políticas 7.

6 Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation.Oxford Internet Institute. 2017.

Disponible aquí.



7 Ver


La violencia en Internet puede ser tan grave como las experiencias de violencia fuera de línea, el informe señala que también “puede afectar los derechos humanos de las mujeres a la seguridad, la libertad de expresión, la participación en la vida pública y también puede causar daños psicológicos graves”, por lo que “los gobiernos y las empresas de redes sociales como Twitter tienen la responsabilidad de prevenir, investigar y castigar todos los actos de violencia” para garantizar que el uso de las redes sociales pueda realizarse libremente y sin miedo.


* El debate público limitado - Trolling y agresiones a la libre expresión de periodistas y defensores de DDHH en Twitter Argentina.- AMNISTIA INTERNACIONAL


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