Me referiré en esto que es un escrito (repetición de otros escritos) que obviamente coincido por su rigor investigativo y la calidad intelectual de sus autores. Para los lectores de mi zona diré de modo indicativo y referencial a quien considero “gaucho”; finao Cayumil, Carlos Ruiz, Norberto Piccinini, entre otros, estos últimos más contemporáneos. Esta desmitificación realizada por escritores poetas e investigadores hacen que se entienda la diferencia del obrero rural, arriero, domador, etc. Unos por la diversidad de sus trabajos impuesta por los patrones otros por el progreso y seguridad de estos tiempos.
Emilio A. Coni señala que la primera prueba documental de la existencia de individuos de tipo gauchesco la encontramos en Santa Fe, en una carta de Hernandarias del 8 de julio de 1617, que dice así: "He puesto orden en las vaquerías de las que vivía mucha gente perdida que tenían librado su sustento en el campo... atenderán por el hambre y necesidad a hacer chácaras y servir poniéndose a oficio a que he forzado y obligado a muchos mozos perdidos poniéndolos de mi mano a ello...".Esos "mozos perdidos" que Hernandarias quería, ingenuamente, sacar de las correrías camperas, eran criollos, hijos de padre y madre españoles. No eran indios, pues entre ellos la difusión de los caballos se hizo lentamente; no eran negros, porque sólo existían los esclavos, que los dueños cuidaban celosamente. El Cabildo santafesino respondió indignado a las observaciones de Hernandarias: "En esta ciudad no hay mozos perdidos ni vagabundos porque es muy corta y los mozos sirven a sus padres en sus chacras y estancias y cuando fuera verdad que hubiera mucha cantidad de mozos perdidos y todos se sustentaran del ganado vacuno cimarrón no se podía echar de ver ni fuera de ningún daño antes de provecho...".Pero en 1635 el propio Cabildo se quejaba, en otra de sus sesiones, de "los jóvenes criollos santafesinos que van a cazar y vivir entre los indios copiando sus costumbres y defectos”. Las vaquerías porteñas se convirtieron en verdaderas expediciones militares, con guardia de gente armada desde 1650, como así también las de Santa Fe o Entre Ríos. Una vaquería requería de un fuerte capitalista que contara con docenas de carretas y que pudiera alimentar durante seis meses a los miembros de la expedición .En el acta del Cabildo del 7 de febrero de 1642 se produjo la primera mención sobre los gauchos, como "cuatreros y vagabundos" que andaban por las estancias. En otras sesiones se habló de los “arrimados", que eran los gauchos que vagaban de estancia en estancia, o los "changadores" quienes carneaban ganado ajeno con el objeto de vender el cuero y canjearlo por otra cosa en una pulpería. Eran pocos: una "bandada de palomas que se desparrama en el campo", describió Domingo González en 1756; para el censo de 1738 la población rural de Buenos Aires era de 1.102 personas. En 1753 el gobernador Andonaegui fijó la pena de doscientos azotes para todo aquel que portara un cuchillo: esa fecha marcó el inicio de los problemas del gaucho con la ley urbana. El proceso de Juancho Barranco –para Coni, el primer Martín Fierro– mostró al precursor del gaucho perseguido en1759: Barranco fue acusado por el cura de Lujan de vivir amancebado con una mujer casada, y fue perseguido por una partida hacia la tierra de los indios. La partida los alcanzó y Barranco, con un sableen la mano, un puñal en la otra y el poncho envuelto en un brazo exclamó: Déjenme al Alcalde, que quiero pelear con él! A la intimación de que se rindiera respondió: Primero muerto que rendido!, no obstante lo cual lograron detenerlo. Varios testigos que declararon en el proceso coincidieron en describirlo como un gaucho "que no se ocupa más que en hurtar mulas y caballos a los vecinos y llevarlos para vender a los indios". Barranco, interrogado por su oficio dijo ser: "Peón de campaña”. Unos años antes, el Cabildo había descrito a los gauchos como personas "sin Dios, sin Rey y sin Ley ".En un proceso tramitado en 1795 en la Capilla de Mercedes de la Banda Oriental, la "Causa contra Bernardo Ledesma por vago", preguntado un testigo sobre el oficio del acusado contestó que "le consta que es gaucho y que no sabe tenga otro ejercicio que andar de rancho en rancho y en las pulperías embriagándose y después con el cuchillo en la mano peleando con todo el mundo". El reo no aceptó aquella acusación: "Es falso que sea gaucho", dijo. Uno de los libros más deliciosos, breves y olvidados de Adolfo Bioy Casares es Memoria sobre la pampa y los gauchos, Publicado por Sur en Buenos Aires, en 1970. Allí, Bioy se pregunta llanamente si los gauchos y la pampa existen o, lo que es peor, si existieron alguna vez. "En la provincia de Buenos Aires –escribe Bioy– no he conocido a ninguna persona medianamente allegada al campo que pronunciara el vocablo "pampa", en la acepción atinente de la llanura que vemos desde el automóvil o desde la ventanilla del tren y que de modo mínimo recorremos a caballo. (...) Frasecitas del tenor de “Voy a galopar un rato por la pampa" son concebibles únicamente en extranjeros de comedia, con propósito caricaturesco. (...) Cuando pude volví la mirada a los libros. En Bartolomé Hidalgo, el más antiguo de los poetas gauchescos, no encontré la palabra. En las muchas páginas de Ascasubi aparece en dos o tres ocasiones. Primero en el Santos Vega: Ansi la Pampa y el monte A la hora ‘el mediodía Un desierto parecía "También en una nota a esos versos, que registra la acepción original de "territorio desierto que que demás allá de las fronteras guarnecidas, donde no hay propiedad y donde las tribus indígenas vagan y viven según el estado salvaje". Después en Aniceto el Gallo,a estímulo de lejanía y de la nostalgia, en un brindis "Al Señor Sarmiento" pronunciado en París: Un cuarto de siglo hará que cerca de la Pampa Me dio un amigo su estampa. Como prenda de amistad "Creo que Hernández emplea dos veces la palabra; una en El Gaucho Martín Fierro. Las estrellas son la guía Que el gaucho tiene en la pampa "Y otra en La Vuelta de Martín Fierro: En la pampa nos entramos "Indudablemente en el sentido preciso que fija la nota de Ascasubi. Si no me equivoco "pampa" no figura en el Fausto de Estanislao del Campo. “Brillante Bioy: "La apuntada inhibición o reticencia despertó siempre mi curiosidad. Joseph Conrad menciona libremente el mar, pero Estanislao del Campo no menciona la Pampa. ¿Por qué? (...) Creo que para muchos argentinos "pampa" es palabra de turistas, de personas ajenas al medio. (...) El trabajo que ahora me ocupa no es de erudición, reconoce por fuente primordial mi experiencia, que no excede uno o dos partidos de la provincia de Buenos Aires. (...) Cuando yo era chico, no había gauchos. Hilario Ascasubi señala, en 1872, que el "gaucho ha desaparecido" (en el prólogo de Santos Vega) y Vicente Fidel López, en 1883, afirma "no existe ya: hoy es para nosotros una leyenda de ahora setenta años" (en Historia de la República Argentina.
Tomo III, página 124) (...) Adolfo Bioy, mi padre, escribe en Antes del Novecientos que la gente de campo –se refiere principalmente a los partidos de Las Flores, Tapalqué, Azul y Bolívar– por entonces vestía chiripá; Miguel Casares me dice lo mismo para el partido de Cañuelas. De modo, pues, que yo pasé la infancia y la adolescencia a la espera de un chiripá auténtico. (...) Para los carnavales yo tenía libertad de elegir cualquier disfraz, menos el de gaucho. "Un argentino no se disfraza de gaucho", me había dicho mi padre. (...) Tuve que esperar hasta el año 1935para ver–en La Francia, de Crotto, en el partido de General Alvear– gauchos de chiripá. Habíamos ido con Borges a un remate de haciendas, útiles y enseres, y en un montecito marginal los descubrimos. Por suerte ahí estuvo Borges, porque si no yo podría creer que todo fue un sueño. “De Vicente L. Casares dijo Ezequiel Ramos Mexía en su elogio fúnebre: "Estanciero, muy de campo, nada gaucho". Es fama que algunos estancieros argentinos de aquella época se jactaban de no permitir la entrada de gauchos en sus establecimientos, abiertos a trabajadores de cualquier parte. (...) El dueño de un campito sobre el arroyo Gualicho, un señor que mis apresurados amigos de Buenos Aires describirían tal vez como gaucho me peroraba:"–Mire, Bioy, yo soy contrario al conchabo, en un establecimiento que se respete, de domadores y toda esa gente a la antigua, holgazana y por suerte ratera, que no sabe más que de mañas y usted a cada trica traca los encuentra mateando en los galpones, que es un mal ejemplo para el hombre de trabajo. “Añadiré de paso que tengo por expresión de habitantes de la ciudad la palabra gaucho en acepción de “servicial", para calificar a una persona que ayuda, obtiene puestos o ascensos para sus protegidos, y también al derivado "gauchada”. “Resume Bioy Casares: "Testigos de diversas generaciones coinciden en afirmar que sólo existió en el pasado, con preferencia setenta años antes de cada una de tales afirmaciones". Y agrega una novedad: “Me parece que ahora hay más gauchos que antes. Hasta domadoras han aparecido. En todo Pardo y en los linderos pagos de Tapalqué es merecidamente renombrada Zulema Andrade. (...) Los nuevos retoños del gaucho que nos deparan los caminos de la patria, el remate ferias, las yerras, las carreras cuadreras, las domas, se visten según el sastre de Rodolfo Valentino. (...) Abundan los procesos de agauchamiento rápido, que se completan en un solo individuo y se afianzan en la prole". En su Memoria...,Bioy cierra el relato dando cuenta del único gaucho que conoció: "uno de los gauchos más gauchos que conocí, gaucho por el aspecto, el andar, la fonética, la índole, el oficio y las habilidades, hombre de cuidado por la baquía en el manejo del cuchillo así como por el coraje, noble bajo una apariencia huraña de puro cimarrona, famoso domador, suavemente socarrón y estoicamente desdichado, fue don Cipriano Cross, francés de nacimiento y hermano, para colmo de la anomalía, de un hotelero marplatense".
Bibliografia: Emilio A. Coni; Domingo González; Bioy Cáceres; Ezequiel Ramos Mejía; Hilario Ascasubi; José Hernandez; Jorge Lanata (Argentinos tomo 1).
ANDRES PEEBLES
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