América Latina es la consecuencia de una bomba que fragmentó toda su tierra. Obvio que no cayó del cielo como sí el barba jugara en el octavo día a ver qué creación se le ocurría, sino que fue un dibujo de las potencias imperiales.
Allá lejos, detrás de la tierra del carro de hechos, está España con sus conquistadores de cascos puntiagudos, más adelante están los británicos con sus parches y buenos modales y acá nomas están los norteamericanos con sus uniformes militares y buques de guerra.
Los estadounidenses son los que todavía regentean la zona, los españoles dejaron su idioma y parte de sus costumbres. Pero los británicos todavía continúan en ser lo mismo que eran hace cincuenta años.
Acá intervienen en Malvinas, pero en el resto de la región abundan los casos en los que crearon estados paralelos basados en la “autodeterminación” de pueblos artificiales que no son otra cosa que parte de una nación extirpada.
El había una vez de esta historia data de mediados de 1600 cuando los ingleses se abastecían en las costas caribeñas de lo que hoy es Guatemala en medio de su batalla contra los españoles. Después llegó la independencia y los festejos pero se negaron a restituir esa franja que da al mar más celeste que un hombre haya visto.
Jugaron al que te lo doy, que no te lo doy, y en 1859 consiguieron que un gobierno títere de los guatemaltecos le regalase ese pedazo a cambio de dinero, un acuerdo que nunca cumplieron y se rompió en 1871.
Así pasaron los años, siempre con el dedo en no, hasta que los británicos decidieron darle la independencia a su denominada “Belice” en 1981. Claro que quedaron con un sistema parlamentario y una reina que los proteja.
Los guatemaltecos gritaron, protestaron, y tiraron al aire casi los mismos argumentos que hoy Argentina esgrime para exigir que las islas Malvinas vuelvan a dominio nacional. Pero no les quedó otra que aceptar la independencia en 1991 después de que la Organización de Estados Americanos aceptase al nuevo país en sus filas.
Por eso ya no reclaman todo el territorio sino un poco más del 50%. Pero todavía están, aún hoy, en conflicto y planean que “el pueblo de cada país”apruebe una consulta popular que les permita ir a la Corte la Haya para solucionar la disputa.
Bajo la excusa de la amenaza “guatemalteca”, los británicos poseen presencia militar en su ex colonia y participan de una u otra manera a favor de la “autodeterminación” de los beliceños. Además, en la disputa se definirá el control de los recursos naturales de la región donde las empresas saben que hay petróleo.
Otra vez los grandes aprovecharon a fogonear la división de dos nenes que alguna vez fueron mayores cuando Pedro Morazán(el Bolivar de la región) dirigió la nación centroamericana el tiempo que pudo resistir con su cuchara los embates de una espada de mango blanco, rojo, azul y estrellado.
Por eso esta pequeña historia de una nación que da vuelta a otra como si fuera un chanchito repleto de monedas es tan actual que el discurso de la presidenta Cristina Fernández podría haberse pronunciado hace 100 años en ese pequeño país de palmeras y templos mayas.
Por Bruno Sgarzini.
Prensa Tercer Milenio
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