martes, 25 de enero de 2011

EL LEGADO DE NESTOR KISCHNER


Por Guillermo Justo Chaves (*). 
 

Al cumplirse tres meses desde aquel 27 de octubre de 2010 en que Néstor Kirchner nos dejó en su forma física, sigue más presente que nunca su impronta en el devenir de la vida política de nuestro querido país. Se esbozaron muchos análisis acerca de la importancia de su liderazgo, de los cambios que ocurrieron en Argentina en los últimos años. También hicimos, y se van a seguir haciendo, homenajes recordándolo en cada una de sus múltiples acciones diarias orientadas hacia la consolidación de un modelo de nación sustentada en los valores de la igualdad de oportunidades, la justicia social y el desarrollo con inclusión. Pero mas allá de esos homenajes, de las anécdotas, creo importante plantear una visión que se aleje momentáneamente de lo conmemorativo y proponer un decálogo de puntos que a modo de testamento político transmite Néstor a las nuevas generaciones.
Y escribo “transmite”, porque “transmitir” es diferente que “dejar”. Dejar es poner algo en un lugar para que eventualmente alguien lo recoja. Transmitir, implica un contacto, una unión. Y esa unión expresa la relación de NK con nosotros, las nuevas generaciones de dirigentes que volvimos a creer. Un contacto que todos lo percibíamos pero que definitivamente se vio en el momento más difícil. Por eso, y por si algún distraído aun no lo pudo comprobar, propongo un decálogo de enseñanzas, de herencias, que seguramente podrían ser mas, pero que explican esa comunión y son el aliciente para el futuro. Ahí van.

1.    No se logra lo posible si no se busca lo imposible. La máxima que Max Weber, el destacado pensador alemán deja como enseñanza en “La política como vocación”, se plasmó en la realidad de la gestión, fundamentalmente a partir de NK. Frente a la realidad de lo que veníamos, lo que llama Rafael Correa “la larga noche neoliberal”, cualquier cambio sustancial en las estructuras que se habían montado en Argentina sonaba como imposible. Avanzó sin dudar y comenzaron las grandes transformaciones.
2.    La rebeldía, la transgresión. Tensionó los límites hasta correrlos. Tiene que ver con lo anterior pero esto es más pasional que racional y por eso las nuevas generaciones lo han tomado como bandera. Romper las formas, los moldes, cuando solo se han transformado en cascaras vacías. Decir las cosas como son, sin pelos en la lengua y haciéndose cargo, provocando y bromeando; jugando, como a él le gustaba decir, en los bordes, marchando con pasión por ese estrecho desfiladero que encuentra de un lado al suicidio político y del otro a la audacia.
3.    Enseñanza política, enseñanza de vida. Sus años en la escena nacional no solo mostraron un talante de líder, un talento político diferente al conocido hasta el momento en la historia argentina, por sus particularidades. También nos transmitió que más allá de la política, vale la pena exprimir la vida al máximo. La visión de un proyecto colectivo, por sobre el culto a la personalidad que también había sido regla en nuestra política, es enseñanza de vida. La realización personal en el marco de la realización de lo colectivo y viviendo “a full” ha sido su impronta.
4.    Entregó la vida. Como parte orgullosa de una generación política que peleó por sus ideales hasta la muerte. Que se formó en un mundo de antinomias y en un país por momentos dominado por el odio de 18 anos de proscripción y persecuciones de la principal fuerza política y su líder; él, con sus acciones, cambio el slogan original “Patria o muerte”, por el de “Patria y Vida”, defendiendo los intereses nacionales en todos los foros, tanto políticos como económicos; sosteniendo la defensa inclaudicable de los derechos humanos y de las posibilidades de una vida con dignidad y posibilidades para todos los argentinos, fundamentalmente para los mas desprotegidos. Hasta tal punto llego ese compromiso con la vida, que entregó la propia.
5.    Desnudó al poder real. La democracia argentina de los últimos veintisiete años -es decir desde la restauración de 1983- el llamado “poder político” alternó entre las fuerzas mayoritarias de nuestro país. Y digo “poder” con el adjetivo de “político”, para diferenciarlo del poder “a secas”, que es el verdadero poder. O para decirlo en forma mas contundente el “poder real”. Desde 1983 a 2003, cada dos años la disputa política fue por los cargos, no hubo disputa por el “poder real”. Más allá de alguna denuncia puntual de determinado gobierno contra “grupos desestabilizadores” o “las corporaciones”. NK emprendió esa batalla que permitió a miles de argentinos abrir los ojos. Y utilice la palabra “desnudó” no por casualidad. Cuando alguien muestra una verdad es costumbre decir “desenmascaró”, como si se hubiera caído una máscara o careta para que se vea la verdadera cara. “Desnudó” es mucho mas, es dejar expuesta no solamente la verdad, sino la identidad del poder en toda su forma. El poder corporativo, con el brazo ejecutor del dispositivo multimediático comunicacional quedó expuesto, y a la luz de todos. Ya nada volverá a ser igual en Argentina después de esto. Con NK, el Estado y la política como la herramienta que permite subordinar al poder corporativo, que se alza en disputa sobre ese poder como instrumento para defender el interés del conjunto de la sociedad y disciplinar a esas corporaciones.
6.    Entronizó la política. Se habla mucho de esto. Entronizar es poner en el “trono”, en lo mas alto. Pero lo importante es su significado en el marco de la realidad social. Significa, en principio, modificar la lógica imperante en los noventa, donde la política -además de estar sometida a los intereses corporativos, como vimos- estaba subordinada a la lógica de la “racionalidad” económica. Eso NK lo hizo mutar drásticamente. La ecuación cambió. A partir de él, la economía pasa a estar bajo el imperio de las decisiones políticas (léase pensar en la gente y no en las recetas de los gurúes de la ortodoxia y los organismos multilaterales de crédito). Pero el legado mas importante en esta materia fué, sin duda, dignificar la “política”; no como profesión de políticos, sino como el lugar donde las ideas se transforman en convicciones, luego en acción política que en definitiva es modificadora de la realidad. Es decir, la “política” como actividad transformadora de la sociedad. Donde, a partir de las ideas, se pueden cambiar las cosas.
7.    Demostró que el peronismo no estaba sólo en los manuales de historia como una categoría romántica propia del pasado. El peronismo marcó un hito en la historia de nuestro país porque como fenómeno político-social incorporó un nuevo sujeto “el trabajador”, y a partir de la afirmación de esa subjetividad, construyó un universo de nuevos derechos, los llamados sociales. Sobre el valor de la justicia social nació una Argentina diferente, mas igualitaria. Las versiones del pseudoperonismo neoliberal –creador de pobreza y desigualdad- y el pactista -reproductor de las condiciones de pobreza-, quisieron imponer la visión de que los ideales del peronismo eran el pasado. NK, sin recitar como loro las frases de Perón, ni formar parte del culto museológico de algunos, recuperó el combate por la justicia social, la lucha por los mas desprotegidos y por la igualdad de oportunidades. En síntesis y para no abundar, la esencia de la existencia del peronismo.  
8.    Ayudó a despojarnos de los prejuicios. La Argentina del fracaso generó, entre otras cosas la profundización de los prejuicios en todos los ámbitos. Desde que no se podía cambiar la realidad social, pasando porque la Argentina no tenía destino, hasta que lo político es sinónimo de corrupto y que el Estado no tiene capacidad de acción, podemos enumerar un montón de pre-juicios que se habían instalado en nuestra sociedad después de la debacle 2001-2002. El prejuicio es un juicio a-priori, es tomar una postura sin reflexionar, sin pensar, sin evaluar. Horacio González en su momento utilizó esta palabra para definir el término “gorila”. “Gorila” es quien piensa u opina desde un prejuicio. Comienza su razonamiento desde ese lugar. Por ejemplo: “los negros peronistas”. Resultó y resulta llamativo que tanto NK como CFK cuando convocaban, motivaban y exhortaban al pueblo a participar, a acompañar un proyecto de transformación, nunca utilizaron la retorica del adoctrinamiento “per se”. Siempre en cada intervención pública han apelado a frases como “abrir la cabeza”, tener la  “capacidad para reflexionar críticamente” o construir una sociedad de “sujetos críticos”. Es decir, proponiendo y motivando al ciudadano a abrir las mentes y los corazones, y elegir lo mejor para sí y para su comunidad. Un legado importante, una forma de valorar al ciudadano y una forma de hacer política diferente, porque la adhesión lograda es, además de pasional, racional.
9.    Creó futuro. Puente de plata para las nuevas generaciones. Volviendo a los momentos mas duros de la ultima Argentina, durante los sucesos de 2001-2002, quienes formamos parte de las nuevas generaciones veíamos un país con grandes incertidumbres, sin futuro ni oportunidades. Para quienes pensamos los próximos años no tenemos ninguna duda que pasamos de los bancos cerrados, el éxodo de la juventud, los edificios públicos cercados y la dirigencia severamente cuestionada, a volver a tener expectativas. Gobernar es, entre otras cosas, generar expectativas de futuro. Crear futuro. NK con su acción concreta como fuerza creadora generó las condiciones para que hoy proyectemos la Argentina de 2020 o 2030. Fue, lo que dijo que quería ser: un puente de plata para las nuevas generaciones.
10. La muerte como liberadora de energía. Se habló y se habla de la hiperactividad de NK. Que no paraba nunca y que estaba pendiente de todo. Eso lo mostraba como un hombre lleno de energía. Al mismo tiempo, y también es cierto que, tanto las religiones como diferentes culturas o filosofías, intentan definir la muerte como una separación entre el cuerpo y el espíritu. Y a ese espíritu se lo explica como energía que abandona el cuerpo. Nada mas gráfico para explicar la presencia masiva de las nuevas generaciones en la calle aquellos días de octubre. Aquella energía liberada por NK, estaba representada por los miles de integrantes de esta nueva generación de argentinas y argentinos. La juventud como sinónimo de energía y de pasión, terminaba de sellar su pacto con él.


Algunos se sentirán identificados con lo dicho. Otros no estarán de acuerdo. También es cierto que, acontecido lo de NK, la dirigencia y los medios de comunicación, empezaron a imaginar parangones entre NK y las figuras históricas del justicialismo; Perón o eventualmente Evita. También con otros referentes de los movimientos nacionales y populares, no solo de Argentina, sino de Suramérica. La comparación con el fundador del peronismo termino siendo inevitable. El análisis de lo que cada uno aportó al país es y seguirá siendo objeto de estudio y reflexiones. Sin embargo, para las nuevas generaciones, para quienes no conocimos a Perón, el legado de NK es extraordinario.
Días atrás un dirigente amigo, par generacional, me invitó a participar de una charla que tenía  que ver con esto y me dijo:
-Vamos a hablar del legado de NK, porque para quienes no vivimos a Perón, Néstor es nuestro Perón.
Luego de pensar unos segundos en uno y otro, le contesté sin dudar:
-No te confundas, Néstor no fue nuestro Perón. Néstor Kirchner fue, es y será nuestro Néstor Kirchner.

(*)  Director del Instituto Nacional de Capacitación Política (INCaP)



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