lunes, 30 de enero de 2012

CAPÍTULO DOCE: Daños (2° Parte)





Corromper a los ciudadanos

El exceso de regulación ahoga la creatividad. Asfixia la innovación. Les da a los

dinosaurios derecho a veto sobre el futuro. Desperdicia la extraordinaria

oportunidad para una creatividad democrática que la tecnología digital hace

posible.

La guerra que se está luchando hoy es una guerra de prohibición. Como

con cualquier guerra de prohibición, su objetivo es el comportamiento de un

número muy grande de ciudadanos. SegúnThe New York Times, 43 millones de



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estadounidenses descargaron música en mayo de 200215. Según la RIAA, el

comportamiento de estos 43 millones de estadounidenses es un delito. Por tanto,

debemos tener una serie de reglas que convierta al 20% de los estadounidenses

en criminales. Como la RIAA lanza demandas contra no sólo los Napsters y

Kazaas del mundo, sino contra estudiantes que construyen buscadores, y cada

vez más contra usuarios corrientes que se bajan contenidos, las tecnologías del

intercambio progresarán para proteger y ocultar mejor los usos ilegales. Es una

carrera armamentística o una guerra civil, con los extremos de un bando

invitando a una respuesta más extrema por parte del otro.

La táctica de la industria de los contenidos explota los defectos del

sistema legal estadounidense. Cuando la RIAA presentó una demanda contra

Jesse Jordan sabía que en Jordan había encontrado un chivo expiatorio, no un

acusado. La amenaza de tener que pagar todo el dinero del mundo en daños y

perjuicios (quince millones de dólares) o casi todo el dinero del mundo para

defenderse de tener que pagar todo el dinero del mundo por daños y perjuicios

(250.000 dólares en abogados) hizo que Jordan escogiera pagar todo el dinero

que tenía en el mundo (doce mil dólares) para conseguir que la demanda se

esfumara. La misma estrategia anima las demandas de la RIAA contra los

usuarios individuales. En septiembre de 2003 la RIAA demandó a 261 individuos-

-incluyendo a una niña de doce años que vivía en una vivienda de propiedad

pública y un hombre de setenta años que no tenía ni idea de lo que era el

intercambio de ficheros16. Como estos chivos expiatorios descubrieron, siempre

cuesta más defenderse de una demanda que simplemente llegar a un acuerdo.

(La chica de doce años, por ejemplo, igual que Jesse Jordan pagó todos sus

ahorros, dos mil dólares, para llegar a un acuerdo). Nuestras leyes son un

sistema horrible para defender derechos. Es una vergüenza para nuestra

tradición. Y la consecuencia de nuestras leyes tal y como están es que aquellos

con poder pueden usarlas para aplastar todos los derechos que se les opongan.

Las guerras de prohibición no son nada nuevo en los Estados Unidos. Esta

es solamente más extrema que cualquiera que hayamos visto antes.



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Experimentamos con la prohibición del alcohol, en un tiempo en el que el

consumo por persona y año era de unos seis litros. La guerra contra la bebida

inicialmente redujo ese consumo a solamente un 30% de sus niveles originales,

pero para finales de la prohibición el consumo había subido a un 70% del nivel

original. Los estadounidenses estaban bebiendo casi como siempre, pero ahora

un número inmenso de ellos eran criminales. Hemos lanzado una guerra contra

las drogas con la intención de reducir el consumo de narcóticos controlados que

un 7% (o dieciséis millones) de estadounidenses consumen hoy18. Eso es una

caída de un máximo en 1979 del 14% de la población. Regulamos los

automóviles hasta el punto que la inmensa mayoría de los estadounidenses

violan las leyes cada día. Tenemos un sistema de impuestos tan complejo que la

mayoría de los negocios que manejan metálico hacen trampa con regularidad19.

Nos enorgullecemos de nuestra "sociedad libre", pero una serie interminable de

comportamientos cotidianos están regulados en nuestra sociedad. Y de resultas,

una enorme proporción de estadounidenses violan con regularidad al menos

alguna ley.

Este estado de cosas no está falto de consecuencias. Es un tema

particularmente destacado para profesores como yo, cuyo trabajo es enseñar a

estudiantes de derecho la importancia de la "ética". Como mi colega Charlie

Nelson le dijo a una clase en Stanford, cada año las escuelas de derecho aceptan

a miles de estudiantes que han descargado música ilegalmente, consumido

alcohol y a veces drogas ilegalmente, trabajado ilegalmente sin pagar impuestos,

conducido coches ilegalmente. Éstos son chavales para los que comportarse

ilegalmente es cada vez más la norma. Y entonces nosotros, como profesores de

derecho, se supone que tenemos que enseñarles cómo comportarse éticamente-

-cómo rechazar sobornos, o mantener los fondos para los distintos clientes

separados, o respetar una petición para hacer público un documento que

significará que tu caso se ha terminado. Generaciones de estadounidenses--de

un modo más significativo en algunas partes de EE.UU. que en otras, pero

incluso así, en todos sitios en EE.UU. hoy día--no pueden vivir su vida normal y



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legalmente a la vez, puesto que la "normalidad" implica un cierto grado de

ilegalidad.

La respuesta a esta ilegalidad generalizada es o hacer cumplir las leyes

con más severidad o cambiar las leyes. Como sociedad, hemos de aprender

cómo tomar decisiones más racionalmente. El que una ley tenga sentido

depende, en parte al menos, de si los costes de la ley, tanto previstos como

colaterales, superan los beneficios. Si los costes, previstos y colaterales, superan

los beneficios, entonces la ley debería cambiarse. En cambio, si los costes del

sistema actual son mucho mayores que los costes de una alternativa, entonces

tenemos una buena razón para considerar la alternativa.

Mi idea no es la idiotez habitual: como la gente viola las leyes, deberíamos

revocarlas. Obviamente, podríamos reducir las estadísticas de asesinatos

drásticamente si legalizáramos el asesinato los miércoles y viernes. Pero eso no

tendría ningún sentido, ya que el asesinato está mal cada día de la semana. Una

sociedad acierta cuando prohíbe el asesinato en cualquier sitio a cualquier hora.

Más bien, mi idea es una que las democracias comprendieron durante

generaciones, pero que recientemente hemos aprendido a olvidar. El imperio de

la ley depende de que la gente obedezca la ley. Cuanto más a menudo y de

forma más repetida los ciudadanos tenemos la experiencia de violar una ley,

menos la respetamos. Obviamente, en la mayoría de los casos la cuestión

importante son las leyes, no el respeto a la leyes. Me da igual que un violador

respete las leyes o no; quiero atraparlo y encancelarlo. Pero sí me importa que

mi estudiantes respeten las leyes. Y sí me importa que las reglas de la ley

siembren una falta de respeto creciente debido a la regulación extrema que

imponen. Veinte millones de estadounidenses han llegado a la mayoría de edad

desde que Internet introdujo esta idea diferente de "compartir". Tenemos que

ser capaces de llamar a estos veinte millones de estadounidenses "ciudadanos",

no "delincuentes".

Cuando al menos 43 millones de ciudadanos se descargan contenidos de

Internet, y cuando usas herramientas para combinar esos contenidos de



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maneras no autorizadas por los dueños del copyright, la primera pregunta que

deberíamos hacer no es como involucrar mejor al FBI. La primera pregunta

debería ser si esta prohibición en particular es verdaderamente necesaria para

lograr los justos fines servidos por la ley del copyright. ¿Hay otra forma de

asegurar que se pague a los artistas sin convertir en criminales a 43 millones de

estadounidenses? ¿Tiene sentido si hay otras maneras de asegurar que se pague

a los artistas sin convertir a los EE.UU. en un país de criminales?

Esta idea abstracta puede dejarse más clara con un ejemplo en particular.

Todos tenemos CDs. Muchos de nosotros todavía tenemos discos de

vinilo. Estos pedazos de plástico codifican música que en cierto sentido hemos

comprado. La ley protege nuestro derecho a comprar y vender ese plástico. No

violo el copyright si vendo todos mis discos de música clásica a una tienda de

segunda mano y compro discos de jazz para reemplazarlos. Ese "uso" de las

grabaciones es libre.

Pero como ha demostrado la locura por los MP3, hay otro uso de los

vinilos que es efectivamente libre. Como esos discos fueron hechos sin

tecnologías de protección anti-copia, soy libre de copiar, o "arrancar", música de

mis vinilos en el disco duro de una computadora. De hecho, Apple fue tan lejos

como para sugerir que esa "libertad" era un derecho: en una serie de anuncios,

Apple apoyó la capacidades de "Tomar, mezclar, grabar” de las tecnologías

digitales.

Este "uso" de mis discos es ciertamente valioso. En casa he comenzado un

largo proceso de copiar todos mis CDs y los de mi esposa, y guardarlos en un

archivo. Después, usando iTunes de Apple, o un programa maravilloso llamado

Andromeda, podemos elaborar y escuchar distintas listas de nuestra música--

Bach, Barroco, Canciones de amor, Canciones de amor de antiguas parejas--el

potencial es interminable. Y al reducir los costes de mezclar estas listas, estas

tecnologías ayudan a construir una creatividad con las listas, que tienen su

propio valor independiente. Las recopilaciones de canciones son creativas y

significativas en sí mismas.



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Este uso lo hace posible unos medio audiovisuales no protegidos--CDs o

vinilos. Pero estos medios sin protección también hacen posible el intercambio de

ficheros. El intercambio de ficheros amenaza (o eso es lo que cree la industria de

los contenidos) la capacidad de los creadores para recibir ganancias justas a

cambio de su creatividad. Y, por tanto, muchos están empezando a experimentar

con tecnologías que eliminan los medios sin protección. Estas tecnologías, por

ejemplo, harían posibles CDs que no se podrían copiar al ordenador. O podrían

hacer realidad programas espía para identificar contenidos copiados en las

máquinas de la gente.

Si estas tecnologías llegan a despegar, entonces la construcción de

grandes archivos de tu propia música se hará muy difícil. Puedes pasar el tiempo

con hackers y obtener tecnología que desactive las tecnologías que protegen los

contenidos. Comerciar con esas tecnologías es ilegal, pero quizás eso no te

importe mucho. En cualquier caso, para la inmensa mayoría de la gente, estas

tecnologías de protección destruirían de un modo efectivo el uso de los CDs para

crear archivos. La tecnología, en otras palabras, nos forzaría a volver a todos

nosotros a un mundo en el que o escucharíamos música manipulando pedazos

de plástico, o seríamos parte de un sistema "de administración de derechos

digitales" inmensamente complejo.

Si la única manera de asegurar que se pague a los artistas fuera eliminar

la capacidad para mover contenidos libremente, entonces estas tecnologías para

interferir con esta libertad estarían justificadas. Pero ¿y si hubiera otra manera

de asegurar que se paga a los artistas, sin echarle el candado a ningún

contenido? ¿Y si, en otras palabras, un sistema diferente pudiera asegurarles una

compensación a los artistas al tiempo que preservara la libertad de mover

contenidos fácilmente?

Mi idea ahora mismo no es demostrar que semejante sistema existe.

Ofrezco una versión de un sistema semejante en el último capítulo de este libro.

De momento la única idea es relativamente no polémica: si un sistema diferente

lograra los mismos objetivos legítimos que logró el sistema de copyright



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existente, pero hiciera a los consumidores y creadores mucho más libres,

entonces tendríamos una razón muy buena para perseguir esta alternativa--esto

es, la libertad. La decisión, en otras palabras, no sería entre propiedad y

piratería; la decisión sería entre diferentes sistemas de propiedad y las libertades

que cada uno permitiría.

Creo que hay una manera de asegurar que se paga a los artistas sin

convertir en criminales a 43 millones de estadounidenses. Pero la característica

destacada de esta alternativa es que conduciría a un mercado muy diferente

para producir y distribuir creatividad. Aquellos pocos con poder, quienes

controlan hoy día la inmensa mayoría de la distribución de contenidos en el

mundo, ya no ejercerían esta forma extrema de control. Por contra, tomarían el

mismo camino que la carroza de caballos.

Excepto que los fabricantes de carrozas de esta generación ya han

ensillado al Congreso, y van a lomos de la ley camino de protegerse a sí mismos

de esta nueva forma de competencia. Para ellos la decisión es entre 43 millones

de estadounidenses vueltos criminales y su propia supervivencia.

Es fácil de entender por qué deciden hacer lo que hacen. No es fácil de

entender por qué nosotros como una democracia seguimos decidiendo lo que

decidimos. Jack Valenti es encantador; pero no tan encantador como para

justificar el abandono de una tradición tan profunda e importante como nuestra

tradición de cultura libre.

HAY UN ASPECTO más de esta corrupción que es particularmente importante

para las libertades civiles, y que es resultado directo de cualquier guerra de

prohibición. Como describe el abogado de la Electronic Frontier Foundation, se

trata de los "daños colaterales" que "surgen siempre que conviertes en

criminales a una porcentaje muy alto de la población". Son los daños colaterales

para las libertades civiles en general.

"Si puedes tratar a alguien como a un presunto delincuente", explica von

Lohmann,



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entonces de repente muchas protecciones básicas de las libertades civiles

se evaporan en un grado u otro. [...] Si violas el copyright, ¿cómo puedes

esperar cualquier derecho a la intimidad? Si violas el copyright, ¿cómo

puedes esperar tener la seguridad de que no van a decomisar tu

computadora? [...] Nuestros sentimientos cambian en cuanto pensamos:

"Ah, bueno, pero esa persona es un delincuente, un criminal". Bueno, lo

que esta campaña contra el intercambio de ficheros ha conseguido ha sido

es convertir en "delincuentes" a un porcentaje notable de la población de

los internautas estadounidenses.

Y la consecuencia de esta transformación del público estadounidense en

criminales es que se ha convertido en algo trivial, como una parte más del

proceso, el eliminar de un modo efectivo gran parte de la privacidad que la

mayoría daría por sentada.

Los usuarios de Internet empezaron a ver esto de una forma general en

2000, cuando la RIAA lanzó su campaña para forzar a los proveedores de

Internet a entregar los nombres de los clientes que la RIAA pensaba que estaban

violando la ley del copyright. Verizon luchó contra esa demanda y perdió. Con

una simple petición al juez, y sin ningún aviso al cliente en absoluto, la identidad

de un usuario queda revelada.

Entonces la RIAA expandió esta campaña, anunciando una estrategia

general para demandar a usuarios individuales de Internet que se alegaba que

habían descargado música de los sistemas de intercambio de ficheros. Pero

como hemos visto, los daños y perjuicios potenciales resultantes de estas

demandas son astronómicos: si la computadora familiar se usa para descargar

música que cabría en un solo CD, la familia podría tener responsabilidades

legales por dos millones de dólares por daños. Eso no detuvo a la RIAA y

demandó a unas cuantas familias, igual que habían demandado a Jesse Jordan20.



Cultura libre 231

Incluso esto minimiza la magnitud del espionaje desarrollado por la RIAA.

Un informe de la CNN a finales del verano pasado describía la estrategia que la

RIAA había adoptado parra rastrear usuarios de Napster21. Usando un sofisticado

algoritmo, la RIAA tomó lo que de hecho era una huella digital de cada canción

en el catálogo de Napster. Cualquier copia de uno de esos MP3s tendría la misma

"huella".

Así que imagínate el siguiente y verosímil escenario: imagina que un

amigo le da un CD a tu hija--una selección de canciones igual que las cintas que

solías hacer cuando eras joven. Ni tú ni tu hija sabéis de dónde vienen esas

canciones. Pero ella copia esas canciones en su computadora. Luego ella se lleva

su computadora a la universidad y se conecta a la red de la universidad, y si esta

red está "cooperando" con el espionaje de la RIA, y si ella no ha protegido

apropiadamente su contenido de la red (¿sabes tú mismo hacer eso?), entonces

la RIAA será capaz de identificar a tu hija como un "criminal". Y bajo las reglas

que las universidades están empezando a aplicar tu hija puede perder el derecho

a emplear la red informática de su universidad. En algunos casos puede que la

expulsen.

Ahora, por supuesto, ella tendrá el derecho a defenderse. Puedes

contratarle un abogado (a trescientos dólares la hora, con suerte) y ella puede

argumentar que ella no sabía nada de la fuente de las canciones o que venían de

Napster. Y bien puede ser que la universidad la crea. Pero puede que la

universidad no la crea. Puede tratar este "contrabando" como una presunción de

culpabilidad. Y como ya han aprendido un cierto número de estudiantes

universitarios, nuestra presunción de inocencia se desvanece en medio de las

guerras de prohibición. Esta guerra no es diferente.

Dice von Lohman:

Así que cuando estamos hablando de cifras como entre cuarenta y

sesenta millones de estadounidenses que están esencialmente violando el

copyright, creas una situación en la que las libertades civiles de esa gente



Cultura libre 232

están muy en peligro de una forma general. [No] creo [que haya] ninguna

situación análoga en la que tú pudieras escoger al azar a alguien en mitad

de la calle y tuvieses la seguridad de que está cometiendo un acto

delictivo que pudiera meterlo en un jaleo por potenciales

responsabilidades criminales o por cientos de miles de dólares de

responsabilidades civiles. Ciertamente todos podemos pisar el acelerador,

pero conducir demasiado rápido no es el tipo de acción por el que

rutinariamente renunciamos a nuestras libertades civiles. Hay quien

consume drogas, y creo que ese es el paralelismo más cercano, [pero]

muchos han señalado que la guerra contra las drogas ha erosionado todas

nuestras libertades civiles porque ha tratado a tantos estadounidenses

como a criminales. Bueno, creo que es justo decir que el intercambio de

ficheros en términos de usuarios es un grado de magnitud mayor que el

consumo de drogas. [...] Si entre cuarenta y sesenta millones de

estadounidenses se han convertido en delincuentes, entonces estamos de

verdad en una ladera resbaladiza que puede terminar con la pérdida de

muchas libertades civiles para todos los que se hallen entre esos cuarenta

o sesenta millones.

Cuando entre cuarenta y sesenta millones de estadounidenses son

considerados "criminales" bajo las leyes, y cuando las leyes podrían alcanzar el

mismo objetivo--obtener derechos para los autores--sin que esos millones sean

considerados "criminales", ¿quién es el malo? ¿Los estadounidenses o la ley?

¿Qué es estadounidense, una guerra constante contra tu propio pueblo o un

esfuerzo concertado en toda nuestra democracia para cambiar nuestras leyes?





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EQUILIBRIOS





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DE MANERA QUE así están las cosas: estás de pie en el arcén de la autopista. Tu

coche está en llamas. Estás enojado y disgustado porque ayudaste en parte a

iniciar el fuego. Ahora no sabes cómo apagarlo. A tu lado hay un cubo, lleno de

gasolina. La gasolina, obviamente, no apagará el fuego.

Mientras reflexionas sobre el desastre, llega alguien. Presa del pánico,

agarra el cubo. Antes de que te dé tiempo a decirle que se detenga--o antes de

que comprenda porqué debería detenerse--el contenido del cubo está en el aire.

La gasolina está en el aire. La gasolina está a punto de caer sobre el coche

ardiendo. Y el fuego que va a prender la gasolina lo va incendiar todo alrededor.

HAY UNA GUERRA sobre el copyright que se está luchando por todas partes en

torno nuestro--y nos estamos enfocando en el tema equivocado. Sin duda, las

tecnologías actuales amenazan a las empresas actuales. Sin duda, puede que

amenacen a los artistas. Pero las tecnologías cambian. La industria y los técnicos

tienen formas de sobra para usar la tecnología para protegerse de las amenazas

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actuales de Internet. Éste es el fuego que si se deja en paz se apagará por sí

solo.

Sin embargo, los legisladores no están dispuestos a dejar a este fuego en

paz. Impulsados por el dinero de sobra de los grupos de presión, están deseosos

de intervenir para eliminar el problema que perciben. Pero el problema que

perciben no es la verdadera amenaza a la que se enfrenta esta cultura. Porque

mientras miramos a este pequeño fuego en el rincón, en todos sitios a nuestro

alrededor está teniendo lugar un cambio masivo en la forma en la que se

produce la cultura.

De algún modo tenemos que hallar una manera de dirigir la atención a

esta cuestión que es más importante y más fundamental. De alguna manera

tenemos que hallar una manera de evitar echarle gasolina a este fuego.

Todavía no la hemos encontrado. Por contra, parecemos atrapados en una

visión binaria más simple. Por más que mucha gente se esfuerce en definir este

debate en términos más amplios, es esta visión simple y binaria lo que

permanece. Estiramos el cuello para mirar al fuego cuando deberíamos estar con

los ojos fijos en la carretera.

Este reto ha sido mi vida en estos últimos años. Ha sido, también, mi

fracaso. En los dos capítulos que siguen describo una pequeña serie de

esfuerzos, fracasados de momento, para encontrar una manera de redefinir el

debate. Debemos comprender estos fracasos si queremos entender qué es lo

que hará falta para triunfar.



(Cont.)

Después de Cosquin; algo más de Tosco



Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS.info)

Este es el título de una película del director italiano Mario Monicelli, que se estrenara en nuestro país en 1963. La misma nos traslada a la ciudad italiana de Turín, a fines del Siglo XIX, donde se produce una huelga de los trabajadores textiles contra la jornada de 14 horas.

A ese lugar llega un intelectual y militante anarquista -el protagonista del film-excepcionalmente interpretado por Marcelo Mastroiani que revela los valores, la ética y la consecuencia de estos activistas y su rechazo a todos los intentos de corromperlo, desarrollados por los dueños de la fábrica.

Un 22 de mayo, hace 81 años, nacía en la localidad de Coronel Moldes -en la provincia de Córdoba- Agustín Tosco, unos de los dirigentes e intelectual orgánico mas lúcido y consecuente de las décadas del 50; 60 y 70, que como el personaje de la película, vivió austeramente, percibiendo durante los períodos de licencia gremial el salario de trabajador de la empresa provincial de energía donde prestara servicios desde comienzos de la década del 50.

Agustín -el “Gringo”- como lo bautizaran sus compañeros de escuela, dejó la chacra propiedad de su familia cuándo cumplió 14 años para trasladarse a la capital de la Provincia a fin de iniciar sus estudios secundarios.

“Los orígenes rústicos del larguirucho y apocado chacarero saltaban a la vista en su castellano rural, un castellano entrelazado con el dialecto italiano hablado en su hogar”. *

Sus padres eran inmigrantes que provenían del Piamonte, que apoyaban su decisión de migrar a la capital que, además, coincidía con el período de las grandes migraciones rurales desde el campo a los centros urbanos, en especial a Buenos Aires, pero también a ciudades más pequeñas como Córdoba. Lo mismo que a Tosco, a muchos migrantes los sedujo la posibilidad de encontrar trabajo en las industrias que crecían en la capital mediterránea, como consecuencia del proceso de industrialización, sustitutiva de importaciones que se desarrollara durante la Segunda Guerra Mundial y que se incentivara con el impulso industrialista del “primer peronismo 1946 a 1955”.

En el secundario ya empezó a perfilar su liderazgo ocupando la secretaria general del centro de estudiantes y negándose a recibir el diploma de bachiller, por considerar que la orientación de la educación no era la correcta.

Con sólo 19 años ingresó a la Empresa Provincial de Energía -EPEC- y a los 20 fue elegido subdelegado del Sindicato de Luz y Fuerza, ocupando la Secretaría General en1954 y la Secretaría Gremial de la Federación nacional, un año más tarde.

El golpe del 16 de setiembre de 1955 lo desplazó de la conducción sindical, volviendo a su puesto de trabajo en la empresa desde donde participó activamente en la resistencia al gobierno militar. Si bien se reivindicaba como marxista, reconocía las conquistas logradas por los trabajadores durante el gobierno de Perón y respetaba a los que adherían a este movimiento, diferenciando sus posiciones en la lucha gremial de su postura ideológica.

En 1958, al levantarse la intervención al gremio, volvió a la Secretaría General. Enfrentado al Vandorismo y a los dirigentes de la Federación, censura el golpe militar que derrocó al gobierno democrático de Arturo Illia a quién había apoyado en su intento de limitar el poder de las multinacionales de medicamentos y en la decisión de terminar con la proscripción del peronismo.

Participa activamente en la conformación de la C.G.T. de los Argentinos, en 1968 junto a Raymundo Ongaro, Jorge Di Pasquale y Alfredo Ferrarese, entre otros.

Este nucleamiento reivindicaba el Programa de la Falda (1956) y de Huerta Grande (1962) y planteaba que la práctica social argentina reconocía dos tradiciones obreras. La primera que se expresó en los movimientos anarquistas, comunistas y socialistas, y la segunda forjada en el movimiento de masas generado por el peronismo. Lo conocí a Agustín en esa época, y lo escuché en la clase magistral que dictó al inaugurar el Instituto de Capacitación Obrera que habían conformado Luis Cerruti Costa y Félix Granovsky.

En esa oportunidad sintetizó con estas palabras su pensamiento “… la clase obrera debe jugar un rol principal en la lucha por una nueva sociedad, construyendo un nuevo sindicalismo que no sólo supere el nefasto papel de una burocracia sindical subordinada a los de arriba o de aquellos sectores que concilian con el gobierno para obtener migajas en el reparto de la miseria. Un sindicalismo capaz de ejecutar un auténtico clasismo, es decir que la clase obrera sea gestora de la unidad y la organización del pueblo en la lucha por la liberación”.

Luego vino el Cordobazo, la cárcel y la libertad lograda por la movilización popular.

En abril de 1970 se organizó en Paraná, la ciudad en la que vivía y militaba, un Congreso de la central obrera.

El gobierno militar de la provincia a cargo de un brigadier de apellido Favre, intentó prohibir el encuentro.

Presentamos un amparo y el juez Ardoy, haciendo honor a una verdadera aplicación e interpretación de la justicia, autorizó el mismo.

En esa oportunidad tuvimos que enfrentar el intento de algunos sectores sindicales encabezados por el telefónico Guillan e integrados, entre otros, por una corriente estudiantil -el Frente de Emancipación Nacional- liderado por Roberto Grabois, de “peronizar” y/o hacer desaparecer la central contestataria, en consonancia con la política acuerdista que se impulsaba desde Puerta de Hierro.

Tosco con firmeza y contando con el respaldo del Bloque de Agrupaciones Peronistas que lideraba Jorge Di Pasquale, logró desactivar el intento rupturista.

Como cierre organizamos un acto en el que se escucharon tres marchas que expresaban la unidad. La Internacional, la Marcha Peronista y Bandera Rosa -la marcha anarquista-.

Nos vimos en muchas oportunidades con el “gringo”. Participó como columnista en el Diario “El Mundo”, y como orador central en los congresos del Frente Antimperialista y por el Socialismo.

Siempre su mensaje era de unidad en la diversidad, de reconocer y respetar lasdiferencias, de sintetizar, en un nuevo movimiento nacional, a marxistas, peronistas y cristianos.

En 1973, cuándo le planteamos la posibilidad de encabezar una fórmula presidencial para oponer a la Perón-Perón, demostró su grandeza, sosteniendo que luego de 18 años de lucha los trabajadores querían que Juan Domingo Perón ocupara en sillón de Rivadavia, y que él no podía ser un obstáculo para esa aspiración, mas allá que sabía que el General estaba en un laberinto junto a López Rega y Lorenzo Miguel, y que no auguraba nada bueno.

El 4 de noviembre de 1975, con sólo 45 años falleció en la clandestinidad por una enfermedad que en situaciones normales podría haber sido curada. Editábamos en ese momento la revista “Nuevo Hombre”, y lo enviamos a cubrir el sepelio a Héctor Demarchi.

El “Negro” -secuestrado y desaparecido en 1976- escribió una crónica espectacular de la despedida que le brindó el pueblo de Córdoba a quién, sin ninguna duda, es la antítesis del “sindicalismo de negocios” de los Pedraza y Barrionuevo.

Como escribió el poeta Luis García Montero “Yo sé donde acabaron nuestras revoluciones ¿pero donde empezaban nuestros sueños? Si empezaron por culpa del dolor. Hay motivos recientes para seguir soñando”.

Nosotros seguimos soñando inspirados en los “imprescindibles” como Agustín.

*Brennan, James “El Cordobazo”

Manuel Justo Gaggero es abogado. Ex director del Diario “El Mundo” y de las revistas

“Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.



domingo, 29 de enero de 2012

CAPÍTULO DOCE: Daños (1° Parte)




PARA LUCHAR CONTRA la "piratería", para proteger la "propiedad", la industria

de los contenidos ha iniciado una guerra. Empleando grupos de presión y con

grandes donaciones a las campañas electorales ha arrastrado ahora al gobierno

a esta guerra. Como en cualquier guerra, ésta tendrá daños que serán tanto

directos como colaterales. Como en cualquier guerra de prohibición, la mayoría

de nuestro pueblo sufrirá estos daños.

Mi objetivo hasta ahora ha sido describir las consecuencias de esta guerra,

en particular las consecuencias para la "cultura libre". Pero mi objetivo ahora es

extender esta descripción de las consecuencias y convertirla en una discusión.

¿Está justificada esta guerra?

En mi opinión, no. No hay ninguna buena razón para qué ahora, por

primera vez, las leyes deban defender a lo viejo frente a lo nuevo, justo cuando

Cultura libre 206

el poder de la propiedad llamada "propiedad intelectual" es el mayor de toda

nuestra historia.

Sin embargo el "sentido común" no lo ve así. El sentido común está

todavía del lado de los Causby y la industria de los contenidos. Todavía resuenan

las reclamaciones extremas en nombre de la propiedad; al rechazo no crítico de

la "piratería" todavía le quedan energías.

Continuar esta guerra tendrá muchas consecuencias. Quiero describir

solamente tres. Se puede decir de las tres que son involuntarias. Creo de verdad

que la tercera es involuntaria. No estoy tan seguro de las otras dos. Las dos

primeras protegen a las RCAs contemporáneas, pero no hay ningún Howard

Armstrong escondido en los márgenes para luchar contra los monopolizadores de

la cultura de hoy.



Limitar a los creadores

En los próximos diez años veremos la explosión de las tecnologías digitales. Estas

tecnologías harán posible que prácticamente cualquiera capture y comparta

contenidos. Capturar y compartir contenidos, por supuesto, es lo que los seres

humanos han hecho desde el despertar de la humanidad. Es la forma en la que

aprendemos y nos comunicamos. Pero capturar y compartir por medio de la

tecnología digital es algo diferente. Puedes enviar un mensaje electrónico

contándole a alguien de un chiste que viste en Comedy Central, o puedes

enviarle el segmento de video. Puedes escribir un ensayo sobre las

contradicciones en los argumentos del político que más te encanta odiar, o

puedes hacer un corto que contenga afirmación tras afirmación de este político.

Puedes escribir un poema para expresar tu amor, o puedes ensartar en forma de

collage un collar de canciones de tus artistas favoritos y ponerlo a disposición de

todo el mundo en la Red.

Cultura libre 207

Este "capturar y compartir" digital es en parte una extensión del capturar

y compartir que ha sido siempre fundamental para nuestra cultura, y en parte es

algo nuevo. Existe continuidad con la Kodak, pero hace explotar los límites de

tecnologías como la Kodak. La tecnología del "capturar y compartir" digital

promete un mundo de creatividad extraordinariamente diversa que puede

compartirse amplia y fácilmente. Y conforme esa creatividad sea aplicada a la

democracia, permitirá que una amplia gama de ciudadanos usen la tecnología

para expresarse y criticar y contribuir a la cultura que los rodee.

La tecnología nos ha dado por tanto una oportunidad para hacer algo con

la cultura que sólo ha sido posible alguna vez para individuos en pequeños

grupos, aislados de otros. Piensa en un anciano contándole una historia a un

grupo de vecinos en un pueblo. Ahora imagínate esa actividad de contar historias

extendida por todo el globo.

Sin embargo, todo esto es posible solamente si la actividad

presuntamente es legal. En el régimen presente de regulación legal, no lo es.

Olvídate del intercambio de archivos por un momento. Piensa en tus sitios

favoritos en la Red, sitios asombrosos. Sitios que ofrecen resúmenes

argumentales de olvidados programas de televisión; sitios que catalogan dibujos

animados de los sesenta; sitios que mezclan imágenes y sonidos para criticar a

los políticos o a las empresas; sitios que recopilan artículos de periódico

dedicados a remotos temas científicos o culturales. Hay una inmensa cantidad de

obra creativa difundida por toda la Red. Pero tal y como están diseñadas las

leyes hoy día, esta obra presuntamente es ilegal.

Esta presunción cada vez más congelará la creatividad, conforme

continúen proliferando los ejemplos de penas extremas por vagas violaciones. Es

imposible lograr aclararse sobre lo que está permitido y lo que no, y al mismo

tiempo las penas para quien cruce la raya son asombrosamente duras. Los

cuatro estudiantes amenazados por la RIAA (Jesse Jordan en el capítulo 3 era

sólo uno de ellos) fueron amenazados con una demanda por 98.000 millones de

dólares por construir motores de búsqueda que permitían que se copiaran



Cultura libre 208

canciones. Sin embargo, WorldCom--que defraudó a sus inversores 11.000

millones de dólares, resultando en pérdidas de más de 200.000 millones--recibió

una multa de sólo 750 millones. Y bajo la legislación impulsada en el congreso

ahora mismo, un médico que negligentemente amputa la pierna equivocada en

una operación tendrá responsabilidades legales por no más de 250.000 dólares

en daños por dolor y sufrimiento2. ¿Puede el sentido común reconocer lo absurdo

en un mundo en el que la multa máxima para descargarse dos canciones de

Internet es mayor que la multa para un médico que negligentemente haga una

matanza con un paciente?

La consecuencia de esta incertidumbre legal, unida a estas penas

extremadamente altas, es que una cantidad extraordinaria de creatividad nunca

será ejercida, o nunca será ejercida en público. Estamos empujando este proceso

creativo a las catacumbas al llamar piratas a los Walt Disneys contemporáneos.

Hacemos que sea imposible que las empresas se basen en un dominio público,

porque los límites del dominio público están diseñados para que nunca estén

claros. Nunca compensa hacer nada que no sea pagar por el derecho a crear, y

por tanto sólo los que pueden crear reciben permiso para crear. Como era el

caso en la Unión Soviética, aunque por muy diferentes razones, estamos

empezando a ver un mundo de arte underground--no debido a que el mensaje

sea necesariamente político, o porque el tema sea polémico, sino porque el

mismo acto de crear este arte está legalmente cargado de tensión. Ya hay

exposiciones de "arte ilegal" recorriendo los EE.UU.3 ¿En qué consiste su

ilegalidad? En el acto de mezclar la cultura que nos rodea con una expresión que

es crítica o reflexiva.

Este miedo a la ilegalidad se explica en parte por los cambios en las leyes.

Ya he descrito ese cambio en detalle en el capítulo 10. Pero en una parte todavía

mayor tiene que ver con la facilidad creciente con la que se pueden buscar las

infracciones. Como en 2002 descubrieron los usuarios de sistemas de

intercambio de ficheros, para los dueños del copyright es algo trivial conseguir

que los tribunales ordenen que los proveedores de acceso a Internet revelen



Cultura libre 209

quién tiene qué contenidos. Es como si tu reproductor de cassettes transmitiera

una lista de las canciones que escuchabas en la intimidad de tu propia casa y

que cualquiera pudiera sintonizarla por cualquier motivo.

Nunca en nuestra historia un pintor ha tenido que preocuparse sobre si su

pintura violaba la obra de otro; pero los pintores contemporáneos, que usan las

herramientas de Photoshop, que comparten contenidos en la Red, deben

preocuparse todo el tiempo. Las imágenes están por todos sitios, pero las únicas

imágenes seguras de usar en el acto de la creación son las que le compraste a

Corbis o a otra granja de imágenes. Y al comprar se produce la censura. Hay un

mercado libre de los lápices; no tenemos que preocuparnos por su efecto en la

creatividad. Pero hay un mercado altamente regulado y monopolizado de iconos

culturales; el derecho a cultivarlos y transformarlos no es igualmente libre.

Los abogados raramente ven esto porque los abogados raramente se

basan en la experiencia. Como describí en el capítulo 7, en respuesta a la historia

sobre el documental del director Jon Else, una y otra vez ha habido abogados

sermoneándome y afirmando que el uso de Else era un uso justo, y que por

tanto me equivoco al decir que la ley regula semejante uso.

Pero el uso justo en EE.UU. solamente significa el derecho a contratar un

abogado para que defienda tus derechos a crear. Y como a los abogados les

encanta olvidar, nuestro sistema para defender derechos como el del uso justo

es sorprendentemente malo--en prácticamente cada contexto, pero

especialmente en éste. Cuesta demasiado, cumple con su misión muy

lentamente, y lo que acaba dando a menudo tiene poco que ver con la justicia

en la que se basaba la reclamación. Puede que el sistema legal les resulte

tolerable a los muy ricos. Para todos los demás es una vergüenza para una

tradición que se enorgullece del imperio de la ley.

Los jueces y los abogados pueden decirse a sí mismos que el uso justo

proporciona suficiente "espacio para respirar" entre la regulación de la ley y el

acceso que la ley debería permitir. Pero el que alguien se crea verdaderamente

esto es una muestra de hasta qué punto nuestro sistema legal ha perdido



Cultura libre 210

contacto con la realidad. Las reglas que los editores les imponen a los escritores,

las reglas que las distribuidoras de cine les imponen a los directores, las reglas

que los periódicos les imponen a los periodistas--éstas son las leyes reales que

gobiernan la creatividad. Y estas reglas tienen poca relación con la "ley" con la

que los jueces se consuelan.

Porque en un mundo que amenaza con 150.000 dólares por una sola

violación voluntaria de copyright, y que exige decenas de miles de dólares para

siquiera defenderte contra una demanda por violación de copyright, y que jamás

le devolverá a alguien acusado injustamente nada de los costes que sufrió por

defender su derecho a hablar--en ese mundo, las regulaciones pasmosamente

amplias que llevan el nombre de "copyright" silencian la palabra y la creatividad.

Y en ese mundo, hace falta una estudiada ceguera para que la gente siga

creyendo que vive en una cultura que es libre.

Como me dijo Jed Horovitz, el empresario detrás de Video Pipeline:

Estamos perdiendo oportunidades [creativas] por todos lados. A la gente

creativa la están forzando a no expresarse. Hay pensamientos que no se

están expresando por esto. Y mientras que [aún] puede que se cree un

montón de obras, incluso así no se distribuirán. Incluso lo que se crea [...]

no vas a conseguir que se distribuya en los medios para el gran público a

menos que tengas una nota del abogado que diga: "Se han obtenido los

derechos". Ni siquiera vas a conseguir que lo emitan en la PBS sin este

tipo de permiso. Hasta este punto lo controlan.



Limitar a los innovadores

La historia de la última sección era la historia de un izquierdista típico—la

creatividad aplastada, artistas que no pueden hablar, bla bla bla. A lo mejor eso

no te motiva. A lo mejor piensas que bastante arte raro hay ya, y bastante



Cultura libre 211

expresión que parece criticarlo absolutamente todo. Y si esto es lo que piensas,

quizás creas que hay poco para preocuparte en esta historia.

Pero hay un aspecto en esta historia que no es de izquierdas en lo más

mínimo. De hecho, es un aspecto que podría escribirlo el ideólogo pro-mercado

más extremista. Y si eres uno de esos (y uno bastante especial, si has leído

hasta aquí), entonces puedes ver este otro aspecto si sustituyes "cultura libre",

en cada uno de los sitios en donde la menciono, con "mercado libre".

El alegato que he estado haciendo sobre la regulación de la cultura es el

mismo alegato que los defensores del mercado libre formulan sobre la regulación

de los mercados. Todo el mundo, por supuesto, concede que alguna regulación

de los mercados es necesaria--como mínimo, necesitamos leyes contractuales y

de la propiedad, y tribunales que las hagan cumplir. Igualmente, en este debate

cultural todo el mundo concede que al menos algún marco de copyright es

también necesario. Pero ambas perspectivas insisten vehementemente en que el

que alguna regulación sea buena no implica que más regulación sea mejor. Y

ambas perspectivas están continuamente en sintonía con las maneras en las que

la regulación simplemente permite que las industrias poderosas de hoy se

protejan a sí mismas contra los competidores de mañana.

Éste es el efecto individual más drástico del cambio en la estrategia

reguladora que describí en el capítulo 10. La consecuencia de esta masiva

amenaza de responsabilidades legales unidas a los límites borrosos de la ley del

copyright es que los innovadores que quieren innovar en este ámbito pueden

innovar con garantías sólo si tienen el permiso de la última generación de

industrias dominantes. Esta lección se ha aprendido gracias a una serie de casos

que fueron diseñados y ejecutados para darles una lección a los inversores de

riesgo. Esa lección--lo que el anterior consejero delegado de Napster, Hank

Barry, llama una "paño fúnebre" que ha caído sobre el ataúd de Silicon Valley--

ha sido aprendida.



Cultura libre 212

Considera otro ejemplo para defender este punto, una historia cuyo

principio ya conté en The Future of Ideas y que ha progresado de una manera

que ni siquiera yo (un extraordinario pesimista) habría predicho nunca.

En 1997 Michael Roberts lanzó una compañía llamada MP3.com. MP3.com

ansiaba reformular el negocio musical. Su meta era no sólo facilitar nuevas

formas de acceder a contenidos. Su meta era también facilitar nuevas formas de

crear contenidos. A diferencia de las grandes discográficas, MP3.com ofrecía a

los creadores una vía para distribuir su creatividad, sin exigirles un compromiso

exclusivo.

Para hacer que este sistema funcionara, MP3.com necesitaba un sistema

con garantías para recomendarles música a sus usuarios. La idea detrás de esta

alternativa era aprovecharse de las preferencias reveladas por los oyentes para

recomendar nuevos artistas. Si te gusta Lyle Lovett, es probable que disfrutes

con Bonnie Raitt, etc.

Esta idea requería una forma sencilla de recopilar datos sobre las

preferencias de los usuarios. MP3.com se inventó un modo extraordinariamente

ingenioso de recopilar esta información sobre estas preferencias. En enero de

2000, la compañía lanzó un servicio llamado my.mp3.com. Usando software

proporcionado por MP3.com, un usuario podía crear una cuenta y luego insertar

un CD en su computadora. El software identificaría el CD, y luego le daría al

usuario acceso a ese contenido. Así que, por ejemplo, si insertabas un CD de Jill

Sobule, entonces en cualquier sitio en el que estuvieras--en el trabajo o en casa-

-podrías tener acceso a esa música una vez que entraras en tu cuenta. El

sistema era una especie de caja fuerte músical.

Sin duda algunos podrían usar este sistema para copiar contenidos

ilegalmente. Pero esa oportunidad existía con o sin MP3.com. El objetivo del

servicio de my.mp3.com era darles a los usuarios acceso a sus propios

contenidos, y como efecto secundario, al ver los contenidos que ya tenían,

descubrir qué tipo de contenidos les gustaban a los usuarios.



Cultura libre 213

Para hacer que este sistema funcionara, MP3.com necesitó copiar 50.000

CDs en un servidor. (En principio, podría haber sido el usuario el que subiera la

música, pero eso hubiera exigido mucho tiempo y hubiera resultado en un

producto de dudosa calidad). Por tanto, compró 50.000 CDs en una tienda y

comenzó el proceso de copiar esos CDs. Una vez más, no serviría los contenidos

de esas copias a nadie excepto a aquellos que hubieran demostrado que tenían

una copia del CD al que querían acceder. Así que mientras eran 50.000 copias,

eran 50.000 copias dirigidas a darles a los clientes algo que ya habían comprado.

Nueve días después de que MP3.com lanzara su servicio, las cinco grandes

discográficas, lideradas por la RIAA, demandaron a MP3.com. MP3.com logró un

acuerdo con cuatro de las cinco. Nueve meses después, un juez federal decidió

que MP3.com era culpable de una violación voluntaria con respecto a la quinta

discográfica. Aplicándole la ley tal y como está, el juez le impuso una multa a

MP3.com de 118 millones de dólares. MP3.com entonces llegó a un acuerdo con

el demandante, Vivendi Universal, pagando más de 54 millones. Vivendi compró

MP3.com solamente un año más tarde.

Esta parte de la historia ya la había contado antes. Ahora reflexiona sobre

su conclusión.

Después de que Vivendi compró MP3.com, Vivendi se dio la vuelta sobre sí

misma y presentó una demanda por negligencia profesional contra los abogados

que habían aconsejando a MP3.com que dijera que de buena fe creía que el

servicio que quería ofrecer sería considerado legal bajo la ley del copyright. Esta

demanda alegaba que debería haber sido obvio que los tribunales hallarían ilegal

este comportamiento; por tanto, la demanda buscaba castigar a cualquier

abogado que se atreviera a sugerir que las leyes eran menos restrictivas que lo

que las discográficas exigían.

El objetivo claro de esta demanda (que terminó en un acuerdo por una

cantidad no especificada poco después de que la historia desapareciera de la

prensa) era enviar un mensaje inequívoco a los abogados que aconsejan a sus

clientes en este ámbito: no son solamente tus clientes quienes van a sufrir si la



Cultura libre 214

industria de los contenidos apunta sus pistolas contra ellos. Tú también vas a

sufrir. Así que quien crea que la ley debería ser menos restrictiva debería darse

cuenta de que esa opinión os va a costar mucho a ti y a tu bufete.

Esta estrategia no se limita sólo a los abogados. En abril de 2003,

Universal y EMI demandaron a Hummer Windblad, la firma de capital de riesgo

(VC en inglés) que había financiado a Napster durante una determinada etapa de

su desarrollo, a su cofundador (John Hummer) y al socio general (Hank Barry)4.

Su reclamación también era que la VC debería haber reconocido los derechos de

la industria de los contenidos a controlar cómo debía desarrollarse la industria.

Se les debería considerar personalmente responsables de financiar una compañía

que resultó estar fuera de la ley. Aquí también el objetivo de la demanda es

transparente: ahora cualquier VC sabe que si financia una compañía cuyo

negocio no recibe la aprobación de los dinosaurios, se arriesga no sólo en el

mercado, sino también ante un tribunal. Tu inversión te compra no sólo una

compañía, sino también una demanda. El ambiente se ha vuelto tan extremo que

hasta los fabricantes de automóviles tienen miedo de tecnologías que toquen los

contenidos. En un artículo en Business 2.0, Rafe Needleam describe una

discusión con BMW:

Les pregunté por qué, con toda la capacidad de memoria y el poder del

ordenador de a bordo en un coche, no había manera de escuchar archivos

MP3. Me dijeron que ingenieros de BMW en Alemania habían manipulado

un nuevo vehículo para reprodujera MP3s a través del sistema de sonido

incorporado al vehículo, pero que el departamento legal y el de marketing

no se sentían cómodos con la idea de impulsar este lanzamiento a nivel

nacional. Incluso hoy día no hay nuevos coches que se vendan en los

EE.UU. con reproductores de MP3 propiamente dichos5.

Éste es el mundo de la mafia--lleno de ofertas tipo "el dinero o la vida",

gobernado a fin de cuentas no por los tribunales, sino por las amenazas que la



Cultura libre 215

ley les permite hacer a los dueños de copyright. Es un sistema que obvia y

necesariamente asfixiará la nueva innovación. Ya es difícil iniciar una empresa.

Pero es difícil en un grado imposible si esta compañía está constantemente

amenazada por los litigios.

La idea no es que las compañías tengan el derecho a empezar empresas

ilegales. La idea es la definición de "ilegal". Las leyes son un lío de

incertidumbres. No tenemos una buena forma de saber cómo debería aplicarse a

las nuevas tecnologías. Sin embargo, si invertimos nuestra tradición de respeto a

los tribunales y abrazamos las penas sorprendentemente altas que impone la ley

del copyright, esa incertidumbre crea ahora una realidad que es mucho más

conservadora que acertada. Si las leyes impusieran la pena de muerte por multas

de aparcamiento no tendríamos solamente menos multas de aparcamiento,

tendríamos mucha menos gente conduciendo. El mismo principio se aplica a la

innovación. Si la innovación se ve constantemente obstaculizada por estas

responsabilidades legales dudosas e ilimitadas, tendremos una innovación mucho

menos viva y mucha menos creatividad.

La idea es directamente paralela al punto tópicamente izquierdista sobre

el uso justo. Sea cual sea la ley "real", el realismo sobre el efecto de la ley en

ambos contextos es el mismo. Este sistema de regulación salvajemente

penalizador ahogará la creatividad y la innovación de un modo sistemático.

Protegerá a algunas industrias y a algunos creadores, pero perjudicará a la

industria y a la creatividad en general. El mercado libre y la cultura libre

dependen de una competencia llena de vida. Sin embargo el efecto de la ley hoy

día es ahogar este tipo de competencia. El efecto es producir una cultura

regulada en exceso, igual que el efecto de demasiado control en el mercado

produce un mercado regulado en exceso.

La construcción de una cultura del permiso, en lugar de una cultura libre,

es la primera forma importante en la que los cambios que he descrito supondrán

una carga para la innovación. Una cultura del permiso significa una cultura de los

abogados--una cultura en la que la capacidad de crear exige una llamada a tu



Cultura libre 216

abogado. De nuevo, no estoy en contra de los abogados, al menos si se los

mantiene en su sitio. Ciertamente no estoy contra la ley. Pero nuestra profesión

ha perdido el sentido de sus límites. Los líderes de nuestra profesión han perdido

la capacidad de apreciar los altos costes que nuestra profesión les impone a los

demás. La ineficiencia de las leyes es una vergüenza para nuestra profesión. Y

mientras que creo que nuestra profesión debería, por tanto, hacer todo lo posible

para volver la ley más eficiente, debería al menos hacer todo lo posible para

limitar el alcance de la ley allá donde la ley no está haciendo ningún bien. Los

costes de las transacciones precisas en una cultura del permiso son suficientes

para enterrar una amplia gama de creatividad. Alguien tendría que justificar

muchísimas cosas para justificar ese resultado.



LA INCERTIDUMBRE DE la ley es una carga para la innovación. Hay una segunda

carga que opera de modo más directo. Se trata de la insistencia de muchos en la

industria de los contenidos en usar la ley para regular de modo directo la

tecnología de Internet, de manera que proteja mejor sus contenidos.

La motivación de esta respuesta es obvia. Internet hace posible la difusión

eficaz de contenidos. Esa eficacia es una característica del diseño de Internet.

Pero desde el punto de vista de la industria de los contenidos esta característica

es un "bug", un error informático. La difusión eficaz de contenidos significa que a

los distribuidores de contenidos les resulta más difícil controlar la distribución de

contenidos. Una respuesta obvia a esta eficacia es, por tanto, hacer que Internet

sea menos eficaz. Si Internet hace la "piratería" posible, entonces, según esta

respuesta, tenemos que romperle las piernas a Internet.

Son muchos los ejemplos de esta forma de legislación. Debido a las

ansiosas peticiones de la industria de los contenidos, algunos en el Congreso han

amenazado con promulgar legislación que exigiría que las computadoras

determinen si los contenidos a los que acceden están protegidos o no, y que

desactiven la difusión de los contenidos protegidos6. El Congreso ha lanzado ya

medidas para explorar una "señal de emisión" obligatoria que se exigirá en cada



Cultura libre 217

aparato capaz de transmitir video digital (esto es, un ordenador), y que hará

imposible la copia de cualquier contenido marcado con una señal de emisión.

Otros miembros del Congreso han propuesto dar inmunidad legal a los

proveedores de contenidos para que puedan desplegar tecnología que cazaría a

los violadores del copyright y desactivaría sus máquinas.

En cierto sentido, estas soluciones parecen razonables. Si el problema es

el código, ¿por qué no regular el código para eliminar el problema? Pero

cualquier regulación de la infraestructura tecnológica estará siempre en sintonía

con la tecnología particular de ese momento. Impondrá cargas significativas y

costes a esa tecnología, pero será probablemente eclipsada por avances que

rodeen exactamente esos requisitos.

En marzo de 2002, una amplia coalición de compañías tecnológicas,

lideradas por Intel, intentó hacer que el Congreso viera los daños que causaría

semejante legislación8. Su argumento no era obviamente que el copyright no

debiera defenderse. Argumentaban, por contra, que cualquier protección no

podía más que producir más daños que beneficios.



HAY UNA MANERA más obvia en la que esta guerra ha perjudicado a la

innovación--de nuevo, una historia que resultará muy familiar para la gente del

mercado libre.

Puede que el copyright sea una propiedad, pero como toda propiedad es

también una forma de regulación. Es una regulación que beneficia a unos y

perjudica a otros. Cuando se hace bien, beneficia a los creadores y perjudica a

las sanguijuelas. Cuando se hace mal, es una regulación que los poderosos

emplean para derrotar a sus competidores.

Tal y como describí en el capítulo 10, a pesar de esta naturaleza del

copyright como regulación, y sujeta a importantes matizaciones delineadas por

Jessica Litman en su libro Digital Copyright, en conjunto esta historia del

copyright no es mala. Como detallaba el capítulo 10, cuando han aparecido

nuevas tecnologías, el Congreso ha hallado un equilibrio que asegura que lo



Cultura libre 218

nuevo queda protegido de lo viejo. Licencias obligatorias, o estatutarias, han sido

parte de esta estrategia. El uso libre (como en el caso de los reproductores de

video) ha sido otra.

Pero este modelo de respeto a las nuevas tecnologías ha cambiado ahora

con el surgimiento de Internet. En lugar de hallar un equilibrio entre las

reclamaciones de la nueva tecnología y los derechos legítimos de los creadores

de contenidos, tanto los tribunales como el Congreso ha impuesto restricciones

legales que tendrán el efecto de asfixiar a lo nuevo en beneficio de lo viejo.

La respuesta de los tribunales ha sido bastante universal10. Ha sido

reflejada por las respuestas con que amenazó y de hecho implementó el

Congreso. No haré aquí el catálogo completo de estas respuestas. Pero hay un

ejemplo que captura el sabor de todas ellas. Ésta es la historia del fallecimiento

de la radio por Internet.

Como describí en el capítulo 4, cuando una estación de radio emite una

canción, el artista que la grabó no recibe nada por esa "interpretación

radiofónica" a menos de que sea también el compositor. Así que, por ejemplo, si

Marilyn Monroe hubiera grabado una versión de "Cumpleaños feliz"--para

conmemorar su famosa interpretación ante el presidente Kennedy en el Madison

Square Garden--entonces cada vez que la canción se tocara en la radio, los

dueños actuales del copyright de "Cumpleaños feliz" conseguirían algún dinero,

mientras que Marilyn Monroe no lo haría.

La razón detrás de este equilibrio determinado por el Congreso tiene algún

sentido. La justificación era que la radio era una forma de publicidad. El artista

que graba un canción se beneficia así, porque al tocar su música la radio está

haciendo que sea más probable que el artista venda discos. De manera que el

artista que graba recibe algo, aunque sólo sea indirectamente. Probablemente

este razonamiento haya tenido menos que ver con los resultados que con el

poder de las estaciones de radio. Su grupo de presión en Washington era muy

bueno a la hora de detener cualquier esfuerzo para conseguir que el Congreso

exigiera compensaciones para los artistas que grababan.



Cultura libre 219

En esto que llega la radio digital. Como la radio normal, la radio por

Internet es una tecnología para transmitir contenidos de una emisora a un

oyente. La emisión viaja a través de Internet, no a través del éter del espectro

radiofónico. Así, puedo "sintonizar" una emisora de radio digital de Berlín

mientras que estoy sentado en San Francisco, incluso si no hay forma de que

pueda sintonizar una emisora de radio estándar que esté mucho más allá del

área metropolitana de San Francisco.

Esta característica de la arquitectura de la radio digital significa que hay

potencialmente un número ilimitado de estaciones de radio que un usuario

puede sintonizar empleando su ordenador, mientras que bajo la arquitectura

actual de la radio electromagnética, hay un límite obvio al numero de emisoras y

de frecuencias claras de emisión. La radio digital podía ser por tanto mucho más

competitiva que la radio estándard; podía proporcionar una gama más amplia de

posibilidades. Y debido a que el público potencial de la radio digital es todo el

mundo, las estaciones especializadas podrían fácilmente desarrollarse y vender

sus contenidos a un número relativamente grande de oyentes en todo el mundo.

Según algunas estimaciones, más de ochenta millones de usuarios en todo el

mundo han sintonizado con esta nueva forma de radio.

Por tanto, la radio digital es para la radio lo que la FM fue para la AM. Es

una mejora que es potencialmente más significativa en un grado inmensamente

mayor que la mejora de la FM con respecto a la AM, ya que no sólo es la

tecnología superior, sino que también lo es la magnitud de la competencia. De

hecho, hay un paralelismo directo entre la lucha para establecer la radio FM y la

lucha para proteger la radio digital. Tal y como un autor describe la lucha de

Howard Armstrong para hacer posible la radio FM:

En la onda corta era posible un número casi ilimitado de emisoras de FM,

terminando así con las restricciones artificiales impuestas a la radio en la

atestada onda larga. Si la FM era desarrollada libremente, el número de

emisoras sólo estaría limitada por la economía y la competencia en vez de



Cultura libre 220

por restricciones técnicas. [...] Comparó la situación que había surgido en

la radio a la que siguió a la invención de la imprenta, cuando los gobiernos

y los intereses dominantes intentaron controlar este nuevo instrumento de

comunicación masiva imponiéndole licencias restrictivas. Esta tiranía fue

rota sólo cuando fue posible que la gente adquiriera imprentas libremente

y pudiera operarlas libremente. La FM en ese sentido fue un invento tan

grande como la imprenta, porque le daba a la radio la libertad de romper

sus cadenas12.

Este potencial para la radio FM nunca se hizo realidad--no porque

Armstrong estuviera equivocado acerca de la tecnología, sino porque subestimó

el poder de los "intereses privados, los hábitos, las costumbres y la legislación"13

para retrasar el crecimiento de esta tecnología competidora.

Ahora la misma afirmación puede hacerse acerca de la radio digital.

Porque, de nuevo, no hay ninguna limitación técnica que pueda restringir el

número de emisoras de radio digitales. La única restricción son las que imponen

las leyes. La ley del copyright es una de ellas. Así que la primera pregunta que

tenemos que hacer es "¿qué reglas del copyright deberían gobernar la radio

digital?"

Pero aquí el poder de los lobbies se invierte. La radio digital es una nueva

industria. Los artistas que graban, por otra parte, tienen un grupo de presión

muy poderoso, la RIAA. Así que cuando el Congreso consideró el fenómeno de la

radio digital en 1995, este lobby había apretado al Congreso para que aplicara

una regla diferente para la radio digital que la que se aplica a la radio terrestre.

Mientras que la radio terrestre no tiene que pagarle a nuestra hipotética Marilyn

Monroe cuando toca su hipotética grabación de "Happy Birthday", la radio digital

sí tiene que hacerlo. No sólo la ley no es neutral con respecto a la radio digital--

la ley le impone una carga que es realmente mayor que la que impone a la radio

terrestre.



Cultura libre 221

Esta carga financiera no es pequeña. Como calcula William Fisher,

profesor de derecho de Harvard, si una radio digital distribuyera música popular

sin publicidad a (una media de) diez mil oyentes, veinticuatro horas al día, las

tarifas totales que la radio les debería a los artistas superarían el millón de

dólares al año. Una radio estándard que emitiera los mismos contenidos no

pagaría una tarifa equivalente.

La carga no es financiera solamente. Bajo las leyes propuestas

originalmente, una emisora de radio digital (pero no una emisora de radio

terrestre) tendría que recopilar la siguiente información sobre cada transacción

de escucha:



1. nombre del servicio;

2. canal del programa (las emisoras AM/FM usan un Identificación de

Emisora);

3. tipo de programa (archivado / looped / en directo);

4. fecha de la emisión;

5. hora de la emisión;

6. zona horaria del origen de la emisión;

7. designación numérica del lugar de la grabación sonora dentro del

programa;

8. duración de la transmisión (medida hasta el último segundo);

9. título de la grabación;

10. código ISRC de la grabación;

11. año de publicación del álbum de acuerdo con la nota del copyright

y, en el caso de recopilatorios, el año de publicación del álbum y fecha del

copyright de la canción;

12. nombre del artista que grabó la canción;

13. título comercial del álbum;

14. sello discográfico;

15. código UPC del álbum;

Cultura libre 222

16. número de catálogo;

17. información sobre el dueño del copyright;

18. género musical del canal o del programa (en formato de emisora);

19. nombre del servicio o entidad;

20. canal o programa;

21. fecha y hora a la que el usuario se conectó (en la zona horaria

del usuario);

22. fecha y hora a la que el usuario se desconectó (en la zona

horaria del usuario);

23. zona horaria cuando se recibió la señal (usuario);

24. identificador único de usuario;

25. el país en el cual el usuario recibió la transmisión.

El Bibliotecario del Congreso eventualmente suspendió estos requisitos

hasta que se realicen más estudios. Y también cambió las tarifas originales

asignadas por el panel arbitral encargado de fijarlas. Pero la diferencia básica

entre la radio digital y la terrestre permanece: la radio digital tiene que pagar un

tipo de copyright que la radio terrestre no tiene que pagar.

¿Por qué? ¿Qué justifica esta diferencia? ¿Hubo algún estudio de las

consecuencias económicas resultantes de la radio digital que justificara estas

diferencias? ¿Cuál fue el motivo para proteger a los artistas contra la piratería?

En una raro ejemplo de sinceridad, un experto de la RIAA admitió lo que

en ese momento le parecía obvio a todo el mundo. Como me contó Alex Alben,

vicepresidente de políticas públicas de Real Networks:

La RIAA, que representaba a las discográficas, presentó algunos

testimonios sobre lo que pensaban que un comprador interesado le

pagaría a un vendedor interesado, y era mucho más alto. Era diez veces

más alto que lo que pagan las estaciones de radio para tocar la misma

canción durante el mismo periodo de tiempo. De manera que los



Cultura libre 223

abogados representantes de los emisoras digitales le preguntaron a la

RIAA [...]: "¿Cómo llegan a esta cifra que es mucho más alta? ¿Por qué

vale más que la radio? Porque aquí estamos reunidos cientos de emisoras

que queremos pagar, y eso establecería la tarifa de mercado, y si ustedes

fijan una tarifa tan alta, van a expulsar del negocio a las emisoras más

pequeñas [...]".

Y los expertos de la RIAA dijeron: "Bueno, la verdad es que no

queremos que el modelo sea el de una industria con miles de emisoras,

creemos que debería ser una industria con, ya saben, cinco o siete

grandes actores que puedan pagar una tarifa alta y que sea un mercado

estable, predecible" [cursivas mías].

Traducción: el objetivo es usar las leyes para eliminar competidores, de

manera que esta plataforma de competencia potencialmente inmensa, que

podría hacer que la diversidad y la gama de contenidos disponibles

experimentaran una explosión no perjudique a los viejos dinosaurios. No hay

nadie, ni en la derecha ni en la izquierda, que apoye este uso de la ley. Y sin

embargo no hay prácticamente nadie, ni en la derecha ni en la izquierda, que

esté haciendo algo efectivo para impedirlo.

(Cont.)

CULTURA LIBRE - CAPÍTULO ONCE: Quimera





EN UN CUENTO muy conocido de H.G. Wells, un montañero llamado Nunez [sic]

tropieza (literalmente, en una ladera cubierta de hielo) para deslizarse hasta un

valle aislado y desconocido en los Andes peruanos1. El valle es

extraordinariamente hermoso, con "agua dulce, pastos, un clima moderado,

laderas de rico suelo marrón con marañas de un arbusto que daba un fruto

excelente"2. Pero sus habitantes son todos ciegos. Nunez toma esto como una

oportunidad: "En el país de los ciegos", se dice a sí mismo, "el tuerto es el rey".

Así que decide vivir con los habitantes del valle para explorar la vida como rey.

Las cosas no van como las había planeado. Intenta explicar la idea de la

visión a los habitantes. No la entienden. Les dice que son "ciegos". No tienen la

palabra "ciegos". Piensan que simplemente es tonto. De hecho, a medida que

van notando cada vez más las cosas que no puede hacer (oír el ruido de la



Cultura libre 200

hierba cuando se pisa, por ejemplo), empiezan a intentar controlarlo. A su vez, él

se siente cada vez más frustrado. "’No entienden' gritó, con una voz que quería

que fuese grande y resuelta, y que se quebró. 'Ustedes son ciegos y yo puedo

ver. ¡Déjenme tranquilo!’"

Los habitantes del pueblo no lo dejan tranquilo. Ni tampoco ven (por así

decir) las virtudes de su poder especial. Ni siquiera el objeto último de su afecto,

una joven que a él le parece "la cosa más hermosa de toda la creación",

comprende la belleza del sentido de la vista. La descripción de Nunez de lo que

ve "le parecía a ella la más poética de las fantasías, y escuchaba sus

descripciones de las estrellas y las montañas y su propia belleza como si fueran

un placer culpable". "Ella no creía", nos dice Wells, y "podía entender sólo a

medias, pero estaba misteriosamente encantada".

Cuando Nunez anuncia su deseo de casarse con su amada

“misteriosamente encantada", el padre y el pueblo se oponen. "Ya ves, querida

hija", le instruye su padre, "es un idiota. Tiene engañosas ilusiones. No puede

hacer nada bien". Llevan a Nunez al médico del pueblo.

Después de un examen cuidadoso, el médico da su opinión: "Su cerebro

está afectado", informa.

"¿Qué lo afecta?", pregunta el padre.

"Esas cosas extrañas que se llaman los ojos... están enfermos... de tal

manera que afectan a su cerebro".

El médico continúa: "Creo que podemos decir con razonable certeza que

para curarlo por completo, todo lo que tenemos que hacer es una sencilla y fácil

operación quirúrgica--es decir, extirpar esos cuerpos origen de la irritación".

"¡Gracias a Dios por la ciencia!", le dice el padre al medico. Informan a

Nunez de esta condición necesaria para que pueda conseguir a su prometida.

(Tendrás que leer el original para enterarte de que ocurre al final. Creo en la

cultura libre, pero no en revelar cómo acaba una historia).



Cultura libre 201

A VECES OCURRE que los embriones de dos gemelos se fusionan en el útero.

Esa fusión produce una "quimera". Una quimera es una criatura única con dos

series de ADN. El ADN en la sangre, por ejemplo, puede ser diferente del ADN en

la piel. Esta posibilidad para la trama de una novela de misterio está sin usar.

"Pero el ADN muestra con una certeza del 100% que ella no es la persona cuya

sangre apareció en la escena del crimen...".

Antes de haber leído sobre quimeras, habría dicho que eran imposibles.

Una persona no puede tener dos series de ADN. La misma idea del ADN es que

es el código de un individuo. Sin embargo, de hecho no solamente pueden dos

individuos tener el mismo ADN (gemelos), sino que una persona puede tener dos

series distintas de ADN (una quimera). Nuestra concepción de una "persona"

debería reflejar esta realidad.

Cuanto más trabajo para entender la lucha actual sobre el copyright y la

cultura, a la cual a veces llamo injustamente, y a veces no tan injustamente, las

"guerras del copyright", más pienso que estamos enfrentándonos a una quimera.

Por ejemplo, en la batalla sobre la cuestión de "¿qué es el intercambio de

ficheros p2p?" ambas partes aciertan y ambas partes se equivocan. Una parte

dice: "El intercambio de ficheros es igual que dos chavales grabándose sus

discos el uno al otro--el tipo de actividad que hemos estado haciendo durante los

últimos treinta años sin que nos preguntasen nada". Eso es verdad, al menos en

parte. Cuando le pido a mi mejor amigo que escuche un nuevo CD que acabo de

comprar, pero en vez de enviarle el CD dirijo a mi amigo a mi servidor p2p, esto

es, a todos los efectos relevantes, lo mismo que todos los ejecutivos en todas las

discográficas hicieron sin duda cuando eran críos: compartir música.

Pero esta descripción también es falsa en parte. Porque cuando mi

servidor p2p está en una red p2p a través de la cual cualquiera puede acceder a

mi música, entonces sí, seguro, mis amigos pueden tener acceso, pero el decir

que "mis diez mil mejores amigos" pueden tener acceso estira el significado de

"amigos" hasta hacerlo irreconocible .



Cultura libre 202

Igualmente, cuando el otro bando dice: "El intercambio de ficheros es lo

mismo que entrar en Tower Records, tomar un CD de una estantería y largarse

con él", eso es cierto, al menos en parte. Si yo, cuando Lyle Lovett (por fin)

lanza un nuevo álbum, en vez de comprarlo voy a Kazaa y me descargo una

copia gratis, eso es muy parecido a robar una copia en Tower Records.

Pero no es lo mismo que robar en Tower Records. Después de todo,

cuando me llevo un CD de Tower Records, Tower tiene un CD menos que

vender. Y cuando me llevo un CD de Tower Records, obtengo un pedazo de

plástico y una portada y algo que mostrar en mis estanterías. (Y ya que estamos

con esto, podríamos también llamar la atención sobre el hecho de que si me

llevo un CD de Tower Records, la máxima multa que me pueden imponer, al

menos bajo las leyes de California, es mil dólares. Por contra, y según la RIAA, si

me descargo un CD con diez canciones, me pueden demandar por daños y

perjuicios por un valor de millón y medio).

La idea no es que la situación sea distinta a como la describe ninguno de

los bandos. La idea es que es como ambos dicen--como la RIAA la describe y

como Kazaa la describe. Es una quimera. Y en lugar de simplemente negar lo

que la otra parte afirma, tenemos que empezar a pensar en cómo deberíamos

responder a esta quimera. ¿Qué reglas deberían gobernarla?

Podríamos responder simplemente pretendiendo que no es una quimera.

Podríamos, con la RIAA, decidir que cada acto de intercambio de ficheros debería

ser un delito. Podríamos perseguir familias por millones de dólares de daños sólo

porque se intercambiaron ficheros desde la computadora familiar. Y podríamos

conseguir que las universidades vigilaran todo el tráfico de sus ordenadores,

para asegurar así que ninguno de ellos se está usando para cometer este delito.

Estas respuestas serían extremas, pero cada una de ellas ya ha sido propuesta o

implementada en la realidad2.

Alternativamente, podríamos responder al intercambio de ficheros de la

manera en la que muchos chavales actúan, como si ya hubiéramos respondido.

Podríamos legalizarlo por completo. Que no haya ninguna responsabilidad legal



Cultura libre 203

por violación del copyright, ni civil ni criminal, por poner a disposición en la Red

materiales con copyright. Que el intercambio de ficheros sea como el cotilleo:

regulado, como mucho, por normas sociales pero no por la ley.

Cualquiera de las dos respuestas es posible. Creo que ambas serían un

error. En lugar de abrazar uno de los dos extremos, deberíamos abrazar algo que

reconozca la verdad en ambos. Y mientras que termino este libro con un esbozo

de un sistema que hace exactamente eso, mi objetivo en el capítulo siguiente es

mostrar cuán horrible sería el que adoptáramos el extremo de la tolerancia cero.

Creo que cualquier extremo sería peor que una alternativa razonable. Pero creo

que la solución de tolerancia cero sería el peor de los dos extremos.

Sin embargo, la tolerancia cero es cada vez más la política de nuestro

gobierno. En mitad del caos que Internet ha creado, está teniendo lugar una

extraordinaria apropiación de tierras. Se están cambiando la ley y la tecnología

para darles a los dueños del copyright un tipo de control sobre nuestra cultura

que nunca habían tenido antes. Y en este extremismo se perderán muchas

oportunidades para nueva innovación y nueva creatividad.

No estoy hablando de las oportunidades para que los chavales "roben"

música. Por contra, mi centro de atención es la innovación comercial y cultural

que también matará esta guerra. Nunca hemos visto difundirse el poder de

innovar entre nuestros ciudadanos de una forma tan amplia, y apenas acabamos

de empezar a ver la innovación que este poder puede desencadenar. Sin

embargo, Internet ya ha visto el final de un ciclo de innovación en torno a

tecnologías para distribuir contenidos. La ley es responsable de este final. Como

explicó el vicepresidente de política global de uno de estos nuevos innovadores,

eMusic.com, cuando criticó las protecciones añadidas por la DMCA a los

materiales con copyright:

eMusic se opone a la piratería. Somos distribuidores de materiales con

copyight, y queremos proteger esos derechos.



Cultura libre 204

Pero construir una fortaleza tecnológica que encierra la fuerza de las

grandes discográficas no es en modo alguno la única forma de proteger

los intereses del copyright, ni es tampoco necesariamente la mejor.

Simplemente, es demasiado pronto para responder a esa pregunta. Las

fuerzas del mercado operando de forma natural bien puede que

produzcan un modelo industrial completamente diferente.

Éste es un punto crítico. Las decisiones que los sectores industriales

tomen con respecto a estos sistemas directamente moldearán de muchas

maneras el mercado para los medios digitales y la manera en la que se

distribuirán los medios digitales. Esto a su vez influirá directamente en las

opciones disponibles para los consumidores, tanto en términos de la

facilidad con la que podrán acceder a los medios digitales como en el

equipo que requerirán para hacerlo. Las decisiones equivocadas que se

tomen tan temprano en este juego retrasarán el crecimiento de este

mercado, perjudicando los intereses de todos3.

En abril de 2001, Vivendi, una de "las grandes discográficas", compró

eMusic.com. Ahora su postura respecto a estas cuestiones ha cambiado.

Invertir ahora la dirección de nuestra tradición de tolerancia no aplastará

la piratería simplemente. Sacrificará valores que son importantes para esta

cultura, y matará oportunidades que podrían ser extraordinariamente valiosas.



(Cont.)

Todo el poder a los supermillonarios


Trabajo. “El mundo necesita crear 600 millones de empleos productivos durante la próxima década”, sostiene la OIT. (BLOOMBERG)


Salarios y productividad

Los actuales desequilibrios de la economía mundial culminaron en el descalabro financiero iniciado a fines del 2007 y, en los últimos meses, la crisis en varios países de la Unión Europea y en el régimen comunitario. En notas anteriores, exploré la naturaleza de estos problemas y las relaciones entre los desequilibrios de las principales economías, la desregulación financiera y el predominio de la especulación en las transacciones monetarias internacionales. En un estudio reciente (Global economic prospects: the recession may be over but what next? South Centre.



Cada país tiene la globalización que se merece (Primera parte)

La reciente reunión del G 20 en Toronto confirmó lo que ya sabíamos. Vale decir, que la cooperación internacional es insuficiente para resolver los problemas globales y que, en definitiva, cada país tiene que asumir la responsabilidad de resolver sus propios problemas. Todos están afectados por el comportamiento del sistema global, por ejemplo la crisis financiera, pero la suerte de cada uno depende de su capacidad para responder a los desafíos. En tal sentido, nuestro país tiene mucha experiencia para compartir, como lo planteó en el encuentro la presidenta argentina.

La mirada optimista de la CEPAL

Según las estadísticas de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL), la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac), que nació este fin de semana en la capital venezolana con la adhesión de los 33 países que integran la región, reúne en su seno unos 580 millones de habitantes, con un ingreso per cápita que promedia los 8.980 dólares y un Producto Interno Bruto (PIB) que suma 5.212 billones de dólares. Puesto en términos globales: se trata del 8% de la producción mundial y del 8,5% de la población del planeta.

En un mundo cada día más desigual, uno de los desafíos para la Argentina es transparentar el altísimo nivel de ganancias de empresarios locales y trasnacionales.



En octubre pasado, la Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos dio un informe demoledor sobre cómo se profundizó la brecha entre la selecta minoría de ultra ricos y el resto de la población norteamericana. Vale la pena refrescar esos números porque la actual ofensiva del modelo neoconservador en los países europeos va de la mano de disciplinar con el mismo criterio que se llevó a cabo puertas adentro de la primera economía del mundo. Y, sobre todo, porque en un mundo con unas pocas corporaciones privadas transnacionales, América latina necesita ver sus propias fortalezas para no cejar en la idea de que otro mundo es posible. Las grandes corporaciones, estimuladas por el bajo costo laboral en economías en crecimiento como China e India, no ven con agrado que las convenciones colectivas de trabajo sean las herramientas para dirimir los niveles salariales. El capitalismo financiero en ofensiva también quiere la jibarización de los derechos económicos y sociales en el sur de América.

En Estados Unidos, desde 1982 hasta fines de 2010, los ingresos globales –deducidos los impuestos– crecieron en un 62%. Entre el 20% más pobre de la población norteamericana, los ingresos crecieron un modesto 18% mientras que el 1% más rico vio incrementar su riqueza en el orden del 275%. Sólo el 19% más rico (que completaría el primero y el segundo deciles en la escala socioeconómica) estuvo apenas un 3% por encima del promedio con un 65% de incremento de los ingresos. Quienes conforman entre el 21% y el 80% (el famoso “americano medio”) incrementaron sus ingresos en un 37%. Es decir, el 80% de la población trasladó sus ganancias no al 20% más rico sino al exclusivo 1% de supermillonarios. El mejor ejemplo de cómo la sociedad norteamericana perdió iniciativa para mantener en la agenda pública los temas impositivos –básicos en cualquier sociedad democrática– es que el principal aspirante a la candidatura presidencial en ese país, Mitt Romney, es un supermillonario, su riqueza la hizo con fondos de inversión especulativa (derivados financieros en la jerga) y sus declaraciones juradas consignan que sólo contribuyó al fisco en el orden del 15% porque sus negocios son considerados “inversión” y no ganancias, que en ese caso debería haber tributado el 35%. En la Argentina, uno de los debates indispensables se refiere a las ventajas de tener activos financieros o de participar de fondos fiduciarios destinados a distintas variantes especulativas.

Un reciente estudio de la Escuela Económica de París se dio a la tarea de configurar una base de datos de los ingresos de los hombres y mujeres más ricos del planeta. Conviene aclarar que no se trata de un instituto creado por Robespierre ni por los líderes del Mayo del ’68. Se trata de un laboratorio de investigación dirigido por académicos de los países centrales de las más diversas corrientes, mayoritariamente adversarios de los fundamentalistas del mercado, como el indio Amartya Sen o el norteamericano Joseph Stiglitz, ambos académicos en Harvard y Columbia, dos prestigiosas universidades de Estados Unidos. Uno de los capítulos está dedicado a Gran Bretaña y se centra en los ingresos entre 1997 y 2007. Analiza los ingresos del sector que representa el 0,1% de los británicos (es decir; 62.000 personas sobre una población de 62 millones), pasaron de ganar 646.000 libras anuales en 1997 a ganar 1.180.000. Es decir, casi duplicaron sus ingresos. El 90% de los británicos ganaba en 1997 un promedio de 10.567 libras y en 2007 ganaba 12.400 libras. Esto es que mientras los supermillonarios incrementaron casi el 100% sus ingresos, nueve de cada diez británicos sólo mejoró sus ingresos en menos del 20%.

La depresión socialdemócrata. Un artículo publicado el miércoles en el diario español El País y firmado por el ex presidente socialista Felipe González resulta una alarma más sobre la grave situación del Viejo Continente. Dice, al principio: “Cuarto año de crisis y la perspectiva nos lleva a pensar en la famosa década perdida de América latina en los años ochenta del pasado siglo. A estas alturas se tiende a olvidar que el origen estuvo en la implosión de un sistema financiero desregulado, lleno de ingeniería financiera cargada de humo, sin relación con la economía productiva”. Conviene aclarar, sin cargar las tintas sobre González, que los socialistas españoles comenzaron con la desregulación y también fueron activos socios en los planes del FMI que promovió las privatizaciones que, curiosamente, llevaron a España a convertirse en un inversor principal en América latina. Más adelante, dice González: “Toda una gran paradoja: el modelo triunfante del neoconservadurismo desregulador que se inicia en los ochenta del siglo XX, domina la escena de la globalización hasta el estallido de 2008 y, como respuesta, la misma corriente ideológica, mayoritaria hoy en Europa, se olvida de las causas de la crisis y centra la estrategia en las consecuencias de la misma. Las fuerzas representativas del centro izquierda progresista se sienten arrinconadas y a la defensiva en la Unión Europea y acosadas por la presión de la derecha más extrema en Estados Unidos”.

Conviene detenerse en la diferencia de lo que fue la convulsionada Europa de los setenta –que le permitió a González llegar al gobierno– en contraste con las debilidades inocultables que marca el ex jefe del gobierno español. En Capitalismo global, el académico de orientación heterodoxa y antiliberal de la Universidad de Harvard, Jeffrey Friden, desarrolla lo que fueron las luchas gremiales y políticas en la mayoría de los países europeos tras la recesión y crisis de 1973-74. “Los sindicatos se movilizaron para protegerse frente a la erosión de sus salarios. Los mineros del carbón británicos disminuyeron el ritmo de trabajo y a continuación fueron a la huelga (1974) llegando a obligar al gobierno (laborista) a decretar la semana laboral de tres días.” Cabe recordar que ahora el Reino Unido tiene una desocupación sin precedentes en las últimas dos décadas sin que el gobierno haya dado un paso serio para gravar a los más ricos y crear puestos de trabajo. “Los sindicatos italianos forzaron la adopción de una escala móvil que ligaba los salarios a la inflación”, mientras que ahora, la deserción de Silvio Berlusconi dio paso a los ajustes más severos de las últimas décadas sin una resistencia abierta a las medidas de Mario Monti, ex Goldman & Sachs. En Alemania, el gobierno socialdemócrata “concedió una influencia decisiva (la codecisión, participación sindical en las cúpulas directivas de las empresas)”. Luego agrega que “la democratización en España y Portugal aumentó la influencia de la izquierda y del movimiento obrero”. La resistencia y la creciente participación de los pueblos europeos determinaron las conductas de los gobiernos que “crearon millones de empleos en el sector público y enviaron miles de millones de dólares a las economías con más dificultades. Entre 1971 y 1983 los gobiernos de los países industrializados aumentaron el gasto público del 33 al 42% del PIB”. En esos países (Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá y Japón) se generaban por año “un millón de empleos públicos”.

Lo que hoy sucede no es más que el resultado del triunfo absoluto de la liberalización de las finanzas que permite a la banca privada generar “productos” (títulos, acciones, bonos que se transan en las Bolsas) que se superponen y ganan terreno sobre las monedas. Hoy esos bancos, apoyados por el FMI, refinancian con papeles las deudas públicas y privadas en países que tenían –y todavía tienen– beneficios sociales producto del Estado de bienestar. Las multinacionales no son sólo el resultado de la superconcentración de unas pocas compañías, sino que su éxito depende en primer lugar de ingenierías de fusiones y adquisiciones en base a los derivados financieros. Los gobiernos de varios países del llamado Primer Mundo ahora tienen que entregar espacios estatales. Ya no se trata de YPF argentino o de la salud en Hungría o las cloacas de Polonia, sino de un avance feroz para seguir desmantelando conquistas surgidas de políticas públicas participativas en Europa.

La situación del empleo. Esta semana, mientras el poder concentrado internacional se reúne en el devaluado Foro Mundial de Davos, a pocos kilómetros de allí, en Ginebra, el miércoles, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio a conocer el documento Tendencias Mundiales del Empleo 2012. Los datos son demoledores. Con gobiernos neoconservadores y políticas de liquidación del Estado en marcha, es difícil que la voz de la OIT haga mella en los planes de los supermillonarios, salvo que las acciones concertadas de los afectados –la mayoría de la población mundial– cobren más presencia. El mundo necesita crear “600 millones de empleos productivos durante la próxima década a fin de generar un crecimiento sostenible y mantener la cohesión social”. Frente a la perspectiva de un nuevo deterioro de la actividad económica “el desempleo afecta hoy en día a 200 millones de personas a nivel mundial”. Además, el informe advierte sobre la existencia de “900 millones de trabajadores que viven con sus familias por debajo de la línea de la pobreza de 2 dólares al día”. La crisis del empleo se grafica en que uno de cada tres trabajadores en el mundo –cerca de 1.000 millones de personas– está desempleado o vive en la pobreza. El documento fue presentado por el director general de la OIT, el chileno Juan Somavía, quien dijo que los gobernantes “deben actuar de manera determinada y coordinada para reducir el miedo y la incertidumbre que obstaculizan la inversión privada, a fin que el sector privado vuelva a poner en marcha el principal motor mundial de creación de empleo”. La apelación resulta demasiado generosa. Parece ser que en los círculos de los poderosos alguien recordó la consigna de los bolcheviques en la Revolución de Octubre: Todo el poder a los Soviets (que eran los consejos de obreros, campesinos y soldados). Un siglo después, una contrarrevolución conservadora ambiciona que todo el poder quede en manos de los supermillonarios.

Un avance mundial. El gran desafío de la política, en todas partes, es hacer frente a los niveles descomunales de ganancias de una selecta minoría que no está obligada a tributar en la medida de sus ingresos y a que los Estados nacionales avancen en frenar los perversos mecanismos creados por el sector financiero. La Argentina no escapa a este desafío. Desde ya que el avance de la economía productiva versus la especulativa y de valorización financiera es un hito histórico. No parece alcanzar con eso, en vistas de los niveles de concentración y extranjerización de la economía. La estructura impositiva y la normativa financiera están en el tapete tras el triunfo arrollador de Cristina Fernández de Kirchner en octubre. Tras el descanso de la Presidenta y el receso parlamentario hasta el 1º de marzo, la Argentina debería abocarse a varios temas de fondo. Si eso sucede, se incrementarán las tensiones con los grandes bancos, las corporaciones cerealeras, petroleras, mineras, del acero e incluso las automotrices. El celo puesto en las importaciones o la compra de dólares al menudeo pueden ser medidas que preanuncien algo más directo a los grandes capitales, pero también pueden constituir un plan que no se decida a avanzar en la dirección de transparentar los altísimos niveles de ganancias de los supermillonarios en la Argentina, algunos de ellos nativos y otros representantes y directivos de empresas extranjeras. En varios países latinoamericanos el debate avanza. Es preciso que haya más intercambio, más contagio y, sobre todo, más acciones. Al respecto, no es un dato menor que Cristina Fernández de Kirchner, en su primera aparición pública después de la cirugía, haya sido tan cáustica al referirse a los dueños de las petroleras y sus vacaciones en Punta del Este

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Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com