miércoles, 1 de febrero de 2012

CULTURA LIBRE - EPÍLOGO






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AL MENOS ALGUNOS que hayan leído hasta aquí estarán de acuerdo conmigo en

que algo debe hacerse para cambiar el rumbo en el que vamos. El equilibrio de

este libro describe el mapa de qué puede hacerse.

Divido este mapa en dos partes: lo que cada uno puede hacer ahora, y lo

que precisa la ayuda de los legisladores. Si hay una lección que podamos

aprender de la historia de cómo se ha rehecho el sentido común, es que requiere

que se cambie la manera en la que mucha gente piensa sobre precisamente el

mismo asunto.

Eso significa que este movimiento debe empezar en la calle. Debe reclutar

un número significativo de padres, profesores, bibliotecarios, creadores, autores,

músicos, cineastas, científicos--para que todos ellos cuenten esta historia con sus

propias palabras, y para que les expliquen a sus vecinos por qué esta batalla es

tan importante.

Una vez que este movimiento haya tenido efecto en la calle, habrá

esperanzas de que tenga efecto en Washington. Aún somos una democracia. Lo

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que la gente piensa importa. No tanto como debería, al menos cuando una RCA

se opone a ello, pero incluso así importa. Y por tanto, en la segunda parte de lo

que sigue, esbozo cambios que el Congreso podría llevar a cabo para dar mayor

seguridad a una cultura libre.

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NOSOTROS, AHORA

EL SENTIDO COMÚN está con los guerreros del copyright porque hasta este

momento el debate ha quedado definido por los extremos--como un enorme "o

esto o lo otro": o propiedad o anarquía, o control total o no se paga a los

artistas. Si ésta es verdaderamente la decisión a tomar, entonces los guerreros

deberían ganar.

El error aquí es excluir el punto medio. Hay extremos en este debate, pero

los extremos no representan todo lo que hay. Hay aquellos que creen en el

máximo copyright--"Todos los Derechos Reservados"—y aquellos que rechazan el

copyright--"Ningún Derecho Reservado". Los de "Todos los Derechos

Reservados" creen que deberías pedir permiso antes de "usar" de cualquier

modo una obra con copyright. Los de "Ningún Derecho Reservado" creen que

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deberías poder hacer lo que tú quieras con los contenidos, sin que importe que

tengas permiso o no.

Cuando Internet acababa de nacer, su arquitectura inicial se inclinó de un

modo efectivo hacia la dirección de "ningún derecho reservado". Los contenidos

podían ser copiados de una manera perfecta y barata; los derechos no podían

controlarse fácilmente. Por tanto, a pesar de los deseos que la gente pudiera

tener, el régimen de derechos del diseño original de Internet era "ningún

derecho reservado". Los contenidos eran "tomados" sin que importaran los

derechos. Todos los derechos estaban de hecho sin protección.

Este carácter inicial produjo una reacción (en la dirección contraria, pero

no exactamente de igual magnitud) por parte de los dueños de copyright. Esa

reacción ha sido el tema de este libro. Por medio de leyes, procesos, y cambios

en el diseño de la Red, los dueños de copyright han sido capaces de cambiar el

carácter esencial del entorno de la Internet original. Si la arquitectura original

hacía que la opción por defecto fuera de hecho "ningún derecho reservado", la

arquitectura futura será que la opción por defecto sea "todos los derechos

reservados". La arquitectura y las leyes que rodean el diseño de Internet

producirá cada vez más un entorno en el que el uso de los contenidos exija tener

permiso para ello. El mundo de "cortar y pegar" que define a Internet hoy día se

convertirá en el mundo de "consigue permiso para cortar y pegar" que es la

pesadilla de los creadores.

Lo que se necesita es una manera de decir algo que esté en el medio--ni

"todos los derechos reservados" ni "ningún derecho reservado", sino un "algunos

derechos reservados"--y por tanto una manera de respetar el copyright pero que

posibilite que los creadores liberen contenidos de la manera que les parezca más

apropiada. En otras palabras, necesitamos una forma de restaurar una serie de

libertades que antes simplemente podíamos dar por sentadas.

Cultura libre 307

Reconstruyendo libertades previamente dadas por supuestas:

ejemplos

Si das un paso atrás y te alejas de la batalla que he estado aquí describiendo,

reconocerás este problema a partir de otros contextos. Piensa en el derecho a la

intimidad. Antes de Internet, la mayoría de nosotros no tenía que preocuparse

mucho en relación a la información sobre nuestras vidas que le transmitimos al

mundo. Si entrabas en una librería y hojeabas algunas de las obras de Carlos

Marx, no tenías que preocuparte de que tendrías que explicarles a tus vecinos o

a tu jefe tus hábitos a la hora de hojear libros.

¿Qué aseguraba esto?

Bueno, si lo pensamos en términos de las modalidades descritas en el

capítulo 10, tu intimidad estaba asegurada gracias a una arquitectura ineficiente

a la hora de recoger datos y, por tanto, a las limitaciones del mercado (costes)

para cualquiera que quisiera recopilar esos datos. Si se sospechaba que eras un

espía para Corea del Norte mientras trabajabas para la CIA, entonces sin duda tu

privacidad no estaba asegurada. Pero eso es debido a que la CIA (esperemos)

consideraría de suficiente interés el gastarse los miles de dólares necesarios para

seguirte la pista. Sin embargo, en la mayoría de los casos (de nuevo,

esperemos), espiarnos no "se paga bien". La arquitectura altamente ineficiente

del espacio real implica que todos podemos disfrutar de una muy robusta dosis

de intimidad. Esa intimidad nos está garantizada por la fricción. No por ley (no

hay leyes que protejan la "intimidad" en lugares públicos), y en muchos lugares,

no por la norma (curiosear y chismear es divertido), sino, por contra, por los

costes que la fricción le impone a cualquiera que quiera espiar.

Pero en esto llega Internet, donde, en particular, los costes de rastrear lo

que hojeas se han hecho mínimos. Si eres cliente de Amazon, conforme hojeas

distintas páginas, Amazon recopila información sobre lo que has mirado. Esto se

sabe porque en el lado de la página hay una lista de páginas "vistas

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recientemente". Ahora, gracias a la arquitectura de la Red y la función de las

cookies en la Red, es más fácil recopilar información que no hacerlo. La fricción

ha desaparecido y por tanto cualquier "privacidad" protegida por la fricción lo ha

hecho también.

El problema, por supuesto, no es Amazon. Pero podemos empezar a

preocuparnos por las bibliotecas. Si eres uno de esos izquierdistas locos que

piensa que la gente debería tener el "derecho" de hojear cualquier cosa en una

biblioteca sin que el gobierno sepa qué libros miras (y yo soy también uno de

esos izquierdistas), entonces este cambio en la tecnología de control puede

preocuparte. Si recopilar y ordenar datos sobre quién hace qué en espacios

digitales se convierte en algo sencillo, entonces se esfuma la privacidad inducida

por la fricción que tuvimos en el pasado.

Es esta realidad la que explica la presión por parte de muchos para definir

qué es la "intimidad" en Internet. El reconocimiento de que la tecnología puede

eliminar todo aquello que la fricción nos dio antes es lo que conduce a muchos a

promover leyes que hagan lo que la fricción hacía antes1. Y ya estés a favor de

estas leyes o no, aquí lo que importa es el patrón. Hemos de tomar medidas

activas que nos aseguren el tipo de libertad que antes se nos proporcionaba

pasivamente. Un cambio en la tecnología nos fuerza ahora a los que creemos en

la intimidad a actuar de una forma afirmativa donde, antes, la privacidad se nos

daba por defecto.

Se podría contar una historia semejante acerca del nacimiento del

movimiento del software libre. Cuando por primera vez se distribuyeron

comercialmente computadoras con software, el software--tanto el código fuente

como los binarios--era libre. Era imposible ejecutar un programa escrito para una

máquina de Data General en una máquina de IBM, así que Data General e IBM

no se preocuparon de controlar su software.

Éste es el mundo en el que nació Richard Stallman, y mientras era

investigador en el MIT llegó a amar la comunidad que se desarrolló cuando uno

tenía la libertad de explorar y jugar con el software que se ejecutaba en las

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máquinas. Un tipo listo él mismo, y un programador de talento, Stallman llegó a

depender de la libertad para modificar o añadir algo al trabajo de otra gente.

En un entorno académico, al menos, ésta no es una idea tremendamente

radical. En un departamento de matemáticas, cualquiera tiene la libertad de

jugar con la demostración que otro ha ofrecido previamente. Si tú creías que

tenías una forma mejor de demostrar un teorema, podías tomar lo que otro

había hecho y cambiarlo. En un departamento de Lenguas Clásicas, si pensabas

que la traducción hecha por un colega de un texto recientemente descubierto

tenía errores, gozabas de la libertad de mejorarla. Así, para Stallman, parecía

obvio que deberías ser libre para jugar y mejorar el código que se ejecutaba en

una máquina. Esto también era conocimiento. ¿Por qué no habría de estar

abierto a críticas como cualquier otra cosa?

Nadie respondió a esta pregunta. En lugar de esto, la arquitectura de

ingresos a partir de las computadoras cambió. Conforme se hizo posible importar

programas de un sistema a otro, se volvió comercialmente atractivo (en opinión

de algunos, al menos) esconder el código de los programas. Lo mismo ocurrió,

también, cuando las empresas empezaron a vender periféricos para sistemas. Si

yo simplemente puedo tomar el driver de tu impresora y copiarlo, entonces me

resulta más sencillo a mí que a ti vender impresoras en el mercado.

Por tanto, la práctica del código propietario empezó a expandirse, y para

el principio de los ochenta Stallman se encontró rodeado de código propietario.

El mundo del software libre había sido borrado por un cambio en la economía de

la informática. Y según creía él, si no hacía nada, entonces la libertad de cambiar

y compartir software sería debilitada de un modo fundamental.

Así que, en 1984, Stallman comenzó un proyecto para construir un

sistema operativo libre, de manera que al menos una rama del software libre

sobreviviera. Eso fue el nacimiento del proyecto GNU, al cual se añadió el

"kernel" Linux de Linus Torvalds para así producir el sistema operativo

GNU/Linux.

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La técnica de Stallman fue usar las leyes de copyright para construir un

mundo de software que ha de mantenerse libre. El software licenciado bajo la

GPL de la Fundación para el Software Libre no puede modificarse ni distribuirse a

menos que el código fuente también se haga público. De este modo, cualquiera

que construyese sobre la base de software con GPL tendría que liberar también

sus edificios. Esto aseguraría, creía Stallman, el desarrollo de una ecología del

código que se mantendría libre para que otros construyeran sobre él. Su meta

fundamental era la libertad; el código creativo e innovador era un producto

secundario.

Stallman, por tanto, estaba haciendo por el código lo que los defensores

del derecho a la intimidad hacen ahora por la privacidad. Estaba buscando una

forma de reconstruir un tipo de libertad que antes se había dado por sentada. A

través del uso activo de licencias que marcan obligaciones al código con

copyright, Stallman estaba reclamando de hecho un espacio en el que el

software libre pudiera sobrevivir. Estaba protegiendo activamente lo que antes

se había garantizado pasivamente.

Finalmente, considérese un ejemplo muy reciente que resuena más

directamente en relación a la historia de este libro. Es el cambio en la forma en

que se producen las revistas académicas y científicas.

Conforme se desarrollan las tecnologías digitales, a muchos les resulta

obvio que imprimir miles de copias de revistas cada mes y enviarlas a las

bibliotecas no es quizá la forma más eficiente de distribuir conocimiento. En

lugar de esto, las revistas se están volviendo electrónicas cada vez más, y las

bibliotecas y sus usuarios reciben acceso a estas revistas digitales a través de

sitios protegidos con contraseñas. Algo semejante ha estado ocurriendo en el

campo del derecho durante casi treinta años: Lexis y Westlaw tienen versiones

electrónicas de informes sobre casos que están disponibles para sus suscriptores.

Aunque una opinión del Tribunal Supremo no tiene copyright, y cualquiera es

libre de ir a una biblioteca y leerla, Lexis y Westlaw son libres también de cobrar

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a sus usuarios por el privilegio de acceder a esa misma opinión a través de sus

servicios.

En general no hay nada malo con todo esto, y de hecho la capacidad de

cobrar por el acceso, incluso, a materiales en el dominio público es un buen

incentivo para que la gente desarrolle formas nuevas e innovadoras de difundir

el conocimiento. Las leyes están de acuerdo, y es por esto que se ha permitido

que florezcan Lexis y Westlaw. Y si no hay nada malo con vender el dominio

público, entonces no puede haber nada malo, en principio, con vender el acceso

a materiales que no están en el dominio público.

Pero ¿qué pasaría si la única forma de acceder a datos sociales y

científicos fuera a través de servicios propietarios? ¿Qué pasaría si nadie pudiera

hojear esta información a menos que pagara una suscripción?

Tal y como muchos están empezando a comprender, ésta es la realidad

en el caso de las revistas científicas. Cuando estas revistas se distribuían en

papel las bibliotecas podían ponerlas a disposición de cualquiera que tuviese

acceso a ellas. Así, pacientes con cáncer podían convertirse en expertos sobre el

cáncer debido a que la biblioteca les permitía el acceso. O pacientes que

intentaran entender los riesgos de un determinado tratamiento podían investigar

esos riesgos leyendo todos los artículos disponibles sobre ese tratamiento. Esta

libertad era por tanto una función de la institución que son las bibliotecas

(normas) y de la tecnología de las revistas en papel (arquitectura)--es decir, que

era muy difícil controlar el acceso a una revista en papel.

Conforme las revistas se vuelven digitales, sin embargo, los editores están

exigiendo que las bibliotecas no le den acceso a éstas revistas al público general.

Esto significa que las libertades proporcionadas por las revistas impresas en

bibliotecas públicas están desapareciendo. Así, del mismo modo que con la

intimidad y el software, una tecnología cambiante y el mercado han reducido una

libertad que se daba antes por sentada.

Esta libertad menguante ha llevado a muchos a tomar medidas activas

para restaurar la libertad que se ha perdido. La Biblioteca Pública de la Ciencia

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(PLoS en inglés), por ejemplo, es una corporación sin ánimo de lucro dedicada a

hacer de la investigación científica algo disponible a cualquiera con una conexión

a la Red. Los autores de trabajos científicos envían estos trabajos a la Biblioteca

Pública de la Ciencia. Ese trabajo se somete después a la evaluación de expertos.

Si se acepta, este trabajo se deposita en un archivo digital y público y se le da

acceso general en forma gratuita. La PLoS también vende una versión impresa

de éstas obras, pero el copyright para la versión en papel no restringe el derecho

de cualquiera a redistribuir gratuitamente los trabajos incluidos.

Éste es uno de muchos esfuerzos para restaurar una libertad antes dada

por sentada, pero ahora amenazada por una tecnología cambiante y los

mercados. Sin duda esta alternativa compite con los editores tradicionales y sus

esfuerzos para ganar dinero a partir de la distribución exclusiva de contenidos.

Pero la competencia en nuestra tradición presuntamente es algo bueno--

especialmente cuando ayuda a difundir conocimientos y las ciencias.

Reconstruyendo la cultura libre: una idea

La misma estrategia puede aplicarse a la cultura, como respuesta al control

creciente que se lleva a cabo por medio de las leyes y la tecnología.

He aquí Creative Commons. Los Campos Comunales Creativos son una

corporación sin ánimo de lucro establecida en Massachusetts, pero que tiene su

sede en la universidad de Stanford. Su meta es construir una capa de copyright

razonable por encima de los extremos que reinan hoy día. Y esto lo lleva a cabo

facilitándole a la gente el construir a partir de las obras de otra gente, al

simplificar la forma en la que los creadores determinan los grados de libertad

que otros tienen a la hora de tomar y construir sobre sus obras. Etiquetas

sencillas hacen esto posible, al ser etiquetas ligadas a descripciones que las

personas pueden leer, licencias descritas en esquemas claros.

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Sencillas--lo cual significa que funcionan sin intermediarios ni abogados. Al

desarrollar una serie de licencias libres que la gente puede añadir a sus

contenidos, Creative Commons pretende determinar un espectro de contenidos

que puedan ser fácil y seguramente empleados como base para más contenidos.

Estas etiquetas son después enlazadas a versiones legibles por máquinas de

estas mismas licencias, las cuales permiten a las computadoras identificar

automáticamente contenidos que se pueden fácilmente compartir. Juntas, estas

tres expresiones--una licencia legal, una descripción legible para seres humanos,

una etiqueta legible para máquinas--constituyen una licencia de Creative

Commons. Una licencia de Creative Commons constituye una concesión de

libertad a cualquiera que acceda a la licencia, y de un modo más importante, una

expresión del ideal de que la persona asociada a la licencia cree en algo distinto

a los extremos de "Todo" o "Nada". Los contenidos se marcan con la marca de

CC, lo que no significa que se renuncie al copyright, sino que se conceden ciertas

libertades.

Estas libertades están más allá de las libertades prometidas por el uso

justo. Sus contornos precisos dependen de las decisiones que el creador tome. El

creador puede escoger una licencia que permita cualquier uso, en tanto que se le

atribuya la obra. Puede escoger una licencia que permita solamente usos no

comerciales. Puede escoger una licencia que permita cualquier uso en tanto que

las mismas libertades les sean dadas a otros usuarios ("comparte y comparte de

la misma forma"). O cualquier uso en tanto que no sea un uso derivativo de la

obra. O absolutamente cualquier uso en países en vías de desarrollo. O cualquier

uso en un sampleado, en tanto que no se hagan copias completas. O,

finalmente, cualquier uso educativo.

Estas opciones establecen por tanto un espectro de libertades más allá de

las leyes de copyright por defecto. Permiten también libertades que van más allá

del tradicional uso justo. Y de modo más importante, expresan estas libertades

de una forma en la que los usuarios posteriores pueden usar estas obras y fiarse

de lo que hacen sin que haga falta contratar a un abogado. Creative Comons por

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tanto pretende construir una capa de contenidos, gobernados por una capa de

leyes razonables de copyright, sobre la que otros puedan construir. Las

decisiones voluntarias de individuos y creadores harán que estos contenidos

estén disponibles. Y estos contenidos nos permitirán a su vez reconstruir un

dominio público.

Éste es solamente un proyecto entre muchos dentro de Creative

Commons. Y por supuesto, Creative Commons no es la única organización en

busca de estas libertades. Pero el punto que distingue a Creative Commons de

muchas otras es que no estamos interesados sólo en hablar sobre un dominio

público o en conseguir que los legisladores ayuden a construir un dominio

público. Nuestra meta es construir un movimiento de consumidores y

productores de contenidos ("conductores de contenidos", como los llama la

abogada Mia Garlick) que ayuden a construir un dominio público y, por medio de

su obra, demuestren la importancia del dominio público para otras formas de

creatividad.

La meta no es combatir a los de "Todos los Derechos Reservados". La

meta es complementarlos. Los problemas que la ley nos crea como cultura son

producidos por las consecuencias irracionales e involuntarias de leyes escritas

hace siglos, aplicadas a una tecnología que solamente Jefferson podría haber

imaginado. Puede que las reglas tuvieran sentido en un marco de tecnologías de

hace siglos, pero no tienen sentido en el marco de las tecnologías digitales.

Nuevas reglas--con libertades diferentes, expresadas de forma que seres

humanos sin abogados puedan usarlas--es lo que hoy necesitamos. Creative

Commons le da a la gente una forma efectiva de empezar a construir esas

reglas.

¿Por qué habrían de participar los creadores, abandonando un control

total sobre sus obras? Algunos participan para difundir mejor sus contenidos.

Cory Doctorow, por ejemplo, es un autor de ciencia ficción. Su primera novela,

Down and Out in the Magic Kingdom, fue publicada gratis en Internet, bajo una

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licencia de Creative Commons, el mismo día que se puso a la venta en las

librerías.

¿Por qué un editor habría de estar de acuerdo con esto? Sospecho que

éste fue el razonamiento del editor: Hay dos tipos de gente: (1) los que

comprarán el libro de Cory Doctorow sin que importe o no que esté en Internet,

y (2) los que nunca comprarán un libro de Cory, si no está disponible gratis en

Internet. Una parte de (1) se bajará el libro de Cory en vez de comprárselo.

Llamémosle los malos (1). Una parte de (2) se bajará el libro de Cory, les

gustará, y entonces decidirán comprárselo. Llamémosles los buenos (2). Si hay

más buenos (2) que malos (1), la estrategia de publicar el libro de Cory gratis en

Internet probablemente incrementará las ventas del libro de Cory.

De hecho, la experiencia de su editor claramente apoya esta conclusión.

La primera tirada se acabó meses antes de lo que esperaba el editor. Esta

primera novela de un autor de ciencia ficción fue un éxito absoluto.

La idea de que los contenidos libres pueden incrementar el valor de

contenidos que no son libres fue confirmada por la experiencia de otro autor.

Peter Wayner, quien escribió un libro sobre el movimiento del software libre

titulado Libre para todos, publicó gratis en Internet, bajo una licencia de Creative

Commons, una versión digital de su libro una vez que estuvo descatalogado.

Después observó los precios de las copias usadas de su libro. Tal y como se

había predicho, los precios de las copias usadas de su libro también subieron.

Éstos son ejemplos de cómo usar los Commons, los Campos Comunales,

para difundir mejor contenido propietario. Creo que éste es un uso maravilloso y

común de los Commons. Hay otros que usan licencias de Creative Commons por

otras razones. Muchos de los que usan la "licencia de sampleados" lo hacen

porque cualquier otra cosa sería una hipocresía. La licencia de sampleado dice

que otros tienen la libertad, para propósitos comerciales y no comerciales, de

samplear contenidos de la obra licenciada; solamente que no tienen la libertad

de hacer copias de la obra licenciada y ponerlas a disposición de otros. Esto es

coherente con su propio arte--también ellos samplean a otros. Dado que los

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costes legales de samplear son tan altos (Walter Leaphart, manager del grupo de

rap Public Enemy, que nació sampleando la música de otros, ha afirmado que ya

no "permite" que Public Enemy samplee nada más, debido a lo altos que son los

costes legales2), Éstos artistas difunden en el entorno creativo contenidos que

otros pueden usar como base para construir los suyos propios, de manera que

esta forma de creatividad pueda crecer.

Finalmente, hay muchos que marcan su contenido con una licencia de

Creative Commons simplemente porque quieren dejarle claro a los demás la

importancia del equilibrio en este debate. Si te dejas llevar por el sistema tal y

como está, estás efectivamente diciendo que crees en el modelo de "Todos los

Derechos Reservados". Lo cual está muy bien por lo que a ti respecta, pero

muchos no piensan así. Muchos creen que por muy apropiadas que sean las

reglas para Hollywood y los anormales, no es una descripción de la forma en la

que muchos creadores ven los derechos asociados con sus contenidos. La

licencia de Creative Commons expresa esta noción de "Algunos Derechos

Reservados", y da a muchos la oportunidad de decírselo a otros.

En los primeros seis meses del experimento de Creative Commons, más

de un millón de objetos fueron licenciados con estas licencias de cultura libre. El

próximo paso es asociarse con proveedores de contenidos middlewarek para

ayudarles a añadir a sus tecnologías formas sencillas para los usuarios de marcar

sus contenidos con las libertades de Creative Commons. Después el paso

siguiente es observar y reconocer a los creadores que construyan sus contenidos

a partir de contenidos liberados.

Éstos son los primeros pasos para reconstruir un dominio público. No son

meros argumentos; ya están en acción. Construir un dominio público es el primer

paso para mostrarle a la gente cuán importante es ese dominio para la

creatividad y la innovación. Creative Commons confía en pasos voluntarios para

k El middleware es un software de conexión que consiste en una serie de servicios que

permiten que múltiples procesos en ejecución en una o más máquinas interactúen entre

sí a través de una red.

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conseguir esta reconstrucción. Conducirán a un mundo en el que más pasos

voluntarios sean posibles.

Creative Commons es solamente un ejemplo de los esfuerzos voluntarios

por parte de individuos y creadores para cambiar la mezcla de derechos que

ahora gobierna el campo de la creación. El proyecto no compite con el copyright;

lo complementa. Su meta no es derrotar los derechos de los autores, sino

facilitarles a los autores y creadores el ejercer sus derechos con mayor

flexibilidad y a menor precio. Esa diferencia, creemos, permitirá que la

creatividad se difunda más fácilmente.

Cultura libre 318

ELLOS, PRONTO

NO RECUPERAREMOS UNA cultura libre solamente con acciones individuales.

Precisará también importante reformas legales. Nos queda mucho antes de que

los políticos escuchen estas ideas e implementen estas reformas. Pero eso

también significa que tenemos tiempo para concienciar a la gente con respecto a

los cambios que necesitamos.

En este capítulo, esbozo cinco tipos de cambios: cuatro son generales, y

uno es específico para la batalla más virulenta hoy día, la de la música. Cada uno

es un paso, no un fin. Pero cada uno de estos pasos puede llevarnos muy lejos

hacia nuestro destino.

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1. Más formalidades

Si te compras una casa, tienes que registrar esa venta en un documento legal. Si

compras tierras sobre las que construir una casa, tienes que registrar esa

compra en un documento legal. Si te compras un coche, tienes que conseguir

una prueba de venta y matricular el coche. Si compras un billete de avión, tiene

tu nombre.

Éstas son formalidades asociadas con la propiedad. Son requisitos por los

que todos tenemos que pasar si queremos que nuestra propiedad esté protegida.

Por contra, bajo las leyes actuales del copyright, automáticamente recibes

el copyright, sin que importe si cumples con alguna formalidad o no. No tienes

que registrarlo. No tienes que marcar tus contenidos. La opción por defecto es

control, y las "formalidades" son eliminadas.

¿Por qué?

Tal y como sugerí en el capítulo 10, el motivo para abolir las formalidades

es bueno. En un mundo anterior a las tecnologías digitales, las formalidades

imponían a los dueños de copyright una carga sin muchos beneficios. Así, se

progresó cuando las leyes relajaron los requisitos formales por los que tenía que

pasar un dueño de copyright para proteger y asegurar su obra. Esas

formalidades se perdieron en el proceso.

Pero Internet cambia todo esto. Las formalidades hoy día no tienen que

ser una carga. Más bien, un mundo sin formalidades es un mundo que le impone

cargas a la creatividad. Hoy día, no hay una manera sencilla de saber quién es

dueño de qué, o con quién tiene uno que tratar para usar o basarse en el trabajo

creativo de otros. No hay registros, no hay un sistema para rastrear--no hay una

manera sencilla para saber cómo conseguir permiso. Sin embargo, dado el

masivo incremento del campo de acción de las reglas del copyright, recibir

permiso es un paso necesario para cualquier obra que construya a partir de

Cultura libre 320

nuestro pasado. Y así, la falta de formalidades fuerza a muchos al silencio

cuando, de otra forma, podrían hablar.

Las leyes deben cambiar por tanto este requisito1--pero no deben cambiar

para volver al viejo y roto sistema. Debemos exigir formalidades, pero debemos

establecer un sistema que cree los incentivos para minimizar la carga de estas

formalidades.

Las formalidades importantes son tres: marcar obras con copyright,

registrar copyrights, y renovar las exigencias de copyright. Tradicionalmente, la

primera de las tres era algo que el dueño del copyright hacía él mismo; las dos

últimas eran algo que hacía el gobierno. Pero un sistema revisado de

formalidades eliminaría al gobierno del proceso, excepto para el único propósito

de aprobar estándards desarrollados por otros.

AGRADECIMIENTOS


Este libro es el producto de una larga y de momento infructuosa lucha que

comenzó cuando leí sobre la guerra de Eric Eldred para mantener libres los

libros. El trabajo de Eldred ayudó a lanzar un movimiento, el movimiento por la

cultura libre, y es a él a quien está dedicado este libro.

He recibido consejos en varios sitios de amigos y académicos, incluyendo a

Glenn Brown, Peter DiCola, Jennifer Mnookin, Richard Posner, Mark Rose y

Kathleen Sullivan. Y he recibido correcciones y consejos de muchos estudiantes

extraordinarios de la escuela de derecho de Stanford y de la universidad de

Stanford. Estos incluyen a Andrew B. Coan, John Eden, James P. Fellers,

Christopher Guzelian, Erica Goldberg, Robert Hallman, Andrew Harris, Matthew

Kahn, Brian Link, Ohad Mayblum, Alina Ng y Erica Platt . Estoy particularmente

agradecido a Catherine Crup y a Harry Surden, quienes ayudaron a dirigir su

Cultura libre 372

investigación, y a Laura Lynch, quien dirigió brillantemente al ejercito que

reunieron y quien proporcionó su propio ojo crítico a mucho de lo que hay aquí.

Yuko Noguchi me ayudó a comprender las leyes de Japón así como su

cultura. Le estoy muy agradecido, a él y a los muchos que en Japón me

ayudaron a preparar este libro: Joi Ito, Takayuki Matsutani, Naoto Misaki,

Michihiro Sasaki, Hiromichi Tanaka, Hiroo Yamagata y Yoshihiro Yonezawa.

También le estoy agradecido al profesor Nobuhiro Nakayam y al Centro de

Derecho Comercial de la Universidad de Tokio, por darme la oportunidad de

pasar tiempo en Japón, y a Tadashi Shiraishi y a Kiyokazu Yamagami por su

generosa ayuda mientras estaba allí.

Estos son los tradicionales tipos de ayuda en los que se basa un profesor

universitario. Pero además de ellos, Internet ha hecho posible recibir consejo y

correcciones de muchos a los que nunca he conocido personalmente. Entre

aquellos que han respondido con consejos extremadamente útiles a las

peticiones en mi blog para este libro se hallan el Dr. Mohammad Al-Ubaydli,

David Gerstein y Peter DiMauro, así como una larga lista de aquellos que tenían

ideas específicas sobre maneras de desarrollar mi argumento. Estos incluyen a

Richard Bondi, Steven Cherry, David Coe, Nik Cubrilovic, Bob Devine, Charles

Eicher, Thomas Guida, Elihu M. Gerson, Jeremy Hunsinger, Vaughn Iverson,

John Karabaic, Jeff Keltner, James Lindenschmidt, K. L. Mann, Mark Manning,

Nora McCauley, Jeffrey McHugh, Evan McMullen, Fred Norton, John Pormann,

Pedro A. D. Rezende, Shabbir Safdar, Saul Schleimer, Clay Shirky, Adam

Shostack, Kragen Sitaker, Chris Smith, Bruce Steinberg, Andrzej Jan Taramina,

Sean Walsh, Matt Wasserman, Miljenko Williams, “Wink”, Roger Wood, “Ximmbo

da Jazz”, and Richard Yanco. (Mis disculpas si dejo a alguien fuera; con las

computadoras vienen los errores, y el colapso de mi sistema de e-mail significó

que perdí un montón de buenos comentarios).

Richard Stallman y Michael Carroll leyeron cada uno el borrador del libro entero,

y cada uno proporcionó correcciones y consejos extremadamente útiles. Michael

Cultura libre 373

me ayudó a ver más claramente el significado de la regulación de obras

derivadas. Y Richard corrigió un número vergonzosamente alto de errores.

Mientras que mi trabajo está inspirado en parte en el de Stallman, él no está de

acuerdo conmigo en puntos importantes a lo largo de todo este libro.

Finalmente, y para siempre, le estoy agradecido a Bettina, que siempre ha

insistido en que habría una felicidad ilimitada lejos de estas batallas, y siempre

ha tenido la razón. Éste mal estudiante está, como siempre, agradecido por su

paciencia y amor perpetuos.

Cultura libre 374



SOBRE EL AUTOR

LAWRENCE LESSIG (http://www.lessig.org), catedrático de derecho y Distinguido

Profesor Universitario John A. Wilson en la Escuela de Derecho de Stanford, es el

fundador del Stanford Center for Internet and Society y es presidente de

Creative Commons (http://creativecommons.org). Autor de The Future of Ideas

(Random House, 2001) y Código y otras leyes del ciberespacio (Basic Books,

1999), Lessig es miembro de los consejos directivos de la Public Library of

Science, la Electronic Frontier Foundation y Public Knowledge. Fue ganador del

premio de la Free Software Foundation por el Avance del Software Libre, incluido

dos veces entre los "e.biz 25" de BusinessWeek, y nombrado uno de los

"cincuenta visionarios" de la Scientific American. Graduado de la Universidad de

Pennsylvania, la Universidad de Cambridge y la Escuela de Derecho de Yale,

Cultura libre 375

Lessig fue escribano del Juez Richard Posner en el Tribunal Federal de

Apelaciones del Séptimo Circuito.

FIN

CULTURA LIBRE - CAPÍTULO DECIMOCUARTO: Eldred II





El día que se falló Eldred el destino quiso que tuviera que viajar a Washington,

D.C. (El día que la petición de una nueva vista para Eldred fue rechazada--lo que

significaba que el caso estaba definitivamente cerrado--el destino quiso que

tuviera que dar un discurso a tecnólogos en Disney World). Éste era un vuelo

particularmente largo a la ciudad que menos me gusta. El trayecto en coche

desde el aeropuerto duró una eternidad debido al tráfico, así que abrí mi

computadora y escribí un artículo de opinión.

Era un acto de contrición. Durante toda la duración del vuelo desde San

Francisco a Washington, había oído una y otra vez en mi cabeza el mismo

consejo de Don Ayer: tienes que hacer que vean por qué es importante. Y

alternando con esa orden estaba la pregunta del juez Kennedy: "Durante todos

estos años la ley ha impedido el progreso de las ciencias y las artes útiles.



Cultura libre 276

Simplemente no veo ninguna prueba empírica de esto". Y así, habiendo

fracasado con un argumento sobre un principio constitucional, finalmente me

volví a un argumento político.

The New York Times publicó el artículo. En él, proponía una solución

sencilla: cincuenta años después de la publicación de una obra, al dueño del

copyright se le exigiría que registrara la obra y pagara una pequeña tarifa. Si

pagaba esa tarifa, obtenía el beneficio del plazo completo del copyright. Si no lo

hacía, la obra pasaba al dominio público.

A esto lo llamamos la Ley de Eldred, pero eso era sólo para llamarla de

alguna forma. Eric Eldred fue tan amable de permitir que se usara su nombre

una vez más, pero como dijo al principio, nunca se aprobaría hasta que se le

diera otro nombre.

U otros dos nombres. Porque dependiendo de tu perspectiva, esto es bien

"La Ley del Aumento del Dominio Público" o "La Ley de la Desregulación del

Plazo del Copyright". En cualquiera de los dos casos, la esencia de la idea era

clara y evidente: eliminar el copyright de allí donde no está haciendo nada salvo

bloquear el acceso y la difusión del conocimiento. Déjalo tanto tiempo como el

Congreso permita para esas obras para las que valga la pena pagar al menos un

dólar. Pero para todo lo demás deja a los contenidos en libertad.

La reacción a esta idea fue sorprendentemente entusiasta. Steve Forbes la

respaldó en un editorial. Recibí una avalancha de e-mails y cartas expresando

apoyo. Cuando centras el asunto en la creatividad perdida, la gente puede ver

que el sistema del copyright no tiene sentido. Como diría un buen republicano,

aquí la regulación del gobierno está simplemente metiéndose en el camino de la

innovación y la creatividad. Y como diría un buen demócrata, aquí el gobierno

está bloqueando el acceso y la difusión del conocimiento por ninguna buena

razón. De hecho, no había diferencias entre demócratas y republicanos en esta

cuestión. Cualquiera puede reconocer el daño estúpido del sistema actual.

De hecho, muchos reconocieron los beneficios obvios del requisito del

registro. Porque una de las cosas más difíciles del sistema actual para la gente



Cultura libre 277

que quiere licenciar contenidos es que no hay ningún lugar obvio para buscar al

dueño actual del copyright. Como no se exige el registro, como no se exige

marcar los contenidos, como no se exige ninguna formalidad en absoluto, a

menudo es imposiblemente difícil localizar a los dueños del copyright para

pedirles permiso para usar o licenciar su obra. Este sistema disminuiría estos

costes, estableciendo al menos un registro en el que se pudiera identificar a los

dueños de copyright.

Como describí en el capítulo 10, en 1976 se eliminaron las formalidades

en la ley de copyright, cuando el Congreso siguió a los europeos abandonando

cualquier requisito legal antes de que se conceda un copyright1. Se dice que los

europeos ven el copyright como un "derecho natural". Los derechos naturales no

necesitan formalidades para existir. Los europeos pensaban que las tradiciones,

como la tradición anglo-americana que exigía que los dueños de copyright

siguieran las formalidades si querían que se protegieran sus derechos, no

respetaban la dignidad del autor de una forma apropiada. Mi derecho como

creador gira en torno a mi creatividad, no al favor especial del gobierno.

Ésa es gran retórica. Suena maravillosamente romántico. Pero es una

política de copyright absurda. Es absurda especialmente para los autores, porque

un mundo sin formalidades daña a los creadores. La capacidad de difundir la

"creatividad Walt Disney" queda destruida cuando no hay una manera sencilla de

saber qué está protegido y que no lo está.

La lucha contra las formalidades logró su primera victoria de verdad en

Berlín en 1908. Abogados del copyright internacional enmendaron la Convención

de Berna en 1908, para exigir plazos de copyright de por vida más cincuenta

años, junto a la abolición de las formalidades del copyright. Las formalidades

eran odiadas a causa de que cada vez eran más frecuentes las historias de

pérdidas debidas a distracciones. Era como si un personaje de Charles Dickens

dirigiera todas las oficinas de copyright, y el olvido de ponerle el punto a una i o

el palito a la t resultara en la pérdida de los únicos ingresos de una viuda.



Cultura libre 278

Estas quejas era reales y sensatas. Y lo estricto de las formalidades,

especialmente en los Estados Unidos, era algo absurdo. Las leyes siempre

deberían tener formas de perdonar errores inocentes. No hay motivo para que la

ley del copyright tampoco lo hiciera. En lugar de abandonar las formalidades por

completo, la respuesta en Berlín debería haber sido abrazar un sistema de

registro más equitativo.

Incluso habría que haber resistido esto, no obstante, debido a que el

registro en los siglos XIX y XX era todavía caro. Era también un incordio. La

abolición de las formalidades prometía no sólo la salvación de viudas famélicas,

sino también aligerar una carga innecesariamente regulatoria impuesta sobre los

creadores.

Además de las quejas prácticas de los autores en 1908, había también

una reclamación moral. No había razón alguna para que la propiedad creativa

debiera ser un tipo de propiedad de segunda clase. Si un carpintero construye

una mesa, los derechos sobre la mesa no dependen de presentarle un formulario

al gobierno. Tiene "naturalmente" un derecho a la propiedad sobre la mesa, y

puede afirmar ese derecho contra cualquiera que quiera robar la mesa, sin que

importe si ha informado o no al gobierno de su propiedad sobre la mesa.

Este argumento es correcto, pero sus implicaciones son erróneas. Porque

el argumento a favor de las formalidades no depende de que la propiedad

creativa sea una propiedad de segunda clase. El argumento a favor de las

formalidades gira en torno a los problemas especiales que la propiedad creativa

representa. La ley de formalidades responde a la física especial de la propiedad

creativa, para asegurar que pueda difundirse de un modo eficaz y justo.

Nadie piensa, por ejemplo, que la tierra es propiedad de segunda clase

porque tú tengas que registrar las escrituras en el juzgado si quieres que la

venta de tu tierra tenga efecto. Y pocos pensarían que un coche es propiedad de

segunda clase sólo porque tienes que registrarlo y ponerle una matrícula que lo

identifique. En ambos casos, todo el mundo ve que hay una razón importante

para obtener el registro--en ambos casos porque hace que los mercados sean



Cultura libre 279

más eficientes y porque asegura de una mejor manera los derechos del

propietario. Sin un sistema de registro, los dueños de tierras tendrían que

guardar sus terrenos a perpetuidad. Con un registro, simplemente le enseñan la

escritura a la policía. Sin un sistema de registro para los coches, el robo de

coches sería mucho más fácil. Con un sistema de registro, al ladrón le cuesta

más vender un coche robado. Al propietario se le impone una pequeña carga,

pero esas cargas producen un sistema de protección de la propiedad que es en

general mucho mejor.

Igualmente, es su física especial lo que hace que las formalidades sean

importantes en las leyes de copyright. A diferencia de la mesa de un carpintero,

no hay nada en la naturaleza que haga relativamente obvio quién posee un

determinado ejemplar de propiedad creativa. Una grabación del último álbum de

Lyle Lovett puede existir en un billón de sitios sin que haya nada que

necesariamente la vincule con un propietario en particular. Y como un coche, no

hay forma de comprar y vender con confianza propiedad creativa, a menos que

haya una manera sencilla de verificar quién es el autor y qué derechos tiene. Las

transacciones sencillas quedan destruidas en un mundo sin formalidades. Las

transacciones complejas, caras y con abogado ocupan su lugar.

Ésta era la comprensión del problema con la Ley de Sonny Bono que

intentamos demostrarle al Tribunal. Ésta fue la parte que no "pilló". Como

vivimos en un sistema sin formalidades, no hay una manera fácil de usar o

basarse en la cultura de nuestro pasado. Si los plazos del copyright fueran, como

el juez Story dijo que deberían ser, "cortos", entonces esto no importaría mucho.

Durante catorce años, bajo el sistema original, una obra estaría presuntamente

controlada. Después de catorce años, estaría presuntamente sin control.

Pero ahora que los copyrights pueden durar cien años, la incapacidad de

saber qué está protegido y qué no lo está se convierte en una carga enorme y

evidente para el proceso creativo. Si la única forma en la que una biblioteca

puede ofrecer una exhibición en Internet sobre el New Deal es contratar un

abogado para obtener los derechos de cada imagen y sonido, entonces el



Cultura libre 280

sistema de copyright está imponiendo cargas a la creatividad de una manera que

nunca había visto antes porque no hay formalidades.

La Ley Eldred fue diseñada para responder a exactamente este problema.

Si vale un dólar para ti, entonces registra tu obra y puedes conseguir el plazo

más largo. Otros sabrán cómo contactarte y, por tanto, cómo conseguir tu

permiso si quieren usar tu obra. Y tú obtendrás el beneficio de un plazo

extendido de copyright.

Si para ti no vale la pena registrarla para obtener el beneficio de un plazo

extendido, entonces para el gobierno tampoco debería valer la pena defender tu

monopolio sobre ella. La obra debería pasar al dominio público donde cualquiera

puede copiarla, o construir archivos con ella, o crear una película basándose en

ella. Debería volverse libre si para ti no vale un dólar.

Algunos se preocupan de la carga para los autores. ¿No significará la

carga de registrar la obra que un dólar es de verdad algo erróneo? ¿No vale el

incordio más de un dólar? ¿No es ése el verdadero problema con el registro?

Lo es. El incordio es terrible. El sistema que existe ahora es horroroso.

Estoy totalmente de acuerdo en que la Oficina de Copyright ha hecho un trabajo

terrible (sin duda porque están terriblemente faltos de financiación) a la hora de

hacer posibles los registros simples y baratos. Una solución real al problema de

las formalidades debe ser enfrentarse al problema real de los gobiernos que se

halla en el centro de cualquier sistema de formalidades. En este libro ofrezco una

solución semejante. Esa solución esencialmente reforma la Oficina de Copyright.

De momento asumamos que fuera Amazon quien dirigiera el sistema de registro.

Asumamos que fuera un registro con un solo click. La Ley Eldred propondría un

sencillo registro con un click cincuenta años después de que se publicara una

obra. Basándonos en nuestros datos históricos, ese sistema movería hasta un

98% de las obras comerciales, obras comerciales que ya no tendrían una vida

comercial, al dominio público en cincuenta años. ¿Qué te parece?



Cultura libre 281

CUANDO STEVE FORBES respaldó la idea, algunos en Washington empezaron a

prestar atención. Mucha gente se puso en contacto conmigo señalando a

congresistas que podrían estar dispuestos a presentar la Ley Eldred. Y yo tenía

unos pocos que directamente sugirieron que estarían dispuestos a dar el primer

paso.

Una congresista, Zoe Lofgren de California, llegó hasta el punto de hacer

un borrador. El borrador resolvía cualquier problema con las leyes

internacionales. Imponía el requisito más sencillo posible sobre los dueños de

copyright. En mayo de 2003 parecía que se presentaría el proyecto. El 16 de

mayo, publiqué en el blog de la Ley Eldred que "estamos cerca". Hubo una

reacción general en la comunidad de blogs de que podría pasar algo bueno.

Pero en este estadio fue cuando los grupos de presión empezaron a

intervenir. Jack Valenti y el consejo general de la MPAA fueron a la oficina de la

congresista para darle la opinión de la MPAA. Ayudado por su abogado, como me

dijo Valenti, Valenti le dijo a la congresista que la MPAA se opondría la Ley

Eldred. Las razones son vergonzosamente flojas. De un modo más importante,

esta debilidad muestra algo claro sobre la verdadera naturaleza de este debate.

La MPAA argumentó primero que el Congreso había "firmemente

rechazado el concepto central de la ley propuesta"--que se renovaran los

copyrights. Eso era verdad, pero irrelevante, ya que el "firme rechazo" del

gobierno había ocurrido mucho tiempo antes de que Internet hiciera usos

posteriores mucho más probables. Segundo, argumentaron que la propuesta

dañaría a los dueños de copyright pobres--aparentemente aquellos que no

podrían permitirse la tarifa de un dólar. Tercero, argumentaron que el Congreso

había determinado que extender el plazo de copyright animaría el trabajo de

restauración. Quizá en el pequeño porcentaje de obras cubiertas por la ley del

copyright que todavía es comercialmente valioso, pero de nuevo esto era

irrelevante, ya que la propuesta no recortaría el plazo extendido a menos que no

se pagara la tarifa de un dólar. Cuarto, la MPAA argumentaba que la ley

impondría costes "enormes", ya que el sistema de registro no era gratuito.



Cultura libre 282

Verdad, sí, pero esos costes son ciertamente menores que los costes de obtener

los derechos para un copyright del que no se conoce el dueño. Quinto, estaban

preocupados por los riesgos si el copyright de una historia en la que se basaba

una película había de pasar al dominio público. ¿Pero qué riesgo es ése? Si está

en el dominio público, entonces la película es uso derivado perfectamente válido.

Finalmente, la MPAA argumentó que la ley actual les permitía a los dueños

del copyright hacer esto si lo deseaban. Pero la idea era precisamente que hay

miles de dueños de copyright que ni siquiera saben que tienen un copyright que

pueden dar. Tengan o no la libertad de regalar su copyright--una afirmación

controvertida en todo caso--si no saben de su copyright, no es probable que lo

hagan.

AL PRINCIPIO DE este libro conté dos historias sobre la forma en la que la ley

reacciona a los cambios tecnológicos. En una prevalecía el sentido común. En la

otra el sentido común quedaba a un lado. La diferencia entre las dos historias

era el poder de la oposición--el poder de la parte que luchaba por defender el

status quo. En ambos casos, la nueva tecnología amenazaba intereses viejos.

Pero sólo en un caso tenían esos intereses el poder para protegerse contra esta

nueva amenaza de competencia.

Usé esos dos casos como una forma de enmarcar la guerra sobre la que

ha tratado este libro. Porque aquí también hay una nueva tecnología que está

forzando a que la ley reaccione. Y aquí también, deberíamos preguntarnos, ¿está

la ley siguiendo o resistiéndose al sentido común? Si el sentido común apoya a la

ley, ¿qué explica este sentido común?

Cuando la cuestión es la piratería es correcto que la ley respalde a los

dueños de copyright. La piratería comercial que describí está mal y es dañina, y

las leyes deberían esforzarse para eliminarla. Cuando la cuestión es el

intercambio p2p, es fácil entender por qué la ley todavía respalda a los

propietarios: gran parte de ese intercambio está mal, aunque mucho sea

inofensivo. Cuando la cuestión es los plazos del copyright para los Mickey Mouse



Cultura libre 283

del mundo, todavía es posible comprender por qué las leyes favorecen a

Hollywood: la mayoría de la gente no se da cuenta de las razones para limitar los

plazos del copyright; por tanto es posible ver buena fe en su resistencia.

Pero cuando los dueños del copyright se oponen a una propuesta como la

Ley Eldred, entonces, finalmente, hay un ejemplo que desenmascara el puro

egoísmo que impulsa esta guerra. Esta ley liberaría una extraordinaria gama de

contenidos que de otra forma están sin usar. No interferiría con los deseos de

ningún dueño de copyright de continuar ejerciendo control sobre sus contenidos.

Simplemente liberaría lo que Kevin Kelly llama la "Materia Oscura de Contenidos"

que llena archivos en todo el mundo. Así que cuando los guerreros se oponen a

un cambio como éste, deberíamos hacer una simple pregunta:

¿Qué es lo que realmente quiere esta industria?

Con muy poco esfuerzo los guerreros podrían proteger sus contenidos. Así

que el esfuerzo para bloquear algo como la Ley de Eldred no es realmente sobre

proteger sus contenidos. El esfuerzo para bloquear la Ley de Eldred es un

esfuerzo para asegurar que el dominio público nunca será competencia, que no

habrá ningún uso de contenidos que no esté comercialmente controlado, y que

no habrá ningún uso comercial de contenidos que no exija su permiso primero.

La oposición a la Ley Eldred revela hasta qué punto es extremista la otra

parte. El grupo de presión más poderoso y sexy y más querido de todos

realmente tiene como su objetivo no la protección de la "propiedad" sino el

rechazo de una tradición. Su meta no es simplemente proteger lo que es suyo.

Su meta es asegurarse de que todo lo que hay es suyo.

No es difícil entender por qué los guerreros adoptan esta opinión. No es

difícil ver por qué se beneficiarían si de alguna forma se pudiera aplastar la

competición del dominio público vinculado a Internet. Igual que la RCA temía la

competencia de la FM, ellos temen la competencia de un dominio público

conectado a un público que ahora tiene los medios para crear a partir de él y

para compartir su propia creación.



Cultura libre 284

Lo que es difícil de entender es por qué el público adopta esta opinión. Es

como si la ley hiciera de los aviones allanadores de moradas. La MPAA está del

lado de los Causby y exige que sus remotos e inútiles derechos de copyright

sean respetados, de manera que estos remotos y olvidados dueños de copyright

puedan bloquear el progreso de otros.

Todo esto parece resultar fácilmente de esta tranquila aceptación de la

"propiedad" en la propiedad intelectual. El sentido común la apoya, y mientras lo

haga lloverán los asaltos contra las tecnologías de Internet. La consecuencia será

cada vez más una "sociedad del permiso". El pasado puede cultivarse sólo si

puedes identificar el dueño y ganar su permiso para basarte en su obra. El futuro

estará controlado por esta mano muerta (y a menudo inencontrable) del pasado.

Cultura libre 285



CONCLUSIÓN

Cultura libre 286



Hay más de 35 millones de personas en todo el mundo con el virus del SIDA. De

ellas, 25 millones viven en el África subsahariana. Diecisiete millones ya han

muerto. Diecisiete millones de africanos es equivalente porcentualmente a siete

millones de estadounidenses. Aunque más importante es el hecho de que son

diecisiete millones de africanos.

No hay cura para el SIDA, pero hay medicamentos que reducen la

velocidad de su desarrollo. Estas terapias antirretrovirales (AA) todavía son

experimentales, pero ya han tenido efectos drásticos. En los EE.UU., los

pacientes de SIDA que regularmente toman un cóctel de estos medicamentos

incrementan su esperanza de vida entre diez y veinte años. Para algunos, estos

medicamentos hacen que la enfermedad sea casi invisible.

Estos medicamentos son caros. Cuando se introdujeron por primera vez

en los EE.UU. costaban entre 10.000 y 15.000 dólares por persona al año. Hoy

algunos cuestan 25.000 dólares al año. A estos precios, ningún país africano

puede permitirse los medicamentos necesarios para la inmensa mayoría de su



Cultura libre 287

población: 15.000 dólares es treinta veces la renta per cápita de Zimbawe. A

estos precios, estos fármacos son totalmente imposibles de conseguir1.

Estos precios no son altos porque los ingredientes de los medicamentos

sean caros. Estos precios son altos porque los medicamentos están protegidos

por patentes. Las compañías farmacéuticas que produjeron estas mezclas que

salvan vidas gozan de al menos veinte años de monopolio sobre sus invenciones.

Emplean el poder del monopolio para extraer del mercado lo máximo que

pueden. Ese poder es usado a su vez para mantener altos los precios.

Hay muchos que son escépticos con respecto a las patentes,

especialmente las patentes de fármacos. No soy uno de ellos. De hecho, de

todas las áreas de investigación que deberían ser apoyadas por las patentes, la

investigación de medicamentos es, en mi opinión, el caso más claro en el que las

patentes son precisas. La patente le da a la farmacéutica alguna seguridad de

que si tiene éxito inventando un nuevo fármaco para tratar una enfermedad,

podrá recuperar su inversión y tener ganancias. Esto es, socialmente, un

incentivo de un valor extraordinario. Yo soy la última persona que defendería

que las leyes habrían de abolirlo, al menos sin otros cargos en contra.

Pero una cosa es apoyar las patentes, incluso las patentes de fármacos.

Otra es determinar el mejor método de enfrentarse a una crisis. Y a medida que

los líderes africanos comenzaron a reconocer la devastación que el SIDA traía

consigo, empezaron a buscar formas de importar tratamientos del HIV a costos

significativamente por debajo del precio de mercado.

En 1997 Sudáfrica lo intentó por una ruta específica. Aprobó una ley que

permitía la importación de medicamentos patentados que hubieran sido

producidos o vendidos en los mercados de otro país con el consentimiento del

dueño de la patente. Por ejemplo, si el fármaco era vendido en la India, podía

ser importado desde allí a África. Esto se llama "importación paralela", y está

generalmente permitida bajo las leyes del comercio internacional y

específicamente permitida dentro de la Unión Europea2.



Cultura libre 288

Sin embargo, el gobierno de EE.UU. se opuso a esta ley. En realidad, hizo

más que oponerse. Tal y como lo caracterizó la Asociación Internacional de la

Propiedad Intelectual, "el gobierno de EE.UU. presionó a Sudáfrica [...] para que

no permitiera las licencias obligatorias o las importaciones paralelas"3. A través

de la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU., el gobierno

estadounidense le pidió a Sudáfrica que cambiara la ley--y para añadir presión a

esa petición, en 1998 la USTR incluyó a Sudáfrica en la lista de posibles

sanciones comerciales. Ese mismo año más de cuarenta compañías

farmacéuticas comenzaron procesos en los tribunales sudafricanos para

cuestionar las acciones de su gobierno. En ese momento se le unieron a los

EE.UU. otros gobiernos de la UE. Afirmaban, como hacían las farmacéuticas, que

Sudáfrica estaba violando sus obligaciones bajo las leyes internacionales, al

discriminar un tipo particular de patente--las patentes farmacéuticas. La

exigencia de estos gobiernos, con los EE.UU. a la cabeza, era que Sudáfrica

respetara estas patentes como respeta cualquier otra patente, sin prestar mayor

atención a cualquier efecto que pudiera tener en el tratamiento del SIDA en

Sudáfrica4.

Debemos encuadrar la intervención de EE.UU. en su contexto. Sin duda

las patentes no son la razón más importante por la que los africanos no tienen

acceso a medicamentos. La pobreza y la ausencia total de una infraestructura

efectiva de atención sanitaria tienen mucha más repercusión. Pero sin entrar en

si las patentes son la razón más importante o no, el hecho es que el precio de

los fármacos tiene un efecto sobre su demanda, y las patentes afectan a los

precios. Y por tanto, ya fuera masiva o marginalmente, la intervención de

nuestro gobierno incidió en el cese del flujo de medicamentos a África.

Al detener el flujo de tratamientos de HIV a África, el gobierno de los

EE.UU. no estaba reservándose fármacos para el uso de los ciudadanos

estadounidenses. Esto no es como el trigo (si se lo comen ellos, nosotros no

podemos hacerlo); por contra, el flujo que los EE.UU. detuvieron al intervenir es,

de hecho, un flujo de conocimientos: información sobre cómo tomar productos



Cultura libre 289

químicos que existen en África y convertirlos en medicamentos que puedan

salvar de quince a treinta millones de vidas.

La intervención de EE.UU. tampoco iba a proteger los beneficios de la

industria farmacéutica estadounidense--al menos, no substancialmente. No es

que esos países estuvieran en condiciones de comprar los medicamentos a los

precios que cobran las farmacéuticas. De nuevo, los africanos son tan

extremadamente pobres que no pueden permitirse estos fármacos al precio al

que se ofrecen. Detener la importación paralela de estos medicamentos no

incrementa substancialmente las ventas de las compañías estadounidenses.

En lugar de todo esto, el argumento a favor de restringir el flujo de

información, necesario para salvar millones de vidas, era un argumento acerca

de la santidad de la propiedad5. Fue debido a que podría violarse la "propiedad

intelectual" que se defendió que estos fármacos no habían de fluir hacia África.

Fue un principio sobre la importancia de la "propiedad intelectual" lo que impulsó

a estos gobiernos a intervenir en contra de la respuesta sudafricana contra el

SIDA.

Ahora demos un paso atrás por un instante. Habrá un momento en treinta

años en el que nuestros hijos mirarán al pasado y se preguntarán cómo pudimos

permitir que esto ocurriera. Cómo pudimos permitir que se siguiera una línea

política cuyo costo directo fue acelerar la muerte de entre quince y treinta

millones de africanos, y cuyo único beneficio real era afirmar la "santidad" de

una idea. Qué justificación podría remotamente existir para una política que tiene

como resultado tantas muertes. Cuál es exactamente la locura que permite que

tantos mueran por semejante abstracción.

Algunos culpan a las compañías farmacéuticas. Yo no. Son corporaciones.

Sus directivos tienen la obligación legal de ganar dinero para la corporación.

Promueven una determinada normativa de patentes no por una cuestión de

ideales, sino porque es esa normativa la que les permite obtener el máximo de

ingresos. Y solamente les permite obtener el máximo de ingresos debido a una



Cultura libre 290

específica corrupción de nuestro sistema político--una corrupción de la que las

farmacéuticas ciertamente no son responsables.

La corrupción es el fracaso de la integridad de nuestros propios políticos.

Pues a las farmacéuticas les encantaría--dicen, y yo las creo--vender sus

productos a los precios más bajos posibles en África y otros lugares. Hay

cuestiones que tendrían que resolver para asegurarse que los fármacos no

volvieran a EE.UU., pero esos son meros problemas tecnológicos. Pueden

superarse.

Un problema diferente, sin embargo, no puede superarse. Es el miedo al

político amante de los focos que llamaría a los presidentes de las compañías

farmacéuticas a una vista en el Senado o el Congreso y les preguntaría: "¿Cómo

es que venden este fármaco contra el HIV en África por sólo un dólar la pastilla,

pero el mismo medicamento le cuesta 1.500 dólares a un estadounidense?"

Como no hay una respuesta que suene bien a esa pregunta, el resultado sería

inducir la regulación de precios en EE.UU. La industria farmacéutica por tanto

evita esta espiral evitando el primer paso. Refuerzan la idea de que la propiedad

debería ser sagrada. Adoptan una estrategia racional en un contexto irracional,

con la consecuencia involuntaria de que quizá mueran millones. Y así esa

estrategia racional se presenta en términos de este ideal--la santidad de una idea

llamada "propiedad intelectual".

De manera que, cuando el sentido común de tu hijo te mire a la cara,

¿qué le dirás? Cuando el sentido común de una generación se rebele contra lo

que hemos hecho, ¿cómo justificaremos lo que hemos hecho? ¿Qué argumento

hay?

Una normativa sensata de patentes aprobaría y apoyaría con fuerza el

sistema de patentes sin tener que llegar a todo el mundo en todo el mundo de

exactamente la misma manera. Igual que una normativa sensata del copyright

aprobaría y apoyaría con fuerza un sistema de copyright sin tener que regular la

difusión de la cultura de un modo perfecto y para siempre jamás, una normativa

sensata de patentes podría aprobar y apoyar con fuerza un sistema de patentes



Cultura libre 291

sin tener que bloquear la difusión de medicamentos a países que no son lo

suficientemente ricos como para permitírselos en ningún caso a precios de

mercado. Una normativa sensata, en otras palabras, sería una normativa

equilibrada. Durante la mayor parte de nuestra historia, las leyes tanto de

copyright como de patentes fueron equilibradas precisamente de esta manera.

Pero nosotros, como cultura en general, hemos perdido este sentido del

equilibrio. Hemos perdido el ojo crítico que nos ayude a ver la diferencia entre la

verdad y el extremismo. Un determinado fundamentalismo de la propiedad, que

no tiene ninguna vínculo con nuestra tradición, reina ahora en nuestra cultura--

de un modo extraño y sorprendente, y con consecuencias más graves con

respecto a la difusión de ideas y de cultura que prácticamente cualquier otra

decisión política que como una democracia podamos tomar.

UNA SIMPLE IDEA nos ciega y, al amparo de la oscuridad, muchas cosas ocurren

que la mayoría rechazaríamos si cualquiera de nosotros abriese los ojos. De un

modo tan falto de crítica aceptamos la idea de la propiedad de ideas que ni

siquiera nos damos cuenta de cuán monstruoso es negarle ideas a gente que se

está muriendo sin ellas. De un modo tan falto de crítica aceptamos la idea de

propiedad de la cultura que ni siquiera cuestionamos cuándo el control de esa

propiedad elimina nuestra capacidad, como pueblo, de desarrollar nuestra

cultura democráticamente. La ceguera se convierte en nuestro sentido común. Y

el reto para cualquiera que quiera reclamar el derecho a cultivar nuestra cultura

es hallar un modo de hacer que este sentido común abra los ojos.

De momento, el sentido común duerme. No hay rebelión alguna. El

sentido común no ve todavía sobre qué podría haber una rebelión. El extremismo

que ahora domina este debate concuerda con ideas que parecen naturales, y

esta armonía es reforzada por las RCAs de nuestros días. Llevan a cabo una

guerra frenética para luchar contra la "piratería", y asolan una cultura que está a

favor de la creatividad. Defienden la idea de "propiedad creativa" mientras que

transforman creadores reales en modernos aparceros, sometidos feudalmente a



Cultura libre 292

los verdaderos dueños de las tierras que trabajan. Las RCAs de hoy se sienten

insultadas por la idea de que los derechos deberían tener un equilibrio, incluso si

cada uno de los actores principales en esta guerra de los contenidos se

beneficiara de un ideal más equilibrado. La hipocresía apesta. Mas en una ciudad

como Washington la hipocresía ni se nota. Lobbies poderosos y una mínima

capacidad de atención producen la "tormenta perfecta" que acaba con la cultura

libre.

En agosto de 2003 comenzó una lucha en los EE.UU. en torno a la

decisión de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO en inglés)

de suspender un encuentro6. A petición de un amplio espectro de grupos de

intereses, la WIPO había decidido celebrar un encuentro para discutir "proyectos

abiertos y de colaboración para crear bienes públicos". Éstos son proyectos que

han tenido éxito a la hora de producir bienes públicos sin basarse exclusivamente

en un uso propietario, cerrado, de la propiedad intelectual. Algunos ejemplos son

Intenet y la World Wide Web, ambos de ellos desarrollados a partir de protocolos

en el dominio público. Incluía una emergente tendencia para apoyar las revistas

académicas abiertas, incluyendo el proyecto de la Biblioteca Pública de Ciencias

que describo en el Epílogo. Incluía un proyecto para desarrollar polimorfinos de

un único nucleótido (SNPs en inglés), los cuales se piensa que tienen gran

importancia para la investigación biomédica. (El proyecto, sin ánimo de lucro,

comprendía un consorcio del Wellcome Trust y compañías farmacéuticas y

tecnológicas, entre ellas Amersham Biosciences, AstraZeneca, Aventis, Bayer,

Bristol-Myers Squibb, Hoffman-La Roche, Glaxo-SmithKline, IBM, Motorola,

Novartis, Pfizer, and Searle). Incluía el Sistema de Posicionamiento Global (GPS),

que Ronald Reagan liberó a principio de los ochenta. E incluía "el código abierto

y el software libre".

El propósito del encuentro era considerar esta amplia gama de proyectos

desde una perspectiva común: el que ninguno de estos proyectos se basaba en

el extremismo de la propiedad intelectual. En lugar de esto, en todos ellos, la

propiedad intelectual tenía el contrapeso de acuerdos para mantener el libre



Cultura libre 293

acceso o para imponer límites a la manera en la que las reivindicaciones

propietarias podían usarse.

Desde la perspectiva de este libro, por tanto, el congreso era ideal7. Los

proyectos dentro de su radio de acción incluían trabajos comerciales y no

comerciales. Primordialmente tenían que ver con las ciencias, pero desde

muchas perspectivas. Y la WIPO era el espacio perfecto para esta discusión,

dado que la WIPO es la institución internacional más prominente a la hora de

tratar cuestiones de propiedad intelectual.

En realidad, una vez me llamaron al orden en público por no reconocer

este hecho con respecto a la WIPO. En febrero de 2003 di un discurso en el

congreso preparatorio de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información

(WSIS en inglés). En una conferencia de prensa anterior al discurso me

preguntaron qué iba a decir. Respondí que hablaría un poco de la importancia

que tenía, en el desarrollo de una sociedad de la información, el equilibrio en el

ámbito de la propiedad intelectual. Entonces la moderadora para el evento me

interrumpió puntualmente para informarnos a mí y a los periodistas reunidos que

la WSIS no discutiría ninguna cuestión de propiedad intelectual, ya que esas

cuestiones eran dominio exclusivo de la WIPO. En realidad, en la charla que

había preparado había hecho de la propiedad intelectual un punto menor. Pero

después de esta asombrosa afirmación, convertí la propiedad intelectual en el

único tema de mi charla. No hay forma de hablar de "La Sociedad de la

Información" a menos que uno hable también del abanico de información y

cultura que serían libres. Mi charla no dejó muy contenta a mi inmoderada

moderadora. Y sin duda ella tenía razón en que la gama de protecciones de la

propiedad intelectual era habitualmente la materia de la que se nutre la WIPO.

Pero, en mi opinión, no se puede hablar demasiado de cuánta propiedad

intelectual se necesita ya que, en mi opinión, la idea misma de equilibrio en la

propiedad intelectual se había perdido.

Así que, pudiera o no discutir la WSIS el asunto del equilibrio en la

propiedad intelectual, pensé que se daba por sentado que la WIPO podía y debía



Cultura libre 294

hacerlo. Y por tanto el encuentro sobre proyectos abiertos y de colaboración

para crear bienes públicos" parecía perfectamente apropiado dentro de la

agenda de la WIPO.

Pero hay un proyecto dentro de esa lista que es muy controvertido, al

menos para los grupos de presión. Ese proyecto es "el código abierto y el

software libre". Microsoft en particular recela de discusiones sobre este tema.

Desde su punto de vista, un congreso para discutir código abierto y software

libre sería un congreso para discutir el sistema operativo de Apple. Tanto el

código abierto como el software libre compiten con el software de Microsoft. E

internacionalmente, muchos gobiernos han empezado a explorar el requisito de

que se use código abierto o software libre, en vez de "software propietario", para

sus propios usos internos.

No pretendo entrar en este debate ahora. Sólo es importante dejar claro

que la distinción no es entre software comercial y no comercial. Hay muchas

compañías importantes que dependen fundamentalmente del código abierto y el

software libre: IBM la más prominente de todas ellas. IBM está cambiando de

modo creciente su enfoque hacia el sistema operativo GNU/Linux, el famoso

pedacito de "software libre"--e IBM es enfáticamente una entidad comercial. Por

tanto, apoyar "código abierto y software libre" no es oponerse a entidades

comerciales. Es, por contra, apoyar un modelo de desarrollo de software que es

distinto al de Microsoft.

De un modo más relevante para nuestros propósitos, apoyar "el código

abierto y el software libre" no es oponerse al copyright. "El código abierto y el

software libre" no es software en el dominio público. Por el contrario, como el

software de Microsoft, los dueños del copyright del software libre y de código

abierto insisten con fuerza en que se respeten los términos de sus licencias por

parte de aquellos que adoptan el software libre y de código abierto. Los términos

de esa licencia son distintos, sin duda, de los términos de una licencia de

software propietario. El software libre licenciado bajo la Licencia Pública General

(GPL en inglés), por ejemplo, exige que el código fuente del software lo haga



Cultura libre 295

disponible cualquiera que modifique y redistribuya el software. Si el copyright no

gobernara el software, entonces el software libre no podría imponer el mismo

tipo de requisitos a aquellos que lo adoptan. Depende, por tanto, de las leyes del

copyright en la misma medida que Microsoft.

Es por ello comprensible que, como desarrollador de software propietario,

Microsoft se opusiera a este encuentro de la WIPO, y es comprensible que usara

a sus lobbies para conseguir que el gobierno de EE.UU. también se opusiera. Y

de hecho esto es exactamente lo que se dijo que había ocurrido. Según Jonathan

Krim del Washington Post, los miembros del lobby de Microsoft lograron que el

gobierno de EE.UU. vetara el encuentro9. Y sin apoyo de los EE.UU., el encuentro

se suspendió.

No culpo a Microsoft por hacer lo que pueda para avanzar sus propios

intereses, de una forma que esté de acuerdo con la ley. Y usar grupos de presión

que afecten a los gobiernos está, simplemente, de acuerdo con la ley. No hay

nada sorprendente en sus presiones en este caso, y nada tremendamente

sorprendente en que el más poderoso productor de software en los EE.UU. haya

tenido éxito en sus esfuerzos de presión.

Lo que es sorprendente es la razón dada por el gobierno de los EE.UU.

para oponerse al encuentro. De nuevo según lo cuenta Krim, Lois Boland, actual

directora de relaciones internacionales de la Oficina de Patentes y Marcas de

EE.UU., explicó que "el software de código abierto va en contra de la misión de

la WIPO, que consiste en promover los derechos de propiedad intelectual".

Según citas textuales: "Celebrar un encuentro que tiene como propósito

renunciar o prescindir de tales derechos nos parece que es contrario a las metas

de la WIPO”.

Estas afirmaciones son asombrosas a varios niveles.

Primero, son sencillamente erróneas. Tal como he descrito, la mayoría del

código abierto y el software libre se basa fundamentalmente en el derecho de

propiedad intelectual llamado "copyright". Sin él, las restricciones impuestas por

estas licencias no funcionarían. Así, decir que "va en contra" de la misión de



Cultura libre 296

promover los derechos de propiedad intelectual revela un enorme falta de

comprensión--el tipo de error que se puede perdonar en un estudiante de

derecho de primer año, pero que es una vergüenza viniendo de un alto cargo

gubernamental que trate asuntos de propiedad intelectual.

Segundo, ¿quién ha dicho que el propósito exclusivo de la WIPO sea

"promover" la propiedad intelectual al máximo? Como se me había dicho en el

congreso preparatorio de la WSIS, la WIPO está para considerar no sólo la mejor

manera de proteger la propiedad intelectual, sino también cuál es el mejor

contrapeso a la propiedad intelectual. Como saben cualquier economista y

abogado, la cuestión de verdad difícil en las leyes de propiedad intelectual es

hallar ese contrapeso. Pero que debe haber límites es, pensaba, algo que nadie

discute. Uno querría preguntarle a Boland si los medicamentos genéricos

(medicamentos basados en fármacos cuya patente ha expirado) van en contra

de la misión de la WIPO. ¿Debilita el dominio público a la propiedad intelectual?

¿Habría sido todo mejor si se hubieran patentado los protocolos de Internet?

Tercero, incluso si uno creyera que el fin de la WIPO es maximizar los

derechos de propiedad intelectual, en nuestra tradición los derechos de

propiedad intelectual pertenecen a individuos y a corporaciones. Ellos deciden

que hacer con esos derechos porque, de nuevo, son sus derechos. Si quieren

"prescindir" o "renunciar" a sus derechos, es algo, dentro de nuestra tradición,

totalmente apropiado. Cuando Bill Gates da más de 20.000 millones de dólares

para hacer el bien en el mundo, eso no es incoherente con el sistema de la

propiedad. Es algo, por contra, que es justo aquello en lo que se supone consiste

el sistema de propiedad: darle al individuo el derecho a decidir que hace con su

propiedad.

Cuando Boland dice que hay algo mal en un encuentro "que tiene como

meta renunciar o prescindir de tales derechos", está diciendo que la WIPO está

interesada en interferir con las decisiones de aquellos que poseen derechos de

propiedad intelectual. Que de algún modo el objetivo de la WIPO debería ser

impedir que un individuo "prescinda" o "renuncie" a un derecho de propiedad

Cultura libre 297



intelectual. Que el interés de la WIPO es no solamente maximizar los derechos

de la propiedad intelectual, sino que se ejerzan de la manera más extrema y

restrictiva posible.

Hay una historia de exactamente un derecho de propiedad semejante que

es bien conocido en la tradición anglo-americana. Se llama "feudalismo". Bajo el

feudalismo, no sólo estaba la propiedad en las manos de un número

relativamente pequeño de individuos y entidades. Y no sólo eran vastos y

poderosos los derechos que acompañaban a esta propiedad. Sino que el sistema

feudal tenía un gran interés en asegurarse que los propietarios dentro de ese

sistema no debilitaran el feudalismo liberando gente o propiedad al pasarla al

control del libre mercado. El feudalismo dependía del máximo control y

concentración. Combatió cualquier libertad que pudiera interferir con ese control.

Como Peter Drahos y John Braithwaite cuentan, ésta es precisamente la

opción que estamos escogiendo con respecto a la propiedad intelectual10.

Tendremos una sociedad de la información. Eso es seguro. Nuestra única

decisión ahora es si esa sociedad de la información será libre o feudal. La

tendencia es hacia la feudal.

Cuando esta batalla comenzó, la narré en mi blog. Un animado debate

siguió en los comentarios. Boland tenía unos cuantos seguidores que intentaron

mostrar porqué sus afirmaciones tenían sentido. Pero hubo un comentario que

me resultó particularmente deprimente. Un comentarista anónimo publicó que

George, tu malinterpretas a Lessig: está únicamente hablando del mundo

tal y como debería ser ("la meta de la WIPO, y la meta de todo gobierno,

debería ser promover el equilibrio correcto con respecto a los derechos de

propiedad intelectual, no simplemente promover los derechos de

propiedad intelectual), no como es. Si estuviéramos hablando del mundo

tal y como es, por supuesto que Boland no dijo nada equivocado. Pero en

el mundo que querría Lessig, por supuesto que lo hizo. Presta siempre

atención a la diferencia entre el mundo de Lessig y el nuestro.

Cultura libre 298

Se me escapó la ironía la primera vez que lo leí. Lo leí rápidamente y

pensé que estaba apoyando la idea de que buscar un equilibrio es lo que nuestro

gobierno debería hacer. (Por supuesto, mi crítica a Boland no era sobre si ella

buscaba un equilibrio o no; mi crítica era que sus afirmaciones revelaban un

error propio de un estudiante de primero de derecho. No me hago ilusiones

sobre el extremismo de nuestro gobierno, ya sea republicano o demócrata. Mi

única ilusión es sobre si nuestro gobierno debería decir la verdad o no).

Obviamente, sin embargo, el comentarista no estaba apoyando esa idea.

En lugar de eso, estaba ridiculizando la idea misma de que en el mundo real, la

"meta" de un gobierno debería ser "promover el equilibrio correcto" con respecto

a la propiedad intelectual. Para él eso era obviamente una tontería. Y

obviamente, pensaba él, revelaba mi propio y tonto amor a la utopía. "Típico de

un profesor", podría haber continuado.

Entiendo las críticas a las utopías de los profesores universitarios. Pienso

que las utopías son tontas, yo también, y sería el primero en burlarme de los

ideales absurdamente irreales de los académicos a lo largo de la historia (y no

sólo en la historia de nuestro propio país).

Pero cuando se ha llegado a que se considere tonto suponer que el papel

de nuestro gobierno habría de ser "buscar el equilibrio", entonces denme por

tonto, porque eso significa que esto ha llegado a ser serio de verdad. Si debería

ser obvio para todos que el gobierno no busca un equilibrio, que el gobierno es

simplemente un instrumento de los grupos de presión más poderosos, que la

idea de medir al gobierno de acuerdo a otro estándard es absurda, que la idea

de exigir del gobierno que diga la verdad y no mentiras es ingenua, entonces ¿en

qué, nosotros, la democracia más poderosa del mundo, nos hemos convertido?

Sería una locura esperar de un alto cargo gubernamental que diga la

verdad. Sería una locura creer que la política del gobierno será algo más que la

criada de los intereses más poderosos. Sería una locura defender que



Cultura libre 299

deberíamos preservar una tradición que ha sido parte de nuestra tradición

durante la mayor parte de nuestra historia--la cultura libre.

Si esto es una locura, entonces que haya más locos. Pronto.

HAY MOMENTOS DE esperanza en esta lucha. Y momentos que sorprenden.

Cuando la FCC estaba considerando relajar las normas que rigen la propiedad, lo

cual habría por tanto incrementado la concentración de los medios, una

extraordinaria coalición bipartidista se unió para combatir este cambio. Quizá por

primera vez en la historia intereses tan diversos como la NRA, la ACLU,

Moveon.org, William Safire, Ted Turner, y Mujeres CódigoRosa para la Paz se

organizaron para oponerse a este cambio en la política de la FCC.

Sorprendentemente se enviaron 700.000 cartas a la comisión exigiendo más

vistas y un resultado diferente.

Este activismo no detuvo a la FCC, pero pronto, sólo un poco más tarde,

una amplia coalición en el Senado votó para revocar la decisión de la FCC. Las

vistas hostiles que condujeron a ese voto revelaron cuán poderoso este

movimiento había llegado a ser. No había apoyo substancial para la decisión de

la FCC, y había un amplio y sostenido apoyo para luchar contra una

concentración de los medios aún mayor.

Pero incluso a este movimiento se le escapa una pieza importante del

rompecabezas. El gigantismo como tal no es malo. La libertad no se ve

amenazada sólo porque algunos se hayan hecho muy ricos, o porque haya

solamente un puñado de grandes actores. La pobre calidad de los Big Macs o las

Burgers dobles no significa que no puedas conseguir una buena hamburguesa en

otro sitio.

El peligro en la concentración de los medios no viene de la concentración,

sino del feudalismo que esta concentración, ligada al cambio en el copyright,

produce. No es sólo que haya unas pocas compañías poderosas que controlan

una tajada cada vez mayor de los medios. Es el hecho de que esta concentración

pueda conjurar una gama igualmente inflada de derechos--derechos de la



Cultura libre 300

propiedad de una forma históricamente extrema--lo que hace que su enorme

tamaño sea malo.

Es por tanto significativo que tantos se manifiesten para exigir el derecho

a la competencia y una diversidad mayor. Aun así, si se entiende que la

manifestación trata únicamente del tamaño, esto no es tremendamente

sorprendente. Nosotros los estadounidenses tenemos una larga historia de luchar

contra "lo grande", sabiamente o no. Que se nos pueda motivar a luchar contra

"lo grande" una vez más no es nada nuevo.

Sería algo nuevo, y algo muy importante, si se pudiera convocar a un

número igual a manifestarse contra el extremismo creciente insertado dentro de

la idea de "propiedad intelectual". No porque el equilibrio sea ajeno a nuestra

tradición; de hecho, como he argumentado, el equilibrio es nuestra tradición.

Sino debido a que el músculo preciso para pensar críticamente sobre la

envergadura de cualquier cosa llamada "propiedad" ya no se ejercita dentro de

esa tradición. Si fuéramos Aquiles, éste sería nuestro talón. Éste sería el punto

de nuestra tragedia.



MIENTRAS ESCRIBO ESTAS palabras finales, las noticias andan llenas de

historias sobre las demandas de la RIAA contra casi trescientos individuos11.

Eminem ha sido demandado por "samplear" música de otro12. La historia de Bob

Dylan "robándole" a un autor japonés ya se ha acabado13. Un insider de

Hollywood--que insiste en permanecer en el anonimato--refiere "una asombrosa

conversación con esta gente de un estudio. Tienen extraordinarios contenidos

[antiguos] que les encantaría usar, pero no pueden porque no pueden ni

empezar a obtener los derechos. Tienen docenas de chavales que podrían hacer

cosas sorprendentes con los contenidos, pero serían precisos docenas de

abogados para aclarar la situación antes de hacer nada". Hay congresistas que

están hablando de liberar virus informáticos que destruyan ordenadores que se

piense que violan las leyes. Hay universidades que están amenazando de

expulsión a chavales que usan un ordenador para compartir contenidos.



Cultura libre 301

Mas en la otra orilla del Atlántico, la BBC acaba de anunciar que construirá

un "Archivo Creativo", del cual los ciudadanos británicos pueden descargar

contenidos, convertirlo, mezclarlo y grabarlo14. Y en Brasil, el ministro de cultura,

Gilberto Gil, él mismo un héroe popular de la música brasileña, se ha unido a

Creative Commons para distribuir contenidos y licencias libres en ese país

latinoamericano.

He contado una historia sombría. La verdad está más mezclada. Una

tecnología nos ha dado una nueva libertad. Lentamente, algunos comienzan a

entender que esta libertad no significa anarquía. Podemos llevar una cultura libre

con nosotros al siglo XXI sin que los artistas pierdan y sin que el potencial de la

cultura digital sea destruido. Será preciso pensar, y de un modo aún más

importante, será preciso que algunos transformen a las RCAs de nuestro tiempo

en los Causby.

El sentido común debe rebelarse. Debe actuar para liberar la cultura.

Pronto, si este potencial ha de realizarse alguna vez.

(Cont.)

Según Cristina Argentina profundizará su perfil minero



El anuncio de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner fue categórico: "el país profundizará su perfil minero". Esta aseveración fue dicha en el marco de una reunión con empresarios internacionales de la que participaron, además de diferentes funcionarios, una comitiva de gobernadores de provincias mineras, entre ellos Luis Beder Herrera, Juan Manuel Urtubey, José Luis Gioja, Gerardo Zamora, Walter Barrionuevo y el secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral.

El almuerzo tuvo lugar en el piso 38 del hotel Westing Harbour Castle de la ciudad de Toronto (Canadá) en un encuentro que se realizó en el marco de la Cumbre del G20, y los representantes argentinos trabaron charla con un nutrido grupo de empresarios mineros entre los que se destacaron los máximos directivos de Barrick Gold, entre ellos su dueño, Peter Munk.

De acuerdo a lo informada, esta fue la única actividad fuera de agenda que realizó Cristina y esto se debió a un especial pedido de la presidenta para que se concretara la reunión.

La Minería y las futuras inversiones

Las palabras de la presidenta marcan un rumbo claro y el guiño hacia la minería fue claro y categórico. En rigor, el mismísimo gobernador Gioja señaló la importancia que tuvo la reunión "porque nos escucharon una veintena de empresarios que quieren invertir y para ellos Argentina es una oportunidad, porque ven a nuestro país de pie y con ganas de crecer".

El almuerzo se extendió por casi cuatro horas, y el contenido del intercambio fue netamente minero. Cristina Fernández "invitó a los inversores a seguir apostando en el país" en tanto hay “garantías absolutas” para las inversiones de ese rubro, porque la minería, según se encargó de subrayar “genera desarrollo y nuevos empleos". Asimismo, añadió: "Chile aprovecha toda la cordillera para explotar sus minerales y hacer crecer su economía, por eso para Argentina también tiene que ser una oportunidad de crecimiento".

La comparación con Chile permite ilustrar cómo su discurso se apoya en un país con una gran desarrollo minero. Chile es uno de los grandes países mineros de Sudamérica, y posee una política de Estado prolongada y con gran eficacia para los chilenos. Se trata entonces de tomar lo mejor para desarrollar una industria fuerte, sustentable y con un gran respeto por el ambiente.

Por su parte, Jorge Mayoral, secretario de Minería de la Nación, reconció estar "muy satisfecho con el encuentro, feliz de poder intensificar las relaciones con el mundo inversor que es lo que tanto necesita nuestro país, pero además que la presidenta haya sido parte me parece extraordinario y representa un fuerte apoyo a la actividad. La presidenta repitió una y otra vez lo que significa el proyecto Pascua-Lama, donde recordó la importancia que tuvo para el país que Barrick haya apostado a él cuando el mundo padecía una crisis financiera terrible".

Los Gobernadores expresan su deseo de seguir creciendo

El optimismo es el denominador común de este momento especial en el que la minería aparece como una sólida política nacional. La sola idea de pensar que Argentina profundizará su perfil minero, en este sentido, permite a los gobernadores proyectar una cantidad de iniciativas con el objetivo de hacer cada vez mas atractivas sus provincias. Esto, asimismo, fue expresado por unaminidad por quienes están al frente de las provincias donde la minería resulta ser la gran llave de crecimiento económico.

El Gobernador Gioja se ocupó de señalar que fue parte “de un almuerzo donde estaba lo más jerarquizado del sector minero. Estuvimos allí con cinco gobernadores que apoyan la actividad”. Por su parte, el gobernador riojano Luis Beder Herrera pronóstico que la actividad minera experimentará un “desarrollo explosivo”. Como señalamos anteriormente, Beder Herrera integró la delegación encabezada por Cristina de Kirchner.

La ratificación de que no habrá cambios en la legislación del sector dictadas durante el gobierno de Carlos Menem fue quizá una de las grandes frases del almuerzo. Esto es quizá la plataforma desde la que los gobernadores parten para pensar los proyectos en sus provincias, y sus marcos legales.

Cabe destacar en pos de enriquecer la información que uno de los invitados al almuerzo con la presidenta Cristina Fernández, fue el CEO de la minera estadounidense Los Andes, que explora en Calingasta el proyecto de cobre Los Azules. Gioja aportó a este respecto: "estuve hablando con la gente de Los Andes y se han comprometido a que en esta temporada van a hacer una fuerte inversión, porque con los resultados que tienen le permiten ya dar un paso más para la explotación y son muy optimistas, por eso me dijeron que se van a instalar definitivamente en San Juan".

En suma, buena parte de la plana mayor minera se mostró altamente de acuerdo con los resultados de la reunión y con la política nacional vinculada a esta industria. En este sentido, creen que si el país mantiene esta política de manera sostenida las proyecciones de crecimiento de esta industria serán muy grandes y beneficiarán a toda la población

http://www.fundamin.com.ar

El Fundamentalismo Ambiental


El Fundamentalismo Ambiental - De Mina Ángela al Proyecto Calcatreu


En nuestros días es casi común encontrarnos con noticias tremendistas relacionadas con el medio ambiente y con las falsas opciones elegir entre la vida o la muerte, sin mencionar quienes mueren de hambre sin tener opción alguna.

La población mundial creció enormemente y se mantuvo gracias al desarrollo tecnológico de la energía hidráulica, la industria, la medicina, la agricultura, el petróleo, el gas, la energía nuclear y la minería. De no haber resultado sustentable, hoy el resultado seria otro.

Por supuesto que en toda actividad existen riesgos: que una represa hidráulica se derrumbe (Dique San Roque) o cuidarse de los campos magnéticos generados por las líneas de alta tensión, el estallido de una planta química con 9.000 muertos en Bopal (India), los trasplantados quirúrgicos en medicina, las grandes áreas contaminadas por la agricultura en el uso indebido o no controlado de pesticidas (cultivo de la soja), las áreas petroleras en sus inicios y en la falta de controles de las aguas de explotación actualmente, el peligro latente de las plantas compresoras de gas, el accidente nuclear de Chernóbil y la historia del mal ejercicio minero cuando no existía ni conciencia ni conocimientos para su control (el uso indebido del mercurio en amalgar o del cianuro).

Si queremos riesgo potencial cero, tendremos que cerrar absolutamente todas todas las plantas e industrias de todo tipo. Volver a las velas, a los curanderos, al huerto orgánico a criar pollos, a calefaccionarnos con leña caída (no cortar), a no curarnos de un cáncer con una aplicación de rayos ni hacernos una radiografía. La gente de los centros urbanos debiera vivir a partir del 7 piso , cerrar todas las canteras de caliza y no producir cemento, ya que el gas Radón (radioactivo natural) puede ser de extrema peligrosidad. Convengamos que todo elemento o compuesto es contaminante (solo depende de las dosis).

Además tengamos en cuenta que nadie podría sobrevivir tomando agua pura.

Todo este pensamiento parece irónico y casi absurdo pero no deja de ser válido si tomamos las cosas desde el fundamentalismo.

Sucede que quienes opinan desde esa óptica generalmente no lo hacen en el sentido amplio como el aquí expuesto, sino por el contrario aplican el fundamentalismo a determinadas áreas alejándolas del contexto general del desarrollo y de la vida cotidiana. Dentro de este marco globalizado debemos pensar que es posible que muchas de estas acciones estén financiadas por oscuros intereses que quizás nunca logremos dilucidar.

Todo lo que no es madera es minería.

Cuando se cuestionan los proyectos mineros (de oro principalmente) se los cuestionan cuando entran en su etapa productiva nunca antes ( será porque no molestan a nadie?), salen determinados protagonistas "anti-minería" a pedir que se elija entre la vida y la muerte, además hablan de la ventajas impositivas de las empresas (es verdad), pero creen que Telefónica de Argentina SA y demás empresas a concesionarias de todos los servicios públicos en Argentina pagan impuestos a las ganancias?.

Hay leyes que deben ser cambiadas mientras tanto se deben cumplir, si a las empresas mineras se les otorgó dentro del marco legal "áreas para la exploración aurífera" y estas empresas cumplieron con la Ley (hasta ahora), no hay razón para quitarles la concesión en la etapa de producción. La única razón sería que no cumplieran con las leyes ambientales, tributarias, sociales etc. Para eso están los controles del Estado Nacional y Provincial y sobre ellos es donde la comunidad debe hacer el control de gestión y ocuparse de que los mismos funcionen adecuadamente.

Tomemos el ejemplo de Esquel (Mina El Desquite) Provincia del Chubut, la comunidad con gran preocupación sobre un peligro potencial de contaminación, preocupación válida pero potencial. Ahora bien, dentro de la misma provincia se cierra un yacimiento "Mina Ángela" el cual se lo trabajo durante mas de 25 años, alejado de los centros poblados sin leyes específicas ambientales de control alguno. Este yacimiento se cierra, se efectúa una remediación (cuasi paisajista) y además recibe un premio. Quedan 1.500.000 Toneladas de relaves de la planta de concentración que desembocan en las nacientes de la cuenca del Arroyo Maquinchao, debiéramos hoy en día pensar que esos residuos deben ser re transportados y confinados en un área controlada, porque su peligro no es potencial es real si no hay un control adecuado de los mismos. Resulta que este caso los activistas del "No" lo citan como ejemplo de lo dañino de la minería, cuando en realidad debieran ocuparse en que las autoridades solucionen el tema y que con las nuevas leyes vigentes en materia ambiental no permitir que ello vuelva a ocurrir. La legisladora de la Pcia. Del Chubut Dra. Rosa Chequichano preocupada y abanderada del NO en Esquel, que opinó de Mina Ángela y que hizo o hace al respecto?

Todo es factible de mejorar, yo no deseo una explotación minera, ni agrícola, ni petrolera, ni nuclear, ni química, y de ningún otro tipo que no este debidamente controlada.

Lo que sí deseo es que se informe con claridad, que se discutan las cosas en su totalidad con su pro y sus contras.

Cansado ya de escuchar a estos apóstoles (ahora) defensores de la Nación Mapuche cuando jamás se los vio hacer nada en Anecon Grande, paraje donde no se tiene acceso casi seis meses al año, cuando los médicos de Ing. Jacobacci no podían realizar las visitas mensuales por no tener combustible y el agente sanitario no tenia ni siquiera una radio para comunicarse mientras el móvil policial hacia su recorrida mensual. Esto sucedía hace 17 años, hoy cambio en algo la realidad de esa comunidad?.

Pretendo para una región marginada, olvidada y postergada como lo es la Linea Sur Rionegrina una opción válida de trabajo y prosperidad con los debidos controles que garanticen un emprendimiento seguro y confiable como quizás lo puede llegar a ser el Proyecto Calcatreu el cual no es totalmente comparable a Proyecto Esquel (El Desquite).

Para eso se debe exigir al CODEMA (Consejo de Medio Ambiente) de Río Negro, que nombre gente capacitada para hacer controles, que no despilfarre sus recursos con nombramientos inútiles, que utilice sus equipamientos para hacer los debidos controles a todo emprendimiento minero.

Vicente Marino

http://www.estrucplan.com.ar