martes, 29 de noviembre de 2016

Comandos, Malvinas y una historia casi desconocida...


Nuestros Héroes 3 .

Comandos, Malvinas y una historia casi desconocida... 
No los recuerdes solamente el 2 de abril...
Nunca olvidemos a Nuestros Héroes.
La historia de Top Malo House, es conocida por la mayoría de quienes siguen el tema Malvinas. Por eso hoy la daremos un enfoque distinto. Haremos hincapié en la historia de dos combatientes. Dos comandos a quienes su carrera, su amistad y la guerra los unió. Una unión que perduro aun despues de la muerte de uno de ellos. Cómo? Lee la historia y conocerás un poco más...
Hacia 1981, en la Compañía de Policía Militar 141, ahora disuelta y con su cuartel compartido con varias unidades de la ex Brigada Aerotransportada IV, camino a La Calera, Córdoba, revistaban dos hombres cuyas vidas y destinos se verían curiosamente entrelazados. Ambos eran paracaidistas y comandos y aunque se destacaban nítidamente por la forma en que se consagraban en cuerpo y alma al servicio en un elemento de un cierto modo, secundario, tenían su corazón en las unidades especiales de paracaidistas que formaban parte de esa particular Brigada.
José Vercesi, era capitán de Infantería, Comando, Paracaidista y curtido soldado. Poseedor de un temperamento apacible, reflexivo y serio, tenía al mismo tiempo, un sólido espíritu militar.
No era un tipo fácil y su foja de servicios no lo desmentía: tenía no pocos días de arresto o llamadas de atención por su renuencia a mostrarse sumiso a órdenes o sistemas que consideraba poco serios, tibios o demasiado convencionales. Con una personalidad controlada y partidario de los procedimientos estrictamente reglamentarios y responsables, había hecho su formación como Comando y Paracaidista. Entre los cuadros y tropa, era conocido afectuosamente como “el Tano”.
Mateo Sbert, era Sargento 1ro de Ingenieros y por esos extraños casos de la vida militar, había ido a parar, tras su formación como Comando y Paracaidista, a una Compañía de Policía Militar. Su frustración era grande y aunque se desempeñaba en su destino con una corrección intachable, toda vez que podía, al enterarse de los turnos de Aero cooperación, vuelo y lanzamiento, se arrimaba a la vecina Compañía de Ingenieros Aerotransportada 4 y solicitaba una plaza para poder saltar y así mantener su habilidad y estado. En esta subunidad independiente, era querido y respetado como ninguno y su sola presencia constituía un ejemplo de corrección, camaradería, buen humor, caballerosidad y profesionalismo. Era muy responsable y preocupado por su profesión, lo que lo había llevado a realizar variados cursos, siempre en busca de sobresalir y saber más de la carrera que había elegido. Uno de ellos, era el de Técnico Cartógrafo. Sus sobresalientes condiciones como soldado hacían que muchos suboficiales más antiguos que él, lo trataran respetuosamente, anteponiendo el pronombre posesivo, tan clásico en nuestras costumbres. No obstante, era muy apreciado por todos y era conocido por el apodo de “el Turco”.
Los dos soldados con mayúsculas, Mateo y José, habían –dentro de las formalidades propias de la vida castrense- simpatizado de inmediato. Ambos compartían aficiones similares, una idéntica visión acerca de cómo debe ser interpretada la vocación militar y dentro de ella, habían sentido el especial llamado de ejercerla a través de las exigencias más fuertes. Era en ellas cuando más la disfrutaban, ejecutando los entrenamientos más duros y a las teniendo las experiencias más verídicas y riesgosas. Durante el tiempo que estuvieron destinados juntos en la Compañía de Policía Militar 141, habían dejado una verdadera marca de profesionalismo y virtudes militares, particularmente por su sentido de la rectitud, arrojo y deseos de superación.
Otro detalle, pero más personal, en el que habían coincidido sus afanes e inquietudes, fue en la dedicación que les prodigaban a sus respectivas familias. Ambos comentaban de las andanzas de sus proles; la de Mateo: Maximiliano, (de tan sólo ocho años), Martín y Marcos, y la de José: Juan Pablo y María Gracia, los “pre-Malvinas”, a quienes se agregarían después de 1982, Ignacio y María Luz. Estas afinidades personales y las “aventuras” corridas juntos por los cursos y destinos compartidos, comisiones y otras actividades, había forjado en ellos una suerte de hermandad, en la que el uno sabía certeramente, que podía contar con el otro.
El año 1981, finalizó con el pase de Mateo al EMGE, permaneciendo José en la Compañía de Policía Militar. Desde su nuevo destino, Mateo ambicionaba realizar un nuevo curso que le permitiera presentarse para prestar servicios como auxiliar de Agregadurías Militares. En la Jefatura de Movilización del EMGE, veía con cierta frecuencia a un antiguo jefe que había tenido , un coronel, soldado como pocos, que había aprendido a conocerlo, respetarlo y valorarle sus condiciones profesionales.
Estalla la guerra
Vercesi, se presentó temprano a su Jefe de Compañía, el por entonces mayor Lazzarano, para solicitar incorporarse voluntariamente en unidades que fueran trasladadas a las islas. El mayor, primero retaceó la solicitud, y la dejó en espera. Sabía que el tener la capacitación de comandos, tarde o temprano, lo llevaría a la guerra, por lo que dejó pasar unos días. También y por depender del Comando del III er. Cuerpo de Ejército la subunidad donde se encontraba revistando, se entrevistó con su comandante, obteniendo el mismo resultado.
Sbert, en Buenos Aires, acudió a quien fuera su antiguo jefe en San Nicolás, quien hizo todo lo posible para disuadirlo, haciéndole hincapié para que tuviera en cuenta su edad, su grupo familiar y el hecho de que por no estar directamente vinculado al especial entrenamiento de las tropas comando, le sería difícil encarar una exigencia como la que se venía.
Vercesi, inflamado como estaba por la situación que se vivía, incluso había planificado junto con otro camarada, ahora como él, también retirado, en hacer abandono de destino; “colarse” en algún avión y presentarse como voluntario en cualquiera de las unidades que ya se encontraban en las islas, aprovechando el “puente aéreo” entre aquellas y el continente. Pero esa desesperada y romántica medida no fue necesario tomarla. En Buenos Aires, el antiguo jefe de Sbert en San Nicolás, tampoco pudo hacer nada para disuadir a su antiguo subordinado. El 23 de mayo de 1982, un mensaje cifrado, ordenó la presentación de ambos, entre otros cuadros comandos, en la Escuela de Infantería, para integrar una segunda Compañía de Comandos en formación, la 602.
El tiempo comenzó a volar… Contaron desde su convocatoria hasta su presentación en Campo de Mayo, lugar de organización de la nueva subunidad, con sólo unas 48 horas para equiparse, despedirse y “arreglar sus asuntos personales…”
Ni bien llegaron y se presentaron al jefe de la flamante Compañía de Comandos 602, mayor Aldo Rico, éste se reunió con quienes serían su 2do Jefe, el capitán Villarroel y los jefes de Sección, entre quienes se encontraba el capitán José Vercesi, que sería jefe de la 1ra Sección de Asalto.
Por orden del jefe de compañía, debían organizar las fracciones eligiendo personalmente a los integrantes, sin dudarlo, Vercesi llamó a su lado al fiel y valioso Mateo Sbert, quien desde que se insinuara la primera posibilidad de ser convocado, voluntaria y solitariamente, se había sometido a duras exigencias físicas de entrenamiento, a fin de estar a tono con las difíciles circunstancias de combate a enfrentar y el estado físico sobresaliente que tenían los jóvenes oficiales y suboficiales comandos convocados.
Sbert, ante la elección, exaltado, seguía a su capitán, leal y denodadamente a todas partes, esforzándose al máximo para dar cumplimiento preciso a cada orden recibida. Terminada la organización de la flamante subunidad, con sus efectivos al completo, marchó al Teatro de Operaciones y habiendo transcurrido tan sólo ocho días de recibir la Orden Preparatoria, ya se encontraba cumpliendo operaciones de combate…
En 1999, quien fuera el segundo al mando en la 1ra Sección de Asalto, el hoy coronel Horacio Losito, narró en el libro “Así Peleamos Malvinas, Testimonios de Veteranos del Ejército”, el episodio que a sangre y fuego, quedó grabado en la historia malvinera y en la vida de los integrantes de esa Sección. De la misma forma lo relata el historiador militar, Dr. Isidoro Ruiz Moreno, en su obra “Comandos en Acción”.
“Todo comenzó en la noche del viernes 28, cuando el capitán José Vercesi, jefe de la 1ra sección, recibió la orden de ejecutar una exploración de 40 kilómetros, para informar sobre las actividades de los británicos que habían desembarcado el 21 de mayo, y de los cuales se sabía poco y nada...
Si no la leíste ingresa al muro de la página, para comprender el hilo del relato.
Nada iba a ser fácil. Con un panorama contradictorio y confuso comenzamos a planificar la misión. Con un particular cansancio, producto de las tensiones vividas en los últimos días y con falta de sueño, los hombres de la 1ra Sección, reforzados con suboficiales apuntadores de misiles Blow-Pipe, un enfermero y el sargento 1ro Helguero de la Compañía de Comandos 601, nos alistamos para la salida. Partimos a poco de amanecer en dos helicópteros ‘peinando’ las formas del terreno para evitar radares y armas. Desembarcamos a pocos kilómetros del monte Simons, un cerro de gran altura. No nos imaginábamos que a escasos metros estaba el campamento del enemigo....
Estábamos en tierra de nadie, a mitad de camino entre la cabeza de playa de los británicos y nuestras posiciones, lejos de cualquier ayuda, confiando solamente en la propia capacidad y creyendo ciegamente en el camarada”, contó Losito.
Intentamos informar lo que veíamos, aplicando todos los conocimientos de comunicaciones a nuestro alcance, sin éxito. La interferencia era enorme y no queríamos mantener prendido el equipo durante mucho tiempo para evitar ser detectados.
El 30 de mayo de 1982 amaneció frío pero soleado. A media mañana, el capitán resolvió desplazarse hacia Fitz Roy, a unos 20 kilómetros del lugar. El objetivo era conectarse con una sección de Ingenieros y desde allí poder trasmitir los informes. Comenzamos la marcha sobrecargados, porque también transportábamos armamento y munición de un depósito que había instalado la Compañía de Comandos 601. El desplazamiento sobre la turba se hizo muy dificultoso y agobiante”, describió el oficial.
Ante la posibilidad de pasar mojados otra noche gélida, decidieron hacer un alto en un sitio que el mapa describía como una elevación, pero estaba del otro lado del arroyo Malo. Era una cabaña de ovejeros, aparentemente abandonada. Su nombre: Top Malo House. "Luego de cruzar el arroyo de agua helada y torrentosa, donde algunos cayeron al resbalar en el verdín de las piedras del lecho, abordamos la casa con técnicas apropiadas para el caso, en previsión de que estuviera ocupada por el enemigo. La sección se dividió en dos grupos: uno ocupó el piso superior y el otro, la planta baja. Sabíamos que el estar dentro de la casa no ofrecía seguridad, pero existía una real necesidad de recuperarnos y secar el equipo para poder enfrentar con éxito las futuras exigencias. La decisión que se adoptó ante el dilema planteado, la pagaríamos con sangre horas más tarde...
Al día siguiente, en la planta alta, el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamó: “¡me parece que hay gente que viene avanzando! Helguero, respondió ¡No, mi teniente!, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.” Un lúgubre presentimiento invadió a Vercesi. A su lado se hallaba el Sargento primero Mateo Sbert, aquel al que mucho apreciaba por haber compartido destinos anteriores y en quien había descubierto algo mucho más importante que un subordinado eficiente. Ante la extrañeza de éste, le tendió la mano, se la estrechó y reteniéndosela un segundo, le dijo con profundo afecto “¡Suerte, Turco!”. Elementos del M. & A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Ártico) habían descendido de un helicóptero a unos mil metros de la posición argentina al mando del oficial Boswell.
Entendiendo que se trataba de tropas especiales argentinas, daba por hecho que tendrían centinelas afuera. Era consciente que por donde se movían, el terreno estaba dominado por una ventana del piso superior. Cuando Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de la casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de armar las bayonetas...
Ante el anuncio de Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera.
¡Ingleses! ¡Ahí vienen!” resonaron los gritos dentro de la casa. Automáticamente el teniente primero Gatti, como radio operador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó. Todos se pusieron en movimiento para salir; Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera: -¡Vamos mi teniente! Este le replicó: ¡No, yo me quedo! ¡Desde acá tengo mejor campo de tiro!
En el mismo instante en que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. Comenzaron los disparos de ambas partes. Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 Mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 Mm.
Los comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para combatir mejor desde el exterior.
El capitán Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, y allí, con enorme presencia de ánimo, tomó posición de pie y comenzó a hacer fuego y a recibirlo. “Salimos entre los dos, yo te apoyo”, avisó Medina al teniente Martínez. Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse. El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared, pero también pudo salir. Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera.
El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo, Helguero quiso abandonar la casa. Pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedroso, que venía por detrás. Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa. El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí..:
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente. Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente se zambulló a través del tragaluz. A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido. Merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad.
Los Comandos habían logrado en su mayoría abandonar Top Malo House. La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso y la reacción de aquellos de salir para combatir, sorprendiendo a la tropa británica habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla.
El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe.
De pronto vio venir derecho hacia él una granada. En forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza. El artefacto explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Luego sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que se aproximaba, pero a los pocos disparos se le trabó. Tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida no advirtió quitarle el seguro. En esos momentos un tiro le hizo impacto en su pantorrilla derecha. El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo. Cerca de Vercesi, Gatti disparaba arrodillado, mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor. Losito estaba herido. Al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porche para alcanzar el arroyo, una granada había explotado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimándolo en la cabeza. Un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron disparando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención. Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático. Un inglés cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra. Luego emprendió la carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos, esperando a cada instante un tiro en la espalda.
Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto. Un soldado inglés se aproximaba gritando, pero rápidamente le hizo fuego y lo abatió. El sargento primero enfermero Pedroso y el sargento primero Helguero pudieron salir de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos y echando a correr.
Con la protección que le brindaba el fuego que hacía el sargento primero Sbert, Medina alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados y arrodillándose, comenzó a disparar.
De pronto sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor, al tiempo que algunas granadas estallaban detrás de él, matando al abnegado Sbert, que lo estaba cubriendo.
(Finalmente l combate concluyo, pero como dijimos no entraremos en mas detalle, ya que queremos rescatar la historia de Vercesi y Sbert.)
Vercesi se notaba sumamente afectado... Además de la negativa recibida de ir a buscar a Espinosa, conmovido, con dolor y angustia, agachado al lado del cadáver de su sargento primero Sbert, le decía: “¡Qué me has hecho, Turco!”…
Terminado el proceso de interrogatorio como Prisionero de Guerra hecho a Vercesi, lo fueron a buscar para ir a sepultar a Sbert en el exterior de un edificio que había sido alguna vez un frigorífico, en cuyas adyacencias ya había algunas cruces.
Al Tano lo acompañaron otros camaradas cuyos nombres no recuerda, y con los ojos fijos en la bolsa que contenía el cuerpo del camarada fallecido, se desplazaron transportándolo hasta el lugar de entierro. Con rendición de honores póstumos por parte de los británicos, lo sepultaron en silencio en un sector donde ya había otras cruces. El dolor moral de José Vercesi era insoportable. Él, que había elegido especialmente a Mateo Sbert, y a Ernesto Espinosa los había conducido a la muerte, sin mencionar las otras bajas que por graves heridas había tenido en su sección.
El regreso de la guerra
El resto del tiempo en el que estuvo como prisionero de guerra, Vercesi, no dejaba de recordar a sus muertos, en combate. Silenciosas cavilaciones que no cesaban cuando regresó al continente y que durante años, perdurarían en su espíritu, siempre leal hacia el camarada caído. De regreso en Córdoba, una de sus primeras actividades, fue visitar a la familia de Mateo. Su esposa, entera y firme como una vara, escuchó el relato de quien fuera el jefe de su marido, contándole la forma en que falleciera. Los tres hijos, sin entender mucho de lo que sucedía, salvo el mayor, Maximiliano que “paraba un poco más la oreja” que sus hermanos, conocían muy poco a este hombre que se deshacía mostrando su alma herida a la mujer del generoso soldado Mateo Sbert.
Se produjeron un par de encuentros más entre el capitán Vercesi y su familia y a la esposa del sargento ayudante post mortem. Las mujeres congeniaron y los chicos, de edades próximas, también… y el tiempo fue pasando, mientras estas dos familias sufrientes por haber vivido y perdido en una guerra, compartían sentimientos y paliaban el dolor generado por la ausencia de quien ya no estaba más. Los chicos fueron creciendo. Pero la vida continuó y nuevos pases y traslados, fueron poniendo distancia física entre esta buena gente. Ocasionales encuentros reemplazaron a aquellas asiduas visitas. Luego un largo impass…
Los chicos crecieron
La Nación reconoció a quienes se batieron por ella en las islas y Sbert, a título póstumo recibió la condecoración “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”, que hoy guarda Maximiliano, junto con otros preciados objetos, entre los que se encuentra una sentida esquela que le entregara Vercesi en algún momento. Esta expresa: … “Sí, mi sargento primero, tenga la seguridad que usted materializa para nosotros esa frase de Unamuno que debería ser el lema de todo argentino bien parido: ‘Vivir se debe la vida, de tal suerte que viva quede en la muerte.” Estas palabras tienen una dedicatoria para una joven promesa: Maximiliano: “Con el profundo cariño de un padre”. “José Vercesi, ex Jefe de la 1ra Sección de la Compañía de Comandos 602”
…Y sí, la promesa se cumplió. Un día, Maxi anunció que seguiría los pasos del padre y así fue como encaró la carrera militar, siendo hoy teniente primero del arma que eligiera también aquel: Ingenieros. En todo ese tiempo que medió hasta el presente, ocurrieron hechos que volvieron a aproximar a las familias y que marcaron vivamente y en particular, la vida de Maximiliano. Entre ellas, la idea fija de viajar a las Malvinas y conocer el lugar donde su padre había ofrendado su vida a la Patria. Quería conocer especialmente aquel olvidado y solitario paraje en la soledad malvinera, azotado por el frío, húmedo y salino viento del mar… Quería ver cómo era aquel trozo de suelo patrio en el que había expirado su padre.
Y como quien busca, generalmente encuentra, tras no pocos esfuerzos por superar las barreras burocráticas que dificultan pasar a otra parte insular de nuestro propio territorio, logró llegar a Puerto Argentino. Consiguió alquilar los servicios de alguien que lo guiara y allá fue, abrigado y calzado como lo estuviera su padre, para llegar, un largo rato después, a un desolado punto en medio del campo, con onduladas lomadas y un arroyuelo que buscaba el mar, el arroyo Malo. En silencio, con el único ruido permanente del viento, observó el panorama: allí, un montón de piedras calcinadas señalaba donde veinte y pico años atrás se había batido heroicamente, la 1ra Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 602.
En silencio y largamente, oteó el horizonte en los 360°, aspiró profundo, y de inmediato le vino a la memoria el joven rostro de treinta y tres años que guarda de su padre cuando muriera. Pensativamente, examinó todo y con recogimiento, levantó un puñado de aquella tierra sagrada, que guardó en una bolsita plástica.
Muchas fueron a su regreso, las horas y ocasiones en que contó esto a su familia… y al ya retirado teniente coronel José Vercesi, aquel que había sido el jefe de su padre y ahora, superior suyo. Luego de unos cuantos años, lo había ubicado y quería compartir su experiencia de viaje con quien había confiado en su viejo, aquel con el que había mantenido una especial amistad. Largos y profundos encuentros, comentarios y charlas se fueron multiplicando entre ambos, siendo muchas las ocasiones en que previa llamada, Maximiliano anunciaba una próxima visita al “Tano” Vercesi, llegando incluso a generarse una muy próxima y profunda estima mutua. Parecía que el teniente primero Maximiliano Sbert, haciendo honor a su apellido, continuaba la lealtad al jefe que había tenido su padre...
Pero no todo termina aquí. Los ríos de la vida a veces discurren por insólitos meandros. Las ocasiones en que estos dos hombres se fueron encontrando y visitando y las oportunidades en que la familia Vercesi acogió en su seno a Maxi luego del viaje que hiciera a Malvinas, generando largas charlas entre el ya retirado teniente coronel y el joven teniente primero, fueron preparando el terreno para uno de esos giros con que la vida no deja de sorprendernos… Una de las hijas de José Vercesi, justamente la más contestataria y rebelde (¿quién no tiene un hijo rebelde?) María Gracia, “Chachi”, comenzó a ser observada especialmente por este muchacho, que veía en ella, a la hija “complicada” del “Tano”, a alguien que quería mucho a su padre más allá de reprocharle su fuerte personalidad. Ella veía que su padre había sufrido mucho por esa guerra.
Y Maxi, leía en la mirada de Vercesi, que había querido mucho a su propio padre, a Mateo, por encima de las diferencias jerárquicas. Lo había hecho rescatando las cosas más altas y puras que tiene la vida militar, habiéndolo apreciado más allá del entendimiento del común de la gente, tal como muchas veces todavía –a pesar de todo-, suele verse en la Milicia, “esa religión de hombres honrados”…
La rebeldía de Chachi fue dando paso a otro tipo de actitudes y al tiempo, se había hecho muy amiga con Maxi. Así fue como nació una intensa relación entre estos dos jóvenes, hijos de familias golpeadas en diferente forma por la guerra y siendo ya ambos bastante maduros, pronto derivaron en un noviazgo hecho y derecho. Luego vino el casamiento y como Dios manda, también está hoy esta pareja, esperando la llegada de un vástago. Un hijo que tendrá una mezcla de sangres nobles, porque más allá de que un nieto de Vercesi lleve el apellido Sbert, llevará seguramente encarnados los más puros y nobles sentimientos de lealtad que mantuvieron los dos camaradas de armas, unidos eternamente más allá del cumplimiento de su misión…
Fuente: Soldadosdigital.
NOTA: conocí al sarg. Mateo Sbert. Y les puedo asegurar que la nota no exagera sobre su abnegación y profesionalismo.
El Administrador.
Compartio : Nunca olvidemos a nuestros Heroes
eL 19 de diciembre de 2011

Lea el discurso de defensa íntegro de Fidel Castro:

lunes, 28 de noviembre de 2016

Nuestros Héroes ..


Nuestros Héroes .. "Ahora, lo sabés..."
Acá hay uno de veinte con el soldado que se metió 13 veces en zona batida por la artillería (y en pleno cañoneo) u ocupada por el enemigo, por su propia cuenta y desobedeciendo a los superiores y rescatando a 13 soldados, el mismo que se infiltró entre los Royal Marines para rescatar a su jefe porque estaba rodeado, el mismo que emboscó a lo Rambo a un Marine armado con fusil, en pleno territorio controlado por los británicos, y lo ultimó con un cuchillo, el mismo que, trayendo al hombro a un oficial herido y al encontrarse sin munición y rodeado por una patrulla británica, sacó nuevamente su legendario cuchillo y los enfrentó con él por defender a su camarada... Señores: cualquier billete le quedaría muy chico... se merece una gran estatua en plaza de mayo...
Edito y agrego información que puse en un comentario:
Es más, resumí y me quedé corto porque entre otras cosas, lo primero que le pasó es que estuvo en un bombardeo en el monte Kent y salió muy mal herido (una pieza de metal se le clavó en el antebrazo y no podía sacarla), fue abandonado ahí, quedó separado de su unidad (el RI 12) y se tuvo que movilizar varios kilómetros sólo y sólo también se curó a sí mismo, así que todo lo que hizo, lo hizo herido de consideración... en una ocasión, se internó en territorio ocupado para traer de vuelta a dos conscriptos que habían ido allí y probablemente no se habían enterado de que los ingleses habían infiltrado esa zona... cuando hizo eso, se encontró con un inglés que venía con la mira nocturna (cosa que él no tenía) lo emboscó a lo Chuck Norris, lo enfrentó y lo elimino... entonces se dió cuenta que el británico tenía un M16 con mira nocturna... se la sacó, le quitó el correaje con munición y lo usó en todas las demás misiones las cuales fueron autoimpuestas, ya que no estaba con su propia unidad, y todas realizadas contra el consejo y la opinión de los superiores, quienes le decían que lo iban a matar a lo que él respondía "¡que me maten! Porque yo no puedo aguantar los gritos de dolor de mis compañeros heridos..."
¿GROSO? La palabra le queda muy chiquita a éste Héroe...
La última: cuando, sosteniendo al teniente primero Echeverría herido con una mano, y enfrentando con su legendario cuchillo a un pelotón de Royal Marines, cuando el experimentado jefe de ese pelotón, admirado de tanto coraje y lealtad, en lugar de matarlo de un tiro sin más (Baruzzo cababa de usar su última bala matando a un soldado de este pelotón de un único tiro certero) el jefe inglés lo convence de no provocar su propia muerte y la de Echeverría, y cuando este cabito de 21 años, suelta su cuchillo, el jefe inglés lo abrazó y, en tono tranquilizador, le dijo las palabras "ok argentino, ok..."
Un detallito más:
Los soldados ingleses, cuando Echeverría estaba prisionero y lo estaban curando, enterados de la historia del cuchillo que se contaban entre ellos, iban a verlo al mismo Echeverría y lo felicitaban por los soldados que tenía... ¡piel de gallina!
¿GROSO? Esa palabra se ha usado en jugadores de fútbol, en actores, en basquetbolistas... esa palabra no merece ser usada en el Cabo 1ro Roberto Baruzzo...


Nuestros Héroes - 2

EL SOLDADO ARGENTINO QUE DETUVO UN PELOTÓN INGLES EN MALVINAS  "Ahora, lo sabés..."
Nos defendió, se convirtió en un héroe, y egoístamente lo olvidamos.
Peleó en el monte Dos Hermanas. Detuvo, solo y durante horas, el avance inglés. Salvó a parte de su compañía. Como muchos de los veteranos, vive en el olvido y la indiferencia.
Oscar Ismael Poltronieri es un hombre simple. No sabe leer ni escribir. No tiene dinero. No tiene casa. Sin embargo, es un Héroe. Pasó su infancia en el campo trabajando desde muy pequeño. Siempre supo que tenía un deber para con su Patria, por eso a la hora de hacer el servicio militar, aún sin haber sido convocado, se presentó como voluntario junto a sus amigos. A los 19 años fue enviado imprevistamente a la Guerra en Malvinas. Ni siquiera pudo despedirse de su madre.
Oscar Poltronieri es el máximo héroe civil, vivo, que tiene la Argentina. Lo certifica una medalla conformada por una Cruz de Malta en la que brilla, ya apenas, un Escudo Nacional y la leyenda “La Nación Argentina al heroico valor en combate” Sólo doce condecoraciones de ese tipo fueron entregadas luego de la guerra de Malvinas. Poltronieri es el único soldado que la recibió pero ya ni siquiera la luce. La guarda, junto a muchas otras medallas, en una vieja y oxidada lata
—En un momento pensé en venderlas. A todas. No sabía cuánto me podían dar. Pero yo necesitaba la plata. Después no lo hice. Antes preferí pasar la vergüenza de ir a pedir por los trenes. Pero dejé porque me decían: “Anda a pedirle a Galtieri…”.
Uno de los máximos héroes no militares de la guerra de Malvinas vive hoy en la pobreza más extrema. Su casa, la número siete, se tambalea sobre una calle de tierra.
Poltronieri era un soldado analfabeto cuando fue a combatir a Malvinas. A los doce años ordeñaba vacas de madrugada muchas veces “en pata” (como gusta decirle) y alguna frazada que se tiraba por la espalda para menguar las escarchas.
Relato ofrecido por el propio Poltronieri:
—Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y comerlas. Cuando venía un compañero de curso del teniente que me mandaba a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los prestaba Así vi cómo que desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros.
Esto fue ya en Junio. Estábamos en el Monte dos Hermanas, una noche yo estaba de guardia en la posición adelantada y escucho unas voces raras. No eran de los nuestros, no entendía lo que decían. Le aviso al Teniente, que viene con visor nocturno; los tipos estaban a 50 mts. Los Ingleses venían todos amontonados, tirando tiros por cualquier parte, gritando, tocando el tambor. Un soldado que estaba arriba del monte comenzó a tirales con su Ametralladora (MAG) Ahí nos vieron y comenzó el fuego cruzado. A mi lado cayo un compañero con la cara llena de sangre. a mí me dio impresión verlo, me dio más coraje, mas bronca…
Tomaron todo a las corridas. Los gurkas mataron a un montón del regimiento 4 de Corrientes.
–En un momento parecía que todos los Ingleses querían pararme, les jodía mi Ametralladora, sentía como pasaban las balas, a las trazantes se las veía clarito…Atrás de unas piedras estábamos nosotros amontonados, y a la orden de retirada, todos mis compañeros comenzaron a salir de sus posiciones, se fueron replegando hasta que en un momento estoy con mi abastecedor y el ayudante apuntador. Entonces les digo a los pibes: “Váyanse, repliéguense, que yo me quedo solo”. Ellos no querían, me decían: “Negro, vayámonos todos, a vos solo te van a matar, te la van a dar”. Yo les contesto: “No váyanse ustedes, tienen familia, amigos, todo”. Yo también tengo familia, amigos, pero ellos siempre entienden. “¡Y váyanse de una vez, carajo, después voy a ir yo!”.
En tres oportunidades me quedé solo con la ametralladora, dándoles tiempo a los otros a que se replegaran. Los ingleses no podían avanzar, en cuanto levantaban la cabeza yo les sacudía. Vi caer a varios. En un momento me junte con un soldado, los ingleses se venían agachaditos. Entonces yo sentí una voz que no era una voz nuestra, era una voz inglesa y el soldado agarró una granada y se fue a tirarle a los ingleses. “vos quédate acá” me dijo. Se adelanto con la granada y se las tiró, pero se la devolvieron antes que explotara y le cayó justito a él y lo tiró para arriba y lo abrió al medio… y me quede solo otra vez.
Solamente quedaba cerca de mí un Sargento, pero yo sabía que la señora de el, justo ese día había tenido una nena. Le había llegado un telegrama. Le digo entonces al Sargento: “Mi sargento, usted tiene un nuevo hijo en el mundo y tiene que verlo. Repliéguese. Déjeme a mi solo. Yo soy soltero y prefiero morir yo, antes que usted. Me voy a arreglar”. y me arregle…
El subteniente me decía: “Vámonos Poltronieri, que te van a matar…” Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el sargento Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a nadie…”.
—Los ingleses venían cantando, tirando al aire, como de paseo… y bien chupados. Así que no le di bolilla al teniente y me quedé esperando que mi compañía se replegara.
…A lo lejos veía como peleaba la gente del RI7 de La Plata, en Monte Longdon atrás nuestro cerca de la playa. Llovían las balas sobre mí, estaba solo. Me repliego y tiro, me repliego y tiro, hasta que llegué al pueblo…
Poltronieri tiene cuatro hijos. Se casó en 1989 con Alejandra Viviana Carrizo. Después llegaron Jonathan Oscar (11) Melina Judith (9), Lucas Hernán (7) y Matías Sebastián (4).
Poltronieri estaba solo, con una ametralladora pesada, disparando sin cesar contra el enemigo. Aún hoy, cuando recuerda el combate, vuelve a la misma posición de aquel día, mientras ciento cincuenta de sus compañeros se replegaban hacia Puerto Argentino, amparados por su decisión de morir allí para salvarlos.
Crédito: Calchaquí en el Mundo
Bsasinforma

sábado, 26 de noviembre de 2016

10 Formas en que la CIA intentó matar a Fidel Castro



Por Manel Barrio


10 Formas en que la CIA intentó matar a Fidel Castro

Recordamos hoy aquel artículo del sitio Mental Floss que hace algunos años repasaba las 10 formas más curiosas en las que la CIA intentó matar a Fidel Castro desde que se convirtiera en el primer ministro de Cuba. Desde entonces, según el hombre que se dice estaba al cargo de protegerlo durante la mayor parte de su régimen, ha sobrevivido a más de 600 intentos de asesinato.
Fabián Escalante, ex jefe del servicio secreto cubano, afirma que los esfuerzos de asesinato se descomponen así: El gobierno de Eisenhower trató de matar a Castro 38 veces; Kennedy, 42; Johnson, 72; Nixon, 184; Carter, 64; Reagan, 197; Bush padre, 16; Clinton, 21. (La exactitud de las estadísticas de Escalante, sobre todo desde el gobierno de Nixon en adelante, es objeto de controversia.) Solamente con un francotirador hay tantas maneras diferentes en las que se puede emboscar a alguien, que algunas de las maneras en que la CIA conspiró para matar a Castro son realmente una locura. Éstos son sólo algunos de los métodos poco ortodoxos considerados para matar a Castro:

1. Mujer fatal. Marita Lorenz, sólo una de muchas mujeres que se cuentan como amantes de Castro, supuestamente aceptó una oferta de la CIA en la que le daría una pastilla llena de veneno. Se las arregló para llegar tan lejos como para introducir las pastillas en su dormitorio en su bote de crema hidratante, pero las pastillas se disolvieron en la crema y dudaba de su capacidad para obligar a Castro a darse crema facial, y al final se acobardó. Según Lorenz, Castro de alguna manera descubrió su plan y le ofreció su pistola. “No puedo hacerlo, Fidel,” le dijo ella.

2. Traje envenenado. Si bien no hay nada sospechoso en recibir un traje de buceo de tu enemigo justo en el centro de la Bahía de Cochinos, la CIA le dio una oportunidad al plan. En 1975, el Comité de Inteligencia del Senado afirmado que tenía “pruebas concretas” de un plan para ofrecer a Castro un traje de neopreno impregnado con esporas y bacterias que le provocarían una enfermedad en la piel (y tal vez algo peor). El plan supuestamente involucraba al abogado estadounidense James B. Donovan, que presentaría Castro el traje cuando fuera a negociar la liberación de los prisioneros de la bahía de Cochinos. Un informe de AP en 1975 dijo que el plan fue abandonado “porque Donovan dio a Castro un traje de buceo diferente por su propia iniciativa.”

3. Bolígrafo-jeringa hipodérmica. Una pluma de aspecto corriente se preparó con una aguja hipodérmica tan fina que Castro no se diera cuenta cuando alguien chocara contra él con la pluma y le inyectara un veneno muy potente.

4. Puro explosivo. Pero esto no fue un truco de salón – este puro habría sido embalado con suficientes explosivos reales como para volarle la cabeza a Fidel. En 1967, el Saturday Evening Post informó que un oficial de policía de la ciudad de Nueva York se había recibido proposiciones con la idea y la esperanza de llevarlo a cabo durante la visita a las Naciones Unidas de Castro en septiembre de 1960.
5. Puro envenenado. Es posible que hayan renunciado al puro con TNT, pero la idea de utilizar en su contra el humo del tabaco seguía en pie. La CIA incluso fue tan lejos como para contratar a un agente doble que deslizaría a Castro un puro lleno de la toxina botulínica, una toxina que mataría al lidera a corto plazo. El agente doble habría recibido los puros en febrero de 1961, pero al parecer se echó atrás.

6. La concha de caracol explosiva. Sabiendo que a Castro le gustaba bucear, la CIA hizo planes para plantar un artefacto explosivo en una concha de caracol en su lugar favorito. Conspiraron para hacer la concha de colores brillantes y de apariencia inusual, por lo que sería seguro que atraería la atención de Castro, colocándolo lo suficientemente cerca de él como para matarlo cuando la bomba en el interior se disparara.

7. Nair. Bueno, tal vez no fuera esa marca en concreto, pero de acuerdo a ese informe de 1975 del Comité de Inteligencia del Senado, los EE.UU. creían que jugar con la barba de Castro era jugar con el poder del hombre. La CIA calculó que la pérdida de la barba mostraría a los cubanos que Castro era débil y falible. Un esquema a medio cocer se fraguó para colocar sal de talio, el producto químico en productos depilatorios como Nair, en los zapatos de Castro o en su puro. El producto químico se absorbería o se inhalaría y haría que el famoso pelo facial del líder revolucionario se cayera.
8. LSD. En lo que fue mayormente un esfuerzo por desacreditar a Fidel, no por matarlo, una estación de radio donde Castro estaba dando una transmisión en vivo sería bombardeada con un aerosol que contiene una sustancia similar al LSD. Cuando Fidel empezara a alucinar en directo, los cubanos podrían pensar que había perdido la cabeza y dejar de confiar en él.

9. Pañuelo con bacterias mortales. La CIA estaba aparentemente obsesionado con cubrir a Fidel de bacterias y toxinas nocivas, ya que también consideraban darle un pañuelo cubierto de gérmenes que le haría caer muy enfermo.

10. Batido envenenado. Según Escalante, lo más cerca que estuvo la CIA de matar a Castro fue una bebida de postre mortal en 1963. El intento salió mal por culpa de la píldora pegada al congelador donde se suponía que el camarero-asesino en el Hilton de La Habanapara la recogería. Cuando trató de despegarla, la cápsula se desgarró y se abrió.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Un militante…

Lo principal que debemos saber de un militante, es que él encontró un sentido a la vida. Y al encontrar ese sentido, lo hace salir de toda mediocridad que tiene este universo. La frase de Perón de "así como no nace el hombre que escape a su destino, no debería nacer el que no tenga una causa para servir en su vida", es fundamental.
El militante lo que tiene es eso: la causa para vivir, y va a dar todo para que se realice. Es él que cree que se puede cambiar la realidad, él que no se va a quedar quieto criticando solamente, no, va intentar muchas veces y va a lograr cambiarla. El militante sabe que hay cosas que están mal en la política, y lo dice muchas veces a los compañeros, pero para afuera defiende
El militante, al ser militante, es mejor persona. El militante es compañero, es solidario, es amor, es alegría y es luchador. Ese es el sinónimo de un militante, es un luchador. Que puede perder batallas y muchas, y que muchas veces piensa que ya no vale la pena, pero al instante se para y se arrepiente de pensar eso y sigue luchando como lo va a hacer toda su vida. Se cae mil veces y se va a levantar mil veces.
El militante consciente o inconscientemente, en una charla familiar o con amigos, siempre lleva toda conversación a la política, y eso hay amigos que no lo entienden. Algunos dicen eso es aburrido, y el militante no comprende cómo puede ser aburrido lo que más lo apasiona
Hay personas que no entienden al militante. Si alguna de esas personas están leyendo esto, le pido que la próxima vez que se cruce en su camino con un militante, trate de entenderlo, trate de ser más comprensible, tenga más paciencia. Sepan que el militante está tratando de hacer un bien por la patria. Quizás el día que usted lo comprenda se vuelva un militante, y de eso no se vuelve, y sepa que la patria también lo necesita, nunca hay suficientes militantes.
La oratoria es un punto fundamental en el militante: puede no ser el mejor orador, pero sabe que tiene que mejorar día a día en ese punto, porque él tiene que saber expresar bien sus ideas. Y con la práctica que le da el militar, mejora su oratoria.
Otra cosa fundamental es que el militante nunca es individuo, eso es fundamental, él siempre es colectivo. Él pertenece a un todo. El militante sabe también, que lo es a toda hora, no es un trabajo que pasan las 8 horas y se va a su casa, no puede sacarse el traje de militante. Sabe que le pueden tocar el timbre de su casa una vecina a las 12 de la noche, porque no tiene nada para darle de comer a sus hijos. Y no es casualidad que recurran a él, porque la vecina sabe que el militante algo va a hacer, quizás piense que es por interés, para ganar votos que la ayuda, pero en realidad él militante la ayuda porque el militante es eso, es pueblo.
También sabe que su referente lo pueden llamar a las 2 o 3 de la madrugada. Porque salió una pegatina, y hace frio, y él escucha que el teléfono suena, y sabe que para algo va a ser, pero atiende igual , y él va a pintar y o a pegar afiches, y hace cada vez más frio. A veces piensa "pero yo estoy para cosas más importante", y de nuevo vuelve a pensar pero esto es importante, él sabe que es importante, que esto puede ayudar en una elección. El militante no envidia a los que están en cargos altos. Igual él está dispuesto a ocupar esos cargos, porque el militante no le tiene miedo al poder. A veces hay que admitirlo, que piensa que él está para más. Le tocan trabajos como llamar a sus compañeros y está horas con un teléfono o mandando mensajes para una reunión, él piensa que no está bien reconocida su capacidad. Pero es político y él sabe que en la política no se regala nada, los espacios siempre están y hay que ganarlos. El militante está siempre con papeles en la mano, que son para hacer una cooperativa, para conseguir una casilla, o para muchas otras cosas más. El militante está pintando una escuela, haciendo jornadas solidarias, sin ningún rédito económico, solo para ayudar.
El militante da la pelea en un bar, da la discusión de café, y hay que admitir que le gusta un poco. Pero no se convierte en un militante de café, él no es eso. O no es eso solo, él es acción, él transforma la realidad, a veces más a veces menos. Al militante lo encontramos en diferentes lugares, en un barrio, en una universidad, en las redes sociales, en los locales partidarios, o puede estar en más de un lugar al mismo tiempo.
Con las nuevas tecnologías surge el militante de la cultura 2.0. Y al viejo militante le cuesta entenderlo, y le dice "cuando tengas las zapatillas con barro hablamos" pero el viejo militante tiene que entender, y le habla un militante que pisó el barro, que esta nueva militancia es necesaria, que él está librando la batalla cultural. También depende bastante de este nuevo militante como lo va a ver una parte de la sociedad. Este nuevo militante pelea todos los días con los empleados del monopolio para imponer la verdad. Dedica tiempo de su vida gratis, a esto, y merece el respeto de todos los militantes. Claro estaría bueno que este militante de un paso más y se convierta en un militante de barrio, que le va a dar otras herramientas para seguir militando.
ANONIMO

miércoles, 16 de noviembre de 2016

No es mi mamá, es tu papá y vos también.

¿Qué es lo que queres inventar? ¿Pretendes hacerle creer a los argentinos que el país está mal y a ellos les va peor… por mi mamá?


Macri, mi mamá tiene 87 años y hace más de 50 que vive con mi hermana en el mismo barrio y en la misma casa, que es su único patrimonio. Algunos dirigentes de mi partido que la conocen – porque la han visitado – pueden testimoniar, además, como vive.
Fue secretaria general de su gremio durante más de 30 años pero nunca tuvo un solo día de licencia gremial. Siempre fue a trabajar, ¿raro no?
Su única “debilidad” es su pasión por Gimnasia y Esgrima de la Plata. Vive de su jubilación y de la pensión de mi padre. Hace casi ya 3 años, fue operada de una gravísima enfermedad y desde entonces camina ayudada por un andador.
¿Qué es lo que queres inventar? ¿Pretendes hacerle creer a los argentinos que el país está mal y a ellos les va peor… por mi mamá? ¿No te parece mucho? Pensé que conmigo y con mi hija te alcanzaba ¿O es que las cosas van tan mal que tenes que empezar a perseguir junto con Clarín a una anciana que no sale de su casa?
No, Macri. El problema de la Argentina sigue siendo el mismo de siempre: Ustedes.
Tu papá y otros – como él – que estatizaron la deuda de sus empresas mientras la dictadura genocida había desaparecido a miles de argentinos.
Deuda de la “patria contratista” y otras yerbas que todavía estamos pagando. O como Clarín que se quedaba con Papel Prensa, mesa de tortura mediante.
Ustedes, los mismos que cuando los militares no les sirvieron más fueron por los políticos de los partidos populares y democráticos. Ellos terminaron destituidos y algunos presos y ustedes libres y cada vez más ricos.
Como el “periodismo independiente” que buscando cuentas K en el exterior, se encontró  – como siempre – con… Ustedes, que tienen más cuentas y sociedades off-shore que pelos yo en la cabeza.
Lo mismo que pasó con los contratos de “dólar futuro”: Los que habían ganado millones eran… Ustedes. Los mismos que devaluaron, los mismos que fijaron el precio que después cobraron. Los que estamos procesados por Bonadío, somos nosotros.
Es que Ustedes siempre contaron con dos apoyos imprescindibles para hacer lo que hicieron y siguen haciendo: El poder judicial y los medios de comunicación, que volvieron innecesarias a las “viejas” y “obsoletas” dictaduras militares.
Desde la dictadura genocida donde no se conseguía ni un habeas corpus para las detenciones ilegales hasta el sobreseimiento por contrabando agravado de autos, que te regalo la Corte de la mayoría automática menemista.
Desde el blindaje mediático para los que vaciaron el país en el 2001 y se fueron con más de 30 muertos en las Plazas de la Republica hasta el encubrimiento – en el más literal sentido de la palabra – de este Gobierno de ricos y endeudadores seriales, donde todos los días nos enteramos que funcionarios y hasta legisladores son dueños o socios o representantes de las empresas que les toca regular y controlar. El escándalo de estar de los dos lados del mostrador y su inevitable consecuencia: El saqueo.
Macri si no te alcanzan las “causas” judiciales que ya inventaste, si no te alcanza con perseguir a mi hija, ajusta un poco más las clavijas en Comodoro Py, seguro que a Bonadío o algún otro más arriba, algo se les va a ocurrir.
Eso sí, por más causas judiciales que armen, a la gente le alcanza cada vez menos la plata. Muchos ya no llegan ni a fin de mes. Y no hablo de los “vulnerables” – terminología light para no decir pobres- no les está alcanzando a lo que hasta el 10 de Diciembre eran la famosa y tan mentada clase media argentina. Que podían irse de vacaciones, dar estudio a sus hijos y hasta comprarse el primer 0km o una casa. Y por favor córtenla, con lo de la “pesada herencia” que es lo único que les ha permitido sostenerse como Gobierno después de haber transferido miles de millones de dólares al agro y la minería. ¿Sino contanos como es que se puede endeudar el país en menos de un año por casi el 50% de su PBI? ¿Vendrá alguna vez un Gobierno que privatice la deuda externa? ¿O la tendrá que pagar otra vez el Pueblo como en el 2001? Interrogantes que uno se plantea después de ver que – como el cangrejo – el país va otra vez para atrás.
Hoy se cumple un año del “histórico” debate presidencial. Algunos proponen que así como el 10 de Noviembre es el día de la tradición y el 20 el de la Soberanía Nacional, el 15 de Noviembre sea reconocido como el día de La Mentira. Es que todavía suenan en los oídos de millones de argentinos palabras tales como: “No voy a devaluar”, “No voy a ajustar”, “No va a haber tarifazo”, “Daremos un millón de créditos hipotecarios”, “Ningún trabajador va a pagar impuesto a las ganancias”, “Pobreza cero” entre otras tantas que constituyen el más antológico episodio de la mentira y el cinismo, propalados en escala mediática nacional.
Aunque… pensándolo bien el 15 de Noviembre debería ser recordado como el día del “autoengaño nacional”. Es que, la fórmula del engaño fue simple: Les dijeron lo que querían oír. Siempre he pensado que cuando uno solo está dispuesto a escuchar lo que quiere oír, siempre va a encontrar a alguien que le va a mentir.
A propósito, y ahora que me doy cuenta ¿La movida contra Ofelia, mi mamá en el día de ayer será para tapar la mentira en el primer aniversario del debate? Si piensan que con eso les alcanza, lamento notificarles que no. Mañana y pasado mañana y la semana que viene y el mes que viene y el año que viene – con estas políticas – la gente seguirá con los mismos problemas de hoy: Desocupación y precarización laboral, salarios que no llegan a fin de mes, tarifazos, endeudamiento. Digo yo ¿y si prueban con poner un poquito de la energía que gastan en perseguirme a mí, a mi hija y ahora a mi madre, en solucionar los problemas que Ustedes, siempre Ustedes le han provocado a millones de compatriotas? Estoy segura que le iría mejor al Gobierno y a la Argentina.


martes, 15 de noviembre de 2016

Carta abierta a la Sra. Cristina Fernández de Kirchner


Soy nada más que un cura de pueblo y de barrio. Quizás el dato más importante de mi curriculum sea el tan vulgar de “haber vivido mucho”. Ser viejo. Tanto como ochenta y ocho años.

Tengo conciencia de haber equivocado mis opciones políticas, después de egresar del seminario que me formó (o me deformó) privándome, como a muchos jóvenes de mi tiempo, de toda información y criterio de juicio en “política grande”, esa que se compromete con el bien de la sociedad.

Después de esos primeros años, la mayor parte de mi vida la dediqué a descubrir y utilizar la riqueza liberadora del ministerio sacerdotal.

Denuncié las hipocresías de la iglesia institucional y la represión social en todas las épocas dictatoriales, así como el genocidio de la última, que se llevó a lo profundo del mar o a las tumbas comunes de los cementerios a muchos jóvenes de mi entorno. Viví así la persecución, las amenazas y el exilio. Son nada más que tres palabras. Cada una encierra su contenido especial.

Pero así y todo, uno de tantos, no quiero dejar de decirle públicamente unas cuantas verdades, encerradas en un sincero señora Presidenta, ¡Muchas gracias!

Por la valentía con que supo aguantar tantos insultos denigrantes y guasos; tantas tramoyas engañosas armadas por una oposición que contó con el apoyo cómplice de las empresas periodísticas monopólicas y extranjerizantes.

Porque nos ha dejado un ejemplo, en cada uno de sus discursos, de la inteligencia de una estadista ansiosa de hacer bien a su pueblo. También por conocer al dedillo, en profundidad y detalles, cada asunto que debía resolver, cada propuesta o realización para buscar el bien común.

Por la dignidad con que ha aceptado el pronunciamiento democrático de las urnas que, al margen de negarle la mayoría, mostraron el reconocimiento agradecido de la otra mitad el pueblo argentino.

Porque nos deja una Nación encumbrada como ejemplo en el mundo:

·                     Por la defensa de los derechos humanos, con la justicia memoriosa encarcelando a los genocidas;
·                     Por la resistencia ante los fondos buitres internacionales, con la mano extendida hacia la Patria grande y el bloque latinoamericano;
·                     Por el cuidado casi extremo de no ejercer represión en manifestaciones de protesta o disconformidad, con frecuencia instrumentadas en base a proyectos destituyentes o con anuncios paranoicos de desastres que nunca se cumplieron;
·                     Por el silencio o la sonrisa prescindente, ante las claras ofensas de los periodistas “maleducados” y engordados por los medios dominantes;
·                     Por los intentos repetidos y logros conseguidos en “ inclusión social”, teniendo en cuenta a los más desprotegidos.
·                     por el nivel excepcional de su personalidad, convocada a presencia activa en la mayoría de las reuniones internacionales más importantes;
·                     Por la promoción de la investigación científica, de la educación y el favorecimiento constante del arte, el deporte y la cultura;
·                     Por la presentación y promulgación de leyes de igualizacion en derechos individuales y sociales, novedosas en el mundo;
·                     Por su fe en la juventud y el esfuerzo de empoderarla en la lucha por la verdad y la justicia social.

Porque, incluso económicamente, en un clima de crisis mundial del capitalismo globalizado, nos deja un país tranquilo y luchador. Un país que no ha cedido ante decisiones antihumanitarias, como la negativa de hospitalidad a los inmigrantes o expulsión racista y discriminante.

Porque usted ha mantenido muy firme el concepto de que la dependencia económica y las “relaciones carnales” nos convierten en colonia norteamericana, dominados por el FMI y otros organismos internacionales que “encarnan” los intereses del Norte.

Porque a pesar del contexto “machista” que prevalece especialmente en la oligarquía agrícola-ganadera, ha demostrado de manera indiscutible la capacidad femenina para las misiones más difíciles y ha producido una verdadera revolución en el rechazo del predomino masculino y la violencia de género.

Por todo eso y muchas otras cosas que todos constatamos, señora presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en mi nombre y el de muchos.

¡¡¡Gracias!!!

Por Guillermo Mariani